Y tú ya habías aprendido a bajar las armas
Por venir de una ternura infinita
Y yo tenía la guerra incrustada
Por venir de una herida abismal

2022

Max Verstappen recibió una petición por radio: —Max, deja pasar a Checo, por favor—  Sin embargo, Max ignoró la solicitud y siguió adelante.

"Tengo mis razones," respondió Max, molesto.

"Lo siento, Checo," intervino Horner.

"Gracias por eso, muchachos," dijo Checo, avanzando con un tono molesto.

Ese día fue caótico. En la entrevista posterior a la carrera, Checo  dijo:

"Sí, tiene esos dos campeonatos gracias a mí."

Jos Verstappen solo miraba con molestia al mexicano y le dijo a su hijo: "Buen trabajo."

Al llegar a su hotel, Checo se quedó descansando, viendo en las redes sociales cómo lo apoyaban su gente, tirándole odio a Max Verstappen por creído y berrinchudo.

Un sonido leve en su habitación hizo que dejara su teléfono y abriera la puerta, descubriendo a Max molesto y con olor a alcohol.

—¿Qué quieres? —habló de mala gana el mexicano.

—Que te retractes de lo que dijiste —dijo Max.

—Pff, claro que no. Es una realidad, Max. Te ayudé en todo, y aún así ganaste la temporada pasada. Deberías estar feliz y no como un completo imbécil que eres. Ya veo por qué no te toleraban los anteriores pilotos en la escudería , eres un Pendejo—dijo Checo con desdén.

—¿Cómo me llamaste, mexicano? —preguntó Max, su voz baja y amenazante.

—Pendejo —respondió Checo, cruzándose de brazos. El no se dejaba intimidar por nadie.

Max se acercó, su mirada fija en Checo, y lo besó apasionadamente, tirando todo lo que había alrededor. Checo correspondió, y siguieron, aún molestos uno con el otro.

Al terminar su arrebato en besos, marcas y gemidos altos, ambos estaban recostados en la cama, sorprendidos por lo que había ocurrido.

—Lo... —comenzó a decir Max.

—No hablemos de esto jamás, Max —lo interrumpió Checo.

Max asintió.

—Quiero decirte que todo esto fue planeado por mi padre. Él me dijo que no te dejara pasar porque quería verme campeón. Entiendes... yo... —tartamudeó Max.

—Está bien, Max, pero nunca vuelvas a hablarme de esa forma —dijo Checo con firmeza.

En ese momento, ambos teléfonos sonaron. Uno mostraba un mensaje de una novia celosa y el otro, un mensaje de una esposa que deseaba saber cómo estaba su esposo.

Max salió de su habitación y vio a Horner, quien lo esperaba con los brazos cruzados.

—Max, tengo que hablar contigo —dijo Horner con seriedad.

Max asintió, sabiendo que era lo que iba a decir.

—¿Qué pasa, Christian? —preguntó Max, preparándose para la conversación.

—Sobre lo que ocurrió en la pista... y después —comenzó Horner, su voz baja y preocupada—. Necesitamos hablar sobre las consecuencias.

Max se puso en guardia, sabiendo que la conversación no sería fácil.