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13- La Hora Oscura.

Maggi





Taehyung no se une de nuevo a nosotros en la sala de vigilancia después de salir de la habitación con Elenai. 

Ninguno de nosotros esperaba que lo hiciera.

Me siento terrible por él y en realidad no tenía ni idea de que él en verdad se preocupaba por mí en absoluto.

No tuvo que decirle nada a Elenai; nadie de las personas a las que él ama tiene su vida en peligro. Porque ella ya está muerta.

No sé qué pensar o cómo sentirme ya cuando se trata de Taehyung nunca sabes lo que piensa y siente realmente. Él trató de matarme, después de todo. Pero, ¿puede algo así alguna vez ser perdonado? ¿Puede una persona simplemente barrer algo cruel y malvado como eso debajo de una alfombra y olvidar el pasado? No sé si se puede. O si quiero hacerlo. Pero eso no cambia el hecho de que me siento muy mal por lo que él tuvo que pasar.

Y me sigo sintiendo culpable.

Me siento culpable porque estoy viva y Valerie no.

Era mucho más fácil cuando lo odiaba…

—¿Has oído alguna noticia de JungKook? —pregunta Jimin a Nam desde su silla frente a las pantallas.

Nam niega con la cabeza.

—Nada. Le dejé un mensaje en tres de sus teléfonos. No hay respuesta. Solo espero que Yoongi lo haga bien.

Elenai saludando a una de las cámaras ocultas, capta nuestra atención.

—¡Yoo-hoo! —su voz sale por los altavoces de la sala.

—Enciende el micrófono —le dice Nam a Hoseok.

Hoseok deja caer sus pies de la mesa y extiende la mano, cubriendo el ratón de la computadora con la palma de su mano.

—Voy a necesitar algo para dormir —dice en su confidente y exigente tono—.Vamos a continuar con el resto mañana.

Nam se inclina, apoyando las manos sobre la mesa delante de la enorme pantalla y dice al micrófono en un pequeño soporte frente a él:

—Eso sería perder el tiempo. Cuarenta y ocho horas eran poco tiempo para
empezar.

Elenai sonríe astutamente y empuja su sedoso cabello lejos de sus hombros y ojos.

—En realidad, es mucho tiempo para algo tan simple como una confesión, si en verdad piensas en ello. —Su sonrisa se ensancha—. La única razón por la que te estás sintiendo presionado por el tiempo en este momento es porque uno de ustedes todavía no ha aparecido. ¿Me equivoco?

Namjoon no se inmuta.

—No, estás en lo correcto, pero del mismo modo, nos gustaría tener la mayor cantidad de esto fuera del camino como sea posible.

Ella camina lentamente hacia atrás y hacia adelante frente a la cámara, con los brazos cruzados, sus altos tacones negros golpeteando contra el suelo. Luego se detiene, mira de nuevo a la cámara y dice:

—Bien, entonces les quedan seis horas. Si no aparece, ellas mueren.

Nam me mira y niego con la cabeza.

Namjoon asiente hacia Hoseok, indicándole que apague el micrófono.

Él se gira hacia mí.

—Sé que te preocupas por la Sra. Gyeong —dice—, pero no podemos, bajo ninguna circunstancia, dejarla seguir con esto.

—No se negocia con terroristas —digo con sarcasmo—. Sí, lo entiendo. Pero
tampoco voy a dejar morir a mi tía.

—Puede que no tengas opción —dice Nam calmadamente.

Aprieto la mandíbula.

—Maggi —dice—, sabías esto. Lo has
sabido desde el día en que elegiste esta vida.

Suspiro y bajo la cabeza, tratando de contener las lágrimas.

—Lo sé —digo en voz baja y con un insuperable pesar. Siento sus manos
plegarse sobre las mías, pero no levanto la mirada.

—Vamos a hacer todo lo posible por mantenerla a salvo —dice—, pero si todo se reduce a la Sra. Gyeong y Leslie, y el secreto de tu Organización y de nuestros miembros, entonces tenemos que dejarlos ir. ¿Estás preparada para esto, Maggi?

Levanto la cabeza y encuentro sus ojos; una lágrima cae por mi mejilla. Asiento de mala gana y trago con fuerza, pero no encuentro el coraje para darle más que eso como respuesta.

No voy a dejarla morir…

__________________________________

Me siento afuera en el techo del edificio de cinco pisos, mirando hacia abajo a las calles de la ciudad; muy pocos carros ondulan casualmente a través de ellas en esta hora tardía. Un semáforo adelante ha estado en rojo por lo menos durante cinco minutos; el único vehículo esperando a que se ponga en verde, espera pacientemente.

A diferencia de mí, que para este momento ya lo hubiera pasado con enojo y de camino, hubiera volteado la cámara. 

Me río de mi misma con sorna pensando sobre la ironía.

El aire de la noche es fresco, pero no frío.

Una suave brisa cepilla por mi pelo y
aunque no es mucho, es tranquilizador y me quedo con lo que puedo conseguir. No sé por qué no pensé en venir aquí antes; no hay escasez de estrés en mi vida, eso es seguro.

El reloj está corriendo. No sé qué hora es, sobre todo porque dejé mi teléfono en el cuarto de vigilancia, pero sé que la Hora Oscura está tan cerca que puedo sentir su peso presionando sobre mis hombros.

He perdido la esperanza de salvar a Gyeong de todo esto, de mis decisiones estúpidas que datan de la primera vez que decidí que quería esta vida. Me podría haber quedado con ella y vivido tan normal como cualquier otra persona, pero elegí un camino que, incluso si por algún milagro se vive a través de éste, siempre la pondrá en peligro. Mi tía no se merece esto. 

Pero fui egoísta y no estaba pensando en nadie más que en mí, cuando elegí esta vida. No importó que no supiera que estaría en peligro, sigue siendo mi culpa.

La luz se pone verde y el carro rueda lentamente a través de la intersección. Lo miro hasta que las luces de sus frenos se apagan cuando se desliza detrás de un edificio cercano.

—Es una noche agradable —oigo decir a Hoseok desde algún lugar detrás de mí.

No respondo y no lo miro. Me siento en el techo con mis piernas recogidas
dobladas por las rodillas, mis brazos envueltos flojamente alrededor de ellas, mi espalda en una posición encorvada.

Hoseok se sienta junto a mí. El olor a vainilla que emite su cuerpo me pasa en una briza.

—Estaba empezando a pensar que habías huido hacia alguna parte. No te podía encontrar y nadie sabía dónde estabas.

—Hoseok—digo inexpresiva—Sé que no eres uno de los habladores, pero quiero preguntarte algo personal.

Mantengo mis ojos hacia la ciudad durmiente.

―No, no soy de los que hablan ―dice―, ¿pero qué quieres saber?

Siento que sus ojos quieren mirarme, pero continúa mirando hacia el frente, mirando hacia los cientos de tejados salpicando la ciudad a sus pies.

―Alguna vez… bueno, o alguien más de la Organización, incluso cualquiera que ustedes conocieran cuando tú y los demás trabajaban para Lee, se haya tenido alguna vez que preocuparse sobre…embarazos… ¿qué pasa si alguien se embarazaba?

Hoseok me mira duramente.

—Creí que te lo habían dicho— niego, ahora más interesada que antes de comenzar esta conversación— Los operativos de campo debían esterilizarse, era un mandato que lo estén. Las excepciones eran quienes ya tenían familias, o miembros quienes podían beneficiar a la Organización de alguna forma quedando embarazadas.

―¿Beneficiar a la Organización por quedar embarazada? ―Estoy confundida o tal vez estoy queriendo haber escuchado mal.

Hoseok asiente.

―Algunos operativos quienes trabajaban en el interior ―comienza―, como ya sabes, tenían que fingir sus papeles, al cien por ciento, lo que incluía comenzar familias y mezclarse con la sociedad. El caso del padre de Valerie, por ejemplo.

Sacudo mi cabeza con incredulidad.

―¿Cómo es eso una misión de encubierto? ―pregunto―. Después de años y una familia,¿cómo sigue siendo una misión? Creo que para entonces era algo muy diferente.

―Para algunos, seguro ―dice, asintiendo―. Y estoy seguro que él amaba a su familia que había hecho bajo una misión. De cualquier manera, cuando intentó salirse buscó la forma incorrecta de hacerlo.

Asiento, estando de acuerdo con esa evaluación, pero no deseo entablar más esta conversación. Realmente tenía muchas ganas de pasar este tiempo sola, yo y mis pensamientos, pero no tengo el corazón, ni la energía para decirle a Hoseok que se vaya.

Un carro negro se detiene enfrente del edificio de abajo y las luces se apagan.

Poniéndome de pie, miro hacia abajo desde el techo del edificio para ver un diablo alto de cabello oscuro saliendo de la puerta del lado del conductor.

—Mierda... es JungKook—estoy tan sorprendida que todo lo que puedo hacer por un largo momento, es mirar desde la azotea a la parte superior de la cabeza de JungKook, hasta que desaparece de mi vista dirigiéndose hacia el edificio.

Hoseok se pone de pie.

—¿Está segura? —me pregunta, una vez que está en posición vertical.

Estamos a cinco pisos de altura y está oscuro, pero sé que ese es JungKook. 

Sólo lo sé.

—Definitivamente. ¡Vamos!

Camino rápidamente hacia la puerta de la azotea. Hoseok me sigue de cerca.

Colocando ambas manos en el mango de palanca que se extiende horizontalmente a través de la puerta, le doy un empujón fuerte y se abre para golpear la pared de ladrillo detrás con una explosión que hace eco a través del hueco de la escalera por delante de nosotros.

—¡Wow... realmente no creí que fuera... a aparecer!—dice Hoseok desde atrás.

Bajo los escalones de uno a la vez, pero rápidamente, hasta llegar al ascensor de tamaño industrial.

—Yo tampoco —digo una vez que Hoseok está dentro junto conmigo.

Las puertas se cierran y el ascensor se mueve con una ligera sacudida. La luz
encima de nosotros parpadea por un momento hasta que el ascensor se asienta.

—Parece que el juego acaba de cambiar a nuestro favor —dice con un aire de emoción—. Puede que ella conozca a su igual.

—Eso es lo que me preocupa —digo, mirando mi reflejo deformado en la puerta plateada del ascensor—. Si no la puede romper, nunca sabremos donde tiene a Gyeong y a Leslie. Y podría matarlas.

—Oh, creo que él definitivamente la romperá —dice con confianza y una sonrisa en su voz.

—No estoy tan segura esta vez... —digo distante y preocupada.

—Bueno, de cualquier manera —dice Hoseok— las cosas se pusieron más
interesantes.

—Si... lo hicieron…

_________________________________

Irrumpo a través de la puerta al final del pasillo, sumergida en las luces resplandecientes y en las paredes blancas y de azulejos brillantes. Hoseok está detrás de mí. 

Mientras estamos corriendo por el largo tramo del pasillo, veo tres figuras altas aparecer al otro extremo: JungKook, con un maletín, quien está delante de César y Namjoon.

Namjoon y César me miran simultáneamente mientras me acerco; 
César con una mirada triste y llena de expectativas, pero con pocas esperanzas; Nam con... nada, como siempre, y ahora más que nunca está comenzando realmente a molestarme.

JungKook desvía por un segundo sus ojos a mi y nuestras miradas se mantienen por un momento. Asiento con la cabeza  y él presiona el código en el panel de la puerta y no dice nada mientras desaparece dentro de la habitación con César.

El sonido de la puerta cerrándose
suavemente es el único sonido durante mucho tiempo, mientras que el resto de nosotros simplemente miramos en dirección al lugar en donde JungKook y César estaban parados.

Nos miramos los unos a los otros una vez más, preguntándonos lo mismo: ¿podrá romperla y si no, tendrá que matarla? La respuesta es sí, al menos a una de esas preguntas.

Sin decir una palabra, me echo a correr por el pasillo, pasando a Namjoon y Hoseok y dirigiéndome hacia el ascensor. 

Pero entonces mientras me acerco, giro bruscamente hacia la izquierda y en cambio, voy por las escaleras, porque creo que puedo correr más rápido hasta el quinto piso de lo que puede tardar el ascensor en llevarme allí.

En menos de un minuto, hago mi camino a través de la sala de vigilancia, alrededor de una silla con ruedas y de las pantallas de televisión sobre las mesas.

Namjoon, Taehyung y Hoseok se unen a mí, un poco después.

—¿Dónde está el volumen de esta cosa? —pido con ansiedad, pasando mis manos a lo largo de varios botones diferentes y luego en los ordenadores.

Sé dónde está, incluso lo he visto a Hoseok como lo hace, pero mi mente está tan dispersa en estos momentos,
debido al giro de los acontecimientos, que no estoy pensando bien.

Cálmate, Maggi... este es el peor momento para perder la cabeza.

Hoseok se acerca a mi lado y hace clic en el ratón de la computadora un par de veces hasta que la voz de Elenai llena gradualmente la sala de vigilancia.

JungKook no dice nada.

César está de pie a su lado. Calmada y metódicamente, abre su maletín negro sobre la mesa que está pegada contra la pared. Un escalofrío sube por mi columna vertebral y un frío incómodo se instala en la boca de mi estómago cuando veo sus "herramientas" y jeringas y el material de pesadillas acomodado perfectamente dentro de la caja, cada pieza colocada en su lugar con fina precisión.

—Maggi —dice Nam a mi lado— no deberías tener tus esperanzas en esto.

Le echo un vistazo.

—¿Por qué? Porque incluso si JungKook la rompe o confiesa, ¿tú vas a ser él que consiga que maten a Gyeong?

Miro de vuelta hacia la pantalla, sin saber si mi acusación le llegó o no.

Nam ha hecho cosas en mi contra varias veces, pero aprecio a ese hombre tan jodidamente mucho, pero ahora mismo, ni siquiera puedo mirarlo.

Y las únicas caras que veo, o quiero ver, son las de Elenai y JungKook.

Inclinándome sobre la mesa con mis palmas presionadas contra ella, contemplo la pantalla central, consumida por lo que está pasando en ese cuarto, pero tengo miedo de sólo ver lo mismo. Me siento como si estuviera en una sala de cine, viendo una película de terror, sabiendo que en algún momento voy a tener que cubrir mis ojos y ver a través de las rendijas de mis dedos. 

Nunca he sido capaz de digerir las cosas que JungKook hace a la gente durante un interrogatorio. Y nunca lo haré.

Puede que sea una asesina, puede que haya visto y experimentado muchas cosas horribles, pero hay algunas cosas a las que simplemente no puedo acostumbrarme.

—¿Me extrañaste? —dice Elenai desde su silla con una sonrisa profunda en su voz e igualmente en sus labios y mi corazón acaba de detenerse—. ¿Cómo te llaman ellos? ¿El especialista? ¿Interrogador? O tal vez… —entrecierra sus ojos y lo mira de una manera oblicua, preparándose para apretar un botón—. ¿El Chacal?

César aprieta los puños en los costados de su cuerpo. 

JungKook ni se inmuta. 

Sólo mirarlo mientras mueve ciertas herramientas del maletín a la mesa con absolutamente ninguna emoción, me dice que tampoco se inmutó en el interior.

—Voy a llamarte Jeon, ¿Que te parece eso? Cómo en nuestros encuentros —Elenai ofrece con un restringido encogimiento de hombros—. Dado que estás a punto de ponerte muy personal
conmigo, creo que es lo justo.

Sin respuesta. Ni siquiera el parpadeo de un ojo.

JungKook se quita muy casualmente la chaqueta de su traje y se la extiende a César quién la deja pulcramente
encima de la mesa a un pie de distancia del maletín. 

Entonces se desabrocha los botones de los puños de su camisa de vestir, muy lentamente, como justo lo recuerdo que lo hacía cuando llegaba a casa después de un día largo y estaba listo para una ducha.

Cierro los ojos, sintiendo la angustia que me produce recordar aquello.

Se dobla las mangas más allá de sus codos. Todavía no mira atrás hacia ella, ni ha dicho una palabra, ni muestra remotamente una señal de que oye algo de lo que está diciendo.

Pero Elenai no parece estar desalentada, su sonrisa sólo se pone más brillante, sus ojos parecen llenarse con intriga y picardía.

Si fuera yo la que estuviera en la silla, ya me hubiera meado encima.

—¿Qué? ¿No hay conversación? —se burla—. ¿Vas a usar esa vieja técnica conmigo otra vez? Me gusta el juego previo, Jeon, sabes eso.

César le coloca a JungKook en las manos un par de guantes blancos de látex y retrocede un paso.

Entonces, JungKook se acerca a ella casualmente con un par de pinzas.

Oh Dios... los dientes no.

Siempre saca los dientes.

Los ojos de Elenai divisan las pinzas mientras camina y espero ver incluso el más pequeño indicio de miedo en su rostro, pero no lo hago.

Su boca se levanta de una esquina.

—¿Qué, no vas a presentarme a tu asistente?— Elenai mira a César—. Él es como un padre para tí, ¿Cierto? 

Sin una palabra, JungKook toma a Elenai por la barbilla, hundiendo sus largos dedos en su mandíbula y obligándola a inclinar su cabeza y doblar su cuello. 

Su boca se abre cuando la aprieta, pero Elenai no grita o llora o suplica. No hace nada. Sólo cuando sujeta las pinzas alrededor de uno de sus dientes traseros 

Elenai comienza a mostrar signos de malestar. Se atraganta mientras las pinzas golpean la parte posterior de su lengua, y entonces grita un poco en respuesta al dolor mientras él tuerce las pinzas de ida y vuelta, de lado a lado, hasta que saca el diente.

—¡Maldita sea!—grita Elenai; risa mezclada con dolor. La sangre gotea por su barbilla—. ¿Ni una sola palabra? Háblame de él.

JungKook camina casualmente de nuevo hacia la mesa, donde deja caer el diente.

—Tienes treinta y uno más de estos —dice JungKook impasible, acercándose a ella de nuevo—. Ahora dime, ¿dónde están las personas que secuestraste?

Elenai sonríe y no contesta.

La amordaza de nuevo y remueve otro diente trasero.

Después de dos dientes más, empieza a cambiar sus preguntas.

—¿De dónde obtuviste tu información sobre mi equipo?

Nada.

—¿De dónde obtuviste tu información sobre Kim Taehyung?

Nada.

—¿De dónde obtuviste tu información sobre Jung Hoseok?


Nada.

Saca otro diente.

—¡Tú sabes cómo lo hice! —gruñe.

Su respiración es rápida e inestable. La sangre se escurre por su barbilla y de las comisuras de su boca.

Finalmente tiene su atención.

— Elenai, Elenai …— canturrea 
JungKook— Sólo hay una salida. Eres lo suficientemente inteligente como para saber cómo. Dime.

Todavía nada cuando finalmente se acerca a nombrarme.

Elenai le escupe sangre y él se aleja con una camisa blanca de vestir manchada de sangre.

Viendo que Elenai pueda necesitar algo más intenso que la sacada de sus dientes, me muevo de la pantalla y le doy la espalda cuando veo a César sacar un vial de agujas del maletín de JungKook.

Nunca puedo ver esto. Sólo la idea de agujas siendo metidas debajo de las uñas de alguien, me hace temblar.

Un minuto después, los gritos de Elenai son tan espeluznantes que tengo que taparme los oídos, presionando ambas manos firmemente sobre ellas.

De repente, la puerta de la sala de vigilancia se abre y estoy afuera en el pasillo.

Hoseok me acompaña.

—Mierda…—dice, temblando debajo de su camiseta—, no puedo ver eso.

—Pensé que lo admirabas —le digo, todavía temblando.

—Lo hago —dice mientras desliza su mano por su frente—, pero nunca he dicho que sea capaz de soportar lo que hace. Lo admiro porque lo ví crecer pero no cuando la tortura le provoca placer.

Los gritos de Elenai llegan a mis oídos afuera en el pasillo dado que la puerta de la sala de vigilancia sigue abierta. De nuevo presiono mis manos contra los lados de mi cabeza,haciendo una mueca.

Taehyung aparece en la puerta y comienza a cerrarla después de ver lo mucho que me está afectando, pero sacudo la cabeza y se detiene.

—No —le digo—, déjala abierta. Quiero escuchar si dice algo.

—¿Estás segura? Oíste que se conocen.

—Sí —asiento en un movimiento incómodo y rápido—. No me importa. Estaré bien.

Sacude la cabeza con un suspiro, como si en realidad no me creyera y luego
vuelve a entrar para observar junto con Nam.



Treinta minutos más tarde estoy sentada en el suelo del pasillo con la espalda pegada a la pared y mis rodillas levantadas. Y Elenai todavía no ha respondido a una sola pregunta.


Estoy empezando a temer por ella. Es posible que quiera que muera, pero no me gustaría que muriera así y sólo desearía que hablara. Decir algo para aliviar su dolor y el mío.

—¿Qué está haciendo César? —oigo a Taehyung decir con curiosidad.

Vacilante, me levanto del suelo y convenciéndome, entro en la habitación para mirar la pantalla.

César ha cortado sus ataduras y abierto las cadenas de sus tobillos y muñecas.

—No voy a decir nada —dice Elenai con voz ronca llena de dolor mientras la obliga a ponerse de pie.

No lucha o siquiera trata de escapar, pero creo que el dolor que sobrelleva tiene mucho que ver con ello.

—Quieres jugar a ser Dios…— dice JungKook, con tanta calma como siempre.— Ahora voy a enseñarte cómo se hace.

La despoja de su camisa de seda negra y la acerca a la pared. No lucha cuando la presiona contra ésta.

—Levanta los brazos —le dice, y ella lo hace.

Sus manos están manchadas con sangre, las puntas de sus dedos hinchadas y rojas. Su cuerpo tiembla presionado contra la pared del frente. Pero todavía, no cede.

Está en dolor innegable y sé que quiere terminarlo, pero no se rompe.

Dios mío... su espalda... ¿qué le hicieron?

La espalda de Elenai está cubierta de cicatrices profundas, entrecruzándose en un patrón horrendo de un hombro al otro y desde la parte superior de su columna vertebral hasta la parte superior de las caderas. Cicatrices viejas. Hechas por alguna clase de cuchilla, por su aspecto me dice que tal vez también látigos.

JungKook desliza un cuchillo debajo de las correas de su sujetador y los corta. El sujetador negro cae al suelo, dejándola expuesta.

—Que se siente estar atrapada en la red de tu propio diseño —dice JungKook detrás de ella—. ¿Dónde está Gyeong y Leslie?

¡Respóndele maldición! grito en mi cabeza.

¡Respóndele!

—Si no confiesa —dice Elenai—. Entonces yo no lo haré tampoco.

—No tengo nada que confesar. ¿Y tú, Elenai?

—Ya sabes lo de mi padre. Tú ya tienes la grabación de mi confesión pero no te hablaba a ti.

Jesucristo. ¿De qué demonios está hablando? ¿Qué está pasando?

Nam y Taehyung se miran el uno al otro.

—¿Está hablando? —Hoseok pregunta mientras decide unirse a nosotros de
nuevo.

—Sí —dice Nam, mirando a la pantalla—, pero sólo está diciéndole las cosas
que quiere que sepamos.

Miro a Namjoon, tan duro que es apartar mis ojos de la pantalla.

—¿Qué estás diciendo? —pregunto.

—No creo que vaya a ser capaz de romperla —dice Nam—. Le va a decir
algunas cosas, sólo para aliviar su dolor, pero no va a decirle nada crucial sobre para qué vino aquí.

—Ya dijo la razón, Nam. JungKook es la razón por la que está aquí —le digo.

—No lo creo, puede que sea solo una parte—dice, mirándome finalmente—. Pero quiere algo más. Se expuso mucho por una simple grabación.

Mira de vuelta hacia la pantalla.

Me toma un segundo más, pero finalmente lo hago también.

—¿Cómo obtuviste información sobre mi equipo? — pregunta de nuevo JungKook a Elenai.

No responde y entonces la empieza a cortar, abriendo una herida fresca en la carne de su ya desfigurada espalda.

Mis manos están temblando.

—¿Cómo sabías sobre Maggi?

Grita de dolor, lágrimas corriendo de sus ojos.

—¡No sabía! —dice, sorprendiéndome ante la sumisión—. Sabía algunas cosas sobre ella. ¡Sabía lo suficiente! Me enteré de lo que todos saben. Acerca de que era una esclava sexual en Garden Baron. Acerca de Jung. Y logré unir un escenario lógico basado en sus circunstancias. No sabía su secreto. ¡No lo sabía hasta que me lo dijo ella misma!

No me puedo mover. No puedo respirar. Me toma mucho tiempo levantar mi mirada enfocada en la pantalla para mirarlos.

—No lo sabía —digo con aire ausente, más para mí que para ellos—. ¿Cómo...? ¿cómo ella...?

—Es realmente buena —dice Nam.

—¿Y qué hay acerca de Kim Taehyung? —indaga JungKook, presionando la hoja de su cuchillo en su espalda, pero sin cortarla—. ¿Cómo supiste acerca de Taehyung y Valerie?

—¡De la misma manera que sabía de Maggi y Hoseok! —grita—. Hice mi
investigación.

—¿Le dijiste a JungKook estas cosas? —le pregunto a Nam.

Me doy cuenta de que para que JungKook supiera algo de esto, para que fuera capaz de hacer estas preguntas específicas, debía haber hablado con alguno de nosotros.

—JungKook estuvo de camino hacia acá desde que me enteré de lo de Leslie y la señora Gyeong—responde Nam—. No lo supo hasta esta noche. Estaba en otro pueblo. Cuando llegó, me llamó y lo puse al tanto.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Te dije que él vendría.

—Y porque no te pudimos encontrar —interviene Taehyung—. Traté de llamarte, hasta que tu teléfono vibró en la mesa junto a mí.

Miro de regreso hacia la pantalla.

—¿Por qué estás aquí? —pregunta JungKook—. Pudiste hablar conmigo y llegar a un acuerdo. ¿Por qué demonios te atreviste a tocar a Gyeong?

No responde.

La corta de nuevo y aunque el acto en sí es suficiente para poner a Elenai de
rodillas, lo que me sorprende más es que no se mueve. Elenai está desatada. Nada le está impidiendo defenderse, de rodear a JungKook, tomando el cuchillo de él para protegerse. Sin embargo, no hace nada.

Está voluntariamente contra de la pared con los brazos levantados por encima de ella y está dejando a JungKook torturarla.

Sé que puede pelear. Muy probablemente le daría a JungKook y a César un momento difícil. Lo hizo con todos nosotros. Demostró que tiene la suficiente habilidad para defenderse y evitar que JungKook la lastime. Pero no se mueve.

—No se va a romper —digo con realización, mi mirada fija en la pantalla—. Nam... no va a decirle. Está dejándole que le haga esto…

JungKook va a matarla.

Me salgo de la habitación, casi tropezando con esa estúpida silla con ruedas en mi camino, y bajo por las escaleras.

—¡MAGGI! —oigo a Taehyung llamándome.

Pero no me detengo. Sigo corriendo hasta que llego a la tercera planta, corro hasta la puerta y presiono el código.

—¡Maggi! ¿Qué coño estás haciendo? —Tae viene detrás de mí—. Detente.

Su voz retumba por el pasillo.

Entro en la habitación.

—¡JungKook no la mates carajo! —grito—. ¡No puedes dejar que Gyeong muera! ¡POR FAVOR!

Las lágrimas fluyen de mis ojos.

Ni siquiera me mira. Está cegado,
disfrutando de algo que hace mucho tiempo no hacía.

Elenai grita mientras la corta.

—¡CONFIESA! —clama ella, mientras que Tae, Nam y Jimin irrumpen en la 
habitación detrás de mí—. ¡No diré nada hasta que consiga mi confesión!

JungKook la corta de nuevo.

Miro de Nam a JungKook, mis ojos llenos con desesperación y conflicto.

El cuerpo de Elenai empieza a deslizarse hacia abajo hasta el suelo, con sus manos ensangrentadas dejando manchas contra el ladrillo.

Las lágrimas caen de mis ojos. Gyeong...

Siento como que me voy a desmayar.

—¡Detente!—oigo la voz de César.

Un silencio extraño y repentino llena la habitación cuando JungKook se detiene. 

Tengo miedo de mirar hacia arriba, miedo de ver que el cuchillo de JungKook finalmente atravesó la garganta de Elenai.

Pero miro de todos modos.

Y está viva.

Elenai cae el resto del camino hasta el suelo; su sangre tiñéndolo todo.

—Confiesa hijo de puta —dice Elenai, mirando justo hacia César.

Miro a César con confusión, pero no ve a nadie más que a Elenai.

—Sabes que lo voy a hacer —dice Elenai, jadeando en busca de aire—. Sabes que las voy a dejar morir. Ya estás muerto para él, asique confiesa. Dale eso, César.

Lo hará. Si es capaz de soportar la tortura de JungKook, sé que lo hará...

Taehyung se acerca a mi lado. Siento su mano engancharse alrededor de mi cintura para sostenerme. Ni siquiera me había dado cuenta que también estaba en camino a encontrar el suelo.

—¡Espera! ¿Qué pasa con Yoongi? —grito. —Tiene que estar aquí…

—No le importa si Min está aquí o no —dice César, mirando todavía sólo hacia Elenai—. La única persona en esta sala a quien le importa que escuche lo que tengo que decir... es JungKook.

Levanto la vista hacia Taehyung de pie junto a mí y siento su mano aflojarse de mi cintura. Está mirando justo a la parte posterior de la cabeza de César con confusión en sus ojos al igual que JungKook.

—¡Confiesa! — dice Elenai una última vez a través de una respiración pesada y con manos temblorosas.

—Yo entregué a JungKook—dice César, de espaldas a nosotros—. Lo entregué a la policía.


El cuchillo cae completamente de la mano de JungKook.











          _________________________

¡Feliz cumpleaños para mi!

Y tres capítulos para ustedes.

¿Qué les pareció?

Quiero agradecerles por los mensajitos que me dejan, tanto al privado como en el tablero, de cuánto les agrada esta trilogía.

Me pone muy feliz que les guste.

Cómo siempre, agradecida con aquellas personas que se toman el tiempo en leer, votar y comentar.

¡Nos leemos pronto!

CIAO~•










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