Inconveniente
Suminoe Sayaka no era precisamente una adivina. No podía ver el futuro, no hacía predicciones acerca de algún acontecimiento, ni siquiera podía saber que iba a ponerse al día siguiente.
Tal vez, por esa y otras razones, nunca habría podido imaginar lo que pasaría ése día. Muy contrario a parecer pesimista o algo así, ésa mañana pensaba que le esperaba un excelente día.
Nada, absolutamente nada podría llegar a salir mal. Sí, cómo no.
Ése día, como ocurría cada año en el instituto, se llevaba a cabo el festival escolar. Igual que el año pasado, ella y algunas compañeras de clases —entre las cuales se encontraba Yoshiko—, habían participado activamente en la preparación de éste último.
Incluso, al igual que la vez anterior, decidieron que, además de organizarlo, lo supervisarían desde adentro. En pocas palabras, estarían participando como voluntarias para ver que todo saliera al punto.
Como este año también utilizarían trajes de maid, y la mayoría de las voluntarias se hallaban muy ocupadas, la única que cumplió todas sus funciones en la menor cantidad de tiempo fue —sorpresivamente— Yoshiko Hanabatake.
Por éste motivo, la chica de ojos carmesí fue la encargada de conseguir los nuevos trajes para la celebración actual.
Pero, como siempre, debe haber algo que evite que todo salga siempre al pie de la letra.
De camino a la tienda dónde recogería los trajes, Yoshiko se encontró con un puesto de bananas. Siendo víctima de su mayor debilidad, se gastó hasta el último yen destinado al pago de los vestidos en cantidades de bananas.
Sin más opción, las chicas se vieron obligadas a usar los mismos vestidos que usaran en otrora, llevándose una gran sorpresa cuando, al ponérselos, notaron que se les dificultaba un poco ataviarse con ellos.
Era increíble lo mucho que podías llegar a crecer en un año, lo suficiente como para notar lo cortos y ajustados que les quedaban esos vestidos.
Sayaka fue tomada por sorpresa cuando, sin poder creerlo todavía, el vestido apenas le entraba y le quedaba un poco bastante ajustado en el área del pecho. Más que incómoda, fue una sensación bastante acogedora.
Aún estando en aquella situación, la amable rubia no pudo evitar sentirse bastante bien con su figura y el ajustado vestido que se amoldaba a ella. Por esta vez, el complejo que solía tener con su pecho había desaparecido.
El problema de todo esto radicaba en la parte de la falda. Era más corta de lo que recordaba.
¡Apenas y le tapaba un poco más abajo de la mitad sus muslos!
Pero tenía un deber con cumplir, debía afrontar el reto de permanecer durante todo el festival con aquella ropa.
Aunque sabía que no ayudaría mucho, se encargó de subir sus características medias blancas un poco más arriba de lo habitual en un inútil intento de tapar más piel.
Agradeció internamente que su novio no estuviera cerca, debido a que pertenecía a otro curso y, éste año, ella lo convenció de participar en las actividades de su propio curso en vez de andar solo dando vueltas por ahí.
Aunque, no pudo evitar preguntarse cómo reaccionaría él si la viera así.
«Es un poco difícil saber qué pensaría››, se giró un poco para verse mejor en el espejo del vestidor. ‹‹Llevamos casi ocho meses y...»
Levantó la mirada al darse cuenta de que sabía cómo reaccionaría.
«Seguramente se quedará mirándome fijamente durante un minuto entero. Suele quedarse absorto cuando encuentra algo que le parezca lindo, atrayente, en definitiva, algo que llame poderosamente su atención››, parpadeó dos veces mientras un tenue carmín se apoderaba de sus mejillas. ‹‹Como yo...»
Sacudió la cabeza en un intento de desviar el extraño curso de sus pensamientos.
«¡Vamos, Sayaka! Deja de pensar cosas extrañas, tienes trabajo que hacer››.
Dio media vuelta y salió de los vestidores. Faltaban unos minutos para comenzar el festival. Se detuvo cuando apenas hubo dado dos pasos fuera de la habitación, pensativa.
‹‹En realidad, no me importaría que me viera así››, sonrió sin notar que lo hacía. ‹‹De hecho, se sentiría bien, después de todo, es mi novio, ¿no?»
Y con esto en mente, Sayaka decidió comenzar con sus respectivas obligaciones.
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El evento organizado por el curso de Sayaka fue uno de los que tuvo mayor asistencia y popularidad de todos.
Si bien el desempeño de todas las voluntarias en cuanto a la organización, desarrollo de los eventos propios del festival anual y demás situaciones fueron excepcionales, la enorme asistencia se debió, más que todo, a la vestimenta que llevaban las chicas.
A pesar de la incomodidad de llevar aquella ropa que ya no era de la talla de las chicas, esto les ayudó bastante para que sus eventos tuvieran la mayor concurrencia de todo el festival.
Al finalizar todo, Sayaka estuvo segura de que ése sufrimiento llegaría a su final.
No sabía cuán equivocada estaba.
Resulta que, una vez que casi todos los colaboradores se fueron, Sayaka se quedó atrás debido a que una de sus profesoras requería de ayuda. Su inclinación natural hacia la amabilidad y diligencia, resultaron ser un arma de doble filo en esa ocasión.
Su alma de buena samaritana no le permitió dejar sola a la atareada docente. Así que, ni corta ni perezosa, la ayudó en todo lo que pudo.
Estaba tan ensimismada en ayudar sin pensar en nada más que, por unos instantes, se le olvidó que aún llevaba puesto el traje de Maid.
Una vez se hubo desocupado, decidió regresar a los vestidores, sólo para encontrarse con dos cosas:
La primera, que era la última de las chicas en irse debido a su distracción anterior. Por ende, estaba sola.
La segunda, no encontraba ni su uniforme normal ni su cambio de ropa en ninguna parte.
Su lindo rostro se moteó de un ligero color morado.
«No puede ser››, pensó, entrando en pánico y sin dejar de revisar el casillero vacío. ‹‹¿Quién pudo...?»
Sus pensamientos se vieron cortados cuando sintió la vibración de su celular en uno de los bolsillos de su delantal. Sacó el aparato sin ver quién llamaba y se lo llevó al oído. Una voz, enérgica y chillona, la recibió del otro lado.
—¡Sayaka-chan, Sayaka-chan! —La aludida alejó un poco el teléfono de su oreja en un intento por no quedar sorda antes semejante escándalo—. ¡¿Estás ahí?!
—¿Yoshiko? —Sayaka tuvo un mal presentimiento—. ¿Qué pasa?
—¡Ufffffffff, que alivio!
—¿Yoshiko-san, que...?
—¡Discúlpame, Sayaka-chan, creí que te habías ido! —Interrumpió. El tono de su voz denotaba preocupación—. ¡Así que me traje toda tú ropa! —Sayaka apretó los dientes al escucharla—. ¡Quería dártela, pero tus padres me dijeron que no habías llegado!
—Aún estoy en el instituto. —fue todo lo que atinó a responder. Su mirada se había ensombrecido.
—¡¿Ah, sí?! ¡Qué bien, supongo! —Guardó silencio un momento—. Bueno, ya no tengo tu ropa conmigo, la dejé con tus padres.
—¿Desde cuándo te preocupas tanto por llevarle su ropa a los demás, Yoshiko-san? —Quiso saber, intentando mantenerse lo más calmada posible. El haber convivido tanto tiempo con ella le había ayudado a desarrollar una tolerancia de gran nivel.
Pero, sin embargo, no pudo evitar que una ligera aspereza invadiera sus palabras. Daba gracias por el hecho de que Yoshiko no detectara la molestia de las personas con facilidad.
—¡Desde hoy! —Chilló, alegre—. ¡Pensé que podrías necesitar que tú amiga tuviera tu ropa lista para la acción!
—¿Justamente hoy? —Insistió apretando el teléfono con un poco más de fuerza de la que ella misma pensaba.
—¡Justamente hoy! —Afirmó, todavía sin notar lo terriblemente molesta que estaba su amiga—. Bueno, te dejo. —un pequeño tic apareció en su ojo derecho—. ¡Voy a una cita con Akkun, hasta luego!
—Hasta luego —no hubo emoción alguna en ésta despedida.
Finalmente, la llamada se cortó.
Tal vez ella fuera amiga de Yoshiko, tal vez ella fuera amable por naturaleza, tal vez ella fuera muy tolerante. Pero no podía negar que, a veces, le entraban unas incontrolables ganas de golpearla con toda su fuerza.
Respiró profundo, inhaló, exhaló durante unos minutos hasta calmarse definitivamente. No tenía caso molestarse ahora, ya el mal estaba hecho. Ahora sólo debía preocuparse por llegar a casa lo más pronto posible.
Mientras intentaba acomodarse la falda y trataba de moverse sin que el ajustado traje se rodara un poco, Sayaka emprendió la retirada.
Ryuuichi debía estarla esperando en la puerta.
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Una vez se reunieron en la entrada del instituto, la pareja de rubios emprendió el retorno en un incómodo silencio.
A diferencia de lo pensado por la rubia, Ryuuichi apenas la miró cuando salió, sin embargo notó que estaba algo incómodo. Pero nada más.
Sayaka no pudo evitar preguntarse qué estaría pensando.
Y fue Ryuuichi quien rompió el hielo al preguntarle cómo había transcurrido su día y que, si quería, no omitiera detalle alguno.
De ésa forma Sayaka se desahogó con él. Inclusive le contó lo ocurrido con su ropa y lo de Yoshiko, aún cuando el intentó no preguntarle sobre ello.
Fue durante esta conversación, que Sayaka cayó cuenta de que aún traía puesto el uniforme de Maid mientras iban de camino a casa. Estaba tan concentrada en hablar con él y en lo bien que se sentía caminar juntos a casa, que lo había olvidado casi por completo.
—¡Qué vergüenza! —Exclamó Sayaka por tercera vez. Tenía el rostro sonrojado y sudaba un poco—. E-esto es muy vergonzoso.
—No creo que sea tan malo... —murmuró su novio—. En realidad, nada mal...
—¡No me estás ayudando, Ryuuichi! —señaló a su novio con un dedo acusador.
—¿Eh? —ante la reacción de su novia, el más alto dio un respingo—. ¿Y ahora qué hice? —intentaba hacerse el desentendido.
Ella bufó , el sonido resultante se asemejaba mucho a una especie de adorable quejido.
—Ryuuichi, yo podré ser inocente y todo; pero no creas que no me dí cuenta. —Intentó, inútilmente, bajar un poco más la falda y cubrir sus piernas—. Acabas de desviar la mirada y antes de eso, me estabas mirando fijamente creyendo que no te veía... —era un caso perdido. La falda no bajaba más de la mitad de sus pálidos muslos.
—No sé de qué me hablas —se rascó la cabeza distraídamente—. No te estaba mirando, ¿de dónde sacas eso?
—Siempre has sido muy malo mintiendo, Ryuuichi... —el sonrojo volvió a acentuarse. Respiró profundo para relajarse.
Notó otra cosa, ¿por qué estaba molesta realmente?
Se suponía que eso era lo que ella quería, que Ryuuichi la mirara, que la detallara y todas esas cosas.
«Que se quedara mirándome con esa expresión que denota admiración y deseo puro››, completó su mente. ‹‹Que babeara por mí».
De acuerdo, ya estaba pensando en cosas extrañas. Pero, lo más extraño era que, si bien su mente pedía una cosa, su lenguaje corporal manifestaba todo lo contrario.
Luego de esto, comprendió por qué. Simplemente no estaba correspondiendo a sus propios deseos por el simple hecho de que aún estaba muy enojada con Yoshiko y estaba pagándola con él.
—Ryu... Ryuuichi —llamó la atención de su novio—. ¿C-cómo me veo? —el sonrojo de su rostro incrementó tras hacer la pregunta.
—B-bueno, no sé si decir esto —volvió a rascarse la cabeza, vaya que estaba nervioso—. Pero, mi jefa me dijo que siempre tenía que ser honesto, cómo ella lo es siempre... —Sayaka bufó por lo bajo ante lo último. Aún seguía un poquitín molesta con Yoshiko.
—Di lo que tengas que decir, Ryuuichi —con la mirada clavada en el suelo, la joven de cabellos dorados aguardó su respuesta.
—Eh... pues... Te ves muy linda con ése vestido... —era en ésos momento que el contacto visual se les antojaba imposible—. Te queda realmente bien, bastante ajustado y... Lindo y...eh...muy se...sens...
—¿Sen? —animó ella con algo de interés.
—Sen...sacional. ¡Sí, eso es! ¡Ése vestido te queda sensacional! —Sayaka pareció decepcionada.
—¿Asombroso? ¿Enserio? —Reanudaron la marcha.
—Sí, eso era lo que iba a decir. Jejeje —volvió a rascarse el cabello por enésima vez.
Al pasar junto a un parque, Sayaka, para disgusto de Ryuuichi —y de ella misma—, llamó la atención de algunos chicos que jugaban con una pelota.
Sin embargo, la rubia notó que, de improviso, los jóvenes mirones dejaron de observarla, inexplicablemente aterrados, para seguir con el dichoso juego. Algo aliviada, pero contrariada, se giró a mirar a Ryuuichi justo a tiempo para apreciar, durante una milésima de segundo, la cara de matón peligroso que utilizó el chico para intimidarlos y que dejaran de mirarla de ésa forma.
No pudo evitar reír, divertida, frente la actitud del rubio. Ryuuichi la miró confundido por unos instantes.
—¿Qué es tan divertido?
—Pues... —se acercó más a él para luego aferrarse a su brazo—. Que tú no eres capaz de matar a una mosca y, sin embargo, con la cara que tenías podías ser fácilmente confundido con un tipo peligroso.
El rubio enrojeció mientras se rascaba la mejilla.
—Lo siento, es que no me gustaba la forma en que te estaban mirando... —unas gotitas de sudor bajaron por su cien—. Disculpa si parecí más idiota de lo que ya soy.
—¿Eh? —Sus grandes ojos castaños lo miraron con fijeza—. Nunca dije que te vieras más idiota de lo que ya eres... —calló un momento mientras enrojecía. Vaya que era mala con las palabras.
Un aura depresiva rodeó al ex pandillero.
—Entiendo... —con la mirada ensombrecida y cubierta por su abundante cabello rubio, el chico pareció hacerse ligeramente más pequeño.
—¡No, Ryuuichi, no quise decir que fueras idiota! —Se disculpó ella rápidamente—. Ésa nunca fue mí intención. Y-yo, en realidad quería decir que... —su rostro enrojeció por completo mientras temblaba ligeramente, no sabía que decir para hacerlo sentir mejor.
A pesar de que Ryuuichi la conocía muy bien y sabía cómo era la personalidad de la rubia, eso no evitó que se preocupara por ella.
Pero igual, no quiso interrumpirla y dejar que terminara.
Interrumpirla en éste punto sería bastante contraproducente y él lo sabía muy bien.
—Qui-quise decir que… —intentó pensar calmadamente en cada palabra que saldría de su boca—… en realidad, me pareció muy lindo de tu parte que hubieras hecho eso por mí... —era el turno de ella para desviar la mirada—. No estoy de acuerdo con intimidar a la gente, ni nada de eso. Pero, creo que esta vez, estoy de acuerdo contigo y me alegra que los hayas mirado de ésa forma. —sonrió otra vez, aún tenía el rostro bastante colorado, consiguiendo verse muy tierna ante la mirada del más alto.
Ante todo lo dicho, aunado a la expresión actual de su novia, el chico no pudo atinar a hacer otra cosa que sonrojarse furiosamente.
—Bueno, eres mi novia. —Sonrió tontamente—. Sentí que debía hacerlo, aunque sabía que estaba mal.
—No importa —prosiguió—, por ésta vez no importa... —sin dejar de aferrarse a su brazo, apoyó la cabeza en el hombro del más alto—. Vamos, tenemos que llegar pronto y ver si puedo quitarme esto. Es muy vergonzoso.
—Si quieres, cuando lleguemos puedo ayudarte con eso —murmuró él con aire casual.
Sayaka enrojeció por completo antes de mirarlo. Se sintió bastante desubicada al ver que en su rostro no había rastro alguno de malicia o algo que indicara un doble sentido en sus palabras para ayudarla.
Al sentir la insistente mirada de su novia escrutando su rostro, Ryuuichi preguntó:
—¿Pasa algo?
—Eh... no, nada —volvió a centrar su atención en el camino—. Solo que me equivoqué con algo —sonrió—. Es todo.
—¿Segura?
—¡Claro! Ahora, apurémonos. Ya estamos cerca y muero por quitarme esto.
Y siguieron su camino hasta la residencia Suminoe.
Fin
Notas Finales: ¡Que vivan los ships!
PD: Si, si. Quedó raro, pero a mí me gustó :3
¡Saludos!
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