Cavamos con el respaldo de una silla
Y nos dimos cuenta de lo dura que es la tierra

No es tu culpa querer tanto
Amar nunca será malo

Estaban tan desesperados que no se dieron cuenta en qué momento tiraron las llaves de la habitación, los zapatos, incluso sus teléfonos, que para este punto estaban en modo avión. Solo querían sentirse y tocarse uno al otro.

—Maxine, te necesito, cariño, encima mío... —murmuraba, sintiendo los besos de su enamorado por todo el cuello.

—Checo... sé mi pareja... —murmuró.

—¿Qué...? —jadeaba al sentir un mordisco en su pezón izquierdo.

—Sé mi pareja, Checo. Te amo, te necesito en mi vida... te amo, te amo.

Checo se detuvo un momento, mirando a Max con ojos llenos de emoción. Su respiración era agitada, y su corazón latía con fuerza.

—Max... —susurró, su voz temblando de emoción—. Yo también te amo. Te necesito en mi vida.

Max sonrió, sus ojos brillando de felicidad. Se acercó a Checo, y sus labios se encontraron en un beso apasionado.

La habitación se quedó en silencio, solo se escuchaba la respiración agitada de los dos enamorados. El mundo exterior se había desvanecido, y solo existían ellos dos, perdidos en su propio mundo de amor y pasión.

Dejándose llevar por el calor intenso que había en esa recamara en la CDMX