— Te vez lindo con lentes. —

— M-muchas gracias. — Agradecí aquel joven de cabellera azabache. Él firmó algunos papeles que le había dado la enfermera de recepción del piso, luego se los entregó, me guiño el ojo y después se marchó.

— Vaya, comiendo enfrente de los pobres. — Dijo Kaiba llegando, haciéndome ruborizar por su comentario. — ¿Cuánto llevan saliendo?, ¿una semana?. —

— Ninguna. — Dije, volviendo a mis deberes. — Solo, breves salidas. Ya sabes, el trabajo es importante para los dos y también... —

—El tener sexo. —

Le di un codazo a su costado, evidentemente el castaño se quejo, pero reía agraciado, pues había conseguido nuevamente encender mis mejillas.

La enfermera que nos estaba entregando reportes de los pacientes sólo se nos quedaba viendo pícaramente.

Solo espero que esto no llegue a oídos de mis superiores o estaré más que muerto.

— Solo bromeó. — Me dijo. — Al menos que ustedes, ¿ya..?. — Me miró de reojo y alargó su sonrisa.

— No. — Respondí rápidamente. Terminé de firmar unos documentos y se los entregue a la enfermera de guardia. — Y eso no debería de importarte. — Con ese último comentario me retire del lugar.

Pero enseguida, escuché sus pasos detrás de mí.

Lo ignore, y seguí mi camino sin hacerle caso. No le voy a dar ni el mínimo vistazo, si cree que yo...

— Deja de ignorarme. —

Mis pasos se detienen enseguida cuando escucho la voz de Atem a mis espaldas.

— ¿O está muy ocupado doctor Muto?.—Un tono de molestia logre captar de su viva voz.

— ¿Necesitas una consulta?. — Pregunte, igualando su tono de voz. A mi nadie me venía hablar así.

Lo escuche gruñir molesto.

— Sí no es así, déjeme seguir con mi trabajo. — Dije para después proseguir con mi camino.

— ¿Andar ligando es parte de tu trabajo?. — Dijo como reclamo. Me detuve enseguida y voltee a verlo evidentemente enojado. — ¿No te parece que tus pacientes son más importantes?. —

— ¿Qué tratas de decir?. — Contuve las ganas de gritarle.

— Digo que deberías estar salvando vidas. — Al igual que yo, se veía que contenía sus ganas por gritarme, a pesar que su rostro mostraba enojo total.

—¿Y tú quien te crees que eres para decirme que es lo que debo de hacer o no?. —

Me acerque a él y lo empuje.

— Según yo, tú no eres nadie en mi vida para reclamarme. —Lo empuje otra vez. — Para hablarme de esa manera. — Otro empujón. — Y ni siquiera para dirigirme la palabra. — Esta vez le di un sutil golpe en su pecho, sabría que no le dolería, pero así descsrgaria toda mi frustración con él. — ¿Por qué vienes ahora hablarme cuándo tú y yo no tenemos nada que ver?. —

Lo mire con mis ojos cristalinos y al hacerlo, Atem me miraba sin ninguna emoción.

Me aleje.

— Te pido que te alejes de mi. —

*Continuará...