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31- Mansión Callahan Parte 2

JungKook









Si Hoseok no fuera parte de nuestra Orden, mi compañero de asignación y mi familia, habría sido uno de los que asesinaría esta noche solo por no brindarme ésta ...pequeña información.

-Cariño, ¿cómo estás? -pregunta Nina extendiendo sus brazos dramáticamente hacia Vince. Maggi y yo damos un paso al costado y ella va de prisa entre nosotros para plantar casi dos besos en cada una de las mejillas de Vince.

Maggi levanta su mirada hacia mí, en parte enfurecidos, en parte, preguntando. Niego con la cabeza una sola vez.

-Lucinda -dice Vince, volviéndose hacia a mí-, te presento a...

-Jeon JungKook-Nina ronronea mordiéndose el labio inferior; gesto que todos apreciamos-. A él ya lo conozco muy bien. Pensé que nunca volverías.

Realmente no me interesa que está haciendo Nina aquí, pero sé que si no hago algo pronto, lo notará y probablemente nos delate.

-Un gusto volver a verte -digo cortésmente, sin dejar que mi aire de soberbia disminuya. Beso sus mejillas a cambio, mis manos ajustadamente fuertes alrededor de sus brazos y me acerco a su oído.

-Si dices algo, mueres antes de que puedas parpadear.

Ella estabiliza su agarre y su expresión cambia.

Luego mira a Maggi y trata de disimular una sonrisa que estuvo a punto de asomar a sus labios.

-Nunca antes te he visto por aquí.

Y el circo empezó.

-Beth izével -dice Maggi, luego bebe de su champán con mucha lentitud, dejándole saber a Nina que el vaso tiene más atención que ella-Y supongo que no lo harías ya que nunca antes he estado aquí.

Nina le sonríe con suficiencia, llevando su propia copa a sus labios pintados de rosa.

-¿De dónde viene? -le pregunta ella.

-Lucinda...-le advierte Vince.

-¿De dónde viene qué?

Nina y el otro hombre se miran entre sí con suaves sonrisas, obviamente compartiendo una opinión respecto a Maggi.

-Tu dinero -dice como si deberíamos conocer la jerga.

Maggi vuelve a sorber de su champán.

-Sólo alguien que se siente amenazado hace esa clase de pregunta-responde de manera uniforme y confiada-¿Se siente amenazada por mi, señorita Spencer?

Maggi le ofrece una sonrisa seductora y ligera sólo para fastidiar a Nina y ella la capta.

Sonrío solapadamente. Los ojos de Nina se quedan fijos en los míos.

-Vince, cariño-dice Nina con un aire de molestia-¿Por qué no me presentas al resto de los invitados?

Los ojos de Maggi me sonríen ahora. Le guiño un ojo aprobando su respuesta.

Vince deja a Maggi y a mí a solas mientras camina con Nina a través de la sala para presentarla a los otros invitados. Lo escucho, notando que dice lo mismo que nos dijo a nosotros a todo el mundo y que todos aquí son presentados como "invitados".

Rodeo con mi mano libre la parte posterior de la cintura de Maggi y caminamos a través de la sala lentamente, fingiendo hablar sobre las pinturas y las estatuas.

Ella señala sutilmente esto y aquello y comenta el detalle o el color o la emoción que retrata.

Todas son observaciones sin sentido, poco interesante que no merecen reconocimiento verbal de mi opinión, pero de todas maneras sigo la corriente. Pronto, nota que estoy usando este tiempo para conseguir atravesar la sala sin parecer perdido o como si necesitáramos la compañía de alguien más para sentirnos bienvenidos.

-Tengo que ir al baño -digo, depositando mi copa de champán en una mesa en la entrada al corredor-. ¿Estarás bien sola?

-Por supuesto -dice ella-. Soy perfectamente capaz de estar sola.

La beso en los labios y luego camino corredor abajo.








Me detengo en medio del pasillo brillantemente iluminado, cuando veo a Taehyung avanzar por el camino contrario.

Asiente con la cabeza y tomo eso como mi señal, espero treinta segundos antes de seguirlo.

Lo veo abrir unas puertas metálicas con un cartel neón verde que dice SALIDA, y avanzo saliendo detrás de él.

-Es Robert Choi -dice bajo, manteniendo sus ojos al frente-Tengo una identificación que puedo usar. Está todo listo.

Giro mi cabeza para mirar el auto de Yoongi estacionado tres lugares más lejos.

Miro a mi Rolex.

-Cambio de planes. Yo iré.

Taehyung parpadea, aturdido.

-¿Estás bromeando verdad?-me mira con curiosidad-Estamos hasta las rodillas de mierda por aquí; si te vas ahora, perderás el rastro de los demás.

-Esas son mis órdenes- digo-Deja lo que estás haciendo, y encuéntrate con mi contacto en el cuarto del jacuzzi.

Él suspira molesto.

-Ella nunca te perdonará por esto-sacude su cabeza, saca el arma de su cadera y me la extiende.

-No vas a interferir-le digo a él-Solo te quiero aquí en caso que algo salga mal.

Reviso la recámara y meto el arma en la parte de atrás de mis pantalones.

-Si algo sale mal, entonces esperarás que la ayude y eso es interferir-señala-Además, dudo que termines antes de las ocho.

-Entonces debemos estar preparados para eso-le advierto.

Luego, me doy la vuelta y me dirijo al estacionamiento. Saco el paquete de tabaco de mi bolsillo y enciendo un cigarro.

-¿Por qué carajos nunca sigues un puto plan, Daimon?

Me detengo, un puño cerrado a mi lado.

Indiferente, doy un paso hacia atrás y fuera de la vista de la cámara oculta y me doy la vuelta hacia Taehyung.

Suspiro con fuerza y le doy una calada a mi cigarro.

-Para recordar qué, por qué y quién soy.













Yoongi y yo seguimos a Choi a una casa donde se ha estado quedando.

Después de unos minutos, Choi se detiene en la entrada, apaga el motor y se encierra a sí mismo en la casa. Nos estacionamos en la calle cubiertos por las sombras de unos gruesos árboles.

Una luz brilla desde la ventana en el piso de abajo. Camino hasta la puerta frontal mientras Yoongi vigila los alrededores.

Escucho sus botas crujiendo mientras rodea la esquina. Después de unos cuantos minutos dándole a Yoongi el tiempo para posicionarse en la puerta trasera y colarse a través de las ventanas, alzo mis nudillos a la puerta roja y toco tres veces.

La cortina que cubre una alta, delgada ventana de vidrio que cubre toda la longitud del marco de la puerta, se mueve mientras Choi trata de tener un vistazo de mí.

La luz del porche se enciende y sonrío mirando justo a la mirilla en la puerta, sabiendo que él estaba mirándome a través de él.

Aun con una sonrisa en mi rostro, alzo dos dedos y saludo.

-¿Quién diablos eres tú? -pregunta nerviosamente, su voz amortiguada por el espeso bloque de madera entre nosotros.

Él sabe quién soy, o al menos sabe porque estoy aquí. No hay forma de que él abra esa puerta por su voluntad.

-Abre la puerta, Robert -llamo con voz cantarina-. Tenemos algo que discutir.

-¡Ve... vete! -su voz está temblando-. ¡No te conozco y...! lla... ¡llamaré a la policía si no sales de mi propiedad! -dice esto con una repentina ráfaga de confianza
como si realmente creyera que la policía sería capaz de ayudarle.

Pero demasiado pronto la confianza cae cuando no me muevo de mi lugar frente a la puerta y la sonrisa en mi cara no pierde su potencia.

Me paro con mis manos entrelazadas frente a mí.

De pronto, escucho un rítmico pitido, mientras pienso que Choi está apretando los números en el teclado de la alarma al lado de la puerta frontal.

PUERTA TRASERA ABIERTA, escucho una voz robótica diciendo cuando trata de programar la alarma.

Entonces escucho una pelea dentro, un fuerte disparo contra la puerta y algo similar a vidrio quebrándose contra el suelo adentro.

- ¡No! Por favor Yo... yo... ¡por favor! -Choi grita con voz asfixiada mientras, algo, el brazo de Yoongi tal vez, está presionando alrededor de su garganta.

-Siéntate y cierra la jodida boca -escucho a Yoongi decir, y me lo imagino ondeando esa pistola suya frente a la cara de Robert.

Todo se queda callado y entonces la luz del porche se apaga, sumiéndome en la oscuridad nuevamente. Un segundo más tarde, escucho los seguros de la puerta
frontal chasqueando y entonces se abre.

Choi ha sido atado en una silla de gran tamaño en la habitación frontal.

-Yo... yo no sé quiénes son ustedes o...

-Claro que sabes quienes somos -digo, pasando a un lado de un vaso roto y acercándome a él.

Jalo el banquillo lejos de sus piernas y tomo asiento directamente frente a él, descansando mis manos en mis muslos con los codos, mis manos colgando entre mis piernas.

Choi está temblando, la barbilla tiritando en la tenue luz que proyectaba la lámpara que se encontraba en la mesa a su lado. Está usando una camisa color marino de manga larga y cuadros color canela con los tres primeros botones desabrochados y una camiseta de franela abajo. Huele a colonia barata. Odio esa mierda.

-Mira, enserio, de verdad no sé porqué estás aquí -dice de manera patética, sus ojos pequeños y oscuros, mirando entre mí y Yoongi-. Yo no trabajo para Callahan. Solo hago lo que me pide la organización de Norton.

Sonrío y miro detrás de él a nada en particular. Aun no puedo llegar a sacar la imagen de él en mi silla, fuera de mi cabeza.

-Entonces realmente sabes porqué estamos aquí -me burlo, inclinando mi cabeza a un lado-. Créeme, mi amigo, será mejor que seas honesto de ahora en adelante.

Espero que no sea honesto. Lo quiero negando todo así puedo llegar a trabajar en él.

Choi me mira.

-Dime quién eres -dice, más suplicando que demandando, y entonces regresa su mirada a Yoongi. Ahí apareció compresión en sus ojos-. Yo... yo te recuerdo. Tra... trabajabas para Hye Lee. Los dos.

-¿Acaso eso importa? -pregunto e inclino mi cabeza al otro lado.

-Mira... te... te diré todo lo que quieras. Pero no tengo nada que ocultar. No soy un traidor.

-Hasta dónde sabemos, eres amigo de Callahan pero lo vendiste a una organización para que lo mataran-Yoongi añade y alza su pistola, apuntando directo a Choi-Suena como traición para mí.

-No -Choi sacude su cabeza-. Sí vendí información de Callahan. Pero... ¡Diablos!

Me disparo de mi silla, dispuesto acelerar las cosas. En un segundo estoy encima de él, girando con mi mano la mandíbula inferior de Choi, obligándolo a abrir su boca. Intenta gritar, pero comienza a ahogarse con la saliva y las lágrimas que corren en la parte de atrás de su garganta cuando fuerzo su cuello hacia atrás. Agarro su lengua carnosa en medio de sus gritos, sus luchas y sus dientes rechinando, forzando dos dedos en el músculo caliente y flácido debajo de ello, y mi pulgar en la parte superior para mantener mi agarre, sus ojos abiertos del terror, todos los huesos y músculos en su cuerpo tensos a la vez.

-Dámela-le digo a Yoongi estirando mi mano hacia él.

Yoongi saca una jeringa del bolsillo de su abrigo y quita la tapa protectora de la parte de la aguja.

Coloco la aguja en el centro de su lengua.

-¡No... e...espe...!

-Solo vamos acelerar las cosas, abuelo. También ayudará a ese tartamudeo.

Su gran cabeza comienza a sacudirse de un lado a otro, una y otra vez. Sus oscuros ojos se amplían y su respiración comienza a acelerarse.

-Ahora, ¿recuerdas lo de ser honesto?-dice Yoongi, balanceando su pistola a Choi quien sigue mirando al cañón aprensivamente, preocupado de que se dispare.

Choi asiente.

Me detengo indiferentemente con la aguja aún sobre su lengua.

-Tienes tres minutos para que digas sobre la misión de Norton en la mansión Callahan-digo-Y será mejor que no jodas con mi tiempo.











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Maggi



Sé que JungKook no está buscando el "baño" y empiezo a ponerme nerviosa cuando se ha ido por más de veinte minutos. Me muevo rápidamente, pero con gracia, para no atraer atención no deseada a través del largo pasillo hacia el salón. Es temprano para ir hacia allá, pero está lleno de gente - mayormente trabajadores- y cualquier lugar con gente es mejor que ser atrapada sola.

Necesito estar aquí por más tiempo, de encontrar algo, cualquier cosa que apunte en la dirección de Callahan, porque no sé cuánto más podré mantenerme a raya antes de que cualquier agente rival tome la iniciativa.

No puedo matarlo. No aún. Él es el anfitrión; si no está, todo el mundo lo notará y entonces no habrá show.

-¿Jana?

Me paro en seco en el medio del pasillo, y me vuelvo para encontrarme con una sirvienta. Sus ojos brillan, cómo si estuviera feliz de verme.

Mi instinto primario me domina, y no es Jana. No es Maggi.

Es Beth.

-¿Disculpa?-susurro duramente; aprieto su codo, pero sé que no la estoy engañando. Si fuera tan horrible como pretendo ser, esta chica ya estaría en el piso sangrando por la boca por hablarme.

-Soy...Sabine- ella dice mirando al piso- Tú me... defendiste de Izel mi primera noche.

-¿De qué estás hablando?-Esto puede ser un truco; Callahan, incluso Vince, podrían haber metido a esta chica en esto; saben quién soy. Ellos saben sobre mí.

Tan pronto como el pensamiento me llega, mi mano se eleva como un martillo y Sabine está en el piso un segundo después.

Ella se revuelve hacia atrás sobre su trasero y sus manos, temblando, hay sangre saliendo de su nariz.

-Por favor... Yo... yo solo...

-¿Para quién trabajas? ¡Habla!

-Para nadie- responde y se limpia la sangre de la nariz con el dorso de la mano- y-yo estaba con Kisha, recuerdas, la noche que nos lle-llevaron con Jung. Tú estabas ahí.

-No conozco ningún Jung-miento-¿Me estás acusando de algo chica?

Ella sacude la cabeza rápidamente.

-No, estoy arriesgándome. Mátame si quieres; preferiría estar muerta, a-al menos habré hecho algo por lo que me sienta bien.

Vuelvo la cabeza rápidamente, mirando hacia el largo pasillo, a izquierda y derecha preocupada de que alguien pudiera escuchar y entonces agarro a Sabine por el brazo y la halo hasta ponerla de pie. Arrastrándola hacia un cuarto, cierro la puerta tras de nosotras.

-¿Por qué me estás diciendo esto?-la presiono, apretando mis dedos alrededor de su brazo-¿Y qué te hace pensar que te conozco?

No puedo arriesgarme. Yo misma puedo armar un personaje de esta magnitud.

Los ojos de Sabine se ven brillantes en el cuarto oscuro; la única luz es la que entra por debajo de la puerta. Ella tiembla, y su cara se arruga con miedo, pero eso no hace que deje de hablar.

-Es-estas diferente, es cierto-ella dice-pero se que eres tú, Jana.

La presiono.

-Qué te hace pensar que yo...

-¿Es la cicatriz qu-que Jung te dejó?- Sabine me interrumpe y eleva su mano hacia mi rostro, muevo mi cabeza evitando que me toque y se encoge como si pensara que la voy a golpear de nuevo-Dijo que te había marcado. Que eras una propiedad dañada, que nadie te compraría y volverías a él. Pu-puedes estar engañando a todos los demás, pero no a mí. Se-se que eres tú.

Deshaciéndome del acto, porque de la misma forma que Sabine sabe que miento, sé que ella me dice la verdad, mis hombros se desploman y dejo escapar el aliento que había estado conteniendo por los últimos minutos.

-Por favor-digo en voz baja-nadie puede saber que me conoces, ¿lo entiendes?

Sabine sonríe suavemente, y deja de tartamudear mientras habla.

-No es mucho lo que sé, pero puedo ayudarlos. Callahan no es quién lleva toda la orquesta, es su mujer.

-¿Dónde puedo encontrarla?

-No es sencillo. Callahan tiene que llevarlos con ella. Está en su suite, en el cuarto piso. Hay un arma escondida entre las toallas, la dejé ahí para ustedes.

A la que deberías buscar es a una mujer llamada Coral. Lleva una tarjeta de identificación como todo el staff.

Bajo mis ojos para ver la pequeña tarjeta que cuelga del uniforme de Sabine con el nombre Coral. No sé cómo Hoseok lo hizo, pero estoy impresionada.

Ella curva sus pequeños dedos
alrededor de mi muñeca y eso provoca que la mire directamente.

-El hombre que me puso aquí, no sé quién es-dice-y no te estoy pidiendo que me lo digas, pero sé una cosa.

-¿Y qué es eso?

-Dios los envió a mí- dice-He orado cada noche desde que me secuestraron, y supe, casi desde la primera vez que lo ví, que Él lo envió para salvarme.

Yo me burlo, sacudiendo la cabeza.

-Lo siento, pero Dios definitivamente no lo envió.

-No, Él lo hizo, lo sé- siento sus manos apretarse de mi muñeca- Y también lo veo en ti, siempre lo supe, eras un ángel que Dios envió aquella noche.

Oh genial, una fanática religiosa.

-Van a salvarme-continúa- lo harán, porque es la voluntad de...

Voces se entrelazan por el pasillo más allá de la puerta; agarro el brazo de Sabine y la halo hacia mí.

-Shhhh.

Las voces se hacen más claras mientras se acercan y mi estómago nada en un mar de ansiedad. Los pasos se aproximan y entonces la luz del pasillo parpadea mientras ellos pasan la puerta.

Diez segundos se sienten eternos mientras estamos paradas inmóviles, apenas respirando, en el cuarto, rodeadas de toallas de baño y sábanas y estantes llenos de rollos de papel de baño y cajas de pequeños jabones y champús.

Finalmente, la libero y le doy vuelta, mis manos apretadas en sus pequeños hombros.

-Esta conversación nunca sucedió- le advierto-Cuando volvamos allá afuera, no puedes actuar ni siquiera ligeramente diferente, ¿entendido?

Ella asiente.

-No puedo prometerte que podré sacarte de aquí; así que, por favor, te estoy rogando que no te llenes de esperanza.

Ella sonríe, y todo en mí me dice que Sabine está llena de esperanza que da para las dos. Y eso es desafortunado.

Abro la puerta suavemente, y miro a través de la abertura, echando un ojo hacia el pasillo por donde se fueron los hombres.

Con la confianza suficiente para moverme, termino de abrir la puerta y salgo hacia el pasillo, halando a Sabine con mi mano apretada alrededor de su codo.

-Se confundió de puerta-escucho a un hombre decir detrás de mí y me vuelvo rápidamente-Pensaba que era el cuarto de lavado alrededor de la esquina; aparentemente, el idiota que vigila las cámaras ha estado trabajando en esta mansión por cinco años y aún se confunde con los pasillos.

-Lo siento señor-el hombre, presumiblemente el idiota que vigila las cámaras dice-Todos los pasillos se ven iguales.

El hombre de traje negro le hace un gesto para que se aleje y el guardia nos deja paradas aquí.

Solas.

En el predicamento que he tratado de evitar toda la noche, pero ahora es peor, mucho, mucho peor.

Elevo la barbilla, sus ojos miel estudiándome con curiosidad y hambre, pero mayormente, él quiere saber qué estaba haciendo yo en el cuarto de lavado con una sirvienta.

Y tengo una respuesta para él.

-¿Qué exactamente está haciendo aquí?

Suspiro profundamente, seria y jodidamente enojada.

-Parece que la privacidad no existe en este lugar-le digo-¿Nunca ha metido a una chica en un closet?

La sonrisa del hombre es tan escurridiza como él.

-Por supuesto-dice, mirando hacia Sabine sin mover la cabeza, y luego de vuelta a mí-Pero creo haberla visto con- él se encoge de hombros con arrogancia-otro hombre.

-Lo que tengo con mi esposo es diferente-lo miro directo a los ojos, retándolo a amenazarme-. Él y yo tenemos un acuerdo.

-Entonces a su esposo no le importará si...-gira su mano-de alguna manera se entera que usted ha estado obteniendo placer de alguien que no sea él.

Mi cara se arruga.

-Estoy segura de que él lo hace todo el tiempo-le respondo-Esto es solo
sexo. Con mi esposo es mucho más que eso. Y él lo sabe. Adelante, dígale lo que quiera, pero eso solo lo hará lucir como un pedazo de mierda entrometido.

Su boca se tuerce hacia un lado, indicando su molestia con tener que estar de acuerdo conmigo.

La mirada de él se vira bruscamente de mí a Sabine que está detrás de mí.

-Sabe qué-dice cambiando su
comportamiento-No le creo.

Mierda.

-¿Qué es lo que no cree, exactamente?

Mierda. Mierda. Mierda.

Él da otro paso adelante y yo también lo hago, para evitar que se acerque más a Sabine, pero él agarra mi hombro y me detiene. Mira directamente a mi cara, retándome ahora a amenazarlo a él.

-Yo no haría eso- dice fríamente.

Y entonces mi espalda se estrella contra la pared al lado de la puerta, su mano derecha aprieta mi mandíbula. Sabine ahoga un quejido cuando él saca un cuchillo y lo apoya en mi garganta, justo en la carótida.

-¿Sabe qué pasaría si le corto aquí?-permanezco en silencio, solo mirándolo, la voz de él burlona, casi seductora por la tentación de la muerte.-Sentirá dolor, -continúa sin desanimarse. -Desangrada. La muerte vendrá, pero mucho, mucho más tarde. Ahora. Hazte a un lado.

Aparta su cuchillo y me suelta, no sin antes golpear la parte trasera de mi cabeza contra la pared.

Enseñándole los dientes, hago lo que dice.

Él toma a Sabine del brazo, sin apartar los ojos de los míos. Levanta la falda de su delantal, exponiendo su cuerpo desnudo de la cintura para abajo. Sé que ella quiere
mirarme, esperando que yo lo detenga de alguna manera, pero ella no lo hace porque no puede y yo no lo hago porque tampoco puedo.

El hombre desliza sus manos entre sus piernas.

-Ella no está mojada- dice, entonces se agacha frente a ella, mirándome-¿Por qué no está mojada?

Le gruño.

-Porque escuché pasos en el pasillo y lo tomé como una señal para detenerme.

Con su mano moviéndose, los ojos de Sabine van de un miedo contenido al comienzo del placer, pero él mantiene una cara seria y sin emoción.

Él se pone de pie, dejando caer su falda.

-Sabe...el coraje tarda sólo un segundo en convertirse en una tontería-se acerca a mí, colocando sus dedos húmedos en mis labios.

-¿Y qué se supone que significa eso?-pregunto, todavía con mi espalda presionada contra la pared, mis piernas abiertas; una mirada de no-te-atrevas-a-joderme en mi cara.

-Me gusta una mujer difícil de conseguir- dice-Pero una que pertenece a otro hombre, presenta un desafío aún más intrigante, y nunca retrocedo ante un reto.

-No puedes tenerme.

Mi corazón está en mi garganta. Trato de tragarlo, pero está atascado ahí, ahogándome, latiendo en mis oídos.

¿Estoy manteniendo una cara calmada? Desearía tener un espejo.

-Te tendré, antes que esta noche termine-continúa, tan seguro de sí mismo que me hace reír por dentro-Y cuando termine contigo, no querrás tener nada que ver con esta belleza de pelo oscuro quien se estimula tan fácilmente.

Pone sus dedos en mi boca para que pueda probar su Víctoria.

Su comentario llama mi atención. Él es Callahan.

Piensa rápido, Maggi ... tienes que salir de esto.

-Lo veré más tarde con mi esposo, señor Callahan.

Una sonrisa misteriosa aparece en su cara; se da la vuelta y camina por el resto del pasillo, desapareciendo alrededor de la esquina.

Observando las paredes y techos con más detenimiento, busco la cámara oculta que me expuso, pero nunca la encuentro. Me pongo mis zapatos de Beth de nuevo y agarro a Sabine por la parte de atrás de su cuello y la empujo hacia adelante.

-Muévete- le ordeno y Sabine hace lo que le digo sin titubear.






Unos minutos después, veo a JungKook resurgir del corredor, una vez que está frente a mí, se inclina y me besa en la frente.

Lo miro rápidamente y algo no me parece correcto.

-¿Te cambiaste? -Parecía el mismo traje, pero más fresco.

-¿Por qué iba hacer eso? -me pregunta, pero hay un brillo en sus ojos que conozco perfectamente.

-¿Dónde estabas?

Él no responde, en cambio, mira sobre mi hombro a Sabine, que no se ha despegado de mí después de nuestro encuentro con Callahan.

Jungkook sonríe y ajusta su corbata.

-Veo que has encontrado a nuestro contacto.

Todo mi rostro se ensombrece con una sonrisa confiada.

-Encontré más que eso.

La ceja derecha de JungKook se levanta con curiosidad. Lleva sus manos a mi cintura y me acerca a él.

-No puedo soportar el pensamiento de hacerlo, Maggi, pero si tengo que hacerlo, te dejaré ir con él-Su respiración bailotea a lo largo de mi cuello, dándome piel de gallina.

Suspiro ligeramente.

-Se que lo harás pero pude meterte en esto. Confía en mí -digo entre susurros, volviendo mi cuello en ángulo para que mi boca alcance la suya.

Cierro los ojos para besarlo y siento sus labios cerca de los míos, tan cerca que casi puedo saborearlos, pero luego se aparta. Los hombres parados junto a nosotros están mirando en su propia manera privada cuando mis ojos se vuelven a abrir.

Arthur Callahan emerge desde la sala de la fuente con cuatro hombres en traje y la atención de todos se vuelve hacia él.

Mientras el permanece allí al frente de la sala con sus secuaces a los costados, no veo a un sencillo hombre de edad madura, veo un hombre malvado que va a morir esta noche. Es todo lo que puedo pensar: él va a morir. Y yo voy a estar allí para presenciarlo.

Arthur Callahan se dirige a sus invitados, agradeciendo a todos por venir esta noche y sigue y sigue sobre cosas superfluas a las que todo el mundo asiente y acepta y sonríey ofrece su propio comentario. Y él hace bromas por las que se ríe antes que nadie, pero ellos siempre se ríen también, porque sería descortés no hacerlo, por supuesto.

Incluso me encuentro riendo ligeramente a una broma que todo el mundo parece encontrar divertida y que yo realmente no.

JungKook me mueve para quedar delante de él, presionando la parte posterior de mi cuerpo contra el frente del suyo. Su boca explora mis hombros desnudos, y sus manos descansan en mis caderas. Pero el afecto es breve, sólo para el espectáculo, y su atención está de vuelta en Arthur Callahan, el cual me doy cuenta en ese personal espacio tiempo tiene con la mirada fija en nosotros a través del cuarto.

Puedo ver la deliberación en sus ojos, el cambio repentino en su comportamiento.

Después de unos cuantos anuncios, termina la pequeña charla y deja a todos a reunirse y disfrutar ellos mismos de la forma en que habían estado haciendo antes que él entrara en la habitación.

Lo siguiente que sé, es que él está caminando en línea recta hacia nosotros.

Muy bien, que la función comience.

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