Derrick

Un alarido de dolor se escucha en toda mi oficina. El insignificante ser lucha por quitar su mano de la mesa, pero le es imposible, pues le clavé un cuchillo en el dorso de esta. La carne se cortaría más si moviera tan solo un centímetro de aquella extremidad herida. La sangre se escurre por esa tabla mientras se aguanta el dolor estresante.

—Lo repetiré una última vez. —Me aproximo al rostro de Lorenz—. ¿Tú denunciaste a Sandy? Eres al único al que le revelé que era Cindy.

—No, no ¿Estás loco? —Respira con agitación—. ¿Para qué llamaría a la policía? ¿Para perjudicarnos? Tengo negocios contigo, ¡no lo olvides!

—Parásito, te quemé la cara, obvio que es por venganza.

—¡¿Qué me importa mi estúpido rostro?! ¡¡Amo el dinero!! ¡Por todos los cielos, suelta mi mano, no voy a poder contar los billetes nunca más!! —chilla.

Parece que dice la verdad, pero igual muevo el filo en su carne.

—Agradece que no te haya cortado el miembro. —Saco como si nada el cuchillo, así que grita.

—¡Agh, maldita sea! Te averiguaré el asunto, ¿pero quién me arregla la mano? —Se agarra la muñeca con la otra y se observa la carne—. Qué asco.

—Necesito saber quién es el traidor, Lorenz —insisto.

Alza la vista, cansado.

—Escúchame, nadie te desafiaría, tiene que ser el enemigo o alguien que no sepa de lo que eres capaz, alguien que no te conozca.

—Mis enemigos no son, están todos en la ciudad. Nadie sabe que me encuentro vivo, ya desistieron, ya me dieron por muerto —expreso pensativo sobre lo que me contaron mis informantes—. Por lo tanto, alguna persona en el pueblo sabe sobre Cindy, así que tengo que averiguarlo lo más pronto posible.

—¿Su padre? —sugiere.

—Puede ser, después de todo ya no la tiene de sirvienta, ya no le sirve. —Agarro mi celular y marco el número de la enfermera del señor, o sea la mujer que le contraté para cuidarlo y espiarlo—. Escúchame, revisa de pies a cabeza la casa y si encuentras algo relevante o extraño, llámame. —Le corto.

Ahora a esperar, mientras tengo que pensar en otras posibilidades.

Sandy

Avanzo a través del bosque en dirección a la tumba de la verdadera Sandy. No debería ir, siendo que la policía anda buscándome, pero necesito sacarme esta frustración de algún modo. Sin embargo cuando llego es peor y no por mis pensamientos, sino porque hay alguien enfrente de aquella piedra sin nombre.

—¿Eitana? —Mis labios tiemblan.

La esposa de Ulysses se gira a mirarme.

—Hola, hermana.

—¿Hermana? —Parpadeo seguido, confundida—. ¿Qué invento extraño es ese y por qué estás aquí?

Se ríe.

—Cierto, no somos hermanas de sangre, lo siento.

—¿Qué es este extraño comportamiento? —Frunzo el ceño.

—Mamá llamó, no me quedó de otra.

—¿Mamá? —Me tirita algo en la mente—. No tienes madre.

—Tú tampoco, pero la llamamos así —expresa de manera fría.

—¿Quién eres?

—Ya te lo dije, tu hermana. —Mira la roca en el suelo—. Me enviaron a buscarte y terminé quedándome en el pueblo.

Mi corazón se acelera por los nervios y retrocedo.

—¿Qué? No tiene sentido, no tiene lógica, no te conozco.

—Claro que no, por eso mamá me eligió. Te seguí al bosque, vi cómo te peleaste con Sandy, la enterraste y huiste. Qué bueno que estaba cerca. Hubieras cometido asesinato, mamá no quiere eso. Pero desistí de llevarte, ya estabas perdida, eras capaz de intentarlo de nuevo, lo noté. Luego te quedaste con el señor Miller y gracias a eso cambié todo mi plan.

—¿Qué? —Me duele la cabeza—. ¿Sandy no está muerta?

No le creo y rápido corro a su tumba, empiezo a cavar. Tardo mucho, sigo sacando tierra, pero no hay nada. No puede ser. Me levanto toda sucia y me acerco a Eitana.

—¡¿QUIÉN ERES?! —le grito lo más alterada que puedo estar.

Ella se mantiene tranquila.

—Ya te dije, soy tu hermana.

Sé que soy la escritora pero... AAAHHHH ESTO ESTÁ BUENÍSIMO 💖💖💖

Atte: Vivi.