Cuando dormíamos en el piso
Cuando nos entraba el frío a través de la reja
Y
nunca abríamos la puerta

2020

Fue un año crucial, marcado por la pandemia, la cuarentena y los chequeos médicos constantes. Sin embargo, nada de esto impidió que Sergio Pérez se esforzara el doble por conseguir su primera victoria en la Fórmula 1.

Aceleraba, seguía instrucciones y, finalmente, lo logró. Recordaba muy bien esas emociones, esa fiesta, esos ojos azules. Los ojos azules de Max Verstappen, que estaba enojado, lo sabía. Incluso recordó cuando Max fue a su habitación y le dejó una nota que decía:

"Vete al demonio".

La reputación de Max era temida en la escudería de Red Bull; decían que quien cruzara su camino estaría condenado a vivir un infierno. Pero Sergio no se dejó intimidar. Arrugó el papel y lo tiró a la basura, y siguió adelante con su vida, centrado en su familia: sus dos hijos y su bella esposa, Carola.

Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. Cuando quiso renovar su contrato, no lo dejaron. Fue despedido de la escudería, lo que lo dejó devastado y triste.

Cuando recibió una inesperada llamada, era de Christian Horner.

—Hola, Christian —respondió Checo.

—Hola, Checo. Bienvenido a Red Bull —dijo Christian con una sonrisa en la voz.

Terminó sus palabras y colgó la llamada, dejando a Checo sorprendido y emocionado.

Al final, entró en aquella escudería que media parrilla temía. Fue fichado por ellos, y ahora debía tolerar las consecuencias de su nuevo papel. Nunca se iba a rajar, estaba listo para el desafío.