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Un Regalo para Sayaka-chan

            Ryuuichi cayó al suelo ruidosamente y casi inconsciente. Le dolía mucho la cabeza.

            ¿La razón?

            Simple, había pasado casi todo el día pensando en un regalo que pudiera ser del agrado de cierta rubia de baja estatura y ojos oscuros ya que se había enterado, por mera casualidad debido a una conversación con Yoshiko, de que su cumpleaños sería al día siguiente.

            Flashback

            Yoshiko hacía lo que mejor sabía hacer: comer bananas.

            Era la hora del almuerzo y como siempre, estaban los cuatro sentados en una mesa. A un lado estaban Yoshiko y Akkun; en el otro se hallaban Ryuuichi y Sayaka.

            Cabe destacar que la rubia estaba más tranquila de lo normal.

            La de coletas estaba ensimismada, saboreando la deliciosa banana que masticaba cuando sus ojos rojizos brillaron de la nada, acababa de recordar algo.

            —¡Oh, es cierto! —Dirigió su atención a la rubia, quién estaba comiendo ramen y leía una revista—. ¡Mañana es tú cumpleaños, Sayaka-chan! —Exclamó, enérgica.

            A la aludida le bajó una gotita por la nuca ante las palabras de su amiga.

            —Etto...jeje, así es, Yoshiko-san. —Afirmó ella, con timidez.

            —¡¿Qué te gustaría que te regalemos?! —Preguntó, no, más bien gritó, la chica tonta con ojos brillantes.

            —Lo-lo que sea está bien.

            No habían notado que su amigo rubio había estado más atento a la conversación de lo que podían imaginar.

            Fin del Flashback

            Ahora no tenía tiempo qué perder, debía moverse  rápido...Y ya sabía a quién tenía que buscar.

            Se levantó de un salto, tenía tanta energía como su jefa en ese momento, después de todo, ser discípulo de Yoshiko no era nada fácil. Era una tarea muy exigente que necesitaba de mucha constancia y disciplina... Aunque a ella no le importara mucho, incluso al extremo de olvidar su nombre.

            Pero igual, le daba muy buenos resultados físicamente.

            Salió corriendo de su casa en dirección a una ubicación que conocía muy bien.

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            —¿Eh? ¿Tú otra vez? —Akutsu chasqueó la lengua con fastidio—. Justamente acaba de irse tu "jefa", debe estar duchándose o algo, si vas a esperarla hazlo fuera de su casa. —Exigió Akutsu con su mal humor característico.

            El rubio negó enérgicamente con la cabeza.

            —¡No vine a buscar a Yoshiko-sama!

            El peliazul arqueó una ceja, repentinamente intrigado.

            —¿Ah, no?

            —¡No, vine a buscarlo a usted, Akkun-sama!

            El mencionado lo miró con una expresión vacía, como si se tratara de un bicho raro.

            —Está bien, ésto ya se puso extraño. —Masculló Akuru, tronándose los dedos—. ¿Viniste a pelear? —Kurosaki negó otra vez—. ¿Entonces qué es lo que quieres?

            Ryuuichi respiró profundo, intentó calmarse, pero el carmín de su rostro lo delataba.

            —¡Qui-quiero darle un regalo de cumpleaños que esté a la altura de Sayaka-chan.

            —Qué sincero —masculló el peliazul—. Así que era eso. ¿Por qué no le preguntas a Yoshiko? —musitó con desinterés—. Ella es más cercana a Sayaka que yo —el rubio dudó un momento.

            —Bueno... Lo que ocurre es que... —Ryuuichi respiró hondo antes de continuar—. Yoshiko-sama es una buena jefa, pero ella... —¿por qué se le hacía tan difícil decir lo obvio?— Ella es...

            —¿Tonta? —completó Akutsu con desdén.

            Kurosaki asintió muy lentamente, como pidiendo disculpas mentales por lo que acababa de ocurrir.

            —Está bien —continuó el joven de azulada cabellera—. No tienes por qué sentirte mal, de todas formas tú también eres tonto. —ciertamente, Akutsu Akuru carecía por completo de tacto en algunas ocasiones—. De hecho, eres un idiota.

            Al rubio no pareció importarle éstas palabras y, más bien, asintió para darle la razón.

—¡Por eso es que vine a consultar contigo, Akkun-sama! —Empuñó las manos con determinación— ¡Tú eres el más inteligente del colegio, dame un consejo!

            Luego de esto, se miraron sin decir nada por un instante, hasta que un suspiro de desgano por parte del amor imposible de Yoshiko fue lo que rompió ese silencio.

            —De acuerdo, pareces muy interesado en ella. —Akkutsu hablaba con lentitud, pensaba detenidamente lo que tenía que decir—. No soy precisamente un experto en temas de romance. Pero haré lo que pueda.

            A Ryuuichi se le iluminó el rostro, agradecía internamente a su jefa por haber conocido a ese inteligente insensible.

            —Espérame un minuto. —Akutsu entró en su casa, cerrando la puerta detrás de él.

            Ryuuichi pudo escuchar como subía las escaleras con pasos rápidos y espaciados. Era como si estuviese saltando los escalones de dos en dos.

            Unos minutos después, salió con una chaqueta y dos racimos de bananas en una mano. Los colocó con cuidado en la entrada de la casa frente a la interrogante mirada de Kurosaki.

            —Para Yoshiko, la mantendrá ocupada un rato. No debe tardar en salir de la ducha, ésto evitará que nos siga —acto seguido, cerró la puerta de su hogar y se colocó la chaqueta, hacía un poco de frío—. Vamos, tengo que volver temprano a estudiar.

            Caminaron un rato hasta que llegaron a un centro comercial, dieron unas vueltas mientras charlaban sobre lo que haría.

            —Tengo entendido que Sayaka-chan tiene un perro. —Comentó el peliazul.

            —Un Pomerania, raza alemán, lo tiene desde hace unos tres años, más o menos. —Pasó una mano por su abundante cabello—. Suele ser muy cariñosa y apegada con ella. Es pequeña, no se puede montar como a Inu, el perro de mi jefa, pero es adorable. —Finalizó  el rubio como si hablara del clima o algo más que tuviera que ser de conocimiento general.

            Akkun lo miró con el rostro ligeramente moteado de morado.

            —¿Eres...un acosador?

            —¿Eh? —Ryuichi lo miró algo confundido—. No lo soy. ¿Por qué la pregunta?

            El peliazul dejó escapar un suspiro ante la aparente inocencia del rubio frente a su propia manía de acosar a Sayaka sin darse cuenta.

            —Por nada —caminaron un poco más, revisando los estantes—. A Sayaka-chan deben gustarle los animales. No lo sé, pero, creo que podrías regalarle algo a Sayaka-chan y a su...

            —¡Éso es! —Exclamó con emoción Ryuuichi mientras pegaba su rostro hasta aplanarlo contra una vitrina. El vidrio le aplastó la nariz—. ¡Lo encontré, Akkun-sama!

            Miraron un rato los productos, Akkun sonrió ladinamente mientras que Kurosaki tenía las mejillas encendidas y le brillaban los ojos.

            —Buena elección, idiota.

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            El cumpleaños de Sayaka Suminoe había llegado. Para celebrarlo, sus amigos más cercanos le organizaron una pequeña celebración en casa de Yoshiko.

            Después de algunas horas de compartir, charlar y saltar —esto último lo hacía Yoshiko—, había llegado la hora de entregar los regalos a la cumpleañera.

            —¡Sayaka-chan, Sayaka-chan! —Yoshiko estaba tan emocionada y enérgica como siempre—. ¡Abre mi regalo primero! ¡El mío, el mío! —Pedía mientras daba pequeños saltitos alrededor de la rubia.

            Con una gotita bajándole por la nuca, Sayaka tomó el regalo que le ofrecía su amiga. Al detallarlo, notó que se trataba de un paquete algo grande, envuelto en papel de regalo amarillo.

            Mientras rompía la envoltura, sintió un olor bastante familiar y de inmediato supo lo que era.

            —¿Bananas? —Preguntó quedamente la cumpleañera al acabar de desenvolver su regalo. Se trataba de un racimo completo.

            —¡Espero que te gusten! —Puso los brazos en jarra—.  ¡Utilicé toda mi voluntad para no comérmelos! —se expresó Yoshiko, claramente orgullosa de su proeza.

            —¡Gra-gracias, Yoshiko-san! —Agradeció la rubia con una pequeña sonrisa.

            Yoshiko la miró con atención, muy calmada de repente.

            —¿No vamos a estrenarlos? —Preguntó la chica tonta. Todos se dieron una cachetada mental.

            —Cla-claro —separó una del resto y se la entregó. Yoshiko la devoró al instante.

            —¡Las bananas son la gloria! —Exclamó con lágrimas en los ojos.

            Los demás sólo suspiraron para después continuar con la entrega de regalos.

            —Ésto es para ti, Sayaka-chan —murmuró Akkutus, desganado, entregándole un pequeño paquete—. Feliz cumpleaños.

            Sayaka asintió para luego desenvolverlo. Era una libreta dorada, su tapa se hallaba cubierta por hojas finas parecidas al oro. La rubia sonrió.

            —¡Muchísimas gracias, Akkun!

            —¡Akkun! —Bufó Yoshiko con la mirada ensombrecida— ¿Me quieres engañar con Sayaka-chan?

            —¡Cállate, tonta! —la de coletas rio con ganas.

            —¡Sólo te molesto, Akkun!

            Después de eso, pasó la presidenta "melones", como la llamaba Yoshiko y le entregó también un regalo.

            —¿Uh? —Confundida, miró el pequeño muñeco en forma de Akkun que le entregó la peliazul—. ¿Por qué una figura a escala de Akkun?

            A la presidenta se le encendió el rostro. Tan rápida como el rayo, le arrebató el muñeco que, cabe destacar, tenía muchos alfileres insertados en muchos lugares de su cuerpo.

            Alegando que se había equivocado, le dio otro regalo a la susodicha, el cuál cual tomó con una sonrisa nerviosa.

            Pero Yoshiko no se quedaría tranquila.

            —¿Así que le quieres hacer vudú a mi Akkun para que te haga caso, presidenta melones? —la peliazul enrojeció—. ¡Pues, para tu información, eso no funciona!

            —Espera, ¿qué? —Fue la reacción general que se extendió en la habitación. Yoshiko no les prestó atención.

            —Por lo tanto —prosiguió Yoshiko, ignorando la reacción de todos ante sus comentarios—, si a mí no me funciona, mucho menos te funcionará a ti.

            —¡Déjame en paz, tonta! —exclamó Fuki con irritación al verse descubierta y verse en tan comprometida situación.

            —¡No lo haré, ya verás, esto no se quedará así! —Acto seguido, le saltó encima para luego manosearla como lo hacía siempre que se enojaba con ella por cualquier motivo que incluyera al más alto. Pequeñas lagrimitas salían de sus ojos, lo que denotaba su envidia ante tan generoso busto—. ¡Demonios, tus pechos crecen todos los días! —Exclamó con frustración la chica tonta. La peliazul, contra su voluntad, dejó escapar un extraño gemido.

            —¡Déjame ir! —Forcejeó inútilmente la presidenta— ¡Suéltame, tonta!

            Akutsu tenía una venita hinchada en la frente ante la situación.

            —¡Ya basta! —Gritó para luego quitarle a Yoshiko de encima a la presidenta—. ¡Hoy cumple años Sayaka-chan, no lo arruinen!

            —Hi —asintieron ambas chicas, avergonzadas, pero al mismo tiempo encantadas por que habían sido regañadas por el amor de sus vidas.

            Finalmente, pasó adelante Ryuuichi. Se veía notablemente apenado y nervioso.

            No había dicho una sola palabra desde que llegó, sólo se dedicaba a mirar sin decir o hacer nada. Llevaba una caja bastante grande en sus manos.

            Dando pasos pesados e inseguros, se acercó a la cumpleañera y cuando estuvo frente a ella, sus nervios habían llegado a un nivel superior. Más se relajó un poco al notar que la chica también estaba nerviosa ante su presencia.

            Se veía tan linda cuando se sonrojaba.

            Respiró hondo, reunió valor y...

            —Feliz cumpleaños, Sayaka-chan! —Dijo con fuerza mientras extendía la caja hacia adelante, la rubia sólo asintió sin que disminuyera su sonrojo.

            «Vamos Ryuuichi, cálmate —pensó el joven—.  No te emociones, recuerda que ella se sonroja casi por todo. No es sólo por ti».

            Ésa era una de las pocas veces que su tonta psique pensaba con algo de lógica. Siempre era así cuando se trataba de ella.

            Notó que, de la nada, todo había quedado en un espeso silencio. Inclusive la ruidosa Yoshiko se había callado de repente.

            Al dar un rápido vistazo a su alrededor notó que Akkun sostenía a la de coletas, la cual solo se dejaba hacer mientras levantaba su pulgar en dirección a su discípulo. Ésta era una clara señal de que lo apoyaba.

            —Espero que te guste, Sayaka-chan.

            La rubia desgarró con parsimonia la envoltura del regalo, una vez retirada se dispuso a abrir la caja. Sus ojos brillaron con emoción.

            Dentro había dos peluches, uno era casi idéntico a Pome-chan y el otro era un poco más grande, pero también era un Pomerania, sólo que era macho. Los sacó de la caja sin dejar su asombro.

            —¡Son... hermosos! —Su voz salió algo ahogada, haciendo que se escuchara mucho más adorable de lo que ya era—. Muchas gracias, Ryuichi-san! —y, sin previo aviso le estampó un beso en la mejilla.

            Fue demasiado para él. Se desmayó.

            Yoshiko, ante lo ocurrido, se soltó del agarre de su amado Akkun y corrió a socorrerlo. La presidenta sólo se quedó mirando.

            —¡Chico desconocido, chico desconocido! ¿Me oyes? ¿Estás bien? —Gritaba ella mientras lo sacudía, pero él no reaccionó. Tenía corazones en los ojos y una expresión que lo hacía ver más idiota de lo normal—. ¡Akkun, Akkun, no reacciona, no reacciona! ¡¿Qué vamos a hacer!?

            El mencionado sólo bufó.

            —Yo me encargo. —se acercó a dónde estaban y luego, para sorpresa de todos, darle una fuerte bofetada— ¡Despierta!

            Yoshiko chilló.

            —¡Akkun eres un insensible!

            —¿Eh? ¡Sólo lo hago para despertarlo, tonta! —Gruñó, como si lo que hiciera estuviera correcto, aunque no fuera del todo así— ¡Atrás! —y le propinó otra bofetada. Yoshiko volvió a chillar y Ryuuichi, que empezaba a tener las mejillas un poco más grandes y rojas (y no precisamente por Sayaka, claro está),  no reaccionó.

            Un poco más alejada de ellos, cierta rubia abrazaba con cariño a sus dos nuevos peluches.

            No se percataba de nada de lo que ocurría a su alrededor, sólo pensaba que el rubio le había hecho el regalo perfecto, uno de los mejores regalos de cumpleaños que alguien le pudiera haber hecho en su día.

Fin

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