Sandy

Esta vez, siento la necesidad de creerle. Este trato debe ser concretado, nadie puede saber. La desconfianza que poseo se debe a eso, pero si protejo mi secreto y si ambas partes cooperan, todo estará bien. Tiene que ser así.

—¿Lo prometes? —Me cercioro de que lo sea.

Se aproxima a mi boca mientras todo tiembla en mí. Su mano se mantiene en mi barbilla, sin soltarla ni un segundo.

—Lo juro —dictamina.

—Qué bueno.

—Te ves vulnerable —opina y pasa su pulgar por mi labio inferior—. Déjame reconfortarte.

Mi corazón palpita más acelerado cuando corta la distancia entre nuestros rostros. Siento su respiración, acto seguido une nuestras bocas, es un tacto suave. Me está besando y todavía no reacciono. Retrocedo, entonces mi pie choca con la cama, mis piernas se flexionan, así que termino sentándome en esta, aunque no dura mucho, pues él se sube sobre mí y acabo recostada en el colchón.

Los besos siguen, sus manos me tocan, hace calor. Me giro un poco avergonzada, sus dedos están dentro de mi vestido, aunque no me molesta. Creo que no estoy pensando con claridad.

—No... no puedes, papá nos va a descubrir.

—Papá no está en casa —declara mientras tira de mi vestido y me arrastro por la cama, ya de espaldas hacia él, al haberme girado por completo—. Qué linda ¿Te apena mostrarme tus bonitos pechos?

—Son pequeños, no mires. —Subo mi vestido mientras siento mis mejillas muy calientes—. Qué vergüenza.

—De acuerdo, no los veré, mimaré tu espalda entonces.

Baja la tela otra vez, entonces percibo sus labios justo donde dijo. Hago un gimoteo y siento que estoy desvariando. Ya ni sé cómo llegué a esta situación, pero siendo sincera me gusta.

Debo sonar como una depravada.

—Hija, olvidé de avisarte que... —Se abre la puerta y se forma un silencio.

¡¡Ah, mi padre, qué horror!!

—¡¡¡Papá!!! —chillo cuando creo que le está dando un infarto.

Derrick

Maldito anciano inoportuno, justo cuando al fin tengo a Sandy en cuatro y cediendo, se viene a infartar. Necesito construir esa casa pronto para follarme a su hija sin ser interrumpido. Tengo que reaccionar, no puedo parecer despreocupado, debo alejarme del trasero de la chica y correr al viejo decrépito que detesto, así ayudarlo y no me eche de la casa. Aunque tardo un poco en hacerlo, la calentura que tengo debería disfrutarla al menos un segundo.

¡Listo! Ya está, memorizado en mi recuerdo, luego voy hasta el señor Miller. Me agacho a ver como se encuentra, es evidente que necesita un médico.

—Hay... hay que ir a la ciudad —sugiere Sandy mientras se acomoda la ropa.

Hay dos cosas de las que me lamento ahora mismo. Una, no haber aprovechado para ver sus pechos y mirarla desarreglada. Y dos, la peor, debo llevar al hospital a este anciano, tomando el peligro de que mi enemigo me pueda ver. Sin embargo, no me queda otra, esta gente es mi boleto de ida a mi triunfo como mafioso, así que debo correr el riesgo.