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Permiso

            Los cuatro habían acordado que, después de clases, pasarían a la biblioteca a estudiar. Bueno, al menos Sayaka y Akutsu. Ryuichi lo intentaría y Yoshiko...eh... los apoyaría o algo así.

            Se suponía que llegarían a una hora decidida por todos. Pero Sayaka telefoneó a su novio y le dijo que llegara un poco antes porque la hora había sufrido cambios.

            Dicha información no era cierto por obvios motivos.

            Y Ryuuichi llegó una hora antes, encontrándose con la pequeña rubia en la entrada del lugar.

            La pareja de rubios habían hecho todo lo posible para que su relación, surgida unos tres meses antes, fuera mantenida en secreto. Por ende, cada beso, cada caricia, cada cita fue llevada a cabo con la mayor discreción y cuidado posible.

            Al menos, Sayaka había realizado su máximo esfuerzo para que su novio, ligeramente idiota y tan transparente como el agua a la hora de guardar un secreto, no se le fuera la lengua y acabara diciendo todo.

            Sin embargo, Ryuuchi tenía una preocupación en mente que no había querido comentarle a su novia para no ocasionarle molestias. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ello.

            Tres horas antes...

            —No es tan fácil como parece —dijo el joven de azulada cabellera mientras, sentado en una mesa junto al rubio, tomaba el almuerzo correspondiente a la hora del descanso.

            —Pues... —Ryuuichi no sabía que decir. La verdad era que, lo que tenía en mente para decirle en ese momento, ya se lo había dicho muchas veces. ¿Sería una pérdida de tiempo decirlo nuevamente? —. Mi jefa está perdidamente enamorada de usted, si le dice lo que siente, no creo que ella...

            —No es porque ella no me quiera o me vaya a rechazar —interrumpió—. He tenido suficientes demostraciones de su parte como para dudar de su amor —suspiró con cansancio—. Lo que realmente me preocupa es su reacción...

            —¿Su reacción? —Ladeó un poco la cabeza—. ¿Por qué le preocupa tanto su reacción, Akkun? —Se llevó un trozo de onigiri a la boca.

            —Porque temo que enloquezca o algo así —se llevó una mano la barbilla con aire pensativo—. Si fingiendo que ella no me atrae tiene éste comportamiento de estarme acosando e insistiendo en llamar mi atención, entonces no quiero saber cómo reaccionará cuando se entere de que ella también me gusta —hizo una pausa para meditar y bebió algo de té—. Escucha, Kurosaki, tal vez lo que te voy a ordenar suene mal y hasta cruel. Pero, a decir verdad, no me interesa lo que pienses.

            Ryuuichi frunció el ceño y trató de parecer lo más serio posible, aquella situación lo ameritaba.

            —Lo escucho.

            Akutsu le devolvió la mirada con igual seriedad y, tras unos segundos que se le hicieron eternos al ex delincuente, decidió romper el silencio.

            —No quiero verte siendo feliz mientras la situación con Yoshiko no se arregle.

            Ryuuichi, totalmente invadido por la confusión, sólo atinó a levantar una dorada ceja. ¿Qué significaba todo eso?

            —¿Cómo?

            —Que te prohíbo conseguir novia mientras yo no tenga una —la gélida mirada que proyectaba Akutsu en ese momento fue más que suficiente para ponerle los pelos de punta—. Aunque, puede que esté exagerando. —Se encogió de hombros—. Está más que claro que nadie se va a fijar en un idiota cómo tú.

            —¿No está siendo muy egoísta conmigo?

            —Sí, estoy siendo extremadamente egoísta contigo —afirmó con descaro y despreocupación—. Después de todo, sigues siendo mí esclavo y se supone que debes obedecerme ciegamente. Si hay algo de mí que sea egoísta o cruel, pues, no debería de importarte. En otras palabras, no es tu problema. ¿Me hago entender?

            Ryuuichi no respondió, sino que decidió no decir nada más por el momento y dejarlo estar. Sinceramente, no quería tener más problemas de los que ya tenía.

            Actualmente...

            Sayaka enredó sus brazos, en torno al cuello de su novio mientras sus labios eran apresados por los del chico.

            El beso, lento, suave y completamente cargado de sentimiento, no se hallaba entre los planes de ambos. Simplemente sucedió, espontáneo e inesperado.
         
            ¡Y en la biblioteca!

            En ningún otro lugar, sino, precisamente en la biblioteca. Tantos lugares disponibles que se pueden llegar a encontrar en un instituto, para acabar dándose un beso en la biblioteca del colegio.

            En su defensa, podría llegar a decir que éste comportamiento era justificado. Que existía un buen motivo para semejantes acciones y era que el par de rubios llevaban una semana entera sin besarse o siquiera encontrarse para salir a pasear en alguna parte.

            Ambos se hallaban sumamente ocupados estudiando arduamente.

            Claro, ésta parte correspondía más a la pequeña rubia que a Kurosaki. Éste último intentaba estudiar tanto como su novia, pero, lastimosamente, su escaso coeficiente intelectual no le permitía aprender mucho. Lo poco que había logrado avanzar era gracias al régimen que Akutsu le ponía para que pudiera grabarse algo en esa cabeza tan dura que tenía.

            Además, a esa hora la biblioteca estaba prácticamente sola. No había nadie cercano a ellos debido a que, muy convenientemente, atinaron a sentarse casi al fondo y en una de las tantas mesas poco utilizadas de la zona.

            Apenas y habían llegado a la dichosa mesa y ni siquiera se habían sentado, cuando Sayaka, de quién nunca se esperaría algo como eso, le saltó encima a Ryuuichi, juntando sus bocas en el proceso.

            ¡Se morían de ganas de hacerlo! ¿Es que nadie podía entenderlo?

            Por ende, en ese instante —y lugar—, no se contuvieron y dieron rienda suelta a ese beso.

            Estas acciones no habrían acarreado ningún tipo de problema o consecuencia; de no ser porque habían olvidado algo muy importante: Ellos no estarían solos por mucho tiempo.

            Yoshiko y Akutsu iban en camino para reunirse con ellos y estudiar.

            Y era precisamente, a causa de la presencia del chico más inteligente y gruñón de su clase, que el arrebato de ambos representaba un problema.

            Ryuuichi no estaba pensando mucho cuando llegaron a esa situación. Sayaka tampoco. Lo que lo atormentaba hacía tan solo unos minutos, ahora se sentía como algo muy lejano. De haber seguido pensando como lo hacía al principio, Kurosaki habría podido acordarse de lo que Akkun le había advertido con anterioridad.

            El que Sayaka pesara tan poco y que él tuviera bastante fuerza en los brazos, facilitó las cosas para ambos.

            Debido a que la rubia era bastante pequeña, Ryuuichi se vio obligado a, tomándola por los muslos, levantarla lo suficiente para, de esa forma, quedar a la misma altura.

            Habían olvidado, casi por completo, que estaban en la biblioteca.

            Mientras hundía sus dedos en el abundante cabello de su novio, Sayaka enredó ambas piernas en torno a la cintura del más alto. Al sentirla, él aflojó un poco el agarre.

            Se concentró más en el beso y en acariciar el área que tuviera más a su alcance de las piernas de su chica. Con entusiasmo deslizó ambas manos por sus muslos, aún cuando las molestas, pero suaves e inmaculadas medias, se interpusieran en el camino.

            Gracias a que Sayaka estaba prácticamente aferrada a él, sosteniéndose de su cuello y cintura como si su vida dependiera de ello, no tuvo necesidad de preocuparse de que ella pudiera llegar a caer. Deslizó ambas manos por sus muslos de forma ascendente, son detenerse, hasta llevarlas a la retaguardia de ella, levantando un poco la falda escolar en el proceso.

            Al sentir las manos del chico encima de sus glúteos, la chica se apartó de él.

            —Espera un poco, Ryuuichi-san... —trató de nivelar su agitada respiración, dando largas y profundas inspiraciones y aspiraciones—. Aún...estamos... —con las mejillas encendidas, los ojos nublados y la boca abierta para poder respirar correctamente, Kurosaki pensó que su novia se veía demasiado linda...demasiado sensual—...en la...biblioteca y alguien podría vernos —aunque se le dificultaba un poco el poder hablar correctamente, Sayaka aún conservaba parte de su conciencia y buen juicio, ambos intactos y pensantes.

            No podía decirse lo mismo de Ryuuichi, que tras escucharla, se apresuró a detallar los alrededores con sumo detenimiento, pero tan rápido y eficiente como podía.

            Todo parecía indicar que estaban de suerte, no podía verse a nadie más cerca de ellos y, la mayor parte del espacio, se hallaba repleta de estantes, libreros, archiveros y otros muebles destinados al cuidado y resguardo de libros, archivos y documentos. La presencia de todo esto, aunado a su ubicación y disposición podían llegar a dificultarle el fisgoneo a cualquiera que, por alguna razón, quisiera intentarlo. Estaban cubiertos..

            —Bueno... —comenzó el chico, empleando un tono de voz extrañamente apremiante—. No hay nadie cerca... —le dedicó una intensa mirada que la estremeció por estar fuertemente cargada de malas intenciones—. Podríamos...no sé...si tú quieres... —se calló un momento—- ¿Continuar?

            Esperaba a que ella le diera el pase a ver si continuaban o no.

            En ningún momento pasó por su mente la —ya muy olvidada en éste punto— conversación con Akutsu o el hecho de que, en cualquier momento Yoshiko y el ya mencionado peliazul hicieran acto de presencia.

            —Pues...podríamos seguirnos besando... —con una mano, pequeña y delicada, retorció con cuidado una de los doradas hebras del cabello ajeno. Con la otra sujetó con poca fuerza uno de los antebrazos del ex delincuente. Aún podía sentir las grandes manos de él en su trasero y eso no le molestaba para nada—. Pero, eh, solo un poco mas...

            No tuvo que repetirlo dos veces. Casi de inmediato, el joven de doradas hebras volvió a tomar los labios de la chica.

            Sin romper el beso, Ryuuichi comenzó a retroceder con lentitud, hasta que su pierna tocó lo que parecía ser una silla. Retiró la mano derecha del firme y redondeado lugar donde se encontraba para tantear el objeto.

            Sí, era una silla. La tomó, acercándola hasta su posición para después regresar la dichosa mano al lugar correspondiente. Kurosaki tomó asiento, quedando Sayaka sentada encima de su regazo.

            —E... espera un momento... —pidió tras separarse un poco; era el turno de Ryuuichi para detener la situación.—. ¿Qué pasa si ellos llegan? —a pesar de que su mente se hallaba más nublada y perdida que de costumbre debido a los recientes acontecimientos, Kurosaki pudo ver en su mente algunos retazos de la conversación con el más inteligente de la clase. Justo a tiempo, o eso creía.

            «¿Era algo sobre...eh... relaciones?»

            La sonrisa que le dedicó la más baja volvió a atontarlo. ¡Demonios, ésa chica le gustaba demasiado!

            —Hablamos de Yoshiko y Akkun... —comenzó ella mientras jugueteaba con uno de los dorados mechones del joven—. Sabremos que ellos estarán aquí cuando apenas se asomen a la entrada... —volvió a rodearle el cuello mientras acercaba más su rostro al de él—. Y todavía es temprano.

            Lo que Sayaka decía era cierto; Yoshiko hacía notar su presencia incluso muchísimo antes de ser vista. Debido a lo ruidosa que podía llegar a ser, escucharla a muchos metros de distancia con suma claridad no era algo tan difícil.

            Ella lo estaba diciendo, no él. Ella sugirió que siguieran y... ¿quién era el para no complacerla?

            «Y a mí tampoco me importa continuar...», fue lo que resonó en su mente.

            Entonces reanudaron el intercambio de besos.

            Era increíble que Sayaka, SU pequeña Sayaka, pudiera llegar a hablar de esa forma o pensar las cosas de manera tan fría para sus propósitos.

            Pero, los más callados e inocentes suelen dar éste tipo de sorpresas con más frecuencia de lo que muchos llegan a imaginar.

            Ryuuichi era uno de ellos.

            Pero lo que no sabían era que había un problema.

            La posibilidad que nunca llegaron a considerar era que sus amigos llegaran antes de la hora acordada. O que Yoshiko, justo antes de entrar en la biblioteca en compañía de Akutsu, sería callada con un trozo de fuerte adhesivo que el propio peliazul le pegó en la boca.

            Todo esto para que ella guardara silencio debido a que, justamente ese día, se hallaba más ruidosa de lo normal y eso era una biblioteca. No podían entrar haciendo tanto alboroto como al que la tonta estaba acostumbrada.

            Otra situación que jamás se les pasó por la mente era el hecho de que sus amigos los buscarían y encontrarían rápidamente.

            Al llegar ambos al lugar donde los rubios prácticamente se comían a besos, la chica de largas coletas quedó tan anonadada con la escena que tenía en frente que no emitió sonido alguno. Aunque de todas formas no habrían podida escucharla, tenía la boca cubierta de cinta metálica.

            Igual que tampoco esperaron que Akutsu, presa de la ira —y también un poquitín de envidia porque el imbécil había podido conseguir una novia y él, que era tan genial, serio e inteligente; no había podido decirle a Yoshiko como se sentía— proferiría un sonoro y gutural gruñido que consiguió asustarlos y hacer que se separaran de inmediato.

            Fue entonces que los tórtolos se dieron cuenta de la presencia de sus amigos.

            Sin dar tiempo a nada, Ryuuichi se quitó a Sayaka de encima tan delicada y sutilmente como pudo, hizo una rápida referencia y luego corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron.

            Está demás decir que Akkun le montó la persecución del siglo.

            El rubio agradeció con todas sus fuerzas el que Akutsu, a pesar de tener mucha fuerza, tuviera tan poca resistencia. Pudo escapar de la biblioteca y se dirigió a un parque cercano.

            Mientras observaba desde lo alto de un árbol cómo el chico no dejaba de maldecir a diestra y siniestra sin poder respirar y arrodillado en el césped, Ryuuichi pensó que todo lo ocurrido había valido la pena.

            Al menos ya no tenía que esconderse y esperaba que Akutsu Akuru hubiera aprendido algo de todo eso.

            Sí señor, esperemos que nuestro amigo Akkun haya aprendido una muy valiosa lección.

Fin.

            Notas Finales: Me cuesta mucho poder manejar las personalidades de éstos dos. No sé, es algo difícil porque siento que Hiroyuki-sama no les da suficiente protagonismo. Aunque Sayaka aparece mucho y es un recurso importante en Aho Girl, igual siento que no puedo ahondar mucho en su personalidad tanto como la de Ryuuichi :')

Espero que les haya gustado.

¡Saludos y hasta la próxima!

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