En una carta
Suspiró. Estaba tan cansada de esa odiosa clase de etiqueta. A veces en verdad detestaba que su madre insistiera tanto en seguir todos esos fastidiosos protocolos.
Colocó su mano en la cabeza, parecía a punto de estallar. Oh, sí que ser princesa era una tarea difícil.
Merida comenzó a cepillarse el cabello. No había notado lo tarde que se había hecho, la clase parecía haber durado una eternidad.
De repente notó un pequeño sobre que se encontraba justo a lado de su arco. Reconoció aquel escudo con un dragón, se apresuró a tomar el sobre y romper el sello.
Era de él, no había duda.
Con una sonrisa comenzó a leerla.
"Querida Merida...
Debes estar muy molesta conmigo porque no te he visitado en este mes, lo sé. Las cosas en Berk han estado muy turbias. Ya sabes, desde que papá murió he tenido que hacerme cargo de muchas cosas..."
Merida suspiró con pesar, como deseaba estar a su lado para apoyarlo.
"En fin, mamá me está ayudando bastante, cada vez nos hemos unido más. Por cierto, dice que espera verte pronto aquí, aún no le he dado la sorpresa de que tus padres aceptaron nuestro compromiso. Estará muy contenta de saber que formarás parte de la familia.
¿Sabes? Mientras escribo esto recuerdo el brillo de tus ojos, extraño poder apreciar cada detalle de tu preciosa carita a todas horas..."
La princesa de DunBroch rio.
"Como me gustaría que esta distancia entre ambos no existiera, que vivieras conmigo en Berk, ya. Hasta Chimuelo te extraña, no hay persona con la que pueda compartir manzanas a todas horas, o quien se burle con él de mis torpezas.
Oh, Mer... Sé que debo ser paciente, pero no puedo. Necesito verte, abrazarte, besarte y acariciarte..."
La pelirroja se sonrojó ligeramente recordando el contacto que ambos tenían, su cercanía y su calor. Maldición, a ella también le hacía mucha falta estrecharlo entre sus brazos, besar cada detalle de su rostro, sentir su respiración contra la de ella.
No pudo evitar liberar un suave suspiro.
"Tengo fe en que pronto estaremos juntos. Me hablarás de lo molestas que son aquellas clases de princesa que tanto detestas, pero que quizá te has superado en lanzamientos directos con tu arco o la práctica con la espada. Incluso podrías decirme lo emocionada que tu madre está con los detalles de nuestra boda. Y se que te negarías a admitir que igual te emociona..."
Merida hizo una especie de mueca, como una niña que ha sido descubierta planeando una travesura, sin embargo prosiguió con la lectura.
"La verdad es que a mi me emociona saber que pronto estaremos juntos para siempre..."
La princesa sonrió con dulzura y dirigió la mirada hacia su ventana. Era una noche llena de estrellas, como las que ambos solían disfrutar.
"Por favor, espera sólo un poco más.
Me tengo que despedir, al parecer un grupo de dragones bebés acaba de hacer un desastre en una casa.
No olvides que te amo demasiado, mi lady.
Tu tonto pero muy enamorado, Hipo."
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