2- Tengo algo que confesarte.
Cuarenta y ocho horas antes ...
Las puertas de las celdas de la prisión no se cierran como en las películas.
Actualmente las instalaciones como Cotswort utilizan un grueso panel de plexiglás sobre la única puerta con barrotes para evitar que los presos del nivel tres como yo tengan contacto.
Me ordenan estar dentro de mi celda blanca y mirar hacia el catre.
Con mi regreso de mi última evaluación uno de los oficiales me desata las esposas, luego la puerta de la celda se desliza en su lugar con un pitido y un clic hueco.
Una vez que la puerta está cerrada y estoy sellado por dentro, me doy la vuelta.
Hace un tiempo, la doctora Sullivan acabó con mi confinamiento solitario. Ahora me encuentro en un confinamiento de seguridad mejorado a horas de mi salida.
Mi espacio está escasamente
decorado con las únicas cosas que considero valiosas en esta vida.
No necesito muchas posesiones. Tiende demasiado a desordenar una vida, restar valor de lo que es esencialmente importante.
Las cajas de rompecabezas se apilan en una mesa de plástico montada. El más reciente terminado, una vista panorámica de la costa de Maine. Enviado a mí por César por uno de los guardias.
En el medio de mi celda, una barra de dominada prefabricada se extiende desde el techo. Especialmente diseñado para evitar que los reclusos se hagan daño a sí mismos. Pero yo la he utilizado para ejercitarme.
Las luces parpadean y la tenue pista aérea ilumina la celda en un resplandor anaranjado más espeluznante. Tiempo de inactividad durante una hora antes de que la oscuridad total me llene, me quito mi suéter tirándolo a la esquina y subo las mangas térmicas. Me acuesto de nuevo en mi catre y miro los remolinos de naranja a lo largo del techo.
La prisión tiene que ver con el horario y el orden. La mayoría de los reclusos provienen de un lugar del caos, haciendo de la prisión un castigo doloroso. Las reglas estrictas no me afectan; mi infancia y adolescencia fueron una mierda, nada se compara con esto. Estar aquí es como estar de vuelta en casa, y estoy esperando mi momento como hice allí.
Todo permanece igual.
El cambio es la única constante en la que se puede confiar. O te adaptas o no lo haces. Esa elección es lo que distingue a los presos. Los que esperan y los que se rebelan. Esperar a que algo suceda puede volver loco a un hombre cuerdo. Y este lugar está lleno de locura.
Como no tengo que preocuparme por volverme loco, estoy esperando.
El guardia pasa mi celda en su ronda, dándome treinta minutos para mí. Salto del catre. El cuadro que pinté se quita fácilmente para revelar el verdadero tesoro debajo.
La colección de imágenes que he acumulado durante los últimos años están dispuestos en un collage en espiral en la pared, a partir de cuando entré aquí, hasta lo más reciente.
Paso mi dedo por su mejilla, la imagen es tan realista que puedo recordar la sensación de su piel suave y cálida. Antes de que la negrura tome la escasa luz, pego la imagen en el medio de mi collage y retrocedo unos pasos.
Trazó sus rasgos memorizando todo de nuevo como lo he hecho durante mucho tiempo. Las luces se apagan, dejándome en mi oscuro vacío.
|•••|
El pabellón general, también conocido por el público no conocedor como área común, tiene sus ventajas en la cárcel. Está menos restringida y, por tanto, un convicto puede adquirir ciertos artículos difíciles de conseguir si el precio es el adecuado.
Es un poco más complicado aprovechar esta moneda cuando se está sancionado en un confinamiento de seguridad reforzado, pero no es imposible. Todo se reduce a la oferta y la demanda. En la cárcel, las cosas que damos por sentadas en el mundo exterior tienen mucho más valor dentro. Afuera, si necesitas unos medicamentos, vas a la farmacia.
Aquí, tienes que pagarle al guardia correcto.
Con menos de doce horas hasta mi traslado a Soley, el tiempo es mi enemigo.
Encerrado en esta celda es como estar sellado dentro de una tumba.
Y yo estoy muerto para el mundo exterior.
Y así como un hombre muerto no necesita posesiones, he hecho arreglos. Mi celda es una pizarra vacía, lista para un nuevo ocupante. Todo ha sido desechado para preparar mi incorporación al caso.
Las fotos, la investigación, el seguimiento de ellos... todo ha desaparecido. Está encerrado. Encerrado, bloqueado. Sólo otra persona tiene la llave.
Me paseo por mi celda. Un animal enjaulado que espera que se abra la puerta.
El aislamiento es un instinto de supervivencia. Pero ya no anhelo la
soledad para sufrir la penitencia.
Suenan pasos cerca de mi celda. La pesada pisada de las botas golpeando el cemento dispara mi adrenalina.
—Entrega de pabellón general —dice el guardia mientras mete un paquete en la ranura. Lo sostiene de lado, con la mirada fija en mí—. Esto no será barato, chacal.
Me alejo un poco de la puerta.
—Doblaré el pago y lo transferiré a tu cuenta.
Se ríe.
—Sabes… preferiría que está vez … el pago se realizara en persona—Hace una pausa y se relame los labios mientras piensa en silencio. Prácticamente puedo escuchar los engranajes girando en su cabeza. — Alguien con quién pueda encontrarme y efectuar el pago… quizás esa jóven que ha venido por aquí a verte en ocasiones… se que ella es de tu confianza.
Mi mandíbula se aprieta. Bajo la mirada al paquete que sigue en su mano y vuelvo a levantar la vista encontrándome con sus ojos color mierda y un gesto de lo más lascivo.
— Enviaré a César para…
—¡Cristo, no! — farfulla y se pasa la mano libre por la cabeza— Bien, iré al punto por qué veo que el encierro te ha jodido las neuronas— mira hacia los lados para asegurarse que el pasillo aún se encuentra despejado—. La chica, es el pago.
Levanto una ceja. Contengo una sonrisa cuando la rabia se apodera de mí.
—Una noche completa… vamos hombre… mañana te irás de aquí y quiero eso. Joder, quiero eso.
Doy un paso adelante y levanto la barbilla enfocando mis ojos a través del plexiglás. Con la mandíbula fija, exhalo la acerada tensión de mi pecho.
—¿Vas a darme el paquete o no, Larry?
Él nota mi reacción y su sonrisa se estira.
— Aún me lo estoy pensando… JungKook. —Se burla.
Entrecierro los ojos, tratando de seguir su movimiento cuando intenta retroceder su mano por la ranura con el paquete. Me abalanzo por él.
No le doy un segundo para reaccionar cuando mis dedos atrapan su muñeca y tiro de ella hacia adelante. Larry apoya su mano del otro lado para evitar golpear su rostro con la puerta pero yo ejerzo más fuerza hasta ver su antebrazo pasar por la ranura. Tuerzo las articulaciones de su muñeca en diagonal. Al instante chilla de dolor y cede abriendo la mano, dejando caer el paquete junto a mis pies descalzos.
—Shh… Larry. Reprime ese dolor… no querrás que tus superiores te escuchen.
—¡Demonios!—Escupe, las venas de su frente resaltan en su rostro enrojecido. —Suéltame... hijo de...
—Veamos cómo ha ido esto. Punto número uno, la chica que tú dices...es mi maldita hermana— digo, virando sus dedos dolorosamente—. Punto número dos, tú no sabes por la mierda que ha pasado, me he ocupado de ella desde aquí dentro y estoy negado a qué un puto guardia arruine todo lo que ella ha logrado avanzar... ¿Me sigues por dónde voy?
Respirando con dificultad, Larry dice:
—S-si...
—Punto número tres, francamente tienes huevos, Larry. Pero voy a dejarte algo en claro— Suena un zumbido, luego escucho el silbido del ascensor obligándome a terminar con esto— ...Si te acercas a ella...si respiras a su lado. Voy a ir por tí. Te mataré y te sacaré las tripas para que, de ese modo, no flotes en el puto rio al que te voy a tirar… Asiente si me has entendido.
Mi agarre de la mano de Larry es firme y estable mientras fuerzo su muñeca aún más como incentivo. Él asiente finalmente y lo sostengo por unos segundos antes de liberarlo.
Larry está temblando ahora. Una maraña de maldiciones y oraciones caen de su boca, mezclándose incoherentemente.
Agarro el paquete del suelo y lo sostengo detrás de mi espalda. Puedo sentir el contenido.
—Mi mano… joder … ¡no puedo mover mi mano! ¡Eres un animal!
Me río.
—Hace falta uno para conocer a otro, Larry.
|•••|
Actualidad
La mansión en Soley era perfecta. Estaba escondida a simple vista, localizada en el corazón del pueblo, construida solo con los niveles suficientes para todas mis necesidades y mi personal; por no hablar, de que, previamente siendo un orfanato,estaba equipada por habitaciones que cumplian más que la parte justa de su propósito desde su construcción aquí.
Perfecta.
Sin embargo, no era tan perfecta después de todo.
Era, en cierto sentido, una fantasía creer incluso por un momento que podía permanecer en el mismo lugar por mucho tiempo, mucho menos ejecutar una creciente organización clandestina de mi propiedad aquí, sin la inminente amenaza de mi padre entrando y hundiéndome, y a todo el mundo en ella.
Vacía.
Esa es la única palabra para describir mi santuario perfecto ahora. Había sido limpiado y renovado de cada puntada de mobiliario, cada pintura, cada arma, cada bala, muestra de sangre y el ordenador.
He pensado mucho durante la hora que he pasado en este auto, estacionado en la entrada con mi mirada fija en lo que alguna vez fué mi jardín a través del cristal polarizado.
Cambiar.
La sola idea hace que mis dientes se aprieten. Pero ya no puedo fingir que seré eternamente inmune a su inevitable propósito. Nadie es inmune al cambio, especialmente aquellos que le temen. A nosotros nos llega primero, y nos destruye rápidamente porque peleamos con más fuerza. He estado peleando contra él desde que conocí a Maggi. Peleé sin descanso mientras todo.sucedía alrededor de mí; cada cosa que he hecho, desde aquella noche cuando la ví detrás de una puerta, ha sido pelear contra el cambio que ella ha agitado.
Antes estaba equivocado, cuando le dije a Maggi que no podía cambiar por ella; debía. Ya no puedo pelear más. Cuando creí que continuar peleando contra ello significaba que Maggi debía morir. Estaba equivocado.
Ella vivió.
Una, y otra y otra vez; ella sobrevivió. Y aunque no fui yo quien a la larga la salvó, fui yo quien la liberó.
Pero debo encontrar un balance en este cambio. Todavía soy lo que fuí ayer, eso nunca cambiará, pero ahora también debo permitir la parte de mí que Maggi creó, que viva igualmente en conjunto con él.
—Media hora y entra—Me ordena el agente de la interpol, James Woolrich mientras reúne sus carpetas en su maletín y sale del auto ajustando su postura—. No intentes nada fuera de lo pactado.
Y se marcha.
—Para el momento que entremos, dame una excusa para meterte una bala en la cabeza,idiota. —Repara el agente Michaels desde el asiento del acompañante, lo dice más bajito,sólo para que yo pueda oírlo.
Su justa ira me hace sonreír.
Él es como yo, está hecho para matar, pero se ha negado a sí mismo ese capricho. En lugar de eso, eligió una profesión que lo provoca, con el dedo del gatillo siempre listo.
Qué existencia tan miserable.
Me siento hacia adelante, y él se tensa notablemente.
—Cuando llegue ese momento, no serás tú quien obtenga ese placer.
Su labio se curva con repugnancia.
—Apártate, convicto.
Obedezco y dirijo mi atención a la ventana.
Media hora después salimos del auto y caminamos por la acera hacia la mansión, y por primera vez en mi vida miro esa puerta con un propósito, el rectangular blanco en medio de una tela negra y siento el cambio sucediendo en tiempo real.
Siento la presión en el pecho,una extraña y cálida luz en mis ojos, y, de todas las cosas, le doy la bienvenida.
Quizás ésa sea la llave para sobrevivir al cambio: Abrazarlo, tan incómodamente, o con gracia, como se pueda.
Insectos revolotean alrededor del porche cerca de la puerta frontal; oigo movimiento al otro lado de la puerta, la brisa mañanera pasando a través de los árboles y el corazón golpeando en mis oídos y en mi cabeza.
Abro la puerta con decisión.
Y trago.
Me enderezo la corbata, dándole un tirón para aflojarla de mi garganta apretada. Las manos me sudan y las separo para permitir tomar algo de aire. Mis pasos ahora son el eco que se escuchan en conjunto con los de Michaels detrás de mi.
Me detengo.
Un fuerte barrido resuena en la sala.
Ella se mantiene en su silla a la vez que el resto se ponen de pie. El asombro de sus rostros son inigualables, nunca los había visto de esa manera. Ni siquiera en nuestros mejores momentos.
Taehyung está de pie cerca del ventanal que da al jardín. No esperaba verlo, todavía no estamos en términos de hablar, sin duda no está fuera de nuestros planes.
Solicité a James Woolrich una invitación en privado antes de esta reunión con Taehyung, pero teniendo en cuenta que su respuesta fue “Tengo que masturbarme en este momento, pero gracias de todos modos”
Este es el último lugar en el que esperaba verlo.
Miro a cada persona en la sala, uno por uno, comprobando sus nombres en mi cabeza;Namjoon, Hoseok, Yoongi, Jimin, Leslie y, por último, mi hermana. Se siente increíblemente completo. Pero la ausencia de Seokjin me sigue afectando más de lo que jamás hubiera imaginado.
Trago, levanto mi barbilla y vuelvo mis ojos a ella.
Maggi hace un ruido con el aliento, y niega como si no pudiera creer que me está viendo. Yo tampoco puedo creerlo.
El amor vuelve innegablemente estúpido a las personas.
En el momento que la veo acercarse a mi, el pecho se me oprime y mis hombros se alzan.
No estoy acostumbrado a este tipo de cosas; quiero hablar con Maggi sobre lo que sucedió,pero ciertamente no comenzar con eso.
Ella solo me mira, sin parpadear, y aunque la expresión de su rostro no ha cambiado mucho desde la última vez que la ví, veo la evidencia de algo diferente en sus ojos.
Pero no tengo la más mínima pista de qué es.
—JungKook.
Mis ojos se cierran al oír su voz. Respiro su aroma para reforzar mi valor y liberarme del sedante, instando a mi adrenalina a bombear más fuerte.
—Hola, muñeca.
Ella se queda quieta, sus ojos me analizan.
Siento un pulso eléctrico vibrando al tenerla tan cerca de mi. Levanto mi mano hacia ella por qué la necesidad de tocarla me atrae como una polilla a la llama.
Ella vacila por un momento.
Nadie habla.
Le empujo un mechón de pelo suelto detrás de la oreja y cuando rozo su mejilla, ella inclina su cabeza en mi palma. Con esa simple acción mi cuerpo arde con un dolor abrasador que me abrasa la garganta; se me hace la boca agua para probarla. Quiero darle su tiempo aunque eso me esté costando como el infierno.
Sus ojos se cierran sintiendo mi contacto.
Una lágrima se desprende y parpadea para evitar la humedad. No está llorando; tiene la adrenalina por las nubes.
Recorro cada región delicada de su rostro. Atrapando las gotas cristalinas con mi pulgar.
Raspo con mis dedos memorizando de nuevo la sensación de su suave piel dibujando su cicatriz.
—Dios, eres real. —Su susurro me provoca el oído.
—En carne y hueso.
La traigo hacía mí y bajo la cabeza hasta su hombro e inhalo.
Cítricos. El pequeño cuerpo de Maggi se amolda perfectamente al mío, haciéndome sentir completo otra vez.
Sus sedosos labios encuentran mi cuello y un fuerte escalofrío me recorre.
—JungKook…—su aliento rebota en mi piel.
Apretando los dientes, la atraigo contra mí una vez más. Encuentro sus ojos, esos azules cegadoramente obvios, brillan con claridad.
—Estoy aquí—digo, pasando la yema del dedo por su labio inferior.
Sólo yo sé lo verdaderamente letal que es Maggi, y sintiéndola ahora, su aroma nadando a mi alrededor... en mis venas... estoy bajo su hechizo.
El entorno cambia de ritmo, una melodía provocativa, forzando la atmósfera en la que estoy envuelto por ella.
Y entonces... Sonrío.
La comprensión llega a mí, es lenta y dolorosa pero como un radar la reconozco.
Maggi se pone de puntillas y me rodea el cuello con los brazos. Bajo la cabeza cerrando mis ojos y le susurro:
— Aún eres buena en esto. Pero siempre serás mi sombra.
Ella me pasa los dedos por el hombro y por el cuello, y su respiración se vuelve agitada cuando me habla al oído.
— Algunas cosas nunca cambian—dice en un susurro jadeante.
No tiene que decir nada más, porque yo siento la misma opresión en el pecho.
Me separo de ella. En cuestión de segundos sus ojos me taladran y lo siguiente que siento es el impacto de su mano en mi rostro tan áspero que consigue romper mi labio inferior.
—¡Maggi! — escucho la voz de So-jung como una súplica.
Por un momento había olvidado que ellos estaban aquí.
Maggi hizo que vean un reencuentro, la estructura del diagrama íntegro.
Pero mi mente vió más allá. Demostrando que soy un simple mortal en su divina presencia. Es lo que la hace tan buena en esto. Sus expresiones, sus movimientos. Es como un hilo oscuro que teje hasta que te envuelve a su alrededor tan apretado que incluso palpitas.
Daimon y Jezabel.
El chacal y su ángel negro.
Nada ni nadie podría haber evitado nuestra colisión.
Las puntas de mi cabello tapan mi visión pero no me molesto en apartarlos. Ladeó mi cabeza hacia ella pasando mi lengua por la abertura, relamiendo mi sangre.
— Golpeas como follas…—Mi boca herida se curva en una sonrisa. —Duro. Crudo y como la puta perfección.
Su mano vuela de nuevo hacia mi pero la alcanzo antes que haga contacto.
Sujeto su muñeca, manteniendo su mano extendida. La atrapo por el cuello con mi otra mano y la atraigo hacia mí.
—Ahorra tu energía. Seguramente quieras volver a hacerlo cuando te diga cómo resucité de las cenizas. Y tú también podrás confesarte.
Ella parpadea a través de su rabia, su mirada recorre mis cicatrices. La incógnita en sus facciones es evidente, ella quiere respuestas. Con gusto se las daré.
—No tengo nada que confesarte— Me empuja—. No eres un maldito sacerdote.
Ella se aparta de mí. Sacudo la cabeza lentamente.
—Entonces nos vemos en el infierno,nena.
Sus pasos de huida se detienen, voltea su cuerpo por completo y me mira.
Sus suaves labios se separan. Su mirada se desplaza hacia el resto masticando el interior de su boca, un gesto nervioso bastante como el mío.
El reconocimiento ardiente se enciende en el fondo de sus ojos.
Puedo verlo incluso con sus conocimientos y habilidades para desafiar la mente, entiende a lo que me refiero.
—Suéltala.—Su mirada se centra en mí—. La culpa es molesta y estorba. Yo te habría hecho lo mismo.
Su suspiro es pesado y jadeante. Se desliza sobre mi piel, haciendo que la distancia entre nosotros sea todavía más insoportable.
—¿Lo sabías? —pregunta.
Sonrío.
—Si.
Mi respuesta la desconcierta. La delicada columna de su garganta salta mientras mantiene una expresión impasible.
Me observa fijamente, pero no con confusión. Acepta lo que le digo. Pero aún puedo ver un rastro de duda en sus ojos; esa necesidad persistente que tiene de explicarse todo el tiempo.
Maggi no tiene nada de qué avergonzarse.
¿Quién no defendería su vida?
Fui una amenaza que ella no anticipó. No le di otra opción.
La punzada hueca se hace más profunda cuando la veo salir por la puerta.
En el momento en que la puerta se cierra detrás de ella, la sonrisa desaparece de mi rostro.
Miro fijamente a la puerta por un largo rato, pensando. Hay tanto en lo que pensar. No todos los demonios nacen para la oscuridad.
Y no todos los ángeles buscan la luz.
He pagado mis cuotas de mi pasado, un pasado que me robó desde el principio, que me convirtió en un asesino y ya fue castigado.
Por ella.
Ella es la respuesta a mi propósito.
La plenitud de lo que significamos juntos es una satisfacción para los demonios que me han consumido durante años.
Ella es mi salvación.
Y yo soy su consecuencia tan esperada.
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¡Hola bellezas!
Esto viene de sorpresa y prisa por qué voy a estar un poco corta de tiempo para poder escribir pero antes que mi vida se vuelva un lío quería darles el capítulo dos.
¿Esperaban que sucediera esto en este reencuentro?
Ya saben que todo, al menos en esta historia, siempre tiene su propósito.
Agradecida como siempre con aquellos lectores que se toman el tiempo en leer,votar y comentar.
No me extrañen...
¡Nos leemos pronto!
Ciao•|
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