Cayendo a sus pies
La noche había caído sobre la ciudad, no había luna pero las estrellas del manto oscuro se mantenían resplandeciendo mientras el aire estaba cargado de aromas del final de la estación de la hoja. En la cercanía de una carretera se encontraba una fabrica abandonaba y en su interior una silueta entre la oscuridad exclamaba con dificultad al tener dentro de su boca un pedazo de tela que le oponía emitir alguna palabra.
Aquel lugar húmedo y frío perturbaban al muchacho amarrado, quien solo podía sollozar del miedo y el resentimiento de los golpes que fueron recibidos por todo su cuerpo.
...
Ichimatsu había llegado a la institución, al abrir la puerta solo el silencio merodeaba el lugar al igual que la oscuridad. Era de extrañar pues siempre había alguien quien lo recibía, comúnmente su Capodecime Jyushimatsu, saltando de un lado a otro, todo desaliñado y con una amplia sonrisa en su rostro, alguien quien siempre le saca un sonrisa por solo verlo a él, también la mayoría de la veces se encontraba con su Consigliere Choromatsu, quien siempre va de un lado a otro, preocupado por la situación en la que cada uno esta y al encontrarlo en la entrada siempre recibía con una agradable bienvenida.
Pero hoy, hoy no había nadie en la entrada.
Con su postura encorvada dio media vuelta, divisando a su lado a un minino de gran tamaño, pelaje corto, azulado plomo con rayas en su lomo. Un maullido basto para que Ichimatsu sonriera levemente y se arrodillara para acariciar al gato que le daba la bienvenida.
-Ya estoy en casa. - musito mientras su mano acariciaba la cabeza del minino ronroneando.
Estuvo varios minutos antes de que su bolsillo vibrara acompañado de una melodía, el pequeño gato lo quedo mirando mientras que el joven de cabello revoltoso, contestaba el llamado.
-¿Si?-
-¡Ichimatsu! ¿Dónde estás? Te necesitamos. -hablaba una voz atreves del celular, pues su tono era tan preocupado como la de una madre.
-Ah.. Eres tu -respondió el joven tras tomar al minino en brazos. -Supe que alguien había sido raptado pero no recibir toda la información, mándenme su ubicación.
-Está bien - hubo silencio mientras el gato se restregaba su cabeza contra el cuello de Ichimatsu, teniéndolo aún en brazos.
El celular vibro mientras el joven atino en reconocer que la información había sido recibida.
-Entonces ¿Ahora necesitan mi ayuda?
-Te hemos llamado, tú eras el que no contestabas el teléfono.
-Tsk .. okay tienes un buen punto, iré enseguida. -comento al colgar el celular. El gato gordo se sentó frente al joven, mirándolo con aquellos ojos brillantes y celestes mientras la vibración de su ronroneo seguía activo, Caporegime se levanto devolviéndole un dulce sonrisa antes de partir.
La noche era tensa y un viento cálido resoplaba aquella madrugada, al llegar a las afuera del terreno de la fábrica, Ichimatsu presenció solamente a su Jefe intercambiando palabras con su subordinado amante que siempre cuidaba su espalda, tal escena le era molesta, sin poder reprimir un bufido, tomando la atención de ambos hombres.
-Caporegime, has tardado demasiado. -exclamo Choromatsu, volteándose en la dirección del recién llegado.
-Ya estoy aquí, ¿A quien debo hacerle un hoyo en la cabeza? - rio con una sonrisa burlona en su rostro al mirar con gusto a su Consigliere.
-Tougo. -contesto Osomatsu, sacando del maletero de un elegante y amplio auto negro, un francotirador calibre 50. - Ten -comento al entregar el arma al joven de camisa morada y vest negro.
-Ese idiota... otra vez - susurro con un chasquido entre sus dientes, comprendiendo la alteración del Karamatsu, quien lo había dejado en aquel callejón.
-Vamos no hay tiempo que perder-respondió Choromatsu, arreglando un auricular en su oído.
El joven de cabello revoltoso asintió serio, buscando con la mirada alta, el lugar apropiado para su ubicación.
Un edificio abandonado de 7 pisos cerca de allí era el lugar perfecto para el asecho de su extravagante arma.
-Esto será fácil. -murmuro con una sonrisa nerviosa e impaciente tras dirigirse a su punto elegido.
El edificio destruido por los años desde los días en que la fábrica cerró, fue un lugar perfecto para los trabajadores, llegar temprano al trabajo y con una vista esplendida a las ventanas gigantes de la fábrica. Ichimatsu instalo el francotirador en la ventana, estaba arrodillado dando los últimos toques. Echo una mirada por el arma notando que la precisión era perfecta, estaba listo para que acción comenzara, debía notificar su estado pero no se había percatado hasta ahora que no había tomado el auricular que estaba conectado con todos los demás.
-Debe ser una broma- gruño irritado por olvidar el utensilio más básico.
-Sospeche que te sucedería algo así. My love. -
Comento una voz, obligando al Caporegime recibir un escalofrió recorrer por su espalda, su reacción fue rápida y al instante en que el otro había terminado de hablar, el joven de cabello alborotado dio un giro ágil tirándose de costado al suelo, sacando de la funda de su muslo una glock 17, apuntando a la entrada de la habitación donde escucho la voz grave, reconociendo al muchacho de camisa azul entrar con las manos extendidas frente a su pecho.
-I'm so sorry, no quise a asustarte. -dijo con una sonrisa nerviosa y sincera cerrando sus ojos de manera piadosa. - Me percate de que no te habías llevado tu auricular, así que te lo he traído.
-¿Como me encontraste? Kusomatsu -dijo con una mirada fulminante en solo ver su rostro, observando como el joven que apuntaba con su arma abría sus ojos azules, aquellos penetrantes y encantadores ojos que él de tan solo verlo, caía poco a poco.
-No es tan difícil para mí encontrarte, sabes que mi mirada solo está perdida en ti, my baby.- comento el Sottocapo, dando un suave guiño de coqueteo.
Ichimatsu sacudió su cabeza, volviendo a recordar su enfado en contra de su superior, cargando con su pulgar derecho el arma que aún apuntaba.
-Deja el maldito auricular allí Kusomatsu y ve a tu ubicación antes de que te vuele la cabeza. -decía entre gruñidos. Al instante Karamatsu sonrió amigable, llevando una de sus manos al bolsillo donde mantenía el auricular del menor, dio unos cuantos pasos antes de que Ichimatsu chasqueara con su boca un ruido de irritación.
Al quedar al frente del muchacho extendido aún en el suelo, murmuró.
-Lamento haberte dejado, pensé que ibas detrás de mí.
-Eso no me importa, idiota. Ahora estamos trabajando -interrumpió el Caporegime al bajar su arma mientras volvía a incorporarse a su posición. Mantuvo su mirada fruncida puesta en su superior antes de quitarle con un movimiento brusco el auricular de la mano volviendo a su lugar inicial con el francotirador calibre 50 preparado.
-P-pero de verdad yo no quería.. Perdí la cordura, sabes que debemos cuidar a la familia y tu eres parte de mi familia también ... -Ichimatsu escuchaba las excusas mientras le daba la espalda a quien se estaba disculpando. Una mirada basto para hacerlo caer rápidamente, el tono de voz del contrario lo rebuscaba en su cuerpo, encendiéndolo, queriendo volver a ese callejón. No podía enojarse por mucho tiempo con su superior pues era tan encantador que hasta con sus primeras palabras ya tuvo las intenciones de volver besar sus labios.
Ichimatsu se sentía una basura más en ese momento, donde nisiquiera podía estar enojado con quien tanto amaba. ¿Como era posible caer tan fácil con Karamatsu a pesar de que lo lastimo?
Le costaba ignorarlo pero es imposible, el único que hacía que su dolor se convirtiera en placer dejándolo caer rendido a sus pies desde que lo conoció, era aquel joven que tenía en frente.
-Maldito Kusomatsu, te he dicho que me dejes en paz. Estamos trabajando -murmuro Ichimatsu con un rubor en sus mejillas.
Al escuchar el tono de la respuesta, Sottocapo supo que el joven ya no estaba enojado. Lo conocía tan bien que no pudo evitar agacharse a la altura del menor, quien estaba listo con la mira en el lente del francotirador, colocando el auricular en su oído derecho.
-Lo lamento, pero prometo que compensare mi falta de atención - susurro en un tono grave y coqueto en el oído contrario al auricular, finalizando la frase con una mordida en la oreja roja del menor.
Ichimatsu se había desbordado con aquel detalle, más con lo poco de cordura que le quedaba, respondió.
-Después no te arrepientas, idiota. Ahora vete -
El chico de camisa azul envolvió sus brazos en el torso del joven ruborizado, comenzado a entregarle delicados y suaves besos en el cuello con la intención de llamar aún más la atención.
-Me iré, si my love me da un kiss de la suerte para esta misión.
-Que molesto eres mierdamatsu - contesto el menor, sintiendo los roces en su cuello dejando que su respiración se agitara al mismo tiempo que intentaba mantener la mira calibrada.
-Solo sera un kiss~.
-Púdrete.
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