•Capítulo 22•
~•Mikaela•~
El silencio era lo único que nos acompañaba en la oscauridad del departamento, el ambiente se habia vuelto sombrío y melancólico desde que empecé a contar mi vida, y las cosas perturbadoras que desgraciadamente tuve que pasar, estaba seguro que había personas con mayores problemas que yo, mucho mas difíciles y dolorosas por las que pasaron, pero soy débil, e estado reteniendo y guardado muchas cosas durante casi media década, es suficiente para mi salud mental, de cualquier forma, algún dia tendría que dejarlo ir, pero me aterraba la idea de la forma en como lo haría, a quien le contaría todo aquello que pasé desde que era un niño, simplemente no me cabía en el cabeza que alguien lo supiera, no podía.
Pero ahi estaba Yūichirō, permitiendo que mi cabeza repasará en su pecho, de alguna forma el movimiento del sube y baja de este me transmitía tranquilidad, su respiración era calmada, no decía nada, pero yo tampoco lo hacía, mi cobardía no me permitía decir nada, pero queria saber que era lo que pensaba, nesecitaba que dijera algo, realmente lo necesitaba.
– ¿Soy patético? – hable sin pensar, aquellas palabras salieron de mi boca de un momento a otro, pero no me arrepentí, queria saber que era lo que me respondería, deseaba escucharlo, así que solo esperé –.
– No vuelvas a decir eso, Mikaela – su voz se escucho ronca a mis oídos, la evidente orden me hizo sentir inferior a el, mordí mi labio inferior fuertemente, tratándo de ahogar un sollozo que nacía en mi garganta –.
– Se que lo soy – me separé de el lo suficiente para volverlo a ver, sus ojos verdes se notaban brillantes en la oscuridad que amenaba en el apartamento, pero mi vista fue invadida por lagrimas que luchaban por salir, no lo podia controlar, y ver a Yūichirō a los ojos lo empeoró – soy debil, se perfectamente que lo soy, solo quiero poder vivir tranquilamente como cualquier otra persona, ¡Pero solo recordando una maldita fecha todo se viene abajo! No sé lo que es descansar y no preocuparme de si tendré pesadillas que perturban mi descanso – lagrimas se desplazaron por mis mejillas sin control, el llanto me abordó, y el dolor en mi pecho se hizo mas grande – dormir nunca fue una opción para mí por que todo lo vuelvo a vivir, y no puedo hacer nada, aunque todo se repita una y otra vez, siempre termino perdido, y ya no puedo más con esto, no lo puedo soportar más, perdóname por ser tan debil y llorar así, pero lo he estado reteniendo durante mucho y no puedo seguir viviendo como si mi vida fuera perfecta a los ojos de los demás –.
No pude seguir hablando, esas gotas de agua quemaban en mis ojos dolorosamente, mi voz se quebró notablemente por la tristeza acumulada expresada a través de lágrimas, aquello provocó que perdiera el control de mis emociones, cerré los ojos con fuerza cuando mi vista se nublo por completo y deje de ver claramente los ojos verdosos de Yūichirō.
Limpié mis mejillas con fuerza arto de seguir llorando y seguir permitiendo verme tan vulnerable, pero no podia controlarme, la barrera que protegía todo aquello se destruyó y colapsó, era un cristal rompiéndose a los ojos de Yūichirō, lo cual me asustó, un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar que podría destruir mi poca cordura por culpa de mis traumas de hace años, a no ser que ya lo haya hecho.
–¿P-por qué? – el susurro que salio de mis labios se escuchó como un lamento de una vida perturbada al igual que la mía, las lagrimas no tardaron en seguir mojando mis pálidas mejillas a una velocidad constante sin descanso – S-solo quiero descansar de t-todo...¿Por qué es ta-anto pedir?
Sus bronceados brazos me rodearon hacia él en un abrazo calido contra su pecho, una corriente eléctrica recorrio mi cuerpo al sentir su piel contra la mía, abrí los ojos sorprendido, agradecía que no pudiera verme a la cara, porque posiblemente hubiese visto una pigmentación rojiza nacer en mis mejillas.
–Voy a ayudarte – al escuchar sus palabras mis ojos se llenaron de más lagrimas, me acurruque en su pecho queriendo estar más cerca de él, tragué saliva forzadamente y apreté mi mandíbula tratando de calmarse y parar de llorar, aunque se estaba haciendo complicado – lo prometo –.
Confiaba en su palabra, tenia la curiosidad de como ayudaría a una persona como yo, no me sorprendería que no lo hiciera y que después de intentarlo se fuera y me olvidará, veré cuanto dura todo esto.
De aun momento a otro me dormí, los brazos de este eran realmente cómodos y cálidos a comparación de mi fria y vacía cama.
Pero lo malo de esta noche, es que las pesadillas me acompañaron hasta el insomnio.
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El clima era frio ese día, el pronóstico habia comunicado que iba a ser un dia calido con sol y que posiblemente haga frío en la tarde, pero hasta ahora la palabra "calido" no existía en esta mañama.
Lenguaje no era mi fuerte, pero no era un clase que detestaba, lo maneja con un promedio intermedio, pero justo ahora, lo empezaba a odiar, mi cabeza no prestaba atención a lo que el profesor dictaba, estaba recordando lo que encontré esta mañana al despertar, era algo tan cliché que asustaba, pero aun así me parecía tierno de su parte.
Desenrrollé el papel entre mis manos por debajo de la carpeta, baje la mirada a esta y leí en mi mente recordando mi reaccion al leer aquel papel.
Hola Mika
Espero que hayas dormido bien, no queria incomodarte hoy al despertar. Dejo esto para ti si no estoy ya en tu departamento, perdóname si cometí algún error por lo de ayer, lo que menos quiero es que te sientas mal por mi culpa.
Asi que nos vemos.
Desayuna bien ¿vale?
Yūichirō
Sin que me diera cuenta estaba sonriendo tontamente al leer por décima vez ese papel, no podia evitarlo, las palabras del azabache me producían una sensación desconocida que me obligaba a sonreir, era raro pero cierto.
La campana del receso sonó escandalosamente avisando que era nuestro descanso matutino. Salí de mi salón al patio con pasos largos y rápidos, queria encontrar a Yūichirō, no sabia exactamente para que, pero queria verlo.
El frio de la mañana me abrazo instantáneamente al salir, llevaba un abrigo que me llevaba hasta el cuello, nada especial pero era suficiente para no sentir tanto frio.
Lo busque hasta que el timbre sonó, no importó cuánto me esforzara, no lo llegué a encontrar, busque por todos lados y no vi ni siquiera a uno de sus amigos, estaba por rendirme hasta que vi una cabellera castaña del tal Yoichi, me acerque al pequeño casi corriendo antes de que lo perdiera de vista.
–¿Eres Yoichi-san, verdad? – le pregunté cuando estaba lo suficientemente cerca para que me escuchara, y para sorpresa mía, estaba solo –.
–¡Mikaela-kun! – alzó su voz en sorpresa, abrió levemente los ojos al verme parado frente a el, tragó saliva poniéndose nervioso, estar delante suyo aparentemente le incomodaba – ¿Q-que pasa? –.
–¿Has visto a Yūichirō? Llevo bastante tiempo buscándolo – apreté los labios esperando su respuesta, estaba poniéndome ansioso, queria saber su respuesta y hablar con él ahora –.
–Él...no vino hoy – el de centímetros mas bajo desvío la mirada de mis ojos hacia el piso por una fracción de segundos, luego junto sus manos frotandolas entre si para calentarlas por cosecuencia del frío –.
–¿Sabes la razón?– le pregunté nuevamente, queriendo irme de ahi teniendo la posible idea de que el azabache habia faltado porque no queria verme –.
– No realmente, no nos aviso que faltaría – suspire rendido, queriendo irme del lugar lo antes posible, no queria estar ahi más, tenia suficiente –.
– Ah...vale, g-gracias – me despedí del chico y me dirigí a mi salón a paso rápido, hace poco habia tocado el timbre, pero odio llegar minutos de retardo –.
Entre al aula y me senté en mi lugar, ahora más que antes queria irme a casa y echarme a dormir hasta mañana, pero recordar que debia ir a trabajar quitó esos pensamientos de mi cabeza
Solo espero distraerme en la tarde.
Fue mi último pensamiento antes del que el profesor entrara y dictará la siguiente clase del día.
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