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•Capítulo 5•

~•Mikaela•~

No e podido trabajar tranquilo en la cafetería gracias a los recuerdos en la clase de química. Era la primera vez que le pedía a alguien sus apuntes, me sentí muy avergonzado cuando se los pedí a Yūichirō ¡Además le dije "Yuu-Chan"! ¿¡en que demonios estaba pensando cuando le dije eso!? ¡Además ese honorífico es de chica! Ojalá no se haya molestado...

–¡Hey! – me sobresale liberando todo el aire que estaba guardando en mis pulmones, desviando mis pensamientos a los pocos segundos – creo que el tinte te está afectando la cabeza, mi querido rubio– voltee encontrando a Lacus parado detrás de mi cruzado de brazos con una sonrisa boba en la cara–.

–Ya te he dicho que es natural– lo mire mal–.

–Bueno, bueno, no es mi culpa que ese rubio no se vea natural– se acerco a dejar unas bandejas en una mesa que había ahí – además estuviste todo el tiempo distraído –.

–L-lo siento –  tartamudié agachando la cabeza reconociendo mi error –.

–Ya...– se acerco más y pasó sus dedos por mi cabello – yo hice el trabajo por ti, pero una de tus mesas esta ocupada a si que ¡ve atenderlos! –.

–Gracias, de verdad– le sonríe sincero – ahora voy –.

El me devolvió la sonrisa y se fue con dirección a la cocina, supongo por mas pedidos.

Salí del pasadizo que conectaba la cocina con las mesas, y me dirigí en donde me correspondía atender a los clientes.

Visualice a dos chicas que conversaban alegremente en una mesa que me correspondía, tome dos cartas y me dirigí a ellas.

Creo que las e visto antes...pero ¿en donde?

Sin prestarles mucha atención tome una libreta que había en el bolsillo de mi mandil junto con un lápiz.

Deslice las cartas por la mesa adelante de ellas sin mirarlas a los ojos.

–¿Que van a pedir, señoritas? – les pregunté clavando la mirada en el papel de la libreta con el lápiz en la mano esperando sus respuestas–.

–¿Mikaela-san...?– una voz femenina llamó mi atención–.

Alcé la mirada y me encontré con dos iris violetas y otras dos rojas granates.

¿Ellas son Shinoa-san y Mitsuba-san...?

H-hola– tartamudié sorprendido–.

–¡Que coincidencia! ¿Trabajas aquí ?– Shinoa preguntó e instantáneamente acentí –.

–¡Waa! De verdad que me sorprendes Mikaela-san – sonrió pícaramente – ¿que otras cosas harás...?–.

Mitsuba se sonrojo y le grito que se callara, Shinoa empezó a reír y yo no tener a idea que estaba pasando.

–Bueno...¿que van a p-pedir? –les pregunté volviendo a mi papel de mesero–.

–Mmm...– Shinoa miraba la carta penando en que pedir, lo mismo hacía Mitsuba– pediré...un pastel de queso ¿y tu que pedirás Mitcchan?–.

–Quiero un Daifuku fresa, por favor – anoté todo en la libreta y me alejé de ahí para dejar la orden–.

Cinco minutos después las órdenes ya estaba listas, me acerque a donde estaba ellas para entregarles su orden e irme a casa.

Me acerque y coloque los pedidos en la mesa.

–Se ve delicioso – dijo Mitsuba mirando fijamente su plato–.

Shinoa río levemente mientras comenzaba a comer.

Estaba por retirarme cuando la voz de Shinoa me llamó.

–¡Mikaela-san, espera! –.

Voltee en su dirección, confundido me acerque a ellas por su repentino llamado.

–¿Pasa algo?– le pregunte aun confundido –.

–¿Puedo tomarte una foto?– preguntó Shinoa levantando las cejas con una sonrisa pícara–.

–¿E-eh?–sentí mis mejillas arder por la vergüenza –.

Escuche un "click" de parte de Mitsuba, mire hacia ella y tenia en sus manos su móvil mientras sonreía mirando la pantalla.

Me desespere al saber que me tomaron una foto.

Odio que me tomen fotos

¡¡Borra la foto, borralo!!–grite desesperado–.

–Nop– dijeron al unísono riendo entre ellas –.

Estaba por decirles algo pero la voz de Lacus llamándome me lo impidió.

¡Rubio vámonos ya!–.

–¡Ya voy!– le respondí y me aleje de ahí, sin tomarle importancia a la foto que me acababa de sacar la rubia, no creo que lo vaya a vender a un pedófilo–.

Pensaba entrando a los vestidores para cambiarme junto a Lacus que ya esta por terminar.

.

.

.

Salí del lugar junto a Lacus camino a casa, Lacus estaba agotado ya que hizo trabajo doble por mi culpa.

Cuando llegamos a casa prepare nuestra cena y el fue a su cuarto a cambiarse de ropa pero cuando lo llame a comer ya estaba dormido.

Lo deje dormir y comí solo mirando el televisor aburrido. Después de comer lavé los platos y me duche rápidamente para después cambiar mi uniforme por mi pijama he irme a dormir.

Entre a mi cuarto cerrando la puerta tras de mi, me acerque a mi escritorio y debajo de este tomé una caja algo empolvada por el tiempo. La abrí y sabe un estuche con forma de guitarra pero mas pequeño.

Observe mi violín, lo saque y tome el arco recordando muchos momentos que mi mente se había resignado a olvidar.

Voltee mi violín y en una de las esquinas de este se encontraba algo escrito en otro idioma.

Con amor, tus padres.— decía.

Bruscamente lo volví a guardar en su estuche y lo guarde de nuevo en la caja.

Me aleje de ahí y me dirigí a mi cama, me deje caer en ella enrollando mi cuerpo con las sabanas mientras sentía gotas de agua resbalarse por mi nariz y mejillas.

Si sólo no me hubieran abandonado ese maldito día en aquella carretera— pensé dolido mordiendo fuertemente mi labio inferior para ahogar mis sollozos.

El cansancio se apoderó de mi cuerpo cuando sollozaba e inconscientemente caí rendido en los brazos de Morfeo.

—❇—

La escuela es la principal razón por la que no subo capítulos muy seguidos, así que les pido que me disculpen 😥

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