5- Se armó el revuelo (Parte 2)
-Sube al coche, So-jung.- murmura JungKook con tono amenazante.
So-jung niega con la cabeza, frenéticamente.
-¿Me seguiste? ¡Por qué lo hiciste!-le grita y lleva sus puños al pecho de JungKook. Él toma sus muñecas y la aparta a un lado con cuidado.
Al instante sus ojos se desvían hacia mí, y temí. Sus ojos parecían rojos y echar fuego por la rabia, observo que su mandíbula se tensa de manera considerable al rechinar los dientes de forma bestial.
Los dedos de JungKook rozan mi brazo para atraparme, sin embargo, Nikki llega antes. Lo arrastra hacia atrás, quitando su mano de mí.
-¡Ni se te ocurra tocarla! -le chilló.
JungKook se gira bruscamente y le da un fuerte empujón.
Nikki lo mira con una sonrisa de loco.
-Tú no debiste hacer eso.
Mis ojos van entre Nikki y JungKook. Mis manos están temblando. Mis entrañas se sienten revueltas.
Mihai llega hasta ellos y sin previo aviso lanza un puñetazo hacia JungKook, éste lo esquiva agachándose en el momento justo y golpea su estómago. Mihai dobla su cuerpo por la mitad llevándose el aire con él.
Nikki gira contra él con un gancho.
JungKook se repone veloz, levanta su pie en el aire en una patada circular y su bota hace contacto con el rostro de Nikki.
Éste retrocede dos pasos. Escupe sangre en el suelo y pasa su lengua por sus dientes como si revisara para ver si alguno está suelto.
Sin perder la oportunidad se arroja sobre Nikki y lo patea.
Una vez. Dos veces. La tercera vez que las plantas de sus botas negras golpean en el centro de su pecho, lo hace caer hacia atrás. JungKook se abalanza sobre él y balancea sus puños sobre su cabeza, pero Mihai lo agarra por detrás y se lo saca de encima. Nikki brinca sobre sus pies, al igual que JungKook embiste la parte posterior de su cabeza contra el rostro de Mihai, dejándolo libre de su agarre.
Su pierna larga se extiende y entierra su pie en el abdomen de Nikki haciéndole caer de nuevo y con la misma rapidez, se da la vuelta sobre Mihai y le da un puñetazo en plena cara, la sangre se derrama del puente de su nariz. Pareciendo insatisfecho, JungKook comienza a golpear a Mihai de nuevo sin piedad.
Nikki intenta ponerse de pie, pero un dolor punzante asoma en su rostro. Jimin se apresura e intenta colocarse en medio de JungKook y Mihai.
-¡Daimon! -le gritó, empujándolo hacia atrás-.¡Daimon,para! ¡Vas a matarlo!
Lo hizo.
Apretó los puños a ambos lados de sus costados y se separó de Mihai para dar dos zancadas y colocarse frente a mí.
Su respiración era rápida e inestable. La sangre se escurría por una de las
comisuras de su boca.
Lo contemplé detenidamente, intentando no mostrar miedo ante el gesto tirano que asomaba por sus ojos. En cuanto se atrevió a sujetar mi brazo con fuerza, So-jung volvió tras sus pasos y tiró de él en un intento en vano para que me soltara.
No conseguí moverme, dado que parecía una imbécil hipnotizada por sus actos. Por él. O quizá estaba aterrada por la forma en la que actuaba, aunque lo disimulé.
Traté de soltarme de su agarre, cosa que no conseguí, pero Mihai se recuperó, y cuando ya casi había logrado alcanzarnos, So-jung tiró del brazo de JungKook de nuevo, desesperándolo.
Se echó mano a la parte trasera de su pantalón y, seguidamente, sacó una pistola, con la cual encañonó directamente a So-jung.
-¡Eh, eh, eh! -dije con desespero.
Moví mis manos para llegar hasta su brazo, pero me fue imposible. Me
apartó,mientras contemplaba a las cuatro personas que estaban adelante. Mihai abrió los ojos de manera desmesurada y Jimin cambió su expresión por una más fiera de la que habitualmente tenía. Con delicadeza, Jimin sujetó la muñeca de So-jung, quien se encontraba petrificada mirando a su hermano, y tiró de ella hasta que la colocó detrás de su espalda, quedando él en primer plano, con el arma de JungKook apuntándolo.
-¿Qué demonios te sucede?- preguntó Jimin desconcertado-. Estás perdiendo los papeles. Mírate.
Tras decirle aquello, Jimin alzó las palmas de sus manos hacia él en señal de paz.
Sin embargo, parecía no ver nada más que su propia ira; y no bajó el arma, que se mantenía firme y sin titubear apuntando a su amigo.
-Ah, me encanta esa mirada tuya-Susurra JungKook en un siseo- La reconoces ¿Cierto?
Jimin asiente, sus ojos fijos en la pistola.
-¿Dónde la conseguiste?- pregunta Jimin, rabioso.
-Qué importa... - JungKook ladea la cabeza a la vez que escucho el clic del seguro de la pistola-. Incluso un cazador sádico prefiere a sus presas sanas.
-No. No te equivoques, Daimon. Le di algo con que protegerse, esa es la única intención que tengo con tu hermana.
El tono de Jimin salió normal pero cauteloso, tanto que no lo reconocí.
Tragué saliva mientras los dedos de JungKook se clavaban cada vez con más fuerza,ahora en mi muñeca, e intenté soltarme de su agarre otra vez, sin éxito.
En un gesto que no conseguí ver, me encontré a Nikki en la misma posición que él, con su pistola entre las manos.
-Si no sales de esta casa, te pegaré un tiro -lo amenazó-. Me importa un carajo lo que Beth y tú hayan vivido.
-¿Beth?-masculla JungKook, su mirada vuelve a mí durante un segundo para luego bajarla hasta la mancha de sangre en mi camiseta. Una sonrisa diabólica se desliza en sus labios.
Nikki aprovecha esa distracción para dar un simple paso que me hace temblar, y una detonación resuena cuando JungKook dispara hacia unos de los focos del jardín que está justo detrás de Nikki.
-No te muevas -ordena sin apartar sus ojos de mi.
-Daimon, vámonos. -le pide Jimin- Ella no quiere hablar contigo. Andando.
Cierra los ojos con fuerza y murmura algo que no consigo entender.
-¡Daimon!- grita Jimin de nuevo.
JungKook suelta mi muñeca y eleva sus brazos hasta el techo, exasperado. Da un paso hacia Jimin, quién le planta cara sin ningún miedo. Nikki da otro paso hacia él, pero JungKook es más rápido y coloca el arma en su frente sin titubear.
-Estás agotando mi paciencia.
Reuno todo el valor que soy capaz y recorro la distancia que me separa del hombre que se mostraba rabioso de los pies a la cabeza. No desvía los ojos de Jimin, que sigue sin soltar a So-jung mientras reta a JungKook.
Noto el temblor de mi mano cuando la subo hasta el hombro de JungKook y la posiciono encima de él. Se tensa más, si es que eso es posible, pero no se gira.
-Ya basta. -le pido, casi en un susurro.
Las ganas de llorar son terribles y me cabreo por mi reacción y por todo lo que está pasando. Le hago un gesto con mi cabeza a Nikki para que baje su arma.
Pone mala cara, pero obedece.
-No le debes nada, Beth. Él decidió que tú pensaras que estaba muerto. No lo olvides -vocea, sangre escurre por su boca y barbilla.
JungKook no dice nada. Simplemente, se gira cuando Nikki abandona la entrada con enfado, sujeta mi brazo con fuerza y tira de mí sin miramientos hacia la sala de mi casa. Las zancadas de Mihai no se hacen esperar, y antes de que agarrase la manivela, mi amigo le lanza una amenaza bajo su semblante tirano:
-Como le pase algo... -lo contempla, fiero-. Te juro que no saldrás de esta casa con vida.
So-jung me observa desde su posición, detrás de Jimin, negando con la cabeza para que no entrara con él.
La tranquilicé con una simple mirada,pero no surtió el efecto que pretendía, puesto que la vi temblar cuando JungKook cerró la puerta sin apartar los ojos de Mihai y sin contestar a su amenaza.
Tragué saliva y caminé hasta el centro de mi sala.
Entrelacé mis brazos a la altura de mi pecho y me giré para encararme con el demonio que acababa de cerrar tras un sonoro golpe.
Sí, estaba desquiciado.
Exhaló un gran suspiro sin apartar la vista de mí, y un silencio sepulcral se hizo eco en toda la habitación. Nos miramos a los ojos durante una eternidad.
Dio un paso hacia mí.
No me moví de mi sitio, e intenté sacar toda la valentía posible para enfrentarme a la situación.
Al llegar, me contempló con adoración y tristeza, aunque seguía viendo en esos ojos grises la rabia que sentía. Mi pecho subía y bajaba de manera descontrolada ,movimiento que se aceleró cuando colocó su frente junto a la mía. Un cierto mareo se apoderó de mí, y tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no caer al suelo, dado que ese gesto me llevaba a muchos momentos del pasado.
Tanto tiempo sin él...
Entreabrió sus labios, dejando ir un pequeño suspiro de derrota. Sus manos ascendieron de sus costados hasta posarse sobre las mías. Las dejó a ambos lados de mi cuerpo y sentí sus grandes manos sostener mi cintura.
Toda la entereza que había mantenido durante los últimos años se acrecentó con ese gesto que tanto me dolió, ya que él había decidido abandonarme, como bien había dicho aquel día en aquella jaula. Y no pensaba ponerle las cosas tan fáciles, aunque eso conllevara que mi sufrimiento se duplicara después de todo lo que había pasado.
Las lágrimas se agolparon en mis ojos, pero me resistí. No pensaba llorar delante de él. No pensaba mostrar la debilidad ni el daño que me había hecho. Y aunque fuese inútil dejé que la nueva Maggi más tirana y odiosa saliera a relucir.
No pronunció ni una sola palabra hasta que, un rato después, lo único que pude decir en un hilo de voz quebrada fue:
-¿Por qué no me lo dijiste?
Mi pregunta no llegó con tristeza únicamente, sino también cargada de
resentimiento y odio, lo que hizo que mis ganas de golpearlo de nuevo crecieran.
Pero no era el momento... aún.
- No quise hacerlo-responde y una punzada de dolor me atraviesa el pecho.
Aparté sus manos con rabia, dando un paso hacia atrás. Levantó la cabeza para mirarme. Sentí que mis mejillas ardían debido al rencor que tenía y, sobre todo, a sus palabras.
-Vienes hasta mi casa y amenazas a mis amigos ¿solo para decirme eso?-Lo fulminé con la mirada-. ¿Después de cinco años? -Alcé una ceja, irritada.
Sus ojos se clavaron con más intensidad en mí. Su ostentoso cuerpo colocándose muy cerca, y me miró con un gesto serio que no me amilanó. Me fijé en su porte. Me di cuenta de que estaba más fuerte que la última vez que lo vi, y me regañé a mí misma al sentir que me humedecía.
-Maggi...
No lo dejé continuar. Aparté su mano como si quemara cuando la puso sobre mi brazo, reacción que no pude tener minutos antes. No quería escucharlo. Solo deseaba hacerle daño. El mayor daño que hubiese sufrido en su vida.
Pasé por su lado en dirección a la puerta. No intentó detenerme, pero entonces dijo:
-Te necesito.
Mis pies se detienen.
Me giro sobre mis talones, quedándome frente a él, a una distancia prudencial. Está mintiendo. Me cruzo de brazos y lo miro con los ojos entrecerrados.
-Sí, eso es desconcertante oírlo de ti-digo-. Pero estoy segura de que en realidad me quieres en el caso. Eso es lo que necesitas, ese es el puente para tu libertad. ¿Estoy en lo cierto?-Sonríe con conocimiento de causa-. Has recorrido un largo camino con tus habilidades para leerme, así que supongo que sabes mi respuesta.
Él cuadra los hombros, acechando hacia adelante.
-Así es. - admite dando otro paso-. Pero haré que cambies de opinión.
Una lenta sonrisa enrosca mis labios.
-¿Por qué? ¿Me necesitas como carnada?-me burlo de mis comienzos.
Ladea la cabeza. Está tan cerca.
-No. -responde-. Te necesito porque eres la mejor.
Parpadeo con fuerza, suplicando a mis piernas que se enderecen.
-Corta el rollo, JungKook. Tú no me necesitas, eso significa una mierda para ti-Me muevo hacia la puerta-. Puedes hacer todo por tú cuenta.
Sin previo aviso, se come la distancia entre nosotros, me agarra por la cintura y me lleva con él.
-Sueltam...
Le clavo las uñas en el brazo, pero él me quita de encima con facilidad y me sube al mostrador de mi cocina. Toma mis brazos con sus manos para oponerse a qué lo siga lastimando.
Una corriente cargada electrifica el aire entre nosotros. Su contacto es demasiado familiar, mi cuerpo está en alerta máxima, tan consciente de él y de sus dedos seguros sobre mi piel.
Me cuesta respirar.
Se queda en silencio, su aliento golpea mi boca. Su colonia invade mi espacio. Es un aroma limpio y náutico, el que siempre tuvo. La idea de frotar mi nariz en su cuello es tentadora.
-¿Planeaste esto? -Pregunto, centrándome en lo que me importa-. En aquel entonces. Antes. ¿Planificaste tu muerte con un detalle tan meticuloso, que cada posible resultado tenía su propia contingencia?
Su cabeza se inclina ligeramente, acercándose aún más, provocando una reacción visceral. El calor de su cuerpo, enciende mi piel. Quiero huir y estar más cerca de él a la vez.
-No-responde-. Hay demasiados imprevistos para tenerlos todos en cuenta. Tuve que centrarme en los más probables, pero nosotros "tú y yo" siempre fuimos una contingencia. En lo que estamos trabajando ahora es en las variables para determinar nuestro resultado exacto.
Mis hombros se tensan, su cercanía me desconcierta.
-Quisiste entregarme a Taehyung -digo, la acusación es clara en mi voz rasposa-. ¿Cuál fue tu resultado en eso?
-Paciencia, muñeca. Pronto te darás cuenta. -Baja la cabeza e inhala profundamente, respirando en mi piel.
El pulso de su respiración contra mi hombro vibra a lo largo de mi cuerpo como una corriente, zumbando con una advertencia.
Intento apartar la mano, pero su agarre se intensifica.
-No te muevas.
Enderezo la columna vertebral.
-Estás disfrutando con esto. Disfrutando de mi dolor.
-Nunca nada me ha puesto más caliente. -Una sonrisa tortuosa tuerce sus labios, aniquilando lo que queda de mi resistencia.
Su mirada recorre mi rostro y siento su presión. Se lo que intenta. Tengo que mantenerme alerta. Tengo que ser más lista que él.
-¿Qué quieres, JungKook?
Su mirada acerada se aferra a mí.
-Quiero mi libertad. Y te quiero a ti.
Sus manos se deslizan por mis brazos. Sus pulgares entran en contacto con mis muslos, pero siento que el impacto me sacude.
-La manipulación siempre ha sido un juego previo para ti.
Se ríe.
-Lo siento. La próxima vez te traeré flores.
Mis ojos le lanzan una lanza.
-No habrá próxima vez. Ahí tienes mi respuesta, ahora vete.
Una sonrisa se dibuja en la comisura de su boca. La forma en que sus rasgos cambian, tan sutil, tan consciente, me estremece.
- Siempre has sido demasiado tentadora. -dice-. Atractiva, seductora... Hacías que me cuestione a mí mismo. La seducción es uno de tus pecados, ¿lo sabías? ¿Eres consciente de tu poder?
Me relamo los labios, completamente consciente de cómo está observando mi boca. Sin embargo, este es un asunto complicado; hasta dónde presionarlo sin ir demasiado lejos, sin llevarlo al límite. Podría salirme el tiro por la culata.
Estoy dispuesta a correr ese riesgo.
-Nunca me sentí débil hasta que tú llegaste. -Dice, subiendo sus manos por mis muslos-. Eso puede volver loco a un hombre. El deseo. La necesidad. Ansiar lo que sabes que es malo para él.
Dejo de resistirme y permito que sus caderas separen mis rodillas.
-Fuí igual de culpable -admito-. Al desear esa cosa mala, al desearte.
-¿Qué querías ser, entonces? ¿Mi esclava del amor? ¿Mi amante
clandestina? ¿Follar como animales entre las visitas de los presos? -Su risa es hueca-. No creo que eso fuera suficiente para ti. O tal vez sea al revés.-Se acerca, empujando su pecho con fuerza contra mi pecho-. Dime. ¿De qué creías que se trataba esto?
Lo odio, odio la forma en que sus palabras fracturan mi mente. La forma en que su toque abrasa mi carne. Odio el modo en que mi cuerpo se arquea hacia él en contra de mi voluntad, el dolor en lo más profundo de mi núcleo, un calor pulsante que exige ser saciado.
-Te odio -susurro.
-Lo odias todo menos a mí.
-Deja de joderme la cabeza... -Mis manos se convierten en puños que golpean su pecho. Los puñetazos a ciegas caen en cualquier lugar donde pueda golpear.
JungKook gime y me tira del mostrador.
Sus fuertes brazos me arrastran hacia adelante, y luego estoy contra la pared. Mi espalda entra en contacto con el bloque frío y sus manos atrapan las mías por encima de mi cabeza. Mis pulmones luchan por el oxígeno.
-¡No soy tu maldita cosa para jugar, JungKook!-gruño a un palmo de su rostro.
-Entonces no lo seas y demuéstramelo... -Dice contra mis labios-. Déjame ver en lo que te has convertido.
Me safo de su agarre. Mis brazos caen a los lados, pero no lo suficientemente fuerte para quitar su peso de encima.
-No soy tan estúpida para condenarme de nuevo.
-Y yo no me voy a rendir -Su mano viaja ansiosamente por mi nuca, luego empuja sus dedos en mi pelo. Sin restricciones, lo aprieta y tira de él, dejando al descubierto mi cuello-. Podemos bailar esta violenta danza hasta desangrarnos mutuamente, o podemos volver a unirnos. Tú eliges.
El tiempo se suspende. Es la honestidad que leo en sus ojos lo que me mantiene encerrada en este tortuoso momento. Él es conciente de que su declaración tuvo el impacto que deseaba sobre mi.
Cambio de marcha y lo enfrento.
-Ya he bailado con el demonio ¿y sabes que hiciste tú? ¡Me destrozaste! Destruiste esa parte de mí que nunca hubiera podido...-me detengo, su mirada es aniquiladora-. Se terminó. Me das asco...
Sus labios capturan los míos, silenciándome. El beso es duro, carnal y crudo. Un gruñido desenfrenado retumba desde el fondo de su garganta. Apoyo las palmas de las manos en su pecho, odiando notar la tensión de sus músculos, la forma en que mi cuerpo responde al suyo. Gimo dentro de su boca antes de empujar, separándome.
-Quería probar la mentira en tus labios -dice-. Tiene un sabor... amargo. Nada que ver con la dulzura de la mujer que una vez dijo que me amaba-. Luego se aleja más, permitiéndome respirar.
Mi corazón se hunde. Trago saliva. Está demasiado dentro de mi cabeza.
- La mujer que te amaba y daba todo por tí, murió el día en el que tú también lo hiciste-digo, incapaz de controlar el temblor en mi voz-. Ella ya no existe.
Su sonrisa es devastadora.
-Entonces es mi misión resucitarla.
Tras decir aquello, avanza hasta la puerta con grandes zancadas y la abre de un tirón saliendo a través de ella.
Empiezo a sentir el peso de lo ocurrido, tan pesado y apremiante. El suelo de madera se mueve bajo mis pies. La gravedad sólo necesita un ligero empujón para hacerme caer en espiral. Y entonces...
Grito.
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JungKook
Camino en dirección al este, atravieso la siguiente autopista. Me detengo y espero al lado de la acera. Cuando veo el sedán azul estacionarse, avanzo hasta el con un cigarrillo encendido encajado entre mis labios, y abro la puerta trasera.
César pone el auto en marcha y nos alejamos rápidamente.
Sus ojos marrones me observan por el espejo retrovisor y frunce un lado de su boca.
-Me alegra que todos ustedes hayan hablado civilizadamente -ironiza con una sonrisa grande y confiada-. Con una excepción, por supuesto.
Me río y luego estiro la mano para dar otra calada.
-Vamos a saltarnos el monólogo dramático -le digo glacialmente a la vez que expulso el humo.
César siempre me ha conocido mejor de lo que me gustaría: puede decir lo que un hombre está pensando, puede ver dentro de una persona. Fué entrenado para saber esas cosas, lo mío fue un aprendizaje por experiencia en la vida. Y sería un tonto si pensara que él no puede ver lo que se esconde detrás de mi máscara ahora: que he cambiado, que lo que solía mantenerme a raya ya no me está funcionando más.
-¿Sospechan?
-El señor Namjoon hizo la distracción que pidió-me informa César-. Está con ellos en este momento y usted está en la mansión como acordamos.
Sonrío satisfecho.
-¿Tienes mi regalo, César?
Le toma un momento, pero asiente finalmente.
-Está en el almacén, señor. Jung Hoseok lo vigilará por la noche y mañana mismo lo llevaré con él.
-Te quiero en esto conmigo César―digo, metiendo mis brazos en la bolsa de lona negra con ropa limpia para cambiarme. Necesito una jodida ducha, pero tendrá que esperar.- Tú y yo como en los viejos tiempos. ¿Qué dices?
César se está riendo, sacudiendo su cabeza.
-Oh, señor. No me haga caer en la tentación.
Su mirada es juguetona a través del espejo retrovisor.
Tiro mi cabeza hacia atrás y me río a carcajadas.
-¿Y librarte de ese mal? No, amigo... no soy ese señor.
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Actualización seguida. Segunda parte.
¡Espero que les haya gustado!
Gracias por leer, votar y comentar.
¡Nos leemos pronto!
Ciao|
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