Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•Capítulo 18•

~•Mikaela•~

Me sentía patético, lo que estaba pasando en ese momento era sumamente vergonzoso, era una escena que nunca imaginé vivir, no podía creer que estaba viviendo esto con él, estando consiente de eso, no me importó en lo mas mínimo y seguí en aquella posición.  

Yūichirō seguía abrazando mi cuerpo mientras este pasaba su mano por mis ahora despeinados cabellos, tenia mi cabeza recostada en su pecho, este subía y bajaba constantemente dando tranquilidad a mi sistema. No lo podía mirar a los ojos, gracias a esa posición aun no lo hacia, pero solo retardaba lo inevitable.

Estábamos en el piso, sentados muy cerca del otro, por la cercanía parecía que estuviera sentado en sus piernas flexionadas, pero no era así. 

Era muy extraño, lo que sentía no era normal, tenía la necesidad de tenerlo a mi lado, de sentir su calor corporal abrazarme de esa manera, tener el privilegio de poder oler su aroma, tan atractivo.

Pequeños sollozos se escapaban de mi boca, las lágrimas ya no salían de mis ojos, pero rastros de estas quedaban por debajo de mis pestañas inferiores y mejillas, tragaba saliva con el temor de saber que pasaría cuando él se separara de mi, de lo que me preguntaría, de como actuaría, simplemente no lo sabía.

–Mika...–me paralice al escuchar mi nombre ser pronunciado por el de cabellos azabaches, no podía retardar más lo inevitable – se que no tengo el derecho de exigir una respuesta, pero debes saber que quiero que veas en mi un amigo del cual puedes confiar, si tu no estas dispuesto a contarme nada, no lo hagas, entenderé –apreté los dientes con fuerza, no quería que el supiera lo miserable que fue mi vida desde ese día, no quería que supiera las cosas que tuve que afrontar, el dolor tanto físico como mental que me causaron por una irresponsabilidad, y todo eso sumaba los problemas que tenia ahora, por poco hace meses perdí el departamento por pasarme del plazo de pago, tenía días en el que el dinero no me alcanzaba, Lacus no sabe de todo lo que enfrento por causa del dinero porque se estresaría a sobremanera y de verdad que no quería eso para él. Se perfectamente que tengo una buena cantidad de dinero por trabajar en la cafetería, pero los gastos tanto propios como los del departamento y de la preparatoria son muy elevados, he pasado días sin comer para poder alcanzar a comprar materiales para la escuela y no quería que Yūichiro lo supiera, tenía miedo, miedo a como reaccionaría, no quería perderlo, no a él –.

Pero no quería quedarme con ello todo lo que resta de mi vida, no podría soportarlo, no por mucho tiempo, toda la carga que mis hombros cargaban se había ido acumulando al pasar de los años, sólo tenía dieciocho y eran suficientes para saber como era la sociedad con personas como yo.

–T-tengo miedo a c-como vayas a reaccionar – Murmuré con temor, sintiendo como este me abrazaba con mayor fuerza aun sin mirarnos a los ojos –.

–Yo no te juzgaré Mika, con nadie y mucho menos contigo –susurro de una forma ronca y lenta, con solo escucharlo los vellos de mis brazos se erizaron, algo que no me había pasado antes por algo así –.

Asentí con la mirada perdía en algún punto de la pared del apartamento, trayendo a mi mente los recuerdos que me atormentan día a día, de un momento a otro las estaba pensando en voz alta, convirtiéndome de algún modo, en ese niño de hace muchos años atrás.

~•Flashback•~

Una cabellera rubia resaltaba entre unas sabanas blancas algo desgastadas mientras este dormía entre ellas profundamente. Poco a poco abrió sus ojos encontrándose en su ya conocido cuarto, suspiro sentándose en la pequeñez que tenía como cama, se paró con el cuerpo adolorido, pero no le importó la incomodidad y salio de su cuarto rumbo a la cocina. 

Este solo era un niño, aproximadamente de unos doce o trece años, pero su belleza era incomparable, a tan corta edad era más hermoso que una chica de una edad promedio, simplemente era la belleza misma.

Caminó hasta la cocina y ahí estaba un hombre bastante esbelto, sentado en una silla del comedor que quedaba a pocos pasos de su ubicación leyendo el periódico del día, se acercó con pasos temerosos sintiendo temor de la presencia del hombre.

P-papá ¿sabes donde e-está...?–.      
Fuera de mi vista– el mayor levanto la vista al menor, encontrandose con su misma mirada azulada, pero estos eran fríos, no mostraban ninguna emoción, estaban vacíos –.

Este era su padre, si así se le podía llamar, ya que este había olvidado su rol hace unos años. Tenia la piel canela, los mismos ojos del menor que eran herencia entregada a su hijo por la genética, cabello castaño oscuro, pero sin duda era atractivo, tenia la mirada penetrante lo que lo hacia misterioso y arrebatadoramente sexy.

El menor al escuchar las frías palabras dichas por su padre, decidió irse a otro lado, teniendo miedo a enfurecerlo con su presencia.

Se dirigió a la habitación principal, la recámara de sus padres.

Entró sin tocar, no se sentía obligado a hacerlo porque estaba en su propia casa.

Una mujer estaba sentada en la gran cama matrimonial que compartía con su cónyuge sujetando una fotografía que conocía demasiado bien.

Esta sin darse cuenta de la presencia del menor en la habitación, había empezado a derramar lágrimas de dolor, ahogaba los sollozos que nacían en su garganta sin ni siquiera finalizar entre los delgados labios de esta.

Ella se parecía más al menor, tenía esa hermosa cabellera rubia con esos traviesos mechones que salían del peinado que llevaba ese día, tenían los mismos gestos, compartían los mismos rasgos, finos y delicados, la única diferencia era el color de ojos, en vez de unos brillantes zafiros tenía dos orbes grises, como si plata derretida cayera por estos infinitamente.

¿Mamá?–susurro el menor sorprendido por encontrar a su madre de esa manera, no podía creer que aún tuviera esa fotografía, y después de tanto tiempo llorara por ello–.

Apenas escuchó la voz de su hijo en la habitación movió su rostro hacia otra dirección fuera de la vista del rubio menor. Seco las pocas lágrimas que había permitido salir de sus ojos con rapidez rogando que su hijo no la haya vista de esa forma.

Dejo la fotografía en la cama a su lado mirándola de reojo por última vez antes de posar sus ojos grisáceos en el de mirada azulina.

Debes tocar la puerta antes de entrar, Mikaela Shindō– habló la mujer con voz rasposa mirando a su hijo con molestia –.

Lo siento mamá –se disculpo el menor agachando la cabeza sintiéndose apenado –no quería molestarle–.

La mujer suspiró pesadamente, logrando que sus emociones no se salieran de control y verse débil.

–¿Me estabas buscando?– la mujer se paró de la cama dirigiéndose hacia donde estaba su hijo preguntándole lo anteriormente dicho viendo al menor de una forma fría y distante –.

Es que...no he comido nada desde ayer y...tengo hambreel menor tenia cierto temor a saber que le respondería la rubia mayor, lo último que quería era que esta se molestara con él, jugaba con sus pequeñas manos impaciente, esperando una respuesta por parte de su madre –.

No voy a prepararte nada Mikaela, puedes buscar algo de comer en la cocina, aunque lo pudolo último fue pronunciado en un susurro por la de mirada gris, cosa que no fue capaz de escuchar el rubio menor, agacho la cabeza triste, apretó la mandíbula conteniendo unas pequeñas lágrimas que querían escapar de sus ojos cuando escuchaba las palabras de su madre salir de su boca, detestaba su comportamiento, pero no podía hacer nada –.

La oji gris salió de la habitación ignorando la presencia de su hijo en esta sin importarle ser dura con las palabras dirigidas al menor, hace mucho que no le importaba.

Cuando el menor se percató que la presencia de su madre no estaba en la habitación, dirigió su mirada a la fotografía que reposaba en el lugar donde su madre se encontraba sentada anteriormente.

Aquella fotografía le trajo muchos recuerdos, unos buenos y...otros no tanto.

Caminó con pasos lentos hacia la cama matrimonial de la habitación, una ves cerca tomó entre sus manos la fotografía en la orilla de esta observándola detenidamente.

Era una fotografía de ultrasonido viéndose en esta con algo de dificultad un próximo bebé a nacer.

Suspiró con tristeza, aquella fotografía era la causante del infierno que vivía al lado de sus padres, no podía hacer nada, se sentía impotente. Quería con todas sus fuerzas volver al pasado, vivir nuevamente lo que vivió, recordar cada fracción de segundo antes de que comenzara su infierno, pero era tarde.

Dejó esa fotografía en su lugar trayendo a su mente recuerdos de hace unos años, aunque para el, lo recordaba como si solo horas atrás hubiera pasado todo,  antes de que todo a su alrededor cambiara.

Lo recordaba a medias, no se culpaba por ello ya que solo tenia ocho años, era apenas un infante, esclavo de la vida, una alma pura que aun no conocía el significado del mundo cuando sus padres descubrieron que en definitiva era un niño doncel. Era extraño decirlo así en tiempos presentes, ya que con el pasar de los años Japón proclamó "La Igualdad de Género" y ahora llamar a un niño o joven "doncel" era un falta de respeto. Ahora solo se identificaban con su apariencia, facciones delicadas y angelicales, igual al de una chica.

Pero cuando sus padres se enteraron de esto, su relación mejoró, estos pensaban que ahora tenían cuidar más al de ojos zafiro, no les importaba que su hijo fuera un niño doncel, eso era lo de menos.

El rubio aún recordaba las noches en la que sus apoderados se quedaban en su habitación y le contaban un cuento, en el tiempo en que lo acompañaban hasta dormirse, y después lo arropaban entre las sabanas dejándolo dormir plácidamente, esas cosas simplemente ya no existían.

Recordaba las palabras dichas por su madre "Bebé ¿No te gustaría tener un hermano menor? Ya no estarás más solo Mikaela, tendrás con quien jugar" era muy joven para entender a la perfección esas palabras, pero lo fue entendiendo con el pasar de los meses. El vientre de su madre había crecido mucho, no entendía el porqué de su situación, pero lo descifró por el cariño que había en los ojos de la rubia mayor cuando veía su vientre crecer más cada día, comprendió que ahí estaba su hermano menor, haciendo el tiempo de espera mas corto para por fin conocerlo. Esta sólo tenía seis meses de gestación y parecía de nueve, le recordaba bastante pálida antes de que todo se cayera a pedazos.

Era de madrugada cuando escuchó un golpe seco en la parte baja de la casa y un grito desgarrador proveniente de su madre, escucho pasos bajar corriendo de las escaleras en dirección a la sala, el niño salió de su habitación asustado de escuchar tanto alboroto en la parte baja.

Escuchaba a alguien llorar  desconsoladamente entre quejidos de dolor, el rubio menor bajó las escaleras curioso de saber que pasaba, grave error.

Lágrimas salieron de sus ojos sin control, todo su cuerpo temblaba mientras toda la belleza de su mundo se caía a pedazos volviéndose añicos en segundos, no sabía que había hecho para merecer algo así, no podía creer que todo pudiera cambiar de un día para otro, que iluso era. Solo era el comienzo.

—❇—











Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro