27. Ven conmigo al faro
Sandy
La ropa y los zapatos, todo se ha perdido, respiro con agitación mientras Derrick me folla, oigo el sonido de la cama moverse y siento el sudor de su cuerpo sobre el mío. No veo nada por culpa de esa corbata, sé que mis trenzas se han desatado, pero como no consigo cerciorarme no me puedo quejar, sin contar que las sensaciones confusas entre mis piernas no me dejan pensar.
Todo lo que tengo en mi cabeza es Derrick.
—¡Derrick! —gimoteo.
Cuando la situación termina, todo se detiene y hay silencio. Solo escucho la lluvia y nuestras respiraciones agitadas. Me estremezco al notar que vuelve a armar mis trenzas, mis mejillas arden a la vez que el alivio llega a mi alma. Es muy amable de su parte ocuparse de mi trauma mientras lo hacíamos.
Tan caballeroso.
Mis ojos se encuentran con los de él cuando sube su corbata, la cual tapó mi visión durante casi todo el acto sexual.
—Gracias —digo tímida.
—No hay de qué. —Me sonríe.
Me derrito.
—¿Nos bañamos juntos? —sugiere de repente y me sobresalto.
—Eh... uh... yo... —balbuceo dudando.
—Te llevaré a la ducha —afirma y me levanta entre sus brazos como si fuera toda una princesa.
Yo no contesto nada.
Se oye el agua del baño integrado, en el cual se llena la bañera y nos besamos bajo esas gotas. Hago más sonidos confusos cuando me toca, luego me deja a solas en el momento en que casi se desborda el jacuzzi. Me muerdo el labio. Debí haberle dicho que sí cuando me preguntó sobre bañarnos juntos o quizás pude haberle pedido que no se vaya del baño. Suspiro y sumerjo mi cuerpo en el agua.
Me siento muy rara.
Cierro los ojos y viene a mi mente el faro, así que los abro rápido. Si esa va a ser mi habitación, hay que poner cemento en esa ventana ¿Qué estoy diciendo? No puede ser mi cuarto, él me amenazó con lo del folleto, no es de fiar. Lo que ocurrió recién, no cambia las cosas.
Quizás solo quería quitarme las ganas, para cumplir lo que estaba pensando antes de venir a este lugar.
—Aquí tienes ropa limpia. —Vuelve Derrick y me sobresalto—. Lo siento, debí tocar, eso no fue muy caballeroso de mi parte —bromea.
—Gra... gracias —digo tímida.
Ya se ha vestido.
—¿Qué pasa? —consulta.
Me sobresalto.
—¿Eh?
—Te me quedaste mirando. —Se ríe.
—Es que eres muy guapo. —Reacciono—. ¡Ay, quiero decir, no hemos almorzado, se hizo bastante tarde! —intento cambiar de tema, pero se nota que me salió muy mal.
Se vuelve a reír.
—Yo creo que te quedaste con ganas de comerte otra cosa, golosa —se burla.
Me sonrojo.
—Yo...
—No te preocupes, pediré algo para merendar, pues ya perdimos el horario del almuerzo. Vístete tranquila que iré a conseguir algo.
Se retira como vino, bastante de repente.
~~~
Como lo supuse, es un vestido sobre las rodillas. Bueno, lo admito, sí me gusta, me agrada demasiado, pero no puedo gritarlo a los cuatro vientos, algo en mí me lo prohíbe. Termino de acomodarme los zapatitos y las trenzas, luego salgo del baño. Encuentro a Derrick comiendo un bollo dulce, sentado en el suelo, con una bandeja.
—Lo siento, no tengo mesa todavía. —Se ríe.
—Está bien. —Camino y me siento a su lado, agarro uno de los bollos, entonces lo pruebo—. Qué rico.
—Como tú —declara y me sonrojo—. ¿Quieres té? —Me sirve, luego toma de su taza—. Nada que acotar, ¿eh?
—Hum, sigue lloviendo.
—El tiempo siempre es un buen tema de conversación.
Sonrío.
—Sí.
—No te preocupes, ya cerré la cortina —aclara, refiriéndose a que ya no puedo ver el faro por la ventana.
—Gracias por eso.
—No hay de qué, te la pasas agradeciendo.
—Estás siendo muy amable —explico.
—Siempre lo he sido.
—Sí, pero hoy de una manera que se nota bastante.
—Siento lo de esta mañana, fue una broma muy cruel.
—Y si te dijera, que mi candidato no era el real, solo era el primo de Ulysses que se prestó para distraerte —confieso.
Se hace un silencio incómodo hasta que habla.
—Me engañaste. —Hace una pequeña risa—. ¿Pero por qué lo revelas?
Trago saliva.
—Ven conmigo al faro.
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