26. Obedecer tiene sus límites
Derrick
Cuando Sandy me da su afirmación positiva, no lo pienso mucho, la agarro de la cintura, para tirarla en la cama y luego subirme rápido sobre ella. Beso su cuello y a la vez abro de manera veloz su escote. Oigo un gimoteo mientras la acaricio, entonces me relamo los labios, así termino volviéndola a besar. Estoy hambriento de deseo, pero me detiene con esa vocecita tan adorable que me da ganas de arrancarle todo lo que le falta.
—Es... espera, vas muy rápido —declara con sus labios temblando.
Cierto, lo olvidé. Me encuentro teniendo sexo con una inexperta y encima no lo hago hace tiempo, así que me encuentro con mucha adrenalina. Tengo dos problemas aquí y cada uno contradice al otro. Aunque algo así nunca me ha detenido de ingeniármelas.
Se escucha un trueno y alzo la vista hacia la ventana, llueve a cántaros. Me distraje un momento y Sandy también, aunque ella se ve todavía más pensativa. Entonces me doy cuenta que se ve el faro desde aquí. Cristal de mierda, tengo que mandar a cambiarlo de lugar, envió los pensamientos del angelito para otro lado.
—Tierra llamando a Sandy. —Chasqueo los dedos varias veces seguidas hasta que reacciona—. Mírame a mí. —Me acerco y beso su cuello, así que gimotea.
—Derrick, me aplastas.
—Esa es la intención. —Refriego nuestros cuerpos.
—Espera —pide, así que me detengo y bufo—. No te enfades —aclara nerviosa—. Se está desarmando —indica, dándose cuenta de que una de sus trenzas ya está casi suelta.
Ya la había visto, pero no era un problema para mí.
—Eventualmente se desarmará —le informo tranquilo, sin embargo eso a ella la inquieta mucho más—. ¿Cómo haces cuando vas a dormir?
—Cuando estoy durmiendo no me doy cuenta, ya al despertar corro a arreglarla —me cuenta estando tímida.
—¿Y en el momento en el que te bañas?
Acaricia su trenza estropeada.
—Cierro los ojos —aclara avergonzada.
Sonrío.
—Eso me parece bien. —Me saco la corbata.
—¡¿Qué haces?! —Se alarma cuando cubro su vista con mi accesorio—. ¡Quiero ver!
—Lo harás, pero cuando yo lo decida. —Arreglo su trenza—. Por eso vamos a conseguir que ni te des cuenta de que se desata y mientras tanto no vas a ver nada, ¿de acuerdo?
—Está bien —expresa no muy convencida.
Ya con el problema de la trenza resuelto, procedo a tomar la oportunidad de preparar a Sandy y darle la atención de su vida. Me relamo los labios, entonces bajo despacio hacia sus piernas, deshaciéndome de sus bragas. Sus manos aprietan las sábanas cuando mi lengua hace su trabajo y su boca lanza un gemido de satisfacción.
Cielos, es tan hermosa.
Todo lo que hace me vuelve loco, sus gestos, sus reacciones, todo lo que le provoco. Subo despacio, recorriendo su adorable cuerpo. Jugueteo con las hebras de sus cabellos sueltos, así que se agita. Me quito la chaqueta junto con la camisa y vuelvo a atar sus trenzas que se habían desarmado otra vez. En el trascurso de esos movimientos su piel se le eriza. Le quito la corbata de su vista y me mira bastante sorprendida.
—Quiero mostrarte algo —le aclaro mientras abro mi pantalón.
—Derrick...
Se calla cuando tomo su mano y la hago recorrer mi torso hasta llegar a mi bóxer, así que se sonroja.
—Voy a hacerte cosas sucias.
—Tengo miedo —confiesa.
—No tienes nada que temer. —Agarro uno de los preservativos que tengo guardados en la mesita de luz—. Yo te cuido. —Me lo pongo.
Sus ojos se abren en grande y observa el cajón, aunque no le dura mucho porque no puede evitar mirar mi desnudez.
—Gu... guardaste esas cosas en mi cuarto, tenías todo planeado.
—No, solo no perdía la esperanza. —Tomo sus piernas y me posiciono encima, así que exhala bastante aire por el susto—. ¿Todavía no ves lo mucho que te deseo? —Me relamo los labios.
—Veo que estás obsesionado conmigo —opina.
Me río.
—Puede ser.
La conversación se frena cuando no espero más para unirme a ella. Sus piernas tiemblan, así que las sostengo mejor. Termino de entrar y comienzo a moverme. Es justo como lo había imaginado o incluso superior, es tan suave y linda, muy excitante.
En las movidas puedo notar como su trenza se desarma otra vez, así que vuelvo a cubrir sus ojos con mi corbata. Ella hace un quejido, pero rápido la tranquilizo.
—Está bien. —Beso su frente y seguimos.
Sinceramente debo agradecer a mi corbata por esto y al tiempo. Si me la hubiera follado antes, no sabría su manía sobre las trenzas y este encuentro hubiera sido un completo desastre.
Me clava las uñas y me río, empujo su pierna, entonces ella sube la otra a mi cintura. Mi angelito sigue todas las indicaciones al pie de la letra, lo que me excita, pero también me hace pensar en esa dependencia que posee. Obedecer tiene sus límites, sin embargo pareciera que Sandy no los ha manifestado nunca.
Más confía en mí, más me hace caso. Así actúa con su padre, todo gira en torno a él, por eso dice que se lo arruino, pues yo no cumplo los estándares de su papito. Y si su papá no está, ahora me deja ese trabajo a mí. No me quejo, solo me da curiosidad ¿Hasta qué punto es capaz de obedecer cuando cede por completo? ¿Su padre lo sabe? ¿Se aprovecha de eso? Esas actitudes de Sandy nada más me generan intriga sobre lo que ocurrió cuando ella tenía doce años.
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