4- Se armó el revuelo (Parte 1)
Capitulo narrado en omnisciente.
Mihai pateó con fuerza el suelo, intentando entrar en calor.
- Han pasado diez años, cómo crees que vas a encontrar a tu hermana.
- La encontraré.
Mihai negó con la cabeza y resopló.
- ¿Cómo vas hacerlo? Vas a preguntarles dónde la llevaron, o a quién la vendieron. Todos los días desaparecen chicas, las engañan con ofertas de trabajo que salen en los periódicos, las venden conocidos, falsos novios... familiares como tu tío, a algunas incluso las raptan a punta de cuchillo. ¿Sabes dónde acaban esas chicas? En cualquier parte del mundo donde haya hijos de puta con dinero, dispuestos a pagar por acostarse con...
- Voy a hacerlo.
- Nico, el negocio de las... chicas es un negocio muy fácil y rentable. Hay mucha gente metida en ello. Cualquier tipo sin remilgos ni escrúpulos se puede dedicar a engañar a muchachas como tu hermana, para luego venderlas a los traficantes que las llevan a cualquier parte del mundo, donde otra vez las venden a los dueños de los prostíbulos. Nadie va a decirte qué pasó con tu hermana, ¿cómo vas a averiguarlo? ¿Vas a buscarla por todas
las casas de putas del mundo? Nico, tú solo has salido de tu pueblo cuando tenías diez años, y lo único que conociste fue un hospital de uno de esos países ricos, donde te salvaron la vida y después te devolvieron al mugriento pueblo en el que te encontraron. Los que se la llevaron... ya sabes a qué pertenecen. Ella pudo acabar en cualquier parte del mundo.
- No insistas, sabes que lo voy a hacer.
- ¡Joder! Sigues siendo el cabrón más cabezón que he conocido en mi vida.
Nico sonrió.
- Sabes que yo también me juego mucho ayudándote.
- Lo sé y siempre te lo agradeceré.
- Te lo debo, pero no creo que puedas, tú eres una buena persona, no tardarán en descubrirte y entonces... los dos estaremos muertos.
- Confía en mí.
Mihai cogió del brazo a Nico y señaló con la cabeza la cafetería que tenían enfrente.
- Jodido invierno, vamos a entrar ya, que si no nos quedaremos congelados. -Nico asintió con la cabeza y comenzaron a caminar en dirección a la pequeña cafetería. Mihai se puso tenso al llegar a la puerta,apretando la mandíbula con fuerza.
- Tranquilo, todo va a salir bien, es imposible que sospeche nada.
- Buff, cómo quieres que esté tranquilo. Esto es una puta locura y no puede salir bien. -Mihai respiró profundamente y abrió la puerta del local-. Vamos a una de las mesas del fondo. -Una vez sentados, volvió a mirar a su alrededor, para comprobar que no había nadie cerca que pudiera escucharlos-. Recuerda lo que te he dicho, intenta hablar lo menos posible.
- Lo sé, tranquilo.
- Deja de decir que esté tranquilo maldición, y repíteme la historia.
- Me llamo Nicolae, aunque me llaman Nikki «El mudo» porque no me gusta hablar. Nos conocimos en el orfanato, y hemos coincidido en el correccional varias veces. He hecho un poco de todo, robar, cobrar deudas y para otros he llevado chicas, pero nunca ha sido con gente que estuviera realmente conectada.
Bajo la apariencia vigilante y amenazadora de Mihai, Nico seguía viendo al niño asustado que él había conocido. Hacía mucho tiempo que sus vidas se habían separado, caminos opuestos que ahora de nuevo se habían cruzado. Pero esta vez era Nico quien necesitaba ayuda.
Nico escuchó, en su cabeza, la voz de su madre: «Un hombre que no cumple sus promesas no vale nada». Mihai había cumplido su promesa.
Había mantenido su juramento de sangre. Ya no tenían diez años, pero Mihai había demostrado que con esa edad su palabra era la de un hombre.
Desde que Mihai quedó en deuda con Nico apenas se vieron tres veces en los
diez años siguientes. Durante aquellos años Mihai se fue ganando a pulso la
fama de chico peligroso, aficionado al delito, parroquiano de correccionales, habitual en las fugas. Sin embargo, Mihai dejaba de lado sus costumbres cuando volvía a reunirse con su hermano de juramento.
Diez años después el destino de Nico se igualaba con el de Mihai, con una pequeña diferencia, Nico era un adulto sin padre ni madre, que no acabaría en un orfanato.
Cuando tenían diez años fantaseaban que eran verdaderos hermanos, Nico sin padre y Mihai sin madre. Aunque Mihai soñaba todas las noches con que Nico dejara de verlo como un hermano... por otros motivos.
Mihai recibía palizas de su padre. Su padre era alcohólico, violento y cruel. La gente del pueblo solía decir que había matado a su mujer, que no fue un accidente lo que acabó con la vida de la madre de Mihai.
Nico recordaba la mirada aterrada de Mihai cuando veía llegar a su padre bebido.
Aquello hacía a Nico sentirse afortunado, a pesar de no haber conocido a su padre, por tener una madre tan distinta al padre de su amigo Mihai.
La puerta de la cafetería se abrió y entró un hombre con el pelo canoso y la cara llena de arrugas. En la comisura de los labios le colgaba un.cigarrillo. Echó una ojeada rápida al local y se quedó mirando a Nico y Mihai.
- Creo que es ese viejo -dijo Mihai, haciendo un leve gesto con la cabeza a Marcus, para saludarlo.
Marcus se acercó caminando despacio. Cuando llegó hasta la mesa se quedó de pie frente a ellos.
- Hola muchachos, ¿estan esperando a alguien?
- Sí, al socio de un amigo -intervino Mihai.
- ¿Y cómo se llama su amigo?
- Le llaman «El Pico». - Nico continuaba callado, interpretando a la perfección el papel de mudo que habían acordado.
- Entonces me esperas a mí -dijo tomando asiento-. Y tú debes ser
«El Navaja», ¿no?
- Puedes llamarme Mihai.
- Está bien Mihai, ¿y a ti cómo te llamo? -dijo dirigiéndose a Nico.
- A él, le puedes llamar Nikki.
- ¿No sabe hablar?
- No le gusta hablar, le llamamos «El Mudo».
- Bueno, esa es una cualidad que no abunda mucho hoy en día. Según me han dicho, Nikki, estás buscando trabajar con gente seria. -Nico asintió con la cabeza-. Ya has llevado chicas a otros sitios, ¿verdad? -Nico repitió el gesto-. Pues yo no voy por libre... le has dicho a Nikki con quién estoy, ¿verdad?
- Lo sabe -dijo Mihai.
- Vas a trabajar para mí, que es lo mismo que trabajar para ellos,¿tienes eso claro? -Nico volvió a afirmar moviendo la cabeza-. Quiero oírtelo decir, mudito.
- Lo tengo claro.
- Eso espero, porque ya no habrá vuelta atrás, ¿entiendes?
- Entiendo.
Nico había pasado con éxito la prueba, la única entrevista de trabajo que había realizado en su vida. Nico, dejaba de existir para convertirse en Nikki.
Nikki Angelov, alias «El mudo». Nico intentaba sumergirse en su papel de delincuente parco en palabras, pero no podía evitar que Nico tomara el control de sus pensamientos cada vez que miraba a
Marcus «El pico». Tenía delante a uno de los hombres que se habían llevado a su hermana. El odio y el asco se mezclaban a partes iguales, pero sabía que no podía permitir que se notara. Acababa de comenzar un largo camino para encontrar a Daniela y estaba preparado para aguantar lo que fuera necesario.
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Maggi
Actualidad
Abrí la puerta de la mansión con rapidez, ordenandole a mis piernas que no se debilitaran, bajé las cinco escaleras notando las lágrimas empapar mi rostro. Al llegar a la grandes rejas de la entrada sentí que me asfixiaba segundo tras segundo
cuando una enorme presión se instaló en mi pecho.
¿En qué mierda estaba pensando So-jung? ¿Por qué había hecho aquello? ¿Por qué no me lo había dicho antes? ¿Y esa encerrona? ¡No le debía nada! ¿Qué carajos estaba intentando? ¿Enfrentarme a él como si nada hubiera pasado? Por más que lo pretendía, no entendía nada.
Era él...
Crucé la calle a toda velocidad, y antes de llegar al coche, que se encontraba a pocos pasos de donde estaba, otro coche derrapó en mis narices.
Supe que eran mis chicos.
Ellos venían por mí.
Avancé hasta el coche. Mihai se bajó con gesto hosco y, al apreciar mi semblante, hizo el amago de aproximarse. Fui más rápida y me metí dentro. Con la mano, le indiqué que entrase.
-Arranca -le ordené desesperada.
Fue lo único que me dio tiempo a decir antes de que los sollozos me ahogaran y las lágrimas corrieran como ríos por mis mejillas empapando mi ropa y mis manos, que eran incapaces de detenerlas. Me abracé a mí misma, tratando de tranquilizarme de la forma que fuese, sin éxito.
-¡Beth! ¿Qué ha pasado? -me preguntó Mihai, asustado.
-É... Él... Él...
No conseguí detener mi llanto por más que lo intentara, y Mihai me observó por el espejo retrovisor, a punto de perder los papeles mientras se dirigía a mi casa. Con los ojos llenos de lágrimas, pude apreciar que, con una preocupación palpable, sus nudillos blanquecinos apretaban el volante.
-¿Te han hecho algo? ¡Háblame! -se desesperó.-¡Te dije que no vinieras sola, maldición!
Negué con la cabeza sin parar de hipar, y un terrible pinchazo me atravesó el cuerpo. Me doblé en el asiento sin saber reaccionar, presa del dolor, y escuché a Nikki rugir como un león:
-¡Da la vuelta!
Agarré su hombro, ejerciendo la fuerza que pude en él, y negué con la cabeza. En un susurro que apenas oí, murmuré un «No, por favor...» cuando Mihai ya daba un volantazo en mitad de la avenida. El brusco giro provocó que me sujetase al cabezal del asiento del conductor mientras él siseaba, lleno de rabia:
-Los mato, los mato. Como te hayan hecho algo...
Volvió a hacer el mismo movimiento con sus manos cuando le pedí con las mías que no diese la vuelta. Entretanto, Nikki le instaba a que volviese a la carretera principal, así que nos dirigimos en silencio hacia casa; un silencio que era interrumpido por mis hipidos constantes, que no dejaban de resonar sin querer. En ese momento, me di cuenta de que no había llorado de esa forma en mi vida, pero también de que no había sentido
tanto dolor y rabia juntos nunca.
Estaba vivo.
Estaba bien.
Entonces, ¿por qué no me buscó?
Las preguntas volvieron a mi mente como un huracán. Llena de confusión, cerré los ojos. Al entrar en casa, sentí que unos fuertes brazos me acurrucaban en su cuerpo, y por su olor supe que era Mihai elque me llevaba a cuestas hasta mi habitación.
"Hola, muñeca"
Y eso era en realidad.
Una muñeca... de trapo, rota, rabiosa y dolida.
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Pasaron dos días y no supe nada de él.
Era tal la histeria de Nikki que senté a ambos y cómo pude les conté que JungKook había vuelto.
No había razón para explicarles de quién hablaba. Ellos sabían de sobra mi pasado, me conocieron como Beth, una mercancía a punto de ser vendida o eso era lo que les hice creer aquella noche cuando me encontraron en México para ser subastada.
Lo que yo no sabía, era que ellos estaban ahí por lo mismo. El Clan Los Padrinos, se hacían llamar y sus únicos jefes eran ellos mismos. Se habían metido en el tráfico de comercialización para hallar a la hermana de Nikki.
La encontraron tiempo después en una subasta y poco a poco fueron aceptando trabajos dónde familias les pagaban para dar con el paradero de hijas, hermanas y madres desaparecidas. Después de hacer algunas misiones juntos me ofrecieron quedarme en su clan. Le dije que no tenía planes de seguir las órdenes de nadie. Pero en el último minuto, cambié de opinión. Siempre era bueno tener más aliados a la hora de meterme en los recintos. Y así lo hicimos.
-Voy a matarlo -dijo Nikki, apretando su mandíbula tanto que pensé que los dientes le saltarían por los aires- No te seques las lágrimas, preciosa. Por qué ahora sí voy a mandarlo con el diablo.
Sujeté su brazo con fuerza en el instante en el que se encaminaba hacia la salida.
Ellos siempre trataban por todos los medios de desviarme de mi permanente tortura, pero era inevitable que cada paso que daba me recordarse a él.
Mihai juró y perjuró que cuando lo viese le rompería todos los huesos del cuerpo, y después de eso, el silencio entre los tres se hizo patente en la sala mientras me cobijaba bajo sus enormes brazos, que me arropaban y acariciaban sin descanso, tratando de calmar mi dolor.
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Removí por enésima vez el vaso de hielo derretido que tenía entre mis manos desde hacía unas horas. No quería seguir bebiendo de esa manera o al final terminaría en un hospital haciéndome un lavado de estómago para no morir en el acto. Llevaba toda la noche de guardia en el sótano, sentada en el suelo dándole vueltas a todo el asunto de JungKook sin poder desviarlo de mi mente ni por un instante.
El móvil comenzó a parpadear sobre la mesa y lo miré de reojo al percatarme de que un número oculto se mostraba en la pantalla. Lo cogí con mis manos torpes gracias al gran cansancio que llevaba encima y descolgué.
- ¿Si?
- Mi reina, cuánto tiempo sin saber de ti.
La voz de Vadím me alivió
-Esperaba tu llamada mucho antes, pero nunca llegó -le reproché.
-No podía-Su voz fue suave como la seda-. Ella ha empeorado, Maggi.
«Mi tia».
La echaba de menos y tenía unas ganas horribles de volver a abrazarla, pero el simple hecho de ponerla en peligro me aterraba y no sabía cómo evitarlo, por lo tanto, mi única opción era tenerla lejos de mí durante un buen tiempo.
-¿Puedes pasarme con ella?
-En este momento está dormida, tuve que sedarla por los dolores.
Una punzada se profundizó en mi estómago.
-Cuando despierte, dile que pronto iré a verla.
-¿Cuándo? Ella no resistirá tanto, Maggi. -puntualizó.
-Debo ser cautelosa pero estaré allí-. Se hizo el silencio durante unos minutos, y me pasé la mano por la frente, desesperada-. Cuidala, Vadim, por favor. Dame unos días.
-Lo haré.
Colgué el teléfono y cubrí mi rostro con mis manos, frotando mis mejillas en un par de ocasiones.
Escuché ruidos arriba y me sorprendí, ya que Mihai y Nikki solo entraban por la puerta trasera.
Me levanté con lentitud y agarré la pistola que descansaba sobre el mueble y subí las escaleras lentamente.
Abrí la puerta del sótano y caminé hasta la puerta de entrada. Miré a ambos lados, sin encontrarme a nadie. Unos pasos detrás de mí me hicieron girarme encañonando a la persona en cuestión.
-Soy yo. -levantó ambos brazos- No dispares.
Me quedo mirando fijamente a So-jung; las palabras me abandonan; puedo sentir mi corazón latiendo en mis oídos con el hecho de pensar que ella pudo guiarlo hasta aquí. Me muerdo el interior de mi boca, y miro hacia So-jung con exasperación.
- ¿Dónde está?
-Vine por mi cuenta-dice-. Él no sabe que estoy aquí.
-No te creo.
-Te estoy diciendo la verdad.
Llevo mi mano hacia ella para enfatizar la presencia del arma, solo en que necesite un recordatorio. So-jung baja la cabeza.
-¿Qué quieres? -le pregunto bruscamente- La última vez me llevaste directo a la boca del lobo. No confío en ti.
Cuando levanta la cabeza esta vez, hay lágrimas atrapadas en sus ojos.
-Te mentí, por supuesto -admite-. Si te lo decía no me hubieras creído. Tenías que verlo tú misma-Alzó sus preciosos ojos hacia mí, y no pude evitar sentir una punzada de dolor al ver que eran iguales que los de su hermano. Mi gesto se contrajo pensando en él-. Lo siento, Maggi. Perdóname, por favor.
Mi mente estaba corriendo. Me sentía mareada. Finalmente, mis brazos bajan y solo la miro. Y de los cientos de preguntas que quiero hacerle, me conformo con:
-¿Por qué estás aquí, entonces?
-Necesito tu ayuda-dice,luego mira el apagador en la pared.
-No entiendo -le digo cuidadosamente, y con interés- Ve al grano, So-jung.
-Yo... yo... sé que tienes muchas preguntas-Comienza a hacer gestos con las manos-. Sobre mi hermano y lo que realmente ocurrió, y te voy a decir todo lo que quieres saber, pero no estoy aquí por eso. Todo lo que me importa en este momento, es que necesito que me reclutes. No me importa lo que tenga que hacer, no me importan los riesgos, o lo que esto costará. -Toma una respiración profunda, sus ojos fijos en los míos-. Todo lo que necesito es tu compañía y tu experiencia. -Vacila y mira el piso
brevemente, percibo un poco de vergüenza y decepción-. No soy lo que mi hermano quería que fuera. Ninguna cantidad de entrenamiento o de lavado de cerebro, me ha hecho tan buena como él. Pero tú... Maggi, sé que me puedes ayudar.
La miré con curiosidad, pero ya ahí, en algún lugar en el fondo de mi subconsciente, supe lo que quería hacer.
Lo pienso, mirando hacia abajo a mis piernas.
-So-Jung -digo levantando mi cabeza-. Yo... ¿por qué quieres hacer esto? Y ¿por qué conmigo? Si estás trabajando para tu hermano, me imagino que puedes encontrar maneras mucho más fáciles y seguras. Incluso podrías estar en la nueva misión con la Interpol.
-Y tú puedes hacer lo mismo -responde rápidamente- Sería más fácil entrar en los recintos como esclava teniendo a tu disposición una base de datos sobre los peces gordos del tráfico.
Parpadeo, sorprendida por lo mucho que sabe.
-¿Cómo lo...?
-¿Cómo lo sé? -pregunta-. Me lo acabas de decir tú misma. Al decir que puedo encontrar maneras más fáciles y más seguras, estás básicamente
diciéndome que la manera en que estás haciéndolo es todo menos fácil y segura. -Apunta a la ventana que da al patio delantero-. Y estoy asumiendo que el coche que ví hace dos días estacionado fuera en la calle el día que vine a buscarte ¿era tu viaje?-Pone sus manos arriba con las palmas frente a mí-. Oye, no lo sé a ciencia cierta, pero imagino que era un coyote, o al menos el tipo que te va a llevar a alguno.
Es muy inteligente. Ella necesitará ese nivel de inteligencia si no tiene nadie más con quien contar.
No le cuento sobre mis conexiones que tengo gracias a Mihai y Nikki -no confío plenamente en ella aún- pero creo que está diciéndome la verdad sobre todo.
Pero he cometido muchos errores
confiando, en lo que creo es mi corazón, demasiado pronto. Y no tengo intención de cometer otro.
Doy un paso adelante-pistola en mano- y empiezo a caminar. No la miro directamente, pero la tengo en la mira.
-¿Por qué no aprendes de una forma más fácil? -Sondeo-. Llevarte conmigo podría hacer que te maten, yo podría morir.
-¡Porque no quiero que sea fácil!-
responde colérica-. ¡Estoy cansada de ser "la pequeña So-jung", estoy cansada de ser la "hermana", estoy cansada de los hombres que me miran con los ojos de un hermano protector! Estoy cansada de tener miedo. Quiero dejar de pedir permiso para descubrir quién soy y en lo que puedo llegar a ser.
Vaya, no esperaba que sus palabras me impactaran tanto.
-Bien, entonces ¿qué pasa si no acepto ayudarte? ¿En qué me convertiría para ti? -pregunto y la miro directamente así puedo leer sus ojos cuando responda.
Suspira.
-Me salvaste la vida, Maggi-contesta- Fuiste a aquella subasta arriesgando tu vida para encontrarme. Incluso te reconocieron por haber sido una esclava. Y porque tú, así como cualquier otra chica que tuvo que pasar por eso, son y siempre seran muy importante para mí-. Sus labios comienzan a temblar. Y no puedo escapar de los sentimientos de dolor y angustia que me invaden-. Todo lo que te he dicho antes es cierto. Sé que no tienes por qué hacerlo, yo tampoco lo haría, pero esto es todo lo que tengo. -Baja la cabeza de nuevo, y pliega las manos lentamente sobre su vientre-. Tengo un montón de miedos, vivo aterrada. Todo lo que me importa es ganar esta batalla en mi interior. La Interpol, La Nueva Orden... no me importa nada de eso. -Una tristeza llena repentinamente sus facciones-. Amo a mi hermano, pero ni siquiera él es tan importante para mí como lograr esto.
Trago fuerte, y me acerco a ella. Pongo mi mano libre en su muñeca. Quiero decirle algo, consolarla, aunque no sé qué decir.
Pero sí sé que le creo. El corazón nunca miente, ya sea que te está diciendo algo que quieres saber o no; el corazón es incapaz de engañar. A veces, lo admito, mi corazón y mente se mezclan, pero en momentos como este, cuando sientes la verdad en lo más profundo de tu ser, sabes que solo puede ser que tu corazón está hablando.
Tomando su mano, pongo mi arma en ella y cierro sus dedos alrededor del acero frío.
Ella levanta la cabeza lentamente. Mira hacia abajo en la pistola en su mano, luego de vuelta a mí; sus facciones rosa pálido, perpleja.
Echo un vistazo a la pistola.
-Ésta es tu oportunidad -ofrezco-. Si es por eso que estás aquí, quiero ver hasta donde puedes llegar.
Sus cejas se fruncen, So-jung comienza a negar, lentamente al principio, hasta que el entendimiento recae plenamente en ella.
Si ella quiere que la entrene, será mejor que vea mi oscuro proyecto desde el inicio.
Suspiro y digo con un gesto de mi mano:
-Ven conmigo. -Y ella me sigue por el pasillo.
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Abro la puerta y me estiro para activar el interruptor de la luz en la pared, la luz inunda los escalones alfombrados que conducen al sótano. La voz se vuelve más fuerte.
-¡Tengo que ir a mear, maldita perra!
So-jung se detiene en el segundo escalón y simplemente me mira, su rostro todo torcido con confusión y preocupación.
Sacudo mi cabeza hacia atrás casualmente.
-Está bien -le digo, insistiendo en que continúe siguiéndome-. Él puede haber conseguido sacarse la mordaza de la boca, pero de ninguna manera va a soltarse de las cuerdas.
-¿Quién es? -susurra So-jung, todavía inmóvil en el segundo escalón.
La tomo de la mano y la llevo por los últimos diez escalones, y vamos hacia el sótano.
Los ojos de So-jung se ensanchan, y jadea en silencio.
-Dios mío -dice, su mano cubriendo su boca flojamente.
Apollo Stone.
Un traficante que comercializaba con menores de edad está atado a una vieja silla de ruedas; hay cuerdas atadas alrededor de sus brazos y muñecas al marco de la silla; sus piernas y tobillos a los apoyapiés plegables. Sus pies están descalzos y la única ropa que viste son sus ajustados calzoncillos bóxer. Tiene piernas de corredor con músculos definidos, y un físico como el propio dios Apollo. Pero éste Apollo, estando atado a una silla de ruedas polvorienta en nada más que su ropa interior y colorido lenguaje, no le está haciendo justicia alguna a su homónimo divino.
-Vamos, chica -insiste Apollo, con la inclinación hacia atrás de su cabeza-, tengo que mear. Consígueme una botella de refresco o algo. Ni siquiera tienes que desatar mis manos... puedes sujetar mi polla por mí. -Su boca se levanta en un lado.
So-jung apenas puede apartar los ojos de él.
-¿Por qué... es que está aquí? -pregunta, sin mirarme.
Apollo resopla.
-Tienes que estar bromeando -dice, echándole un vistazo a So-jung con
cómica decepción. Y alivio-. ¿Esto es lo que trajiste para mantenerme vigilado mientras juegas a la heroína? -Echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
Lo ignoro.
So-jung mira alrededor de la habitación tenuemente iluminada, probablemente buscando una silla de dentista y una camilla con instrumentos de tortura como los que solía utilizar JungKook. Pero todo lo que verá son unas cuantas cajas dañadas por el agua apiladas en una esquina, un oxidado chasís de una motocicleta deportiva de carreras apoyado contra una pared, dos mesitas auxiliares disparejas presionadas contra un viejo calentador de agua.
-Mihai y Nikki lo atraparon, ellos son mis compañeros. Apollo es nuestro cebo. Sin señales de su jefe todavía, pero es solo cuestión de tiempo. ¿Cierto, Apollo?-Le sonrío-. ¿O es que tu hermano te abandonó? ¿Te dejó aquí pudriéndote como mereces?
Apollo me devuelve la sonrisa de inmediato.
-Él está haciendo lo que tiene que hacer -dice-. Vendrá por mí pronto. Y cuando lo haga, va a terminar contigo y los maricones esos. Aún tengo pesadillas desde que follaron delante de mí. Putos dementes.
Sonrío con suficiencia. Entonces me voy hasta donde está So-jung.
- Sin embargo-digo-. Pensaba que hoy podría divertirme un poco contigo, ¿Qué dices, Apollo?
Apollo se muerde suavemente en el labio inferior, y sus ojos oscuros se pasean sobre mí como un hombre saboreando mentalmente a su presa sexual antes de comérsela. Sonríe con intriga, y mueve su lengua lentamente entre sus labios.
-Sabes, Beth-dice-, estoy totalmente de acuerdo en que mi hermano consiga lo que quiere, pero realmente nunca habría querido matarte yo mismo. Sería semejante desperdicio. Se me ocurren cientos de cosas que preferiría hacerte.
-¿Es así? -digo, sin dejar de acercarme; cada paso que doy goteando con sexualidad y propósito. Me detengo justo enfrente de él, y me inclino, agarrando los brazos de la silla de ruedas en mis manos; dejo que mis pechos caigan a propósito delante de él, apenas cubiertos por la delgada camiseta blanca sin mangas que estoy usando-. Dime lo que me harías, Apollo Stone. -Me agacho todavía más, para tentarlo aún más.
Y él muerde el anzuelo. Sus ojos se desvían, y mira dentro de mi camiseta... yo miro hacia su regazo, claramente capaz de ver el duro bulto creciendo detrás del material similar al spandex de sus calzoncillos tipo bóxer. Me mira a los ojos,queriéndome más cerca, así que le doy lo que quiere y me acerco tanto que puedo sentir el calor de su aliento en mi boca.
-Quiero cambiar de lugar contigo -susurra-, y lanzar tus muslos
sobre los brazos de esta silla, y luego abrirte con mi lengua... lentamente...
antes de follarte con mis dedos.
-Y luego, ¿qué? -susurro.
-Y luego empujaré mi gruesa verga por tu garganta, y follaré tu boca hasta que vomites.
Sonriendo, me inclino lejos de él solo un poco, y luego miro a través de la corta distancia a So-jung, cuyos ojos están ensanchados por la conmoción y la repulsión.
-Esto es lo que he tenido que escuchar las últimas setenta y dos horas -le digo, negando.
Entonces echo hacia atrás el puño y lo envío a estrellarse en su rostro; la
sangre gotea de sus fosas nasales. Su nariz ya está rota, por cortesía mía durante la primera hora después que despertó en la silla de ruedas.
Apollo se ríe cuando la sangre fluye sobre sus labios y boca. Escupe un poco en el suelo.
-Haz lo que quieras conmigo -dice-. De todos modos, en cierta forma
lo disfruto. Dime, ¿cuándo te marchas? Ansío que ese pedazo de culo sin carne tome el control. -Le sonríe a So-jung, mostrando sus dientes ensangrentados.
Ella hace una mueca horrible.
Haciendo una mueca por mi cuenta, limpio la desagradable sangre de Apollo en mi mano sobre mi camiseta sin mangas.
-Me preguntaba por qué tenías sangre en tu ropa cuando vine a buscarte la primera vez -dice So-jung. Vuelve a echarle un vistazo a Apollo. Él frunce los labios hacia ella y besa el aire. Aparta la mirada de él rápidamente-. ¿Qué tengo que hacer con él? ¿Tengo que dispararle?
-No -contesto inmediatamente-. Aún lo necesitamos vivo.
-Le gusto -le dice Apollo a So-jung, meneando las cejas.
-No crees que debería...
Deja la frase en el aire cuando escuchamos unas voces algo
desesperadas provenientes en lo que parece la entrada de mi casa. Ambas nos miramos.
-Mira, realmente necesito ir a mear.-Vocifera Apollo- ¿Y cuándo vas a alimentarme? Podría conformarme con una hamburguesa y unas papas fritas.
Empiezo a caminar de nuevo hacia la escalera y So-jung me sigue.
La voz de Apollo sube por las escaleras.
-¡Cambié de idea! -grita-. ¡Quiero un filete! ¡Medio cocido! Un contorno de puré de papas caseras... ¡déjales la piel! Un poco de macarrones y...
Cierro la puerta del sótano, cortando su voz.
Cuando llegamos a la entrada, abrí la puerta y tuve que parpadear varias veces al ver la escena que se presentaba ante mí.
Mihai se daba puñetazos con Jimin sobre el césped mientras ambos se decían palabras inentendibles a base de gritos y gruñidos cada vez que el puño de uno impacta sobre el otro. Los ojos de Jimin se desvian en mi dirección al notar la presencia de So-jung a mi lado.
Nikki se encontraba a unos pocos metros con los brazos cruzados en su fuerte pecho, observando la pelea con un gesto divertido.
-¡Nikki! -grité, llamando su atención para que los detuviera. El gira su cabeza notando visiblemente mi rabia. Me sonríe y levanta su mano al aire restándole importancia.
Mihai le da un fuerte empujón a Jimin pero éste consigue reducirlo a duras penas en el suelo, ya que se revolvía cual lagartija, intentando escapar de su agarre.
Con un fuerte suspiro me dispongo a ir hacia ellos. Me detengo al instante. Mi respiración se agita de manera considerable cuando mis ojos se
desvían involuntariamente a la persona que se asoma detrás de la pelea, sus pasos en grandes zancadas como si estuviera poseído.
-¡Oye!-vocea Nikki-. ¿Que mierda crees que haces?-sisea entre
dientes, mirando a su adversario.
Pero JungKook no lo escucha. Estaba absorto con sus ojos oscuros sobre mi.
Retrocedí un paso atrás cuando su imponente figura estaba a centímetros de nosotras. Siento como si fuera la primera vez en la historia que pongo los ojos en él, como si nunca hubiera reído con él, como si nunca hubiera estado entre sus brazos.
Un espléndido y aterrador hombre, que una vez fué mi verdugo y el amor de mi vida. Pero ahora siento como si no lo conociera en absoluto y nunca lo hubiera hecho. Él me asusta. En lo más profundo de mi alma, realmente me asusta... pero todavía lo quiero.
Mi aliento se atora cuando sus ojos se posan sobre mí. En ese momento, So-jung se posiciona delante de mi cuerpo en un acto de valentía aunque sabía que por dentro estaba temblando.
Al dar un simple paso más, se armó el revuelo.
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¡Hola bellezas!
Le damos la bienvenida a dos personajes que serán parte de ésta tercera temporada.
¿Que les pareció el capítulo?
Tengo el siguiente listo, pero veamos cómo le va a este para subir el siguiente.
Cómo siempre agradecida con los lectores que se toman el tiempo en leer, votar y comentar.
¡Nos leemos pronto!
Ciao•
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