8- Caza.
Namjoon
Bajo al sótano, enciendo la luz y camino casualmente a través del pequeño espacio, pasando alrededor de latas viejas de pintura, polvorientos marcos antiguos y latas hinchadas de verduras. La suciedad combinada con lo pequeña que es la habitación me hace sentir incómodo.
Pero este lugar fue lo más cercano que pude encontrar con tan poco tiempo de anticipación.
—Oye, ¿Quieres saber algo?— dice Apollo Stone.
Está atado a una cama de hospital; lo único que puede mover son sus manos, sus pies y su cabeza.
—No, Apollo. No quiero.
—Esta mierda—dice de todas formas— tenerme de acá para allá, se está volviendo agotadora. Ustedes están locos, lo saben, ¿verdad? Quiero decir, joder, nunca he visto tanto drama, y vengo de una gran familia jodida. Pero, el chico ese, es el hijo de perra más enfermo que jamás había tenido el disgusto de conocer.
Cuando empujo el tubo en la jeringa, dos gotas de líquido salpican desde el
extremo de la aguja. Golpeo la jeringa con el dedo medio y luego clavo la aguja en su brazo.
Apollo forcejea; sus manos se hacen puños; sus dedos se aprietan y relajan. Y luego se aflojan, y él está fuera.
—Quizás.
Bajo la jeringa y luego pulso el cronómetro en mi reloj. Por un momento, tengo una sensación extraña, la que uno siente cuando tiene ojos detrás. Miro tras de mí, y hacia la pequeña ventana cubierta de plástico, pero no veo nada.
Ignorándolo, me dirijo al piso de arriba y cierro la puerta del sótano desde afuera.
Tomo el maletín del mostrador de la cocina y salgo de la casa para buscar nueva información sobre el asesino en serie. No tengo mucho tiempo antes que Apollo se despierte, y eso me irrita porque tengo cosas importantes que hacer.
Pero cuando JungKook me llamó para vigilarlo y mantenerlo en secreto, no podía decirle que no.
Desearía simplemente poder matarlo, casi me rendí y lo hice en varias ocasiones, pero la muerte de Apollo es de Maggi. No de JungKook, ni mía.
—Te veré allí en quince minutos—le digo a mi contacto por teléfono. —Sin federales ¿entendido?
Mi contacto está de acuerdo, y cuelgo, pongo mi auto en marcha y me alejo.
Inicialmente, el acuerdo era que trabajemos estrechamente con la Interpol para ayudar a atrapar a este asesino.
Acepté sus términos, todas sus estipulaciones; les dije que compartiríamos toda la información sobre ese caso con ellos, les dimos nuestras opiniones y mi valioso consejo, porque creen que JungKook es la única vía de atrapar a su asesino.
Pero les mentimos. Y seguiremos mintiendo. El gobierno valora mi juicio, ellos ni siquiera hubieran considerado involucrarnos si no nos necesitaran, y no tenían a nadie más que hiciera lo que nosotros podemos hacer. Pero también ven a JungKook como lo hace Apollo: loco y enfermo.
Y una vez que los guíemos a este asesino, seremos los siguiente a los que perseguirán. Así que ¿Por qué darles algo?
Solo trabajo con ellos por lo que JungKook necesita: información para ayudarlo a hacer salir al topo y su libertad.
Cuando me encuentro con ellos, solo pretendo estar de su lado, por el bien de JungKook.
Pero su amenaza hacia mí y mi deber con Jeon no son las razones más importantes. He elegido guardarme todo y traicionarlos.
Lo hago por mi propio interés personal en esta asesina; por qué sé que es una mujer.
Ella es una picazón debajo de mi piel que no puedo rascar a menos que la corte.
Quiero saber por qué sus métodos se parecen tanto a los de mi hermano. Quiero saber por qué hace lo que hace, si realmente está tratando de llamar mi atención, o si ella es solo una versión más oscura de JungKook y hace lo que hace solo porque lo necesita.
Las respuestas llegarán; tomarán tiempo, pero las cosas más satisfactorias en la vida, siempre tardan.
Kenneth Ware, empleado del gobierno que trabaja para la División Especial de Actividades Especiales, y mi fan número uno al parecer, se sienta frente a mí en la mesa de la biblioteca pública.
Este hombre, tan enamorado de la sed de sangre de criminales perturbados, es bastante extraordinario. Tengo la sensación de que él está igual de demente como cualquier asesino en serie que ha estudiado; sin embargo, es capaz de abstenerse de actuar sobre sus propios impulsos. Por supuesto, me molesta admitir esto, pero esto lo hace más avanzado que yo; lo hace mentalmente más fuerte que yo y todos esos criminales locos que caza y que añora como una niña adolescente con los músicos con rostro de niños.
Pero el Sr. Ware, como todos los hombres, tiene una debilidad, una grieta en su armadura: mi cara de niño bueno. Y cada vez que me reúno con él, lo manipulo como dedos moviéndose suavemente y con maestría sobre las teclas de un piano.
—Entonces, ¿qué nueva información tiene para mí, señor Ware?
Sonríe, y con manos ansiosas eleva su maletín sobre la mesa y lo abre. Dos
segundos después, un archivo está delante de mí.
—Le va a encantar esto— dice, cerrando el maletín y apartándolo.
Acerco la carpeta, pero espero antes de abrirla; no quiero parecer tan ansioso como él, es un aspecto vulnerable.
En lugar de explicarlo, es evidente que solo quiere que ya abra el archivo. Y creo que es lo mejor, o si no va a tener un ataque de ansiedad causada por la anticipación de esperar demasiado tiempo.
Colocando dos dedos en la carpeta, la abro lentamente. No hay fotos esta vez, no hay espantosas escenas de crímenes; solo un montón de texto, con unos pocos párrafos pequeños aquí y allá en letra negrita. Hojeo la información al principio, pero cuando veo algunas palabras claves que sobresaliendo como sangre roja brillante en un piso blanco estéril: muestra de cabello, ADN, mujer: en lugar de eso, leo todo palabra por palabra. Porque tenía la sensación de que este día podía llegar; bueno me preparé para ello por adelantado.
Cuando termino, cierro la carpeta y miro a Ware, sin parecer impresionado.
—Es una posibilidad— digo—pero dudosa.
Ware parpadea.
—¿Dudosa?—Su emoción se convierte en decepción—Pero todo está aquí—señala el archivo— este es el descubrimiento más grande que he visto de este caso en diez años. ¿Cómo puedes descartar la teoría tan fácilmente sin darle una oportunidad?
Él está verdaderamente fuera de sí por esto. Porque se está acercando demasiado, Sr. Ware, y no puedo permitirlo.
—Incluso el hecho de que todas las víctimas sean hombres—continúa— es una pista concreta, ¿cómo puede pensar de otra manera?
—Debido a que en base a los archivos del caso— comienzo— en mi opinión
experta, las escenas del crimen, todo sobre este asesino, apuntan en una dirección.
Ware se aleja de la mesa y se cruza de brazos, me mira de una manera que
básicamente dice: bueno, estoy escuchando; y también parece un poco irritado; todo lo enojado que puede estar con alguien a quien admira tanto, por supuesto.
Durante este tiempo, deslizo mi maletín, ingreso el código para desbloquearlo y luego busco dentro mis propios archivos. Como estoy extendiendo fotos de escenas del crimen en la mesa entre nosotros, los ojos de Ware se desvían nerviosamente, preocupados de que alguien más pase y vea cosas tan horribles.
Deslizando una foto hacia él, le digo:
—Dígame lo que ve en esa foto—Antes de darle la oportunidad de responder, pongo unas pocas más al lado— Dígame lo que ves en todas estas fotos—. Ware las mira, las estudia por un momento.— Le puedo decir exactamente lo que veo, pero ambos sabemos que va señalar algo que obviamente yo no veo, entonces,
probablemente sea mejor que me diga qué es.
Señalo la estantería detrás de la cabeza de la víctima.
—Un espejo—Señalo varios puntos en las otras fotos—Hay un espejo en cada escena del crimen. Quizá no en todas las fotos que me ha mostrado pero puedo garantizarle que, si regresa y observa cada foto tomada en cada escena del crimen, encontrará un espejo en todos ellos.
Lo reflexiona durante un momento.
—Incluso si hay un espejo en todas ellas, ¿qué se supone que significa eso?
Acomodo las fotografías en una pila y las vuelvo a colocar en mi maletín mientras pasa una mujer. Siento sus ojos en nosotros, mirando por encima de mi hombro.
Presintiendo que probablemente vió o escuchó algo que no debería, la miro por el rabillo del ojo mientras se dirige hacia los baños. Por eso odio reunirme en lugares públicos para cosas como esta; de forma cotidiana, la gente es tontamente curiosa. Y entrometida.
—Este asesino se odia a sí mismo—le digo a Kenneth Ware—pero quiere amarse.
Deslizo la primera hoja de papel a la vista de Ware, y señalo el texto mientras le explico.
—Todas las víctimas, no solo son hombres, sino que son hombres bastante grandes— señalo una línea en particular:—Kamir Rashad pesaba doscientos cuarenta libras, todo músculo.—Arrastro otra hoja encima y señalo otra vez.— Abner Marin era un
cinturón negro en jiu–jitsu brasileño…
—Veo a lo que se refiere—me interrumpe, y luego se inclina hacia adelante de nuevo, descansando sus brazos sobre la mesa— y ya hemos considerado esta información, pero eso no significa que no pueda ser una mujer. He conocido mujeres que podrían patear mi trasero, y mido 6.2 y peso 193 libras.
—No he terminado— señalo, y sus labios se cierran.
Muevo los papeles a un lado.
—Todas las víctimas fueron hombres. La mayoría de ellos eran físicamente
fuertes, y más grandes que la mujer de tamaño medio; y algunos de ellos, como Abner Marin, eran hábiles en algún tipo de arte marcial, y uno era policía, otro era militar...así que, lo que estoy viendo aquí, en lugar de lo obvio que–debe–ser– una– mujer– porque–la–teoría–de las–víctimas– son– hombres– es que todas las víctimas era hombres varoniles, y que el asesino también es un hombre varonil, y es por eso que los elige, porque esa es la parte sobre sí mismo que odia. También explica mejor cómo el asesino por sí solo, podría agarrar desprevenidos a tantos hombres de su tamaño y habilidad, y no lograr que lo maten al hacerlo. Si el asesino fuera una mujer, probablemente no habría durado tanto tiempo.
Sé que eso no es cierto, al menos no con la mayoría de las mujeres que he
conocido, pero lo que sea que lleve a Ware en la otra dirección...
Ware no parece convencido, como supe que no estaría al principio; él cruza los brazos sobre el pecho y sacude la cabeza.
—Pero ... ¿qué le hizo llegar a esa conclusión?—Pregunta— Necesita algo sólido para una evidencia que apunte en esa dirección, o de lo contrario es simplemente otra teoría.
Yo sonrío.
—Los espejos— le digo—. Están ahí por una razón. Ha estudiado asesinos en serie toda su vida, señor Ware; ya sabe que la mayoría, si no todos ellos, o se llevan un trofeo, o dejan algo atrás.
Me inclino hacia adelante como él, y pongo mis brazos sobre la mesa.
—Pero creo que se ha estado fijando en el objeto equivocado: su asesino tiene un interés obvio en los dientes de su víctima, estoy de acuerdo con eso, y aún estoy tan perplejo como usted en lo parecido que es al metodo de Jeon pero no creo que los dientes sean en lo que necesita enfocarse, o en que todas las víctimas sean hombres. Debe enfocarse en los espejos; los dientes probablemente son solo el resultado de su ira— señalo a Ware brevemente —pero los espejos, son la parte del rompecabezas que cuenta la historia real.
Bien, ahora está empezando a parecer convencido. ¡Demonios, estoy empezando a convencerme a mí mismo!
Ware contempla la nada. Su expresión es la de un hombre observando el
rompecabezas más complejo que jamás haya tratado de armar.
Finalmente, él asiente, y toma una respiración profunda.
—Entonces, ¿sobre esa única dirección en la que cree que apunta este caso?— me recuerda.
Apoyo la espalda contra la silla otra vez.
—Creo que este asesino, este hombre, quiere ser una mujer, o absolutamente cree que es una mujer.
Creo que odia a los hombres y mata hombres a los que se parece en formas que, estereotípicamente, lo hacen hombre, porque al matarlos a ellos están matando esa parte de sí mismo. Por supuesto, el sentimiento solo dura un poco antes de desvanecerse, como ocurre con todos los asesinos en serie, y él tiene que matar otra vez. También hay una buena posibilidad— apunto mi dedo índice hacia arriba, incómodo por usar el pasado de JungKook en esta situación— que el asesino fue molestado y violado por hombres, tal vez por solo un hombre, no lo sé, pero creo que es de donde viene todo.
—¿Qué pasa con la muestra de cabello y el ADN femenino encontrado en una
escena del crimen?— pregunta Ware.
Inclino mi cabeza hacia un lado, tocando mi piano con la habilidad de Chopin.
—¿Cuánto tiempo ha estado cazando a este asesino, señor Ware?
—Diez años.
—¿Y lo que es algo común en muchos asesinos en serie, especialmente después de tanto tiempo matando sin ser atrapados?
—Tienden a querer ser atrapados.
—Y en los medios, cuando hay un informe de noticias sobre la posibilidad de que su asesino sin título ha atacado de nuevo, ¿Cómo se refieren los medios a él siempre?
Ware se ve ahora como si una luz brillante se hubiera encendido en su cabeza.
—Se refieren a él como un hombre— responde— Como, él.
—¿Y qué es una cosa que muchos asesinos en serie anhelan además de su necesidad de satisfacer sus impulsos?
—Atención. Y el reconocimiento adecuado.
—Por lo tanto, no solo no se le reconoce adecuadamente porque se refieren a él como él, sino que ni siquiera se le ha dado un título, por lo tanto, no recibe la atención que busca. El ADN, la muestra de cabello, todo es un intento para que usted y los medios lo vean por lo que él cree que es: una mujer.
Ware se siente como un tonto total, lo puedo ver en su cara, pero está
nuevamente energizado. Prácticamente puedo escucharlo hablar consigo mismo, cómo está cambiando todos sus planes, haciendo espacio para los nuevos. El tipo me puede admirar en niveles poco saludables, pero está listo para levantarse ahora mismo y dejarme sentado aquí para ir a trabajar en esta nueva teoría que adelantará su caso.
Por supuesto, todo lo que le dije es una tontería. Este asesino en serie es definitivamente una mujer; la evidencia estereotipada sobre que todas las víctimas son hombres, es verdad. No tengo nada concreto que respalde mi creencia, pero no lo necesito. A veces simplemente lo sabes, confías en ello, lo sientes en tus entrañas. Aunque, con esta nueva evidencia de ADN que Ware me ha dado, puede que sea la prueba concreta que necesito.
Y puede llevarme directamente a ella. ¿Es esto lo que ella ha querido? ¿Quiere que la atrapen?
Creo que es así. Creo que esas extrañas similitudes son mucho más que una coincidencia.
Exitosamente, he dirigido a Kenneth Ware en otra dirección. Por ahora.
Pero él es un hombre inteligente, y lo que hace a un hombre inteligente más peligroso, es aquel que tiene esa necesidad impulsora de lograr lo que más quiere. Esta elaborada historia que se me ocurrió lo mantendrá fuera por un tiempo, pero un hombre como Ware, lo sé, no puede ser retenido indefinidamente.
Pero tengo tiempo. Y, como Ware, tengo una necesidad impulsora de encontrar esta asesina en serie, antes de que él lo haga.
Y lo haré.
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Maggi
2:00 AM
Me dirijo hacia la escalera alta del edificio abandonado, arma lista en mi mano. Soy más una chica tipo cuchillo, pero algo me dice que este encuentro inesperado lanzado sobre mí en el medio de la noche puede ser más un evento de pistola.
Mientras subo los escalones de piedra en silencio, me agacho y palmeo a JEZABEL que sobresale de mi bota, sólo para asegurarme de que aún está ahí. Ella y yo tenemos una relación muy cercana, ha matado a muchas más personas que yo.
Una sombra se mueve a través de la luz gris en el suelo del sótano, apresurándome al sexto escalón para mirar detrás de mí.
Nunca escuché abrirse la puerta desde el exterior. Regreso contra la pared, mi traje adherente de color negro me ayuda a mezclarme con la oscuridad. Mi cabello color castaño rojizo está estirado en una coleta apretada y fuera de mi cara, manteniendo mi visión aguda.
No me muevo y regulo mi respiración así es tan silenciosa como yo.
Quito el seguro de mi arma cuando escucho el característico sonido de los pequeños escombros siendo aplastados debajo de un par de botas.
—Baja tu arma ¡Ahora! —ordena una voz que al instante reconozco.
Ladeo mi cabeza.
—¿Qué haces aquí, Jimin? —pregunto en una voz baja y amenazante, mi pistola todavía apuntándolo, mi dedo en el gatillo.
—¡Jesús! ¡Mujer, me asustaste hasta la mierda! —Su voz es baja, su respiración ruidosa— ¿Qué demonios haces aquí?
Él mira detrás de mí por encima de mi hombro mientras sostiene su arma en mi dirección firmemente en sus manos.
—Pregunté primero, Jimin. —Me acerco más, lentamente.
Los ojos de él se pierden brevemente en mi pistola, una sonrisa burlona aparece en sus gruesos labios, sonriendo en una forma tan retorcida que sólo se puede traducir como en plena confianza. A continuación se acuclilla y pone su pistola con cuidado en el suelo al lado de sus pies. Entonces vuelve a subir lentamente hasta pararse, ambas manos al nivel de los hombros para dejarme saber que no va a hacer un movimiento.
—Leslie. —dice, cambiando su tono a algo más serio—. Se la llevaron y nos dejaron una nota.
Inquietud. Desesperación. Confusión.
Están entre miles de emociones diferentes que estoy sintiendo ahora mismo. Pero todavía, trato de mantener la calma. Dejando caer la pistola a mi lado, suelto el aire en un suspiro largo y con arrepentimiento.
—También me dejaron una nota— le informo—Gyeong, se la llevaron de Hanok.
Jimin se queda parado ahí con una mirada en el rostro de “tienes que estar jodiéndome”, con sus brazos cubiertos por una camisa negra de manga larga por fuera del pantalón sobre un par de pantalones vaqueros negros sujetos por un cinturón negro con una hebilla plateada, que es la única parte del cinturón que se nota.
—¿Creo que eso hace dos secuestros, entonces? —se agacha y toma su arma.
—Eso parece—respondo—. Supongo que depende de cuántos de nosotros todavía tenemos gente en nuestras vidas externas que nos importan.
Miro a mí izquierda, hay más escombros, montones de piedras rotas, aislamiento térmico andrajos y vigas de madera que habían sido sacadas del techo bajo.
—Entonces, lo que sea que ellos quieran, ¿tiene que ver con la organización?
—No lo sé —digo silenciosamente— ¿Por dónde viniste?
—Vine por ahí —susurra—. Hay otro camino en el sótano del otro lado del
edificio. Esa puerta une ambos lados.
—¿Viste a alguien?
—No, ni un alma. — Jimin viene por las escaleras detrás de mí—. Esto no se siente bien.
—No, no lo hace —digo.
Damos unos cuantos pasos más, cada vez más cerca de la puerta arriba.
—¿Dónde está el resto? —pregunto silenciosamente, pero me mantengo en movimiento, porque este no es el momento para detenerme.
—Venían en esta dirección delante de mí. Dónde están ahora no lo sé.
Alcanzamos la puerta y coloco mi mano sobre el picaporte viejo y polvoriento, lista para abrir lentamente.
La puerta se apoya separada del marco, afortunadamente sin hacer ruido, y me agacho en el escalón más alto en mis altas botas negras antes de asomar con cuidado mi cabeza con alrededor de la esquina, por si alguien esté parado ahí esperando para volarme la cabeza, probablemente esperarían por mi cabeza al ser un poco más alta, dándome el tiempo suficiente para verlos primero y retroceder antes de que puedan reaccionar.
No hay nadie en el pasillo largo y oscuro que se divide en dos direcciones. Solo más escombros, sillas metálicas volcadas y lo que parecen ser viejos escritorios de algún tipo están amontonados en una pila descuidada a lo largo de una pared.
Papeles están esparcidos por el suelo.
Salimos por la puerta y en el pasillo, pasamos en silencio alrededor de los
escombros y del papel.
—Iré en esta dirección —dice Jimin señalando hacia su izquierda.
Asiento y nos separamos, me dirijo en dirección opuesta pasando varias puertas abiertas a mis costados, cada habitación revelando que alguna vez esto podría haber sido una escuela. Ahora que lo pienso, recuerdo haber visto lo que parecía ser una vieja pista de correr una cuadra más, y otros edificios como éste, una cancha de baloncesto y la pista invadida por malezas lo hicieron más difícil de
identificar en la oscuridad, al principio.
Me tomo mi tiempo bajando a lo largo del largo pasillo, deteniéndome en cada puerta para asegurarme de que las habitaciones están despejadas antes de seguir caminando, y minutos más tarde me encuentro con un conjunto de puerta cerradas de metal, con franjas de plata extendiéndose horizontalmente a lo largo de los centros, esperando que coloque mis manos sobre ellas para abrirlas.
Doy un paso hacia las puertas y presiono mi espalda contra una en su lugar, girando mi cabeza con cuidado en un ángulo para ver el interior de la pieza vertical de vidrio que va desde la parte de arriba de la puerta a la manija instalada horizontalmente.
La luz de la luna apenas penetra la habitación por los paneles de vidrio opacos de gran altura del techo alto.
Todo lo que puedo ver son las filas y filas de asientos sumergidos por la oscuridad. Y un escenario, finalmente doy una mirada muy larga y dura. Es un auditorio.
Tomando una respiración profunda, presiono mi cadera contra la manija
instalada y abro la puerta. El picaporte hace ruidos, como lo recuerdo cuando estaba en la escuela secundaria, y hago una mueca de dolor.
Cuando creo que aún estoy en un lugar despejado, comienzo a moverme más lejos en la habitación, me agacho mientras me muevo por el pasillo central.
La alfombra huele como a cincuenta años de suciedad y moho. El aire es seco, pero frío, y se pone más frío cuando se acerca noviembre, y también huele a viejo, el edificio abandonado y las inclemencias del tiempo.
Me detengo fría en mi recorrido y ajusto mis ojos a la semi—oscuridad. Hay movimiento más adelante, lo que parece ser una figura sentada en uno de los asientos de la segunda fila cerca del escenario.
Me dejo caer más cerca del suelo, mi dedo listo para apretar el gatillo si tengo que hacerlo, y observo para tener más señales de movimiento, esperando que mis ojos simplemente jugaran trucos conmigo en la oscuridad.
Un pie se sacude de un lado al otro, apoyado sobre el respaldo de la silla frente de lo que ahora definitivamente estoy segura de que es una figura.
Una fuerte explosión resuena a través del auditorio, y luego otra, y veo a Hoseok y Jimin entrar desde dos lados diferentes de abajo, ambos sus armas levantadas y apuntando directamente a la figura.
—¡Levanta tus malditas manos! ¡Levanta tus malditas manos ahora! —grita Jimin mientras corre hacia la figura, su voz resonando en toda la habitación.
Me agacho detrás de una fila de asientos y por el momento, me quedo fuera del camino, por si acaso hay otros, y necesite ir más tarde desde atrás.
—¡¿Dónde está Leslie?! —le grita Hoseok a la figura y se ve como si estuviera empujando el cañón de su pistola al costado de la cabeza de la figura—. Tu cerebro salpicará los putos asientos si la lastimaste! ¡¿Dónde está ella?! —ruge.
—Retrocede, Hoseok —escucho la voz de Yoongi viniendo de sobre el auditorio y luego veo su figura caminando por el escenario, el sonido de sus botas golpeteando contra el suelo de madera.
Miro hacia arriba y a mí alrededor buscando signos de movimiento, o sombras moviéndose a lo largo de las paredes, pero todavía no hay nada.
¿Podría esta persona haber venido sola?
No me lo creo y dudo que Yoongi tampoco lo haga. Ni siquiera yo vine sola, afuera hay otros cuatro hombres de Mihai sobre los tejados que exploraban el exterior antes de que hiciera mi primer movimiento alrededor de la parte trasera del edificio.
Pero tampoco encontraron algo. No hay signos de ninguna persona acechando los edificios, o sobre cualquiera de los tejados esperando para ponernos al alcance de su francotirador.
La figura se queda en el asiento, y veo cabello largo y blanco cayendo contra su espalda. Levanta sus manos y aunque apenas puedo entender cómo se ve desde atrás, tengo la clara sensación de que hay una sonrisa o una sonrisa de superioridad bailando en las comisuras de su boca.
Finalmente, me empujo de nuevo para ponerme de pie y salgo al pasillo. Jimin es el único quién mira hacia arriba mientras bajo. Hoseok no aparta sus ojos enfurecidos o su arma, de la mujer.
Finalmente, Yoongi me mira. Frunce el ceño, seguramente algo confundido por verme aquí pero asiente en aprobación.
En un instante, la mujer refuerza sus manos sobre el respaldar de dos sillas y su cuerpo delgado se levanta en el aire, sus pies giran alrededor en un barrido rápido, su bota hace contacto con el arma de Hoseok, haciéndola volar. Medio segundo después, su otra bota hace contacto con su cara, un desagradable crujido se propaga a través del aire mientras Hoseok se cae. Un solo disparo suena con una explosión ruidosa y un destello de luz muere delante de Jimin, pero su arma también sale volando.
Corro hacia ellos, enfundando mi pistola y sacando mi cuchillo de mi bota, hambrienta para usarlo en esta perra.
Su cabello blanco azota detrás de su figura mientras salta entre los asientos, apoyando sus manos de nuevo sobre los respaldares para equilibrarse.
Salto en la escena, agachándome contra el suelo y haciendo un barrido con mi pie para echarla. Se cae hacia atrás, su blanca cabeza golpeando un reposabrazos en el camino hacia abajo. Me arrojo sobre ella y coloco mi cuchillo en su garganta, pero bloquea mi mano con su brazo, sacándolos de mi alcance. Consigo unos cuantos golpes, mis nudillos vuelven ensangrentados después de la tercera vez que la golpeo en su nariz, pero de repente me ahogo cuando sus piernas bloquean alrededor de mi garganta desde atrás y mi cuerpo cae hacia atrás, contra el suelo.
Con nuestros papeles invertidos, el dolor de su puño golpeando contra los huesos de mi cara hace que mi visión sea borrosa y mis sentidos se atonten.
Hago lo único que puedo hacer y extiendo ambas manos hacia arriba, agarrando puñados de su cabello sedoso y lo estiro como si voy a arrancarlos todos, hasta que las dos estamos luchando sobre el suelo.
Tirones de cabello es para perras, excepto cuando es la única opción.
Me da un puñetazo. Golpeo su espalda.
—¡¿Dónde está Gyeong?!
Se ríe y salta sobre sus pies, pero luego vuelve a caer cuando Hoseok agarra un brazo y lo retuerce alrededor detrás de ella. Él se abalanza sobre ella, clavando una rodilla en la parte baja de su espalda.
Se ríe de nuevo, su voz distorsionada por la sangre acumulándose en su boca.
Jimin se saca su cinturón y lo envuelve alrededor de sus muñecas por detrás de ella, estirando tan fuerte como puede, sin duda cortando la circulación de sangre.
Ambos la empujan sobre sus pies, una mano alrededor de cada codo.
Doy un paso delante de ella, mirándola a los ojos por primera vez. Su cabello está manchado por la sangre alrededor de su boca y despeinado alrededor de su cara de forma ovalada. La sonrisa que tiene es rencorosa y emocionada, como si todo este escenario simplemente es una representación de alguna manera enferma.
Cierro mi puño y golpeo de nuevo contra su cara. Su cabeza se sacude hacia atrás brevemente, y cuando vuelve en sí, regresa la sonrisa y una mirada de desafío permanece siempre presente en su rostro.
Jimin la sostiene con fuerza. Hoseok se encuentra a un lado. Sé que quiere
matarla tanto como yo.
—Si me muero —dice ella, burlándose de mí—, esa vieja perra muere conmigo.
Me lanzo hacia ella, balanceando mis puños, gritándole en su cara, hasta que los brazos de Yoongi me agarran por detrás y me estiran de encima de ella.
—¡¿Dónde está ella?! —grito—. ¡¿Qué le hiciste?!
Una sonrisa aún más diabólica se desliza en sus labios, pintados con el más rojo de los rojos sólo que ahora me doy cuenta, lápiz labial también está manchando su rostro.
Yoongi me empuja a un costado, separándonos, y se interpone entre nosotras.
—¿Quién eres? —le pregunta con una voz tranquila, pero exigente.
Ella sonríe, sus dientes blancos brillando con sangre.
—Oh, uno de ustedes sabe quién soy —dice crípticamente, sus ojos pasando por encima de todos nosotros, a excepción de Jimin, quién todavía está detrás de ella—. ¿Dónde está el interrogador? ¿El torturador sádico? Creí que estaría aquí. —Sus ojos caen de nuevo sobre Yoongi—. Y ese hijo de puta abogado del diablo con el ex policía. Todos ustedes están en esto.
—¿Qué exactamente es “esto”? —pregunta Yoongi.
La mujer ladea su cabeza hacia un costado, casi considerándolo.
—Lo sabrás cuando los siete Mercenarios de la Mesa Redonda estén presentes. —
Sonríe—. Oh, y necesitaré un baño, un traje limpio, una comida, nada de esa repulsiva comida rápida y una copa de vino.
Jimin y Hoseok se miran el uno al otro, luego a mí, por último, a Yoongi.
Jimin estira a la mujer por su cabello, dejando al descubierto su garganta.
—¿Quién demonios eres tú, perra loca? —exige.
—Esas no son las formas de tratar a una mujer—dice enigmáticamente.
Estira su cabello más fuerte, pero ella ni siquiera se inmuta.
—Mi nombre es Elenai Sullivan—anuncia—, y por ahora, ya que claramente soy quién tiene el control, eso es todo lo que cualquiera de ustedes necesita saber.
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