16- Garden Baron.
Corro directamente a los brazos de mi tía cuando Jimin entra en el edificio
con ella.
—¡Tia! Estoy tan feliz de que estás bien. —Mis brazos la envuelven.
Besa mi cabeza y mis mejillas y por un momento me siento como una pequeña niña otra vez. Una inocente niñita feliz de ver a unamadre, quien nunca fue una esclava sexual y quien nunca ha matado a nadie.
—Estoy bien, estoy bien, cariño —dice, abrazándome fuerte.
Está usando una blusa rosa claro metida dentro de un pantalón color canela. Su cabello canoso está en un moño arriba en una onda de rizos sueltos que caen alrededor de su rostro envejecido donde hay incluso más arrugas alrededor de sus ojos que cuando la vi la última vez.
Retrocedo un paso con sus manos agarradas de las mías y la inspecciono.
—Te ves… bien —digo, había esperado, y temido, verla cubierta con moretones y sangre, tal vez con algunos huesos rotos.
—Bueno, por supuesto que sí —dice como si ya debiera saber que estuvo bien todo el tiempo.
Miro hacia Jimin parado detrás de ella con una mirada de profunda duda dirigida hacia mi cara.
JungKook entra en la sala de juntas detrás de ellos.
—¿Qué pasa? —pregunto, mirando a
JungKook y entonces de vuelta a Jimin.
—Bueno —comienza Jimin—, parece ser que Elenai nunca lastimó a la Sra. Hui…
—Oh, por favor llámame Gyeong —lo interrumpe mi tía—, esas formalidades me hacen sentir vieja.
Sonrío para mí misma.
Jimin sonríe igualmente y asiente.
—Elenai le dijo a Gyeong que fue enviada por ti y JungKook para que la pusiera a salvo.
—Oh pero no le creí inmediatamente —dice mi tía, sacudiendo su canosa
cabeza—. Soy sensata y cuando mencionó a JungKook, no le creí por supuesto. Dijo que estaba vivo, mencionó algo de estar preso y no se cuantas falacias que no le creí al principio. Pero luego mató al hombre que me vigilaba desde el otro lado de la calle y me asusté. Pensé que me iba a matar después.
Miro de un lado al otro entre Gyeong y JungKook, ansiosamente esperando por el resto de la historia.
—Es innecesario decirlo —continúa mi tía—, esa mujer hizo un show supongo, porque lo siguiente que supe es que me estaba diciendo ¡al suelo! y ella estaba mirando fuera de la ventana y yo estaba muy asustada de que allí hubieran otros hombres para matarme. Me dijo que ese hombre en el piso el que mató era un traidor, o, creo que usó alguna palabra elegante de película como conspirador o infiltrado —quiero decirle que se salte todas esas cosas, pero no tengo corazón para hacerlo—, o algo así, de cualquier manera, me tenía creyéndole, eso es seguro. Ella me sacó de esa casa y me acomodó muy atenta en otra y me dijo que no me fuera o que saliera o hiciera alguna llamada telefónica. Se llevó mi celular. Dijo que era por mi propio bien. Pero yo tenía todo lo que necesitaba. —Peina sus largos y envejecidos dedos a lo largo de mi cabello—. Y yo no te quería poner en peligro así que me quedé ahí como me dijo y esperé.
—¿No te hirió en absoluto?
Estoy confundida por esto. Completamente confundida.
Gyeong sacude su cabeza.
—No —dice—, fue realmente linda. Así que imagina mi sorpresa cuando el Sr. Park aquí me dijo que ella me iba a matar. Solo que no podía creerlo.
JungKook y yo nos miramos brevemente entre sí.
—¿Supongo que a Leslie le dijeron la misma historia? —pregunto.
—No —dijo Jimin—. Bueno, de alguna manera. Después de que Elenai intentara convencer a Leslie de que no estaba ahí para lastimarla. Ya sabes, es Leslie. Está en esto hace tiempo así que le dió pelea y cuando vió que estaba unos niveles más bajo que Sullivan, tuvo que cooperar.
—¿Entonces Leslie salió lastimada?
—Solo un poco —contesta Jimin.
—¿Dónde está ella ahora?
JungKook se acerca más y contesta.
—Los mandé a que la llevaran a casa. No necesitaba que la trajeran aquí.
—Quiso golpearme cuando me negué a traerla. —dice Jimin con una ligera risa, pero con aire orgulloso—. Es una chica fuerte. Estará bien.
Veo directamente a JungKook.
—Entonces realmente está trabajando sola —digo sobre Elenai.
—Así parece —dice JungKook con un asentimiento.
—Tengo mucha sed —dice mi tía, apretando mi cadera con su mano—. ¿Hay algo por aquí para beber?
La abrazo otra vez.
—Claro. —Le digo y agarro su mano—. Te llevaré a conseguir algo.
Sonrío ligeramente hacia JungKook mientras llevo a Gyeong fuera de la sala de juntas y hacia la pequeña cocina por el pasillo.
Namjoon nos pasa para ir a ver a JungKook. No me dice nada, o si quiera hace contacto visual.
—Oh, él siempre me ha parecido atractivo —dice Gyeong en voz baja con amplios ojos mientras se vuelve para mirar su alta estatura en ese traje caro—. Lo que más odio sobre ser vieja es que los hombres como ese ya no me miran.
Oh, tía, si sólo supieras lo que ese hombre en particular es capaz de hacer.
—Bueno, yo creo que eres hermosa —le digo, apretando su fría y envejecida
mano—. Además, los hombres de hoy son probablemente un poco más raros de lo que solían ser.
—Oye, yo solía ser una pervertida —dice con una sonrisa.
—¡Tia! —Mi cara se tuerce de todas las maneras y mis mejillas comienzan a arder—. No necesito saber eso.
Ambas nos reímos juntas y nos deslizamos dentro de la sala de descanso, la cual solo es una habitación con un sofá de piel y sillas que combinan con la mesita de café de mármol y dos mesas en las extremos, una televisión de pantalla plana montada en la pared y un área de cocineta en una esquina.
—Entonces, además de hermosas mujeres rubias amenazando con matarme para llegar a ti —comienza Gyeong a la ligera—, ¿qué ha estado pasando contigo, Jana?
Mi tía es a la única persona que le permito llamarme por mi antiguo nombre.
Traté de conseguir que me llamara Maggi una vez, pero se rehusó rotundamente, dijo que crecí con ella llamándome Jana y que moriría llamándome Jana. Incluso en Soley le costó mucho adaptarse a ese nombre pero sabía que debía hacerlo para mantenerme a salvo.
Le entrego una botella de soda y me siento junto a ella, poniendo una pierna sobre el cojín.
—Se siente raro tener esta conversación contigo sobre mi vida —digo—. No es como si pudiera decirte sobre la última persona que vi morir, tan casualmente como hablar sobre conseguir la orden incorrecta en un autoservicio.
—Lo sé —dice y toma un sorbo—, debo admitir que cuando JungKook apareció por la puerta, casi me desmayé. Me permitió tocarlo muchas veces para convencerme de que era real. Creo que le dejé moretones.
Sonrío. Tomo un sorbo y entonces miro hacia la pared detrás de ella.
—Las cosas no están bien con él, tía —digo, tratando de no llegar a la verdad, no estoy siquiera segura de cuál es la verdad, lo que está pasando entre JungKook y yo no es exactamente su típica situación de problemas en el paraíso.— ¿Por qué soy yo la que se siente tan… como la peor persona del mundo?
Gyeong se inclina y extiende su mano para ahuecar mi mejilla izquierda.
—Sabes, cuando conocí a JungKook, era un niño silencioso. Él solo hablaba cuando se le hablaba, y la mayor parte del tiempo, ni siquiera entonces. Siempre estaba magullado. A veces caminaba cojeando. A veces, apenas podía caminar. E incluso entonces, nadie se atrevió a sentir lástima por él ni a hablar con él.—Pasa su mano por mi rostro y continúa— Él nunca ha confiado en nadie, Jana. Nunca había tenido muchas razones para hacerlo.
—Él confía en ti —le recuerdo— Aparte de los chicos, tú también sabías dónde estaba. Él confío en tí en ese entonces.
Mi tía me sonríe con tristeza y deja caer su mano de mi mejilla.
—Solo hasta cierto punto. Él vivió siempre detrás de sus muros, completamente solo, muerto para el mundo—hace una pausa—. Una vez nos dijo a tu tío y a mí que se nos permitía acercarnos a esa pared, pero nunca detrás de ella. Por eso era y es, tan temido. La gente decía que él no tenía nada que perder. Pero, ¿ahora?
—Tiene puntos débiles— agrego.
—Y te necesita.
Gyeong y yo hablamos por un rato sobre cosas simples. Me cuenta lo que está pasando con los personajes en sus programas de televisión favoritos, pero solo escucho en su mayoría porque nunca veo la tele y realmente no tengo nada que agregar. Hablamos sobre el pequeño jardín que plantó en su casa más nueva y como eso la acerca un poco más a mi tio. Sus ojos brillan de tristeza pero guío la conversación un poco para no romper a llorar con ella.
Continúa hablando sobre las rebajas en las tiendas departamentales en las que le gusta comprar y como consiguió una blusa de treinta dólares en nueve dólares,no sé mucho sobre rebajas porque con el dinero que gano yo misma, no tengo que prestar atención a las rebajas.
Y mientras Gyeong habla sobre la variedad de cosas sin relación en el transcurso de los siguientes treinta minutos, hay solo una cosa que noto que menciona en cada tema: Garden Baron.
—Solía ver el programa todas las noches antes de dormir en Baron —había dicho ella—. Teníamos nuestro sillón reclinable con tu tío cerca de la ventana y siempre la abríamos para dejar que el calor entrara mientras veíamos nuestro programa.
Y entonces:
—No hacía mucho de pastelería en Baron.
Y después:
—Iba las tiendas de ahorro cada fin de semana cuando vivía en Baron. Conseguí algunas buenas promociones.
Finalmente, después de la quinta mención de Baron, pregunto lo inevitable.
—¿Extrañas tu casa, tia?
Sonríe ligeramente y baja la botella de soda en un extremo de la mesa.
—Sí, Jana, realmente lo hago.
Suspira y me mira, estirando su mano y colocándola en mi rodilla hundida en el cojín, metida debajo de mi otra pierna.
—Quiero regresar a Garden Baron—dice—. Incluso al parque de tráileres. Lo extraño. Extraño los malditos ladridos de los perros en la noche y los niños corriendo arriba y abajo en la calle causando molestias. Solo quiero ir a casa. —Palmea mi rodilla y entonces aleja su mano, mirándome triste pero con ojos alegres.
—Pero tia, no es seguro —Me levanto del sofá—, no puedes regresar ahí. Mira lo que pasó aquí, es la razón por la que estás sentada en esta habitación hablándome ahora mismo. Si vuelves allá estarás donde cualquiera que quiera te pueda encontrar, probablemente mirará ahí primero.
Su sonrisa calienta toda su cara.
—Oh, cariño, no me importa nada de eso —dice como si me consolara—. Lo hice al principio, pero era más que nada debido a mi niño bonito.— mira por un segundo a JungKook quien está hablando con Jimin. Éste sonríe escasamente y mi tía vuelve sus ojos hacia mí—. Pero ya no puedo hacer esto, yendo de lugar en lugar, teniendo a hombres extraños estacionados afuera de cada casa cuidándome todo el tiempo. Soy demasiado vieja para esto. Aprecio todas las cosas complejas que tú y JungKook me proveen y las hermosas casas y… solo todo. Estoy muy agradecida. Pero solo quiero ir a casa y vivir el resto de mi vida de la forma en que era antes, simple.
Mi corazón se hunde más y más profundo.
—Pero es peligroso. No quiero que nada te pase.
—Nada va a pasarme, Jana. —Su sonrisa se extiende. Levanta una mano y la coloca en su pecho sobre su delgada blusa rosa donde está su corazón—. Si algo me lleva fuera va a ser mi corazón. Sabes eso. —Sonríe y palmea mi rodilla otra vez
juguetonamente y agrega—. Además, sé cómo usar una pistola. ¿Acaso crees que JungKook solo te enseñó a ti? No mi niña, ese joven me ha protegido mucho antes que tú. Y no tengo miedo de volarle los sesos a alguien si irrumpe en mi casa.
No puedo evitar devolverle la sonrisa, aunque quiero contradecirla con todo este problema.
Gyeong se gira en el cojín para verme completamente y toma mis dos manos en las suyas.
—Quiero que me prometas algo —dice, mirándome a los ojos—. Y lo digo en serio, es una promesa real y lo es todo para mí y si alguna vez la rompes incluso si nunca me entero, deberías sentirte culpable por romperla porque es muy importante para mí.
Esto me está asustando, pero asiento y estoy de acuerdo.
—¿Qué es, tía?
Sus dedos agarran los míos firmemente como si le diera énfasis en las palabras que está por decir.
—Cuando vaya a casa, de vuelta en Garden Baron —dice—, quiero que me prometas que le diras a JungKook que no enviará a nadie a cuidarme o a protegerme. A nadie. Y tampoco quiero que tú lo hagas. ¿Me das tu palabra?
Al principio todo lo que quiero hacer es decir no, incluso comienzo a sacudir mi cabeza, pero ella aprieta mis manos y me obliga a mirarla, la mirada en sus ojos es tan intensa, y solo siento cuán importante es esta promesa para ella. Por más que quisiera mentirle y decirle que, no, que no enviaré a nadie a cuidarla…no puedo. Esto son sus deseos y le debo todo y sé que tengo que rendirme a ellos no importa cuán difícil sea.
Antes de que se vaya, le digo adiós con mi mano mientras entra en el taxi en la calle para dirigirse al aeropuerto de regreso a Garden Baron, no puedo evitar si no sentir que esta va a ser la última vez que la vea.
—¡Te amo, cariño! —me grita desde la ventana abierta del carro, sus largos y
huesudos dedos diciendo adiós en la fría brisa nocturna.
Presiono las puntas de mis dedos contra mis labios y le mando mis besos mientras se aleja, limpio las lágrimas de mis ojos y trato tan duro de mantener una sonrisa en mi cara por el bien de mi tia. Porque ella merece ser feliz y no necesita más razones para preocuparse por mí de lo que ya tiene.
JungKook
Voy hasta el último piso del edificio en nuestra sede de Nonsan y cierro la puerta detrás de mí. Me doy vuelta hacia la mesa y abro las correas de mi maletín.
Dentro hay una grabadora devolviéndome la mirada, la que adquirí recientemente por Hoseok. La saco del maletín y la coloco en la mesa, deslizo mi dedo en el botón reproducir. Y luego escucho la confesión de Maggi de nuevo por quinta o sexta vez, sosteniendo mi respiración en las partes exactas.
Ese fue el único que alguna vez vivió. Aborté a uno y, como ya te dije, tuve a uno que nació muerto.
¿Y por qué no te permitió quedarte con el bebé? ¿Su bebé?
Jung dijo que en nuestra forma de vida no había espacio para los hijos. Ni siquiera los propios. Quería creer que se aseguró de que nuestro bebé fue vendido a una familia amorosa, la mejor familia, pero en mi corazón y porque él era un hombre demasiado cruel, como fue amoroso a veces hacia mí, nunca me pude convencer de eso. Después de ese nacimiento, le dije que ya no más. Incluso lo abofeteé. Le grité en la cara y no me importaba lo que me iba a hacer como castigo. Pero ya no iba a tener.
¿Qué te hizo como castigo?
Nada. Hubo un tiempo en que Jung me amaba.
Hay un golpe en la puerta.
―Adelante ―llamo, y guardo la grabadora.
―Querías que reportara mis hallazgos ―dice Namjoon, entrando al cuarto.
Tomo asiento.
―Sí ―digo, y Nam toma asiento en la silla vacía frente a mí―. ¿Qué tienes para mí?
Nam extiende una carpeta sobre el escritorio.
―Elenai me brindó unos códigos para obtener más información sobre tu entrega―dice, apoyando sus codos sobre la mesa―. Efectivamente, fue César quién proporcionó tu nombre y ubicación a la policía—hace una pausa— pero no fue él quien te dejó en el hospital.
Asiento, extiendo la mano y toco ausentemente el borde de la carpeta en mis dedos, un gesto nervioso, supongo.
— Honestamente no confío en ella, pudo manipular todo esto solo para desviarnos de la verdad.
―No habría hecho eso ―digo.
―¿Por su lealtad a la policia?
―No ―digo― por lealtad a ella misma.
Pasa el silencio.
―Sabes. ―Nam alza la voz―. Te preguntaría lo que estás pensando hacer con ella, pero tengo la sensación de que ya lo sé.
―Pensé que lo sabrías.
―Y no estoy seguro si quieres escuchar esto o no ―continúa―, pero tengo que decir que parece como si ya estuviera funcionando.
―Pensé que lo haría.
―Pero no quieres hacerlo ―dice―. ¿Verdad? ―Parece inseguro.
―Sí.
―¿Entonces por qué estás haciendo esto?
Coloco toda mi palma en la carpeta y la deslizo alejándola de mí.
―Lo hago ―digo―, porque confío en Maggi.
―Vas a hacer que ella te odie aún más, Daimon.
―Esa es la última cosa que quiero ―digo, mirando fijamente a la nada―, pero justo como le dije, haría cualquier cosa por ella.
―¿Es eso, protegerla, la única cosa de la que se trata esto? Te lo digo, Daimon, mi manera es mucho más fácil.
Miro fríamente a Namjoon.
―Tu manera, Nam, no es una opción. Podemos estar viéndonos en el mismo
espejo, tú y yo, pero no somos la misma persona.
―Tal vez no ―dice―, pero si de verdad la quieres proteger de la manera en la que dices, entonces tu manera de lidiar con las cosas solo va a causarte un montón de dolor innecesario. Y nunca se irá, porque siempre va a estar ahí, mirándote fijamente a la cara. ¿Eres lo suficientemente fuerte para manejar eso?
No respondo, no solo porque esta no es una conversación con la que me sienta cómodo teniéndola con Nam, sino porque simplemente no sé la respuesta.
Se levanta de la silla.
―Al menos de que haya algo más que necesites ―dice―, me gustaría ir a mi
apartamento a dormir un poco.
―No, eso será todo por ahora.
Empieza a alejarse, se detiene y dice:
―¿Irás a ver a César?
―Sí.
Hace una pausa, masticando el interior de su boca, un gesto nervioso bastante como el mío con la carpeta hace unos momentos. Pero luego se lo sacude y dice:
—¿Crees que esté involucrado con lo que mencionó Woolrich de alguna manera?
—Es posible.
Nam asiente nuevamente y se va rápidamente.
Encierro la carpeta en mi maletín, junto con sus secretos.
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