O el funeral de esta cosa rota
Que se estrelló en la carretera

2024

Julio

Semanas después de la carrera de Canadá

—Por favor, Max... —dijo Kelly—. Cariño, sé que has querido un bebé. Podemos intentarlo otra vez.

—Kelly, intento ganar este cuarto campeonato. Necesito concentración —respondió Max.

Kelly tomó ambas mejillas de Max y lo besó suavemente. —Por favor... —susurró—. Revive nuestra relación. Te amo mucho, Max.

Max se sintió abrumado por la pasión y el amor que Kelly le mostraba. Su mirada se perdió en los ojos de ella, y por un momento, olvidó todo sobre el campeonato y su concentración.

—Kelly... —susurró Max, su voz llena de emoción.

Kelly lo besó de nuevo, esta vez con más intensidad. Max se sintió envuelto por el calor y la pasión de Kelly, y su resistencia comenzó a debilitarse.

Su concentración en el campeonato se desvaneció, y su corazón se llenó de amor y deseos.

—Te amo, Max —dijo Kelly, su voz suave y apasionada—. Quiero que estemos juntos, que construyamos una vida juntos. Quiero que tengamos un bebé, que crezca y se convierta en una persona increíble.

Max se sintió conmovido por las palabras de Kelly. Su corazón se llenó de amor y deseos, y supo que no podía resistir más.

—Te amo, Kelly —dijo Max, su voz llena de emoción—. Quiero estar contigo, quiero construir una vida contigo. Quiero tener un bebé contigo.

Kelly sonrió, y sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. Se lanzó a los brazos de Max, y se besaron apasionadamente...

Mientras Kelly dormía satisfecha y feliz a su lado, Max no podía evitar sentir una sensación de vacío y descontento. Su mente vagaba, con un deseo que no podía ignorar.

Pensaba en él, en ese mexicano con pecas que había capturado su atención y su corazón. Checo, el hombre que lo había hecho sentir de una manera que nunca había experimentado antes.

No sabía qué hacer, ni cómo procesar sus emociones. Solo sabía que no podía seguir viviendo una mentira, que necesitaba encontrar la verdad sobre sus sentimientos y su corazón.

La lámpara de la mesita de noche proyectaba una luz suave y cálida sobre la habitación, pero Max no la veía. Su mente estaba en otro lugar, en un lugar donde él y Checo estaban juntos, compartiendo besos, abrazos y caricias.

Max susurró para sí mismo, imaginando que era Checo quien lo estaba abrazando, quien lo estaba besando.

Pero entonces, su mente se desvió hacia otro pensamiento. Quería un hijo. Quería ser padre. Y eso lo llevó a pensar en Kelly, en la vida que habían construido juntos.

Se sintió confundido, dividido entre su deseo por Checo y su responsabilidad hacia Kelly. No sabía qué hacer, ni cómo proceder. Solo sabía que necesitaba tiempo para pensar, para reflexionar sobre sus sentimientos y sus deseos.

Así que, sin decir nada,  cerró los ojos y se sumió en la oscuridad, esperando que el mañana le trajera alguna claridad.