Sandy

Me observo en el espejo viejo de la pared de mi habitación, mientras enlazo las hebras de mis cabellos rubios para formar la segunda trenza. Apenas termino de atar la coleta en la punta de mi cabello escucho un grito. Corro a la ventana y veo a unos niños huyendo asustados.

—¿Qué pasa, pequeños?

—¡Sandy, hay un muerto tirado en la orilla del río! —dice el varoncito.

—¡Tengo miedo! —Llora la nena.

¿Un muerto? Pero si es que no pasa nada en este pueblo aburrido y olvidado de Inglaterra. Ni el país nos registra en el mapa. Seguro estos niños vieron un animal muerto y se equivocaron.

—De acuerdo, no lloren, iré a ver.

Me pongo mis zapatillas y salgo corriendo de mi casa. Al aproximarme a la orilla del agua me sorprendo, es verdad, hay un hombre tirado allí. Voy directo a ayudarlo, no está muerto, solo está inconsciente. Me sonrojo, nunca había visto a un hombre tan guapo. Bueno, no es que haya mucho que elegir en el pueblo, están todos viejos y feos ¡Concéntrate!

—¿Respira? —digo para mí misma mientras me aseguro de que esté vivo, en mis delirios me olvidé por completo de su salud.

Si seré tonta.

Debo hacerle RCP ¡Oh, cielos, nunca he hecho RCP! O sea lo he leído, pero practicarlo nunca ¡Es mi primera vez! Concéntrate.

Empujo varias veces su pecho contando y cuando me acerco a su boca me freno antes de hacerlo ¡No imagines cosas, solo es RCP! Junto mi boca con la de él, pasándole el aire. Vuelvo a repetir el proceso hasta que de repente escupe a agua y despierta, así que festejo.

—¡Ah, está vivo! —grito emocionada y alzo las manos muy contenta—. ¡Iré a llamar a papá! —Salgo corriendo.

Busco a mi padre lo más rápido que puedo y él viene conmigo a la misma velocidad. Veo al hombre quejarse por una herida en su brazo, así que me aproximo, preocupada.

—¿Te duele mucho? —consulto.

—Jovencito —dice mi padre—. Esa herida se ve muy mal, acompáñame.

El hombre nos ignora, parece paranoico, mirando a todas partes. Se ve un tanto sospechosa su actitud, qué raro.

—Sí —al fin le contesta a papá, algo despacio, luego responde con educación—. Muchas gracias.

Comenzamos a caminar hasta la casa.

—¡Hola, soy Sandy! —me presento rápido—. ¡Yo te salvé! —expreso con orgullo.

—Un placer, Sandy, me honras con tus habilidades, soy Derrick.

Me sonrojo y sonrío, algo nerviosa.

—Ay, qué caballero amable, me encanta tu nombre, Derrick.

Al llegar a la casa, en el living, papá venda la herida de nuestro invitado. No hay médicos a kilómetros así que es de esperarse. Derrick se mantiene quieto en la silla mientras habla con mi padre.

—Así que planeas quedarte —acota mi progenitor.

El hombre pasa su mano por su cabello negro con algunos tintes rubios, luego de verme un rato con una mirada intensa, vuelve la vista a mi padre.

—Sí, sí no es mucha molestia, la verdad viajar se me hace imposible ahora, y este lugar me parece agradable para asentarme un tiempo. Soy un hombre emprendedor, me gusta la aventura.

—No creo que encuentres nada interesante por aquí —aclara papá.

—Yo veo muchas cosas interesantes. —Me mira a mí y luego vuelve a mi progenitor—. Y ustedes se notan buena gente.

—Antes que nada, quiero saber cómo te hiciste esa herida —pide, luego me observa a mí—. Sandy, esto es una conversación de hombres, retírate por favor.

Reacciono, dejando de observar anonadada a Derrick, entonces le hago caso a mi padre.

—¡Sí, papá! —Salgo corriendo, avergonzada.

Papá es un hombre mayor y chapado a la antigua, así que no me queda otra que obedecer. Ojalá supiera que no vivimos en una vieja época, esta es la era moderna. Odio eso, por esas razones soy algo inculta, bueno es lo que me dijeron. Aunque no debería escuchar los comentarios malintencionados de la gente.

Llego a la entrada de la casa de mi vecino y único amigo, Ulysses, rápido de le cuento mi descontento.

—¡¿Pero qué le pasa?! —Bufo—. ¿En qué siglo creé que vivimos?

—Eres la hija del jefe del pueblo, es normal —expresa el moreno—. Y si no quieres que te trate así, pues múdate, ya eres una adulta.

—Suertudo, tu esposa es rica y no tienes que preocuparte por conseguir un trabajo, mientras yo tengo que cuidar las vacas y cultivos de mi padre.

Él se carcajea.

—¿Quieres beber?

—¡No lo grites tan fuerte que mi padre no puede escuchar eso! —me quejo—. ¡Yo... —Me callo cuando veo a Derrick salir de mi casa.

—El venido del río —susurra Ulysses.

—¿Eh? —Me sorprendo—. ¿Ya lo sabe todo el mundo?

—Es un pueblo, los rumores vuelan. —Se ríe—. ¿Me escuchas?

Reacciono, me quedé mirando a Derrick.

—Yo... ¿Debería preguntarle si mi padre le permitió quedarse?

—Tu padre es un buen hombre, hospedar a un extraño con su hija en casa, yo no sé.

Le pego un codazo.

—Tú porque no escuchaste como habla, es tan educado. —Suspiro, pensando en el nuevo invitado de mi hogar.

—Sí, tu padre valora eso. —Se soba el brazo.

Ni lo dudo y empiezo a alejarme.

—Voy a averiguar.