1 SEMANA DESPUÉS DEL MOMENTO PERFECTO
—Ayudaaa, solo cinco minutos más, por favooor— Se quejó Thamara adormilada después de que Caballo abriera las cortinas de su cuarto, dejando pasar la luz bruscamente, despertándola al instante.
La habitación de Thamara era algo pequeña. Tenía una cama individual, una repisa repleta de libros junto a una foto de ella con Caballo, una ventana grande con cortinas naranjas y una cajonera en la que guardaba todas sus cosas, porque en realidad no había lugar para dejarlas, de verdad tenía un cuarto pequeño.
—No, ya son las once y media. Me prometiste que íbamos a ir a comprar las cosas para la fiesta de Ari, es mañana y tenemos que ir a un montón de lugares— Caballo levantó sus cobijas bruscamente para que se despertara por completo.
—Noooo, no me hagas esto— Dijo Thamara débilmente mientras jalaba las cobijas de nuevo hacia ella.
—Las ofertas se acaban a las doce, y tenemos que comprar muchas cosas en esa tienda. Rápido. Además Ari no se puede enterar y ya va a llegar.
—Uuugh— Se levantó y se sentó en la cama con dificultad, tomó su ropa del piso y se la empezó a poner— ¿Y tú cuando te levantaste?
—Hace 7 horas.
—¿¡7 horas!? Uggh— Se levantó, tomó una sudadera dentro de su cajonera y se la puso— ¿Y por qué no te fuiste con Jocelyn o Alejandro?
—Porque tú eres la que sabe lo que Ari quiere para su cumpleaños, no le dijo a nadie más.
—Dios, ya vámonos, que lo de las ofertas si me preocupa.
Salieron del cuarto y se encontraron a Jocelyn tomando su clase en línea frente a Alejandro en una mesa rectangular, Jocelyn en realidad se estaba durmiendo, pero a Thamara no le importó, la saludó y enseguida se despertó.
—Wtf, ¿Te estabas durmiendo?— Thamara se rió.
—Obvio, ¿de qué carajos va a tratar una clase para ser bibliotecaria?— Jesús Alejandro despegó la vista de su revista de vochos para hablar.
—¡Ya cállate, me van a preguntar algo!— Lo empujó y le arrebató su revista— ¿Si?
—¡Dame mi pinche revista!— Alejandro hizo un pequeño berrinche y tomó su revista de nuevo, pero Jocelyn se enojó e hizo un gesto para callarlo porque tenía el micrófono prendido.
—Ah, sí, ¿tal vez por género u orden alfabético?— Apagó su micrófono e hizo un gesto indicando que ya podían hablar.
—Nos vamos a comprar las cosas para el cumpleaños de Ari, ¿Vienes, Alejandro?
—No, ya casi me tengo que ir al taller, tengo que terminar un vocho con equipo de sonido chetado y dispensador de refresco adentro.
—Rolas foto cuando lo termines. Nos vamos— Thamara levantó su dedo índice, el pulgar y movió su mano, después abrió la puerta y salió junto con Caballo a comprar todo lo necesario para la fiesta sorpresa de Ari.
***
Ya estaban en la tienda favorita de Caballo. Siempre compraba ahí, no es que fuera grande, ni tampoco que tuviera productos exclusivos, y sus precios eran idénticos a los de otras tiendas, en realidad no gozaba de alguna característica que la hiciera destacar de otras. Todo lo contrario. Olía mal, siempre estaban escasos de productos y muchos de estos estaban caducos, tal vez por eso siempre habían ofertas.
Pero a Caballo eso le parecía muy acogedor.
—Tenemos que comprar confeti, leche, té, filtros para cigarros, gelatina de frambuesa, bombones, chocolate, refresco, una cuerda, dulces, globos, tutsibotas y papas— Dijo Thamara con algo de dificultad recordando la lista de cosas por conseguir— Tú compra los filtros para cigarros y la cuerda, si te dejo más lo vamos a tener que pagar sin el descuento.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Ugh, tú sabes de qué hablo, ¡Esta maldita tienda!
—Está bien, me apuro.
Thamara asintió con rigidez, estaba enojada porque Caballo la despertó muy temprano, para ella eso era algo casi imperdonable, con una excepción para Caballo, sabía que él era así y, aunque le molestaba un poco, lo amaba demasiado como para molestarse con él por eso.
—¿Estás bien, amor?— Thamara le preguntó a Caballo con algo de preocupación antes de irse a comprar, seguía molesta, pero aún se preocupaba por él— Desde la mañana te ves raro.
—Estoy bien, solo... Compremos todo antes de que se acaben las ofertas.
Caballo volteó bruscamente, cortando la conversación al instante. No le gustaba hacerlo, pero en ese momento preciso no era completamente él.
—Filtros para cigarros y una cuerda. Solo eso, Caballo, solo eso— susurró.
Se dirigió rápidamente a la zona de "Otros", en la que se acumulaban la mayoría de los productos, una tienda tan desastrosa como esa tenía que tener los productos "organizados" de la misma forma... Las vigas oxidadas, el olor a comida refrigerada, el piso sucio entre azulejo y azulejo, la poca iluminación, los estantes desordenados, el chirrido de los carritos de supermercado rotos al pasar... Ese ambiente le recordaba demasiado a su infancia, en una buena y mala manera por igual, un sentimiento de melancolía que lo encarcelaba, pero que al mismo tiempo lo liberaba.
—Emmm, lo siento, ¿Podría..?
—Oh sí, sí, claro, una disculpa— Caballo estaba estático frente a un refrigerador, inmediatamente se movió muy apenado cuando la chica le habló.
Caminó rápidamente hacia una mesa con un cartel que día "ofertas" donde encontró una cuerda y la tomó. Se quedó viéndola por un tiempo, imágenes desgarradoras se proyectaban en su mente. Una tras otra, dejando el mismo efecto en él que cuando las vió por primera vez. Ya no quería seguir viviendo, pero al mismo tiempo sintió que si paraba estaría manchando la memoria de todos los que se fueron algún día.
—¡Aquí estás! Ya tengo los filtros, estaban del otro lado y ya sabía que solo ibas a tener la cuerda, rápido, que faltan seis minutos para que se terminen las ofertas— Thamara se quedó en silencio esperando una respuesta — ¿Caballo? ¿Caballo estás bien?
Volteó rápidamente, su mirada carecía de vida, como si toda la esperanza que tenía hubiera escapado en temor al futuro. Era duro, pero en realidad esas palabras describían por completo la vida de Caballo.
—¡Sabía que era mala idea que vinieras aquí, hablaremos después de que paguemos!
—No.
—¿No? Caballo, cada vez que entras a este lugar estás igual, lo siento, pero tú me despertaste temprano y ahora tú me vas a hablar de esto, que ya estoy harta de esperar dos horas por la leche cada vez que te mando a comprarla.
—Todo va a ser igual al final.
Thamara suspiró.
—No va a ser así, te lo prometo. Pero ahora solo hay que pagar, después verás que... todo será mejor, ¿No es eso lo que siempre dices?
—Todo lo malo acaba, pero también todo lo bueno.
—Caballo...
—Estoy bien. Vámonos.
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