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ʾʾ ˖ ⋆★̶̲PRÓLOGO . ࣪


La música comenzó a retumbar por el bar, llenándolo con una melodía delicada gracias a la mujer que, frente a la gramola, movía sus caderas al ritmo de la canción. Su amiga, sentada en uno de los sillones, sonreía ante la escena.

—¿Qué estamos celebrando? —preguntó Vander, dejando a un lado el vaso que acababa de limpiar.

—¿Es que una dama no puede estar de humor para una canción familiar? —respondió Felicia, sin dejar de moverse.

—Dicen que la música relaja a los bebés, así que gracias, Felicia —agradeció su amiga, tocándose la panza con suavidad.

Vander se rió mientras guardaba el vaso.

—Dudo mucho que tu bebé se tranquilice con esa música.

Felicia dejó escapar una carcajada antes de acercarse a Astrid. La tomó de la mano, invitándola a bailar juntas mientras se aproximaban a la barra.

La mujer de cabello violeta ayudó a su amiga a sentarse, aunque realmente no hacía falta.

—Esta noche, un plan descabellado que cocinaron estos dos payasos para convertir una grieta húmeda en la tierra en una comunidad próspera y sana... se volvió realidad —dijo Felicia, levantando su vaso para brindar junto a Vander.

—¿Esta noche? ¿Ya escuchaste eso, payaso dos? —preguntó Astrid a Silco, quien no levantó la vista de su cuaderno.

—Estás tristemente equivocada, yo soy el payaso uno —respondió Silco con una pizca de humor, mientras continuaba escribiendo.

Astrid sonrió ligeramente.

—Bueno, está claro que yo soy la reina de este lugar, y —señaló su panza abultada— esta será una linda princesa, tan inteligente como su madre.

Felicia la miró con admiración.

—¿Entonces qué rol cumpliría yo? —preguntó con fingida seriedad.

—Todavía tengo un puesto para amante —bromeó Astrid. Ambas rieron y se abrazaron con complicidad.

Vander alzó su vaso con una sonrisa.—Una noche de revelaciones.

Mientras los hombres tomaban sus tragos rápidamente, Astrid sorbía su jugo con calma, observando cómo su amiga jugueteaba con su vaso, algo que la dejó intrigada. Entonces, Felicia rompió el silencio:

—Estoy embarazada.

El bar habría quedado en completo silencio de no ser por la música de fondo. Vander reaccionó enseguida, cambiándole su vaso por jugo, igual al de Astrid.

—Es una niña —anunció Felicia.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Vander, confundido—Astrid dijo lo mismo del suyo.

Astrid le lanzó una mirada burlona.—Eso se sabe, gigantón.

—No era parte de mi plan, pero supongo que así es la vida cuando vives de semana a semana —añadió Felicia con un suspiro. Silco cerró su cuaderno y se unió al grupo.

—¿Qué dijo Connol? —preguntó Astrid, con suavidad.

Felicia suspiró profundamente.

—No le he dicho nada. Me estoy armando de valor —respondió, apenada— No sé nada de tener hijos. Me pongo a sudar si estoy sola con uno. Casi me desmayo cuando me enteré de que tú estabas embarazada y ese patán te dejó —murmuró, entre dientes— Iba a matarlo a golpes, pero eso es algo que los niños no pueden ver.

—Oye, serás una gran madre... Las dos lo serán —intervino Vander, mirando a ambas con sinceridad.

Felicia lo miró con cansancio fingido, mientras Astrid le sonreía, agradecida.

—Empecé a buscar un nombre y me di cuenta de que esa sola palabra será una decisión con la que vivirá toda su vida. No puedo protegerla de toda esta mierda aquí abajo y, al mismo tiempo, aprender a ser una buena madre —dijo Felicia, dejando de mover su sorbete. Luego levantó la mirada hacia ellos—Pero luego me di cuenta de que no tengo que hacerlo sola.

—¿Por qué? —preguntó Vander y Felicia los señaló con firmeza.

—Porque cuando se los dije, los hice responsables, igual que Astrid. Ustedes van a resolver este desastre en Zaun. No me importa si tienen que arrancarlo desde los cimientos, aunque terminen cubiertos de ampollas. No tienen permitido fallar, ni por nosotras ni por ellas.

—¿Qué sentido tiene si no podemos criar a un niño o dos? —añadió con determinación. Silco se rió levemente y alzó su vaso.

—Por Zaun, ampollas y piedras.

El grupo brindó, y después de un momento de silencio, Vander habló de nuevo:

—Siempre me gustó el nombre Violet—Astrid asintió, emocionada, y se giró hacia su amiga.

—Nuestras hijas serán grandes amigas, como nosotras. Además, Anyalis y Violet suenan perfecto juntas.

(. . .)

La niña comenzó a temblar al presenciar la brutalidad que la rodeaba. Los gritos, los golpes y las armas parecían moverse en cámara lenta, mientras los cuerpos inertes a su alrededor quedaban en segundo plano. Su respiración se agitó, sus piernas flaquearon hasta que sus rodillas no pudieron más y  tocaron el suelo. Tragó saliva con fuerza, la misma fuerza con la que aquel vigilante golpeaba sin piedad a un habitante de Zaun para que después los ojos del vigilante se posaran en ella, haciendo que abriera los suyos con terror.

Se preparó para el golpe, para su posible muerte. Pero en lugar del dolor, escuchó el sonido sordo de un impacto y sintió una ráfaga de aire a su lado. Frente a ella se alzaba la figura de un hombre de espalda ancha, bloqueándole la vista y protegiéndola del peligro.

—No mientras yo esté aquí —murmuró Vander entre dientes, ajustando sus guantes de metal.

Cuando la joven Ayra quiso darse cuenta de lo que ocurría, el vigilante ya había sido derrotado por el hombre. Vander se giró hacia ella con un suspiro, y sus ojos la miraron con una mezcla de cansancio y lástima. Se agachó hasta quedar a su altura, dejando caer los guantes al suelo con un fuerte golpe metálico. Extendió los brazos hacia ella; su expresión cambió a una más suave, invitándole a sentirse segura.

La niña no lo dudó y lo abrazó desesperadamente, aferrándose a él con toda la fuerza que le quedaba. Sus lágrimas finalmente se liberaron, deslizándose hasta su mentón.

—Todo estará bien, ya estoy aquí —le susurró dulcemente mientras la levantaba en sus brazos—. Sigues con tu corona eh niña...—

La joven asintió sin despegar su cabeza del hombro del amigo de su madre. Ayra se sintió a salvo, aunque fuera solo por un tiempo.

Sintió como el hombre se detenía abruptamente, haciéndole apartar lentamente su cabeza del cuello de Vander admirando las figuras de Violet y Powder llenas de miedo y confusión.

Violet y Anya se miraron.

Los estruendos de la guerra se desvanecieron cuando sus miradas se encontraron. En ese instante, todo lo demás dejó de importar. Ambas comenzaron a llorar de nuevo, sus lágrimas cargadas de alivio y dolor al comprobar que, al menos físicamente, la otra seguía intacta.

Author's note:

:💐 ꙳ ៹Buenass! primero que nada, graciass tanto por leer como también guardar esta historia en sus bibliotecas  y darle estrellitas a este inicio de historia <3 .Desde que salió la primera temporada siempre me dieron ganas de hacer un fanfic y obviamente que sea con Vi de interes amoroso pero gracias a esta segunda temporada me anime a comenzar a escribir esto, espero que les guste mucho y que reciban a Anyalis con los brazos abiertos 💌

Como ya saben los personajes de Arcane son complejos por lo que Anya también lo será en cierto punto, quizas tome decisiones que no les guste a todos pero porfis no sean tan malos con ella jsajsj al final del día les prometo que Anyalis es un ser de luz <3

Aclaro tambien que no tengo ni idea del lore de league of legends asi que de ante-mano pido perdón si me equivoco jasjasj.

besitos . . . 💗💗💗

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