o l v i d o
Creo que la enfermedad más cruel y devastadora es el Alzheimer.
Yo no tengo a nadie en mi familia que la haya padecido, así que hablo desde la completa ignorancia. Además, soy consciente de que existen males mucho más dolorosos y duraderos.
Sin embargo, creo que mucha gente estará de acuerdo conmigo en que es algo que no le deseas ni a tu peor enemigo.
Borra tu identidad, te deja como una cáscara vacía.
A veces pienso que lo único que mantiene mi esperanza son los recuerdos.
Recordar lo bonita que puede ser la vida a veces, viviendo situaciones absurdas, riendo hasta más no poder con mis amigos, sintiendo la satisfacción de un trabajo bien hecho o un día en el que me sentía totalmente invencible.
La adrenalina de la adolescencia, la nostalgia y cariño de la infancia.
¿Quién soy yo sin mis pensamientos, sin la recopilación de sucesos en mi cabeza?
Me asombro y me entristezco de lo mucho que nos protege nuestra mente. Adultera y modifica nuestras vivencias para que podamos quedarnos con lo bueno y olvidarnos de lo malo, al menos en gran parte.
También es mentirosa y persuasiva, nos hace creer que esa amistad en realidad fue increíble, lo mejor que nos había pasado hasta el momento; cuando en realidad sentíamos profunda y constante insatisfacción.
O se obsesiona y te repite constantemente el ridículo que hiciste, lo poco que se preocuparon por ti, lo horrible que llegaste a ser.
No confío en mis recuerdos pero son los que me dan mi identidad y hacen que quiera seguir viviendo.
Suena un poco a relación tóxica ¿no?
También tienes la opción madura, supongo. Hacerte monje budista, meditar todo el día y liberarte del ego. Los pensamientos y recuerdos son externos, no te pertenecen.
Cambia tus pensamientos y cambia tu realidad.
Si eres infeliz es por tu culpa, ¿acaso no estás poniendo tus pensamientos a tu favor? ¿eres masoquista?
He llegado a la conclusión de que no, aunque no nos guste demasiado existe una realidad objetiva. Está formada por tu entorno, lo que ocurre en el mundo, el clima y la muerte.
Pero creo que puedes usar esta dura realidad a tu favor. Puedes promover el crecimiento, el aprendizaje, la comprensión, el amor por la vida.
A lo mejor todo esto suena demasiado optimista, pero no quiero renunciar a mi libre albedrío.
Me niego a someterme a la arbitrariedad de la existencia; y al mismo tiempo la acepto y asumo que no puedo controlar nada.
No pasa nada si las cosas no van del todo bien. En algún momento lo estarán.
Y sino, siempre me quedarán los recuerdos.
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