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Sobre una botella de cerveza.

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Disney, Pixar y Dreamworks.

◇◇◇◇

Le volvió a dar un enorme trago a su tarro de cerveza mientras la música y las risas resonaban en sus oídos. Pronto se unió a ellas.

Definitivamente el alcohol ya había hecho de las suyas en sus sistemas.

—Hey, recuerdo que no reías mucho cuando nos conocimos —exclamó el castaño mientras la miraba con una sonrisa boba—. Tu risa es muy linda.

Suspiró. Admiraba cada expresión de su rostro, y en especial cuando sus facciones revelaban felicidad genuina. Incluso, bajo las luces del bar, parecía verse más hermosa que de costumbre.

La pelirroja soltó una carcajada.

— ¿Esa es una clase de cumplido, vikingo? —Merida le miró burlona al momento que ambos volvían a alzar sus tarros para chocarlos.

—Sólo confieso que después de tanto tiempo siendo amigos, oír tu risa me parece tan agradable.

Ella sintió como su corazón palpitaba desbocado después de esa confesión. Solo aumentaba su esperanza.

La música en "El Patito Modosito" no cesaba, era hora de celebrar por la victoria, la amistad y el amor.

Hipo dirigió su mirada hacia a Jack y Rapunzel quienes bailaban en el centro del bar entre risas y aplausos de los amigos de la joven rubia. Que suerte tenían algunos...

—Bailan bien, ¿no es así? —comentó el castaño señalando con la cabeza hacia los otros dos integrantes del equipo.

—Son la pareja perfecta después de todo —respondió la joven con una sonrisa sincera. Estaba muy feliz por sus amigos—. Además, Punzie es una gran bailarina.

En el fondo ella quería tener un poco de lo que su mejor amiga tenía.

— ¿Tú no quieres bailar, princesa? —preguntó el jinete con una sonrisa.

—Sueñas, dragon boy. No bailaré hoy, podría caer y lo lamentarías.

Ambos dieron otro trago después de brindar. Sí, definitivamente el alcohol dejaría estragos esa noche.

—Bueno, ya que no quieres bailar, ¿te parece bien una pequeña competencia?

Ni siquiera él sabía de dónde había salido el valor para proponerle eso a la princesa más competitiva. El amor lo hacia impulsivo, era claro.

—Me estás tentando, vikingo. ¿De qué?

— ¿Qué tal un reto de miradas? Quien pierda le debe algo al otro.

Merida se mordió el labio inferior. Ella quería tantas cosas de él, pero no podría arriesgarse a ser rechazada.

—Acepto el reto, futuro jefe. Si yo gano, tendrás que darme tu ropa interior.

Hipo soltó una carcajada.

— ¿Y por qué eso? —preguntó el castaño divertido.

—Sería un trofeo para mi y una humillación para ti. Una victoria celta sobre un clan vikingo.

—Es interesante tu punto de vista. Pero si yo gano deberás pasar toda la tarde conmigo el día de mañana.

—Acepto entonces... —la princesa extendió su mano dispuesta a sellar el trato.

—Espera, hay que poner las reglas para el desafío.

—Bien, te escucho.

—Sólo observarnos a nosotros, no se vale huir la mirada.

—Dah. Eso es muy obvio, vikingo.

—No se vale bajar la mirada del otro. Tampoco habrá pausas.

—De acuerdo —nuevamente la princesa bebió de su tarro.

—Última, bajo ninguna circunstancia hacer trampa —Hipo extendió su brazo para finalmente sellar el trato.

Ambos estrecharon sus manos como parte del pacto y fijaron sus ojos en el otro.

La esmeraldas de Hipo miraban fijamente los ojos celestes de Merida.

Ella sonrió nuevamente con orgullo mientras tomaba las manos del joven vikingo. Era ahora o nunca, oportunidades como esta no se repetían.

— ¿Qué haces? —preguntó el joven extrañado.

—Dijiste que no debíamos bajar la mirada del otro, veamos si al bailar puedes lograr mantener tus ojos en mi.

No iba a oponerse, para él era una oportunidad única, después de todo.

—Me fascinan los retos, princesa. Está bien, acepto.

Y con una sonrisa, la pelirroja dirigió a su amigo hacia la pista.

Hipo tomó la cintura de la princesa de DunBroch con suavidad, a su vez ella posaba su mano en el hombro del chico.

Ella de repente se sintió ligera, como si fuese una pequeña pluma mientras el vikingo guiaba sus pasos, quien se encontraba maravillado por sus movimientos con elegancia.

Un paso adelante, y dos a la izquierda, ambos jóvenes no se quitaban la vista de encima en tanto se movían al ritmo de la canción.

Merida sonreía mordiéndose levemente el labio e Hipo tenía un brillo de picardía en su mirada. Como si más que un desafío, aquella danza fuese un coqueteo o ritual de cortejo.

—Bailas muy bien —halagó la princesa.

—Bueno, hace tiempo que deseaba bailar con usted, princesa. Deseaba ser su compañero de baile, por lo menos.

Un pequeño salto, seguido de una vuelta. Las luces daban una atmósfera agradable, incluso para un lugar como lo era aquel bar.

— ¿Así que sólo te conformarías con ser mi pareja de baile? —preguntó la pelirroja con burla.

—Valoro mucho su amistad, princesa. Por ahora me conformo con esto. Por ahora...

— ¿Amigos solamente, dragon boy? —preguntó la pelirroja, sus ojos brillaban con más intensidad, como si muy en fondo ella supiese que sus sentimientos eran correspondidos de la misma forma.

El joven vikingo sonreía enormemente.

Jack regresó a sentarse mientras observaba como no solo era una, sino 3 botellas de cerveza vacías en el lugar donde minutos antes estaban sentados sus amigos.

El albino no pudo evitar soltar una risa y guió su mirada hacia ellos, quienes aún danzaban torpe, pero alegremente.

El jinete apretó el agarre en ella, logrando que la pelirroja emitiera un suave jadeo. Ambos rieron en un susurro.

De repente sus ojos ya no estaban fijos en los de su pareja de baile, cada uno paseaba la vista sobre los labios del otro, acercando sus rostros poco a poco.

Incluso si ambos desprendían un ligero olor a cerveza, aquello les parecía un momento perfecto.

—Te amo... —confesó el joven vikingo con una sonrisa.

En respuesta, la princesa se lanzó a sus brazos, besándolo en el instante con necesidad, como si hubiese esperado por ese beso toda la noche, o toda la vida.

Rapunzel veía la escena divertida.

— ¿Crees que debamos decirles que ya están comprometidos? —preguntó la rubia al guardián.

—Nah, mañana lo recordarán. Déjalos que se diviertan...

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