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[3]

Seguimos corriendo por un largo rato, y en un momento, cuando mirábamos para atrás, esas cosas ya no estaban, y no había rastro de ellas.

Seguimos avanzando, con una menor velocidad.

La herida de mi pierna había dejado de doler, no sé por qué, seguramente mi cuerpo se había acostumbrado a él dolor.

Levanté la vista, y estrecerré los ojos, intentando enfocar. A lo lejos pude ver lo que parecían ser altos edificios. Habíamos llegado a una ciudad cercana.

Caminamos y caminamos, a pesar de que el trayecto no era muy largo, se me hizo eterno.

Cuando ya estábamos a pocos metros de pisar el alquitrán de una de las calles, mi pierna falló, haciéndome caer a la dura y fría tierra. Lucy y el chico vinieron a socorrerme, me intenté poner de pie, pero la pierna no respondía. Y de la nada sentí varias punzadas en la zona de la herida.

Joder, sí que dolía y mucho.

Ambos me agarraron apoyándome en su hombros y me llevaron hasta el edificio más cercano.

Cuando entramos, miré a mi alrededor. Parecía un vertedero, estaba casi completamente destrozado y podía ver marcas de un posible fuego pasado en las paredes. También habían muchísimas bolsas de basura, que desprendían un olor nauseabundo, no quería ni imaginar que podría haber dentro de ellas.

Me hicieron sentarme en unos escalones de lo que supuse que serían los restos de una escalera. Mi visión era borrosa y mi cabeza dolía como el demonio, solo llegaba a distinguir algunas formas simples y los colores.

Estábamos en completo silencio, pero en mi cabeza todo era ruido, en ese momento un dolor más punzante que antes apareció, solté un gemido de dolor. Y luego no sé qué pasó, porque todo se volvió negro, había perdido la conciencia.

Abrí los ojos con pesadez, Lucy y el chico me miraban fijamente.

-¿Cómo te encuentras? - Me preguntó el chico con un deje de preocupación en su voz. Parecían preocupados.

-Creo que bien, o al menos mejor que antes - Dije, aunque todavía sentía un fuerte dolor.

-Kenji te rehízo las curas mientras estabas inconsciente, pero dice que lo mejor sería ir a un centro de salud o farmacia, a buscar medicamentos o curas más profesionales - Me dijo Lucy.

-¿Kenji? - Pregunté.

-Oh sí, no me llegue a presentar antes, me llamo Kenji, Kenji Miyazawa - Dijo el chico con una sonrisa, y ahí entendí todo.

-¿Te puedes creer que solo tiene 14 años? - Añadió Lucy.

Seguramente habían estado hablando mientras yo estaba inconsciente.

Y wow, parecía joven pero pensaba que era mayor. Bueno, ya había respondido una de las tantas preguntas que me había hecho.

Un dolor punzante apareció de nuevo en mi pierna, y no pude evitar quejarme.

-Tenemos que encontrar uno de esos lugares rápidamente, si no puede empeorar más - Dijo Kenji al ver mi expresión.

-No puedes caminar, pero no puedes quedarte aquí - Lo vi pensar por unos segundos, luego se acercó a mí y me cargó en sus brazos sin mucho esfuerzo.

¿Qué acababa de pasar?

Sé que mi peso no era mucho, pero aún así no era alguien ligero al que pudieses cargar como si nada.

Lucy se puso delante nuestra para vigilar, mientras buscábamos alguna farmacia o algo. No queríamos ninguna sorpresa por el camino.

Nos movimos con cuidado entre callejones estrechos y el desastre, ocasionado por la crisis.

Era extraño no tener que aguantarme el dolor, o evitar las miradas de los demás para que me vieran como débil. Ahora solo podía descansar en los brazos de un desconocido sin sentir miedo, o el sentimiento de que debía protegerme. Nunca nadie se había preocupado por mí hasta ese punto. 

Tras un largo tiempo pudimos ver a lo lejos un centro de salud.

Cuando entramos estaba vacío, pero había un gran destrozo. Habían frascos de medicinas rotos en el suelo, con insectos a su alrededor, y manchas de sangre en todos lados. Parecía, no sé, como si lo hubieran saqueado de la peor forma posible.

Kenji me puso en una de las camillas que en mejor estado se encontraba. Y luego buscó junto a Lucy por varias estanterías y muebles en busca de lo que necesitaba. Como no encontraron nada fueron a otras salas, dejándome solo.

Había un ambiente tenso, y el silencio lo empeoraba. No podía hacer nada más que observar a detalle lo que me rodeaba.

Vi cosas raras, aunque con todo lo que ya había pasado no me sorprendía.

En la pared habían varias manchas oscuras, y la pintura se desprendía, seguramente era a causa de la humedad.

Aunque era extraño, ¿las personas que habían estado aquí por qué no solucionaron eso?

Otra cosa que pasó por mi mente, ¿y si estaba abandonada mucho antes de la crisis?

La pregunta era por qué, estaba en buen estado y con un par de reformas estaría como nueva.

Mi ojos pasearon de nuevo por toda la habitación en busca de respuestas. No había nada que destacará, y no quería meterme ideas raras en la cabeza.

Cerré los ojos, y respiré hondo.

Mi pierna seguía doliendo, y no había rastro de Lucy o Kenji por ahora.

Miré a dónde estaba la herida, los puntos se habían soltado, y un fino chorro de sangre escurría hasta caer en el suelo.

Minutos pasaron, y en la habitación solo se escuchaba el goteo de mi propia sangre.

No sabía cómo es que no me había muerto desangrado todavía. Bueno, quizás estaba exagerando.

Suspiré cansado.

¿Dónde se habían metido Lucy y Kenji?

Unos pasos se escucharon por el pasillo. ¡Por fin!, ya se habían tardado mucho.

Los pasos se acercaron y cuando vi una sombra cerca de la puerta sonreí. Pero ahí se detuvo.

-¿Hola? ¿Chicos? - Dije extrañado.

Para mi desagradable sorpresa dos personas se asomaron por la puerta, pero no eran ellos.

Me sentí nervioso y con torpeza saqué la pistola que había guardado. Los hombres sacaron una pistola también, pero yo fui más rápido, o bueno, mi instinto de supervivencia lo fue.

Disparé varias veces con los ojos entrecerrados, para no ver lo que iba a hacer.

Abrí los ojos, cuatro balas en total, tres les había dado de lleno, una de ellas la había fallado, y ahora había un agujero en la pared, la sangre había salpicado hacia todos lados, incluida mi cara.

Miré hacia ellos, ¿estaban muertos?, joder seguro que sí, sentí un dolor en el pecho y mi visión se puso borrosa.

Mierda, ¿por qué estaba llorando ahora?

Había matado a una persona antes, pero esto no era lo mismo, se sentía muy extraño.

-Atsushi.

-¡Atsushi!

-¡ATSUSHI!

Estaba tan aturdido que no escuche a los chicos llegar.

-Escuchamos los disparos, ¿qué ha pasado? ¿estás bien? - Preguntó Lucy.

-Sí... - Murmuré y pareció aliviarse.

¿Realmente estaba bien? No lo sabía.

-Hemos encontrado esto para tu pierna - Kenji me mostró un frasco y un botiquín, pero no respondí.

-Oh, ¿es por eso? - Señaló los cuerpos de la puerta, tampoco respondí.

Lo vi ir hacia los cuerpos y luego arrastrarlos fuera de la sala, después solo volvió con una sonrisa amplia y se sacudió las manos.

-Problema arreglado - Dijo y Lucy puso una cara de asco.

-No digas cosas así sobre este tipo de cosas - Dijo.

Eso me hizo reír a lo bajo.

Ambos sonrieron al escucharme.

-Ahora hay que curar eso - Señaló mi herida y asentí.

Kenji ponía todo tipo de cosas raras sobre ella, pero no me quejé, solamente me dejé llevar.

Terminó un poco después, ahora, según lo que me había explicado, tenía unos puntos de hilo, por encima tenía unas gasas, luego una fina capa de vendas normales y otra de vendas con yeso.

No sabía si eso era algo bueno, pero parecía funcionar bastante bien.

Lucy me dio una pastilla y un poco de agua, luego lo tragué, dijo que era un calmante de dolor.

Ahora estaba más tranquilo.

Kenji salió un momento de la habitación y volvió con una muleta, no sería muy útil en caso de que tuviéramos que correr, pero me la dio.

Me bajé de la camilla y la probé, nunca había usado nada así, estaba jugando como un niño.

Me acostumbre yendo de un lado a otro en la habitación.

Salimos de la habitación, pude ver al fondo del pasillo a los dos hombres que había matado. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y aparté la mirada, siguiendo el camino.

Y salimos de allí lo más rápido posible.

Antes de tan siquiera poder salir del todo pudimos ver a varias personas en la calle, la mayoría hombres, y con una complexión parecida a la los que maté. Todo tenía armas, y parecían revisar por todos lados.

Retrocedimos y entramos de nuevo, buscando la sala más lejana de la entrada, no podíamos permitir que nos encontrarán, y por lo que sabemos, no tienen buenas intenciones.

En la sala a la que fuimos casi no se podía ver, sobre todo por la falta de ventanas, solo había una pequeña en una esquina.

Tampoco funcionaba la luz del techo, así que no quedaba otra que aguantar por el tiempo que estuviéramos aquí.

¡¡Holaaa!! Este es el tercer capítulo de esta historia.

Les recuerdo que también pueden leer las historias de mis compañeras, les juro que no se van a arrepentir.

Nos vemos en la próxima actualización.

18/03/2023

1518 palabras.

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