Vivo mi dolor como los gatos
Vivo esta enfermedad de no verte dormir y la entiendo

2023-

Diciembre
Puerto Vallarta

-Hola, Max. Perdón la hora. En donde vives... es que estaba aquí en la playa de Puerto Vallarta y vi algo que me acordó de ti -dijo Checo, con una sonrisa.

-¿Qué fue lo que viste, Checo? -respondió Max, con curiosidad.

-Una tortuga -dijo Checo.

-¿Por qué una tortuga? -preguntó Max.

-Bueno, es como una diferencia entre tú, el más veloz, y bueno, la tortuga es lenta pero segura -explicó Checo.

-¿Estás haciéndote un chiste sobre ti? -preguntó Max, riendo.

-Algo así -rió Checo, y Max le siguió la risa.

-Ya comiste algo, Checo, no quiero que te enfermes -dijo Max, preocupado.

-Claro que sí, Max. Te pareces a mi mamá, por cierto, te manda saludos. Dile hola, mamá -dijo Checo, pasando el teléfono.

La señora Marilu habló al teléfono.

-Hola, mi niño -dijo ella.

-Hola, señora Marilu -respondió Max, con un español bastante bueno.

-Ay, qué bonito sonó, mi niño. Se nota que este te ha enseñado muy bien nuestro idioma -dijo la señora Marilu.

-Maybe -dijo Max, riendo.

-Habla mejor español que yo -interrumpió Checo, riendo.

-Sé nota -dijo Marilu, volviendo a reír-. Cuídate mucho, mi niño, que mi Virgen de Guadalupe me lo acompañe.

-¿A dónde irás, mamá? -preguntó Checo.

-Con tu padre y los niños -respondió Marilu.

-Bien, seguiré hablando con Max -dijo Checo.

-Está bien, Checo -se despidió Marilu.

Una vez que se fue, Max alzó su mano y Checo habló:

-¿Con qué quieres competirme en el idioma?

-Sí, tal vez. Sabes que nada es un reto para mí -dijo Max, con una sonrisa confiada.

-Ajam -dijo Checo, rodando los ojos. Max lo miraba enamorado.

-Me encanta hacerte enojar, pecas -dijo Max, con una sonrisa maliciosa.

-Sé nota, pero lo bueno es que te tengo domado, mi león holandés -respondió Checo, riendo.

-Ay, Checo, arruinas la escena romántica con "domarte" -dijo Max, poniendo los ojos en blanco.

-Es verdad, no miento ni los fans mienten -dijo Checo, sonriendo.

-Tonto -dijo Max, riendo.

-Te amo -dijo Checo, con una sonrisa tierna.

-Yo también te amo, pequitas, y mucho -dijo Max, con una sonrisa cariñosa.

Se miraron unos segundos, cuando el sonido de la puerta de Max fue interrumpido por la voz de P., quien dijo que quería un vaso de agua.

-Creo que mejor me despido. Cuídate, salúdame a los niños -dijo Checo.

-Yo les digo -respondió Max.

-Adiós, Max -dijo Checo.

-Adiós, Checo -respondió Max.

Ambos terminaron la llamada y Max se dirigió a buscar un vaso con agua para P.

Checo dejó su teléfono y suspiró, viendo hacia el mar. Siempre lo seguían esos ojos azules, que parecían haberse grabado en su memoria por toda la vida , algun dia , ellos dos caminarian en la arena tomados de la mano...