Especial +18
Un azabache corría por los pasillos de un hotel de manera veloz, su respiración era irregular, su corazón latía frenético contra su pecho, quitandole el aire. Este parecía buscar algo...o más bien a alguien en específico, ya que en su mirar se presentaba preocupación y nerviosismo.
Miraba hacia todos lados, los pasillos del lugar se le hacían infinitos, no sabía si era su imaginación o las ganas que tenía de ver a una persona especial para el.
De un momento a otro se detuvo de golpe, miraba fijamente a una puerta en frente del chico, se acercó lentamente, no provocaba algún sonido además de su agitada respiración.,
Quería tocar la puerta, levantó su mano en puño a punto de golpear la madera de esta, pero se detuvo, dejó caer su brazo al lado de su cuerpo sin acatar la acción que planeaba.
Retrocedió unos pasos, sintiéndose inseguro de si mismo. El azabache tenía miedo que la persona que estaba al otro lado de la puerta rechazara su presencia, ya que hace unos días parecía ignorarlo constantemente.
Era cobarde, sabia él que no perdía nada con intentarlo, pero no se atrevía a hacerlo. Admitía que era cobarde, pero simplemente tenia miedo a sufrir por el gran amor que le tenia a dicha persona, ya que si se enteraba la persona al otro lado de la puerta de ese sentimiento todo acabaría para él.
Suspiro derrotado, sentía una tristeza profunda por no poder declarar sus sentimientos, ¿Por qué era tan difícil? Se preguntaba diariamente, deseaba tanto poder recibir respuesta, pero nadie nunca respondería a sus pensamientos.
Se iba a alejar de aquella puerta sin intentar su cometido, tragó en seco y se empezó a alejar.
Por unos segundos escuchó la puerta abrirse detrás de el después de estar unos metros lejos de aquella zona, pero pensó que era producto de su imaginación queriéndole jugar una mala pasada.
—¿Yūichirō? — se detuvo de golpe, escuchar su voz provocó que su corazón diera un salto de sorpresa, sentía su pulso detrás de sus orejas cuales fuertes golpes frenéticos—.
Se giro en su mismo eje de manera lenta respirando pesadamente teniendo cierto temor de mirar esos zafiros.
Parado frente a frente con "él" le provocaba mariposas en el estómago que le era imposible controlar, y es que nadie decide de quien se enamora.
—Buenas tardes Mika— sonríe mostrando sus dientes agradeciendo infinitamente que su voz no haya salido tímida y entrecortada, ya que ello hubiera delatado como realmente se sentía.
—B-buenas tardes — algo que el azabache no había notado era la sutil pigmentación carmesí que se encontraba en la blanquecina piel de las mejillas del susodicho enfrente del más alto — ¿Que haces por aquí? — detuvo su hablar ya que sentía que sus manos dudaban de lo nervioso que estaba, los latidos de su confundido corazón golpeaban bruscamente contra su pecho impidiendo que las palabras salgan de su boca— si no mal recuerdo, tu habitación queda al otro lado del pasillo—.
El azabache no sabia cual era mejor respuesta a la pregunta del chico de cabellos dorados frente a el, no había pensado en una escusa lo suficientemente coherente y creíble para su extraña aparición en un pasillo lejano a su habitación.
—Solo estaba rondando por aquí, no conozco muy bien el hotel y quería conocer alrededores —no sabia exactamente como había podido inventarse eso en tan poco tiempo sin que sonara que era una mentira, pero se conformaba con el resultado ya que el rubio aparentaba haberle creído cada una de sus palabras, —.
—Oh. Ya veo— una idea rondaba por la cabeza del oji azúl quien no estaba seguro de decir lo que pensaba, pero aunque se arrepintiera lo diría, ya que quería saber la respuesta del azabache— Iba a ir a la terraza, ya casi es de noche y ahora debe haber un bello atardecer ¿Q-quieres ir a verlo conmigo? —.
Todo en el azabache gritaba que estaba más que dispuesto a acompañar al rubio a su destino, pero no estaba muy seguro de que contestar pero las ganas que tenia de pasar un momento a solas con la persona que ama hizo que su respuesta sea muy obvia.
—Me encantaría Mika, ya que no tengo nada que hacer— el pulso detrás de sus orejas era frenético, teniendo miedo de haber sonado muy obvio en lo pronunciado, pero no había vuelta a atrás —.
Los ojos zafiros del rubio brillaron en magnitud por la emoción que sentía, mordió su labio inferior para que una risa nerviosa no se le escapara y no pareciera un tonto enamorado.
—¡De acuerdo!— ríe sin poder evitarlo — ven, sigueme—.
Caminaron por un pasillo que el oji esmeralda no había visto, sintiéndose confundido solo se dedicó a seguir los pasos de su acompañante quien lo guiaba a pasos constantes tratando en lo posible de ocultar su nerviosismo.
Subieron por unas escaletas de metal que conectaban con un piso arriba, tenían sierta ventaja de estar en en último piso de huéspedes ya que el hotel fue construido con ocho pisos mas la terraza.
Se detuvieron en una puerta que se mostraba frente a ellos, el menor en altura y edad abrió aquella puerta empujándola con fuerza, esta se abrió sin problemas y ambos se toparon con un paisaje de colores cálidos típicos de un sorprendente atardecer. Caminaron hacia la baranda y se apoyaron en ella observando lo que se presentaba ante sus ojos.
—Muy hermoso ¿Verdad? — decía el oji zafiro sin despegar su vista de la pigmentación de colores frente a el—.
—Igual que tú — el rubio desvío su mirada del paisaje para observar con asombro al perfil del azabache, cual suave brisa pasaba por ahí despeinando sus cabellos haciéndolos volar al compás del viento —.
Hubo un silencio incómodo, pero la suave risa del rubio se escuchó interrumpiendo aquella incomodidad.
—¿P-pero que tonterías dices?— suspiro con pesadez, volviendo su mirar al paisaje para ocultar el notable sonrojo en sus mejillas, miro sus manos con nerviosismo sin saber que decir o hacer —.
—No es ninguna tontería — el oji esmeralda miró al rubio que tenía la mirada fija en sus manos dispuesto a decir lo que pensaba, no sabía en que momento exactamente había tenido el valor para decir lo pronunciado, pero realmente quería decir esas palabras — Por supuesto que eres tan hermoso como ese ocaso, aunque suene patético y cursi, tu eres hermoso por dentro y por fuera, tienes un corazón tan noble y puro que...— tenia que hacerlo, Yūichirō no podía ocultarlo más, era ahora o nunca para decir lo que sentía, aunque se arrepintiera lo iba a decir— que simplemente no pude contener mi amor por ti —.
Liberó el aire que retenía en sus pulmones sintiendo un peso menos de carga, pero ahora el miedo de ser rechazado era mas grande, haciéndolo sentir una tortura horrorosa.
La cabeza del rubio era un caos, miraba al azabache aun mas que sorprendido pero con un brillo en sus ojos único.
¿Soy correspondido? ¿esto es real? ¿A Yūichirō le gusto? ¿que pensará? ¿por qué yo?
—¿Q-qué? — fue la única palabra que el ojo azul pudo pronunciar, se sentía un idiota por no poder decir algo coherente, pero los latidos violentos que provocaba su corazón le quitaba el aire impidiéndole pensar y articular oración —.
—Lo que oíste —tragó saliva nervioso, esperaba otra respuesta por parte del rubio, una el cual le explicaba como se sentía, pero nada salio de su boca — Me gustas—.
El rubio no dijo nada, se dedico a observar al oji esmeralda, mientras este le sostenía la mirada respirando pesadamente. Permanecieron de esa manera por un largo rato, el sol ya estaba por ocultarse, el viento golpeaba fuertemente contra sus cuerpos provocándoles escalofríos a ambos, pero no sabían que decirse, el silencio era lo único que los salvaba de correr a abrazarse de manera fuerte diciendo lo mucho que se amaban, pero el miedo los invadía, y la cobardía les pesaba el alma.
El rubio se rindió, pensaba que donde se encontraban no era un bien lugar para decir lo que sentía, por lo que rompió el silencio crucial que se había formado en ambos.
—Vayamos a mi habitación — tragó en seco, sentía su garganta arder por la falta de agua, pero ahora era lo que menos le importaba— ahí podemos hablar mejor—.
Aceptando las palabras del rubio, el azabache siguió al oji azul hasta su habitación, estaba muy nervioso, no sabia que le esperaría en adelante. Estaba dispuesto a escuchar al rubio sea lo que dijera, malo o bueno, pero a eso le temía, oír sus palabras .
El rubio abrió la puerta de su habitación, este entró seguido del azabache el cual mordía su labio inferior aparentemente nervioso ¿Y quien no lo estaría?
—Entra— el oji azul animo al azabache a entrar a su habitación, ya que este se encontraba como piedra al lado de su puerta sin hacer movimiento alguno—.
El oji esmeralda acató la orden y se adentro en la espaciosa habitación se sentó una silla que se encontraba al lado de un escritorio.
Mientras que el rubio se sentó en la cama matrimonial que le había tocado. Quedando frente a frente, y teniendo miedo a que se formara un silencio incómodo, le preguntó al azabache.
—¿Por qué te gusto?— esa pregunta se le había formado en la cabeza del rubio desde que el oji esmeralda se le declaró—.
El azabache se lo que viendo pensando en que contestar, pero dejo que su corazón dominara sus palabras.
—Tus ojos, tu forma de ser, tu forma de expresarte, tu voz, tu belleza, tú , todo de ti me enamora, no se como explicártelo con palabras, pero simplemente eres tú— el mayor no tenía la valentía de ver a los ojos al menor, sentía que se derrumbaría si lo miraba, respiraba de forma entrecortada con la cabeza agachada mirando el suelo —.
—Yūichirō y-yo...— el azabache conocía muy bien ese conjunto de palabras y sabia perfectamente en que terminaría, no podría soportar escuchar aquello —.
—Se que me vas a rechazar, así que mejor ahorra tus palabras— interrumpió al rubio tomándolo por sorpresa, quien tenia una respuesta contraria a lo que pensaba el azabache —me voy—.
El oji esmeralda se levantó bruscamente de donde se encontraba sentado dispuesto a irse completamente dolido.
Mikaela se levantó de golpe de la cama corriendo detrás del azabache antes de que saliera de su habitación.
—¡Espera!— tomó el brazo del mayor deteniéndolo como podía, este volteó sorprendido ya que no esperaba tal acción del menor —.
El impulso le ganó, el rubio solo hizo lo primero que se le cruzó en la cabeza, cosa que sorprendió a ambos .
Estaban conectados por un beso, el de ojos azules se encontraba de puntas para estar a la altura del mayor sosteniéndose de sus hombros,
Esa acción confirmaba los sentimientos del rubio hacia el mayor. Aun el azabache no aceptaba que el rubio lo estuviera correspondiendo a través de aquel beso, no lo creía.
Le correspondió, era un beso lento, como si ambos trataran de explicarse de que manera se amaban, el rubio retornó a su altura sin separarse del mayor mientras que este lo abrazaba por la cintura apegándolo a su cuerpo, profundizando el beso de manera automática.
Se separaron por la falta de aire, se miraron a los ojos dispuestos a seguir, sus respiraciones se mezclaban de lo cerca que se encontraban, pero no lo podían controlar, pasaron tanto tiempo en que sus cuerpos se deseaban, en que ellos se deseaban, pero solo eran fantasías, en cambio ahora podían hacerlo realidad.
El azabache no pudo contenerse más, se lanzó a devorar los labios del menor, besándolo apasionadamente siendo controlado por el deseo, tomó las mejillas de su amado teniendo el control de la situación.
El menor seguía a duras penas el ritmo del oji esmeralda, se dejaba llevar sintiendo sus piernas débiles por el deseo que recorría cada centímetro de su cuerpo.
Ambos chocaron contra lo que era la pared. El azabache acorralaba al de menor altura contra esta posicionándose de tal forma que una de sus piernas se encontraba entre las extremidades del menor.
El oji esmeralda sabía muy bien lo que hacia, con su rodilla pasaba sutilmente por el miembro despierto del menor provocando que gimiera en la boca del más alto.
Deshicieron el beso húmedo que habían logrado realizar, el mayor pasó a la piel blanquecina del cuello del de ojos zafiros. Besaba y mordía suavemente esta delicada zona dejando marcas que no tardarían mucho en desaparecer.
No lo podía controlar, los jadeos y tiernos gemidos salían de su boca sin que el lo pudiera evitar. Realmente le gustaba lo que el mayor estaba haciendo, sabia muy bien lo que estaba haciendo y que harían, el de menor altura nunca en su vida había estado en esa situación y realmente se sentía nervioso , pero el estaba más que dispuesto para entregarse al azabache, por que él era el indicado.
Rodeó el cuello del mayor acercándolo a su cuerpo deseando sentir su corazón latir por él, y así fue.
El menor guió al oji esmeralda a su cama, cayendo en ella uno sobre otro, el rubio abrió sus piernas para que el mayor tuviera una mejor poción. Este captando la idea de su amado continuó su labor de provocarle placer al chico debajo de el.
Dejó de besar la piel adictiva del cuello de el rubio pasando a sus carnosos labios probándolos de nuevo y sintiendo que estos eran dulces exquisitos que nadie mas probaría además de el.
Sus manos se escabulleron entre el suéter del mentor provocando a este descargas eléctricas que conducían a su entre entre pierna, lo que cual provocaba que temblara.
Levantó la prenda dejando ver su torso desnudo, no había cuadros marcados por el ejercicio, solo un delgado abdomen que subía y bajaba por su agitada respiración.
Besó toda esa zona provocando que el menor soltara jadeos involuntarios. Sentía su piel arder con cada caricia por parte del oji esmeralda, le gustaba.
El azabache subió hasta toparse con uno de los pezones del menor, empezó a lamer y a morder alrededores y a este mismo con delicadeza sin lastimarlo.
—¡A-ah! Hmp...— el menor cubría sus labios con una mano para evitar que mas gemidos salieran de su boca, la vergüenza podía mas con el —.
El azabache al darse cuenta de ello subió hasta su cuello y le susurró al oído
—Quiero escucharte...—su voz ronca retumbó los oídos del menor causándole escalofríos y descubrió su boca acatando la orden —.
El mayor siguió jugando con uno de los pezones rosados del menor, introdujo su mano entre el pantalón y por encima del bóxer del rubio empezó pasar su mano por el miembro de este lentamente, provocándole gemidos algo altos y espasmos placenteros.
Desabrochó en seguro del pantalón con un movimiento brusco quito de su camino este mismo y el bóxer dejando ver el miembro del menor saliendo de este pre semen completamente excitado.
Tuvo una imagen caliente de su amado semi desnudo debajo de el gimiendo complacido con lo que hacía ¿que más podía pedir?
Dejo un momento de hacer sentir bien al menor para sacarse la camisa que tenía puesta dejando al aire a su abdomen bien marcado que tanto le costo conseguir.
Los ojos del rubio brillaron al ver aquello, paso sus delgados dedos por estos mientras se volvían a besar.
Agarró el miembro del menor y empezó a masturbarlo lentamente con ayuda del pre semen, este trataba de contener sus gemidos pero no lo lograba del todo.
El rubio se corrió en la mano del mayor dejando que los espasmos se apoderaran de su cuerpo, gimió complacido, pero esto aun no acababa.
El azabache levanto las piernas del menor dejando una mejor vista a su entrada.
Introdujo un dedo dándose cuenta de el menor ya se encontraba lubricado.
El menor se sobresalto al sentir el dedo del ojo esmeralda dentro de el, se aferró a su espalda rasguñando esta zona soportando esa incomodidad, para el era muy extraño.
El mayor empezó a mover su dedo lentamente tratando de no provocarle algún dolor. Poco a poco la incomodidad que el rubio sentía se desvaneció.
Introdujo otro dedo sumando dos, el rubio liberó un quejido de dolor asustando al mayor
—D-duele — gimió aferrándose con mas fuerza al chico encima de el respirando de forma entrecortada —.
—Calma— susurró contra su oído
Con una voz ronca y seductora —pronto pasará... —.
Con los dos dedos dentro del chico, empezó a abrir y a cerrar sus dedos como tijeras. Esto hacia estremecer al de ojos zafiros, sintiendo sus piernas muy débiles a causa del placer.
El azabache empezó a simular embestidas con sus dedos mientras que el rubio soltaba uno que otro gemido disfrutando del placer que el mayor le brindaba.
Se estremeció al sentir que el mayor buscaba algo en su interior, sus piernas temblaban y su pecho subía y bajaba frenético.
—¿Q-que ha-haces? Ah...Ugh...— gimió sin poder evitarlo, ya no podía controlarlo—.
—Buscando tu punto dulce —rio roncamente al escuchar el fuerte gemido que liberó el oji azul cuando sus dedos pasaron por una zona específica —.
Relamio sus labios excitado, su miembro luchaba por salir de su bóxer y follarse al lindo chico debajo de el hasta que no pudiera caminar, pero en no quería que su primera vez sea así, quería hacerlo disfrutar, el no quería sexo si no hacerle el amor.
Introdujo otro dedo más en el interior del menor, siguió simulando embestidas que enloquecían al oji zafiros y lo hacían estremecerse de lo bien que se sentía.
Saco los tres dedos del interior del menor provocando que este gimiera. Se apartó para quitarse el pantalón y con el, se quitó también el bóxer dejando afuera a su miembro despierto.
El rubio admitía que aquel miembro era grande , pero tenía miedo de que no cabera en su interior.
Abrió sus piernas para invitarlo a seguir, este le miro con un destello de lujuria en sus ojos y se apresuró a posicionarse entre las piernas del menor.
Acercó su miembro a la entrada del menor este se aferró con fuerza al cuerpo del mayor
En azabache empezó a entrar en el interior del menor mientras este dejaba marcas de sus uñas en la espalda del mayor soportando el que provocaba tener el pene del mayor dentro de su interior.
Introdujo por completo su miembro en la entrada de su amado, siendo envuelto por el interior del chico, era estrecho pero se ajustaba bien a su tamaño.
Empezó a moverse , acción que hacia que el rubio gimiera sutilmente.
—Tranquilo...— el mayor beso tiernamente los labios del oji zafiro cuando este empezaba a apretarlo, lo cual le relajó automáticamente —.
Las embestidas eran más rápidas y profundas, lo estaba volviendo loco, quería más, era una adición que le causaba un placer infinito al rubio.
Las embestidas fueron más rápidas y fuertes el dolor que eso le provocaba había desaparecido en su totalidad, lo único que sentía era placer.
El azabache llegaba a profundidades que el rubio jamas había
sentido, podía sentir como golpeaba su próstata y pasaba por ese punto que lo enloquecía.
Sentido un cosquilleo en su entre pierna y sabia que iba a suceder.
—¡M-me ven-ngo! ¡Ahh! — sus descontrolados gemidos se escuchaban habían por toda la habitación, excitando aun más al mayor —.
Se movía rápido, dando en lo mas profundo que podía quería escuchar su nombre ser pronunciado por los labios del lindo rubio.
—¡Y-yuu...! ¡Ahh!— el menor se corrió en su abdomen y seguido de este, un líquido lleno su interior dando a entender que el mayor había acabado —.
El rubio estaba agotado, las energías se le habían acabado y el sueño lo consumía, al azabache le causó ternura viendo como este se quedaba dormido, lo abrazo y lentamente salio de este lo que ocasionó que ambos gimieran.
El de ojos esmeraldas besó la frente del más bajo cuando esté ya estaba dormido. Lo atrajo a su cuerpo tapando a ambos con la sabana tendida bajo ellos, esa noche fue especial, por fin le había entregado su cuerpo a su amado.
Ahora se pertenecían, eran uno solo.
No se arrepentían de lo que habían hecho, porque ellos se amaban, sabían que su felicidad sería eterna y eso no cambiaría.
El azabache se había quedado dormido junto al rubio pero antes de caer en los brazos de Morfeo pronunció palabras dirijas a su amado.
—Buenas noches, amor—besó su frente y eso fue suficiente para caer en un profundo sueño al lado del más bajo. Su vida—.
—❇—
*Inhala*
¡¡Al fin termine!!!!
😭😭😭
3440 palabras....nunca había escribido tanto 😥.
Estoy agotada pero diré algo breve.
Lo siento por la demora, espero que esto compense el tiempo de espera.
Creo que no fue tan lemon pero espero que les haya gustado.
Nos vemos en el siguiente capítulo 😊
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