Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Lección

            Sayaka suspiró por tercera vez y mojó una mota de algodón en alcohol, acto seguido, procedió a llevarla, con sumo cuidado, a la nariz de su novio. Limpió la sangre que derramaba por las fosas y luego aplicó presión.

            El rubio dio un respingo al sentir como el alcohol medicinal entraba en su herida, produciendo un agudo escozor en la zona afectada. Pasados unos segundos, Sayaka retiró el algodón enrojecido y sacó otro de una mota más grande que tenía en su botiquín.

            Debido a que su nariz ya no soltaba tanta, el nuevo color de la nueva mota se asemejaba más a un rosa pálido que al rojo borgoña que tuviera al principio, cuando sus heridas estaban más frescas y sin tratar.

            Sayaka, con mirada desaprobatoria, el ceño fruncido, la boca apretada en una fina línea y las mejillas infladas como señal de molestia, emitió un pequeño gruñido ante el quejido de dolor de su novio.

            —¿Estás contento ahora? —Preguntó ella, en tono de reproche.

            Ryuuichi rodó los ojos.

            —De hecho, si lo estoy. ¡Ouch! —Gimió al sentir como la rubia apretaba con un poco de demasiada fuerza la contusión de su nariz—. ¡Oye!

            —¿Duele mucho? —Preguntó, fulminándolo con la mirada—. ¡Sólo mira como quedaste!

            —Sí, lo acepto. Quedé muy mal... —comenzó Ryuuichi—... Pero ellos quedaron peor... —sonrió maliciosamente—. Y no me arrepiento de na... ¡Ay!

            Sayaka había vuelto a apretar fuertemente su herida.

            —¿¡Pero qué...!?

            —¡Eso fue peligroso, Ryuuichi! —Interrumpió ella, muy enojada.

            El mencionado no dijo nada. Sayaka retiró el algodón de su maltratada nariz para después colocar una bolsa de hielo en su mejilla.

            —Pudieron haberte hecho mucho daño... —prosiguió ella. En su rostro ya no había enojo, la expresión que portaba ahora era una de completa preocupación—. Pudieron haber tenido armas con ellos, pudiste haber quedado peor.

            —Pero no estaban armados y no me hicieron daño... —la miró con seguridad—. ¡Es imposible que pudieran hacerle daño al discípulo número uno de Yoshiko Hanabatake! —Su rostro comenzó a brillar—. ¡Nadie puede contra Ryuuichi Kurosaki... ¡Ay! ¡Oye!

            —¡Ésto es en serio, Ryuuichi!

            —¡¿Podrías dejar de hacer eso?! —Unas lagrimitas asomaban en los ojos del rudo "discípulo número uno" de Yoshiko Hanabatake.

            —¡¿Y tú podrías dejar de comportarte como un idiota y escucharme?! —Sus ojos castaños la miraron con preocupación—. ¡Pudiste haber muerto! —Había elevado su agudo tono de voz sin siquiera notarlo—. ¡Y todo por una estupidez!

            —¿Estupidez? —una seriedad mortal se hizo presente en la expresión del joven—. ¿Crees que fue una estupidez? Que unos imbéciles hayan querido propasarse contigo no es algo que pueda considerarse una estupidez.

            —¡Pero sólo silbaron y tiraron piropos!

            —¡Piropos de muy mal gusto! —Rodó los ojos—. Son unos idiotas.

            —Tú eres más idiota por seguirles el juego.

            —Me provocaron.

            —Y tú caíste

            —Lo hice por mi honor.

            —¿Enserio? —La chica entrecerró los ojos—. ¿En pleno siglo veintiuno?

            Ryuuichi evitó mirarla. Sayaka prosiguió:

            —¿Por qué no aceptas de una vez que fue una completa estupidez y dejas de dar tantos malos y rebuscados argumentos? —Parecía más calmada, pero Ryuuichi sabía que seguía alterada.

            Su voz, a mitad de la oración, se había quebrado y parecía estar al borde del llanto.

            Esta vez, Ryuuichi no pudo evitar mirarla directamente a los ojos.

            Esos bellos ojos castaños, siempre brillantes, llenos de vida, de inocencia, estaban diferentes. Ahora, desprovistos de brillo e inundados de lágrimas, lo miraban con profunda tristeza.

            Sus lágrimas amontonadas, listas para salir, opacaban toda la vida que esas lindas pupilas castañas solían despedir.

            «Maldición››, pensó Ryuuichi, sintiéndose como una completa basura. ‹‹Creo que ahora sí la hice buena››.

            No pudo evitar sentirse mal, muy mal. Ella estaba llorando y era por su culpa, por culpa de él y solo de él cuando se suponía que debía ser la última persona en causarle sufrimiento alguno.

            No estaba sufriendo por culpa de ésos maleantes. No estaba sufriendo por toda la cantidad de cosas que le dijeron. No estaba molesta y triste por la actitud de ellos.

            Estaba así por la actitud de él. Todo era culpa de Ryuuichi Kurosaki.

            —Amor... —llamó el rubio—. Yo...

            —¿No entiendes que intento protegerte, Ryuuichi? —Gruesas y tibias lágrimas descendían con gracia y fluidez por sus limpias mejillas—. No sirve de nada protegerme, si tú no te cuidas primero. ¡Si tú no estás conmigo, si tu llegaras a irte...!

            —Sayaka... —interrumpió e intentó abrazarla, pero ella se apartó.

            —¡No, Ryuuichi! —Lo miró con ojos repentinamente llame antes—. ¡Ahora me vas a es escuchar!

            «¡Qué miedo!»

            —¿Te has puesto a pensar en las personas que te rodean? —el chico agradeció que su novia ya no estuviese atendiendo sus heridas. Porque, de ser así, seguramente lo hubiese lastimado más—. ¡Porque tú sólo te enfocas en ti cuando haces éste tipo de locuras! —No sabía por qué, pero Ryuuichi se sentía más pequeño—. ¿No te da vergüenza?

            —Yo...

            —¡Todavía no termino!

            —S-sí.

            —¡Dices que lo haces por mí, pero ni siquiera piensas en las consecuencias de tus actos!

            —Pues...

            —¡¿Vas a seguir interrumpiendo?! —de verdad que estaba hecha toda una furia.

            Ryuuichi tragó seco y se calló, sintiéndose intimidado.

            —N-No interrumpo más, Sayaka-chan. —Fue la simple, y atemorizada respuesta, que manifestó el rubio.

            Con ojos llameantes y una expresión sumamente intimidante —una que el chico nunca había visto antes—, Sayaka prosiguió.

            De ésa forma, durante los próximos minutos, la joven de doradas hebras, se dedicó a regañarlo y sermonearlo sin dar tregua.

            Para cuándo sintió que ya era suficiente y que su novio había entendido, Sayaka se calmó y se sentó a su lado, agotada pero satisfecha.

            Ryuuichi, por su lado, había desarrollado una fuerte jaqueca y se sentía peor que al principio, ya que, tal como le recalcara su novia, había cometido un error. Si bien el comportamiento de aquellos chicos estuvo muy mal, el de él estuvo notablemente peor. La violencia no era una opción y solo generaba más violencia.

            Arriesgar su seguridad, y hasta su vida por algo así, no tenía el más mínimo sentido.

            Desde ése día, Kurosaki Ryuuichi aprendió una muy importante lección, una que, como muy pocas cosas, nunca olvidaría y que tendría más presente.
No volvería a hacer algo tan estúpido y de lo que pudiera salir lastimado utilizando como excusa la salud y bienestar de su linda novia.

Fin

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro