S E G U N D O
Sonreí ante el saludo de un caballero mágico, desconocía su nombre.
¿Dónde estás, papá?
Se supone estaría aquí para la reunión en la cuál estarían los caballeros mágicos con más resultados en el año. Padre me invitó, para aliviar el ambiente que desató la notica de esta mañana.
Achiqué mis ojos.
Tu enfermedad... no tiene cura, princesa.
He intentado distraerme, pero, a pesar de que dije que no tenía importancia, que estaría bien, me duele saber que mi esperanza se va perdiendo. No podré ser una dama mágica...
Sacudí mi cabeza.
No, estoy con vida, por ahora. Todavía tenía oportunidad. Julius me protegería del exterior incluso más de lo que ya lo hacía, después de todo soy su hija; quiero servirle al reino, mas, sólo sería una carga.
Incluso el venir para acá fue una molestia, Nozel tuvo que acompañarme.
—¿Princesa? —cuestionó la señorita Nébula Silva—. Luces más perdida que de costumbre —comentó. Reí con levedad.
Los Silvas, una rama de la realeza, me caen bien, hasta cierto punto me codee con ellos. Sé de su forma de crianza, y como hacían menos a los demás por ser plebeyos o por tener menos maná. Algo innegable es su poder.
—Me preguntaba mentalmente en dónde podría estar mi padre, después de todo es el anfitrión y no se ha presentando —respondí.
—Me parece de mala educación hacer esperar —se quejó, procedió a mirarme como si se acordara de quién soy—. D-digo, está haciendo esperar a su propia hija.
Le sonreí. Él había dicho que pronto vendría.
—¿Me disculpas, señorita Nébula?
—¡Por supuesto!
Habiendo dicho eso me dirigí a otro lado de la sala. Estaba haciendo lo que Fuegoleon Vermilion me dijo.
Al ser de la realeza debía saludar a los demás, no me habían visto en mucho tiempo. Tal vez ni se acuerden de mí. Sin embargo, si no me equivoco, saludé a todos en el salón ¿no?
—¡Chiara!
Me giré ante tal llamadl informal. No pude evitar sonreír, hace tanto tiempo no veía esa característica cabellera.
—¡Leopoldo!
Él, con cuidado, me tomó de las manos ampliando su sonrisa. De igual manera le devolví una, pero en menor tamaño. El menor de los Vermilion y yo cuando éramos niños llegamos a ser cercanos, el echo de tener una edad parecida ayudó. Cuando entré en cuarentena todo cambió.
Mi enfermedad nos separó.
—¡Cuanto tiempo! —exclamó con alegría—. Te he extrañado —sus mejillas se tiñieron de rojo.
—Ha pasado bastante tiempo, eh —concordé—. Desde entonces has crecido tanto en altura como en control de maná —opiné—. Te felicito por tus logros.
Ejercí fuerza en nuestro agarre.
—¡Gracias! ¡Ahora soy todo un hombre! —se soltó del agarre que él había comenzado, me enseñó su fortaleza—. Cuando te mejores, serás muy poderosa, Chiara —admitió—. Podremos estar juntos en el campo de batalla. ¡Quiero ver tu magia!
Mejorar...
—¡Sí!
Lo había asegurado, a pesar de que Owen-san, el mejor doctor del reino clover, demostró que no existía cura alguna.
Perdóneme, princesa, a pesar de todo... permíteme. Mientras usted no se rinda, continuaré buscando.
El señor Owen mantenía la confianza depositada en mí. Mi padre igual. Suponían que yo era fuerte, pero... mi fuerza se gastaba, me estoy desmoronando.
Mi mundo se está derrumbando. El dolor diario en insoportable. ¿Este es un castigo por algún pecado que cometí en mi vida pasada?
Quiero pasar lo que me queda de vida al lado de las personas que admiro. Quiero salir con mi padre en una expedición. Padre, ¿no estás sobre protegiendo a tu unigénita? ¿No deberías dejarme vivir? ¿Por qué tienes miedo?
Todo tiene un final. Incluido la vida de las personas.
Quiero verlos.
—¡Chiara! —gritó el de pelo naranja exaltandome— ¿En qué piensas? No me estás prestando atención —bufó.
Busqué una excusa.
—Es nuevo para mí estar rodeada de personas, por ello he estado distraída —confieso—. La mayoría del tiempo me la pasaba encerrada.
Ahora, por primera vez desde mi décimo cumpleaños, habían muchas personas en el ambiente. Personas de distintos rangos y equipos. No conocía a la mayoría.
No me encontraba nerviosa, me gustaría sentirme emocionada. Me he dejado llevar por el peso de la noticia. Ugh, soy una princesa, no debo dejarme llevar.
—No te preocupes, cuando sanes te llevaré conmigo a lugares abiertos.
Le tomé sus mejillas.
—Te quiero— susurré apretándolas.
—¡Yo también! —las mejillas que tenía entre mis manos tomaron un color un distinto. Él tomó las mías justo como tenía las de él.
Viejas costumbres no cambian. Eso de mostrar nuestro afecto era algo que haciamos desde la infancia.
Un golpe aterrizó en nuestras cabezas. Notablemente el mío fue más ligero, sólo para llamar mi atención.
—¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó el hermano mayor de Leo, Fuegoleon Vermilio— Ya no son niños, las personas pueden pensar su relación de manera incorrecta —nos regañó con suavidad—. Más al ser dos jóvenes de la realeza.
—¡Lo sentimos! —nos discúlpamos alejándonos.
—Yo no le veo lo malo, ¡Chiara y yo somos amigos!
Leo solía ser inocente. Leo fue mi primer amigo. Ese que ne enseñó tantas cosas, el que estaba conmigo.
¿Podrían volver a ser las cosas iguales?
—Es porque eres un niño.
—¡Soy todo un hombre! —mostró esa sonrisa felina típica de los Vermilion.
Al verme riendo el señor Fuegoleon se fijó en mí.
—Hiciste un buen trabajo supliendo a tu padre, a pesar de todo tu habilidad para socializar es admirable, princesa.
"A pesar de todo": a pesar de haber sido marginada.
—Aunque mi contacto con otras personas se haya mantenido al mínimo aprendí todo lo que se necesitara —argumenté.
La conversación fue interrumpida cuando las puertas de abrieron. Todos dirigieron su mirada al mismo lugar, después de todo, se supone que el único faltante era mi padre.
Abrí mis ojos tapandome la boca de manera exagerada. Se encontraban junto al señor Marx y mi padre nuevos integrantes de dos equipos: Black bulls y Golden Dawn.
Entre ellos distinguí a Yuno y ¿Asta?
¡Tu nombre es complicado! ¿Puedo llamarte Chia?
¡Tu magia es... asombrosa!
¿Hoy es tu cumpleaños?
¡Este es un presente de nuestra parte!
¡Nos volvermos a ver, Chia! ¡¡Es una promesa!!
Inconscientemente me quedé paralizada. Ahora que sabía quiénes eran me encontraba feliz, sí. Me recordaron mi momento de libertad.
Asta está más alto, aunque puedo asegurar que soy más alta que él. Al adentrarse en el salón sus ojos brillaron, sentí que los míos imitaron su acto. Su capa denotaba que pertenecía a los Black Bulls.
Estaba en el equipo de Yami.
Sentí un calor recorrer mi cara. Probablemente estaba sonrojada, de la emoción.
Pero... ¿Por qué no puedo sentir maná de parte de él?
No importa.
Seguro que ellos no me notaron, o, me olvidaron. Eso no me importa.
Estoy feliz.
Quiero hablarles. La voz no sale de mi garganta.
¿Estoy nerviosa?
Los nervios no son buenos. Respiré profundo acercándome. Noté que todos veían la entrada, percatandose de mi acercamiento.
Sólo me tomó un par de segundos salir del trance.
—¡Bienvenidos! —dije para romper la tención en el aire, alcé los brazos al aire animadamente—. Padre, ha tardado —le reprendí con ternura.
—Sí, lamento eso, pero ya me encargué —sacudió mi pelo—. Ellos son los nuevos, te hablé de ellos. Los que conquistaron la mazmorra.
A pesar de que la mazmorra cayó.
Me tensé al sentir sus miradas sobre mí. Luego de escrutarlos reconocí vagamente a las dos féminas: una Vermilion y Noelle Silva.
—Princesa Chiara, es un verdadero placer conocerla —supongo que el rubio era de la nobleza, dio una reverencia.
—Hola, el placer es todo mío —saludé de manera informal—. ¿Por qué se quedan ahí? Padre ya entró.
Les indiqué que se adentraran al salón.
Después de todo él era el anfitrión. Fijé mi mirada en Asta y Yuno, parecían estar perdidos intentando captar la información.
—¿Princesa? —murmuró Yuno viéndome con curiosidad, hace unas semanas fue mi encuentro con él.
—¿Pa-padre? —Asta parecía estar en trance—. ¿¡Chiara?! ¿Eres Chia? No, espera... ¿Eres una princesa?
¿¡Tu padre es el mago emperador!?
El de menor tamaño no soportó la información y su cerebro colapsó.
—¡Asta! —exclamaron ambas chicas de la nobleza.
¿Eso es algo normal? ¿Por qué no se preocupan más?
Hice el ademán de acercarme a él pero un llamado me lo impidió.
—¿Chia? —cuestionó Yuno con sorpresa.
Supuse que él no recordaba, me decepcionó un poco. Fijé mis orbes en él.
—¿Te acuerda de mí, Yuno?
Le sonreí con suavidad. Él abrió sus ojos.
Antes de que Yuno respondiera recibí un fuerte abrazo por parte de Asta quien se había parado. Era la primera que alguien no retenía sus fuerzas al hacer algún contacto conmigo. Sus brazos me rodeaban impidiendome corresponder su afecto.
Era sofocante. Mas, sentí tanta ternura proveniente de él. Los conocí cuando era niña, hace años, significan mucho en mi vida: mi primera aventura.
—¡Chia...! —dijo con emoción— ¡Ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que nos vimos! ¿Por qué no nos dijiste que eras hija del mago emperador? ¿Eres una princesa? ¿Por qué no volviste?
Él me llenaba de preguntas sin permitir que me dejara contestarlas.
Sentí como los demás nos miraban, ¿por qué siempre llamo la atención?
—Asta —lo llamé rompiendo nuestra unión—. Nadie debe saber de eso, luego podremos hablar ¿bien?
—Ya he esperado bastante —bufó—. ¿Es porque somos plebeyos?
—No tiene que ver con la decadencia social —negué—. Simplemente no es el momento correcto —pegué mi frente contra la de él, acción que no duró más de unos pocos segundos—. Me separo, ha sido un placer ¡Espero que encajen!
—¡Hablaremos luego!
Le di una última mirada a Yuno dedicándole una sonrisa mientras me alejaba. Él parecía confundido al mismo tiempo que sorprendido.
Sentí algo de vergüenza al notar como todos murmuraban, oía mi nombre, mas no bajé la cabeza.
Me gustaría estar con ellos, sin embargo conozco mi lugar.
Ser princesa es ser un modelo a seguir. Ser princesa es ser juzgada por cualquier cosa. Cualquier fallo cuesta mucho.
Al estar completamente encerrada conocen mi existencia, pero no me han visto en persona. De todas formas no soy tan importante, no es como si fuera la hija del rey. Aunque no todos conozcan al rey del país.
—Padre.
—Los chicos que conoces son espléndidos, Chiara —halagó sin mirarme—. Sé que quisieras estar con ellos.
—Sé que no lo estaré —susurré.
Julius anunció porqué estaban aquí, también pidió que le perdonaran su ausencia, pero, tenía que irse de nuevo a resolver un "asunto". ¿Cuántos misterios tienes, padre?
Él me miró como si me pidiera disculpas, evité el contacto visual con él. Creí que podía pasar algo de tiempo con él sin que huyera.
Soy tu hija, Julius. Estoy pasando un momento complicado ¿por qué no puedes apoyarme?
Bueno, él es el mago emperador.
¡Desearía que no fueras el mago emperador, padre!
De niña era egoísta. Lo contínuo siendo, supongo.
Después de la ida del rey mago en el salón noté que esto no iba a ser sencillo. ¿Para esto padre me sacó de mi habitación? ¿Para que sea anfitriona?
Inflé mis mejillas. ¿Qué soy para ti padre?
Sin moverme de mi sitio observé al grupo de Asta y Yuno. Sé como son la mayoría de nobles, hacen de menos a los plebeyos sólo por su menor poder.
Cuando era una niña no lo comprendía.
Yuno tiene una gran cantidad de maná, por otro lado Asta parece no tener ni una pizca. He oído hablar de personas con poco maná pero este es otro nivel ¿cómo puede ser un caballero mágico? Asta es increíble.
Incluso ahora mismo todos hablan sobre él mientras que él solamente está atento a la comida. Solté una sonrisa llena de ternura.
—Aún siendo solamente un plebeyo tuvo la osadía de abrazar a la princesa con tanta confianza —comentó Sólido, sabía que se habían fijado—, como si fueran iguales.
Ambos somos humanos. Somos del mismo reino. Tenemos diferencias, pero detesto a lo que se refiere. Él tiene razón, nunca tendré la libertad de Asta.
—La princesa Novachrono también fue valiente al hacer eso, es como si no conociera su lugar —colaboró Nébula con arrogancia.
Se está desatando la polémica, ¿qué debo hacer?
Debes quedarte callada, como una señorita.
La señora que me crió esteriotipaba todo. Debo de alegar algo, ¿o no?
Antes de que pudiera hablar la capitana de las Blue Rose puso una mano sobre mi hombro. Solté un suspiro.
—Nébula —regañó Nozel a su hermana.
—¿Qué están diciendo?— cuestionó Asta —Qué importa eso, fue sólo un abrazo de reencuentro, ¿qué tiene de malo? ¡Chia y yo somos amigos! ¿Verdad, Chia?
—¡S-sí!— aseguré de inmediato.
Supongo que eso no fue lo correcto.
—¿"Chia"? —preguntó el de cabello plateado —Te das cuenta que ella es una princesa ¿cierto? —supliqué en mi interior que no continuara— No trates de hacerte ilusiones, nunca estarás a su nivel —mis suplicas fueron en valde—. Ni siquiera puedo sentir ninguna clase de magia proveniendo de ti.
Oh, así que no estaba mal respecto a eso. ¿Todo esto es por mí?
No debí haber salido de mi habitación.
—Nozel —traté de llamar su atención.
Ni siquiera me miró. Del único que recibí una mirada fue de Yuno.
—¿Dices que "no soy igual a ella"? ¿Por qué? ¿Porque ella es de la nobleza y yo soy un plebeyo? —¿Asta se habrá molestado conmigo?— ¡Haré que te tragues tus palabras cuando me convierta en el rey mago! ¡¡Todos lo verán!!
Lucía confiado en sí mismo. No tenía ni una pizca de duda en su interior. Él creía ciegamente en que lo lograría.
Eso enojó a varios en el salón. Él era un novato frente a ellos, aún así era capaz de retarlo con tanta facilidad.
Asta, eres increíble, crees en ti mismo, pero eres un insensato. Te estás adentrado a un mundo diferente. A uno en el cual no he sido capaz de ser aceptada.
—¡No te creas tanto!
—¿¡Quién te crees que eres!?
—¿Cómo es posible que seas un caballero mágico?
Entre tantas vociferaciones un ataque fue directo a Asta, magia de agua, el segundo hermano Silva había atacado, detrás de él otros ataques prosiguieron. Incluso la magia de mercurio de Nozel.
Asta sacó de su grimorio una espada negra, era peculiar. Él evitaba los ataques repeliendolos.
Ladee mi cuello: ¿Qué clase de magia poseía Asta? ¿Cómo podía hacerlo? ¿Por qué no puedo sentir maná de su parte?
Suspiré al ver como otros se sumaban al ataque, Solid insultó a su hermana ocasionando que ella bajara la cabeza y que Asta se enojara.
Supongo que debo de intervenir.
—¡¡Es suficiente!! —exclamé ocasionando que mis mejillas se pintaran de rosa por levantar la voz a un nivel que el salón completo lo escuchara, dirigieron sus miradas hacia mí— ¿Esta es la forma correcta de tratar a alguien de nuevo ingreso? Encima, ¿por qué los atacan todos a la vez? —suavicé el tono de mi voz sonriendo.
No objetaron.
—La princesa tiene razón —me apoyó Fuegoleon—. Este no es el lugar para pelear, menos entre nosotros. El rey mago no nos citó para esto.
Le di una mirada de agradecimiento.
—¿Lo he hecho bien?
—Por supuesto, princesa.
Me quedé complacida en lo que el caballero Vermilion controlara la situación.
Asta pareció tranquilizarse, me fijé en que el menor de los Vermilion se acercó a él con coraje declarándolo como su rival.
La juventud es tan vivaz.
Tenía la esperanza de que ese día mejoraría. Que la noticia no me afectaría tanto. Todo estaría bien.
Pero, no fue así.
—¡Están atacando el reino!
Quedé perpleja. No había oído que lo atacaran en mis años con vida.
—¿¡Qué!? ¿¡Quiénes!?
—¡No lo sé! ¡¡Son una clase de monstruos!!
Esa noticia alertó a todos. El caos fue sembrado. El movimiento de los caballeros era rápido como para que yo supiera qué hacer. Los caballeros comenzaron a trazar un plan el cuál yo no pude oír.
—¡Tengo que ayudar! —exclamé deshaciendome del agarre de un guardia— Es mi deber.
—Princesa, tiene que comprender, no tiene permitido nada de eso.
—Estaré bien.
—No podemos correr riesgos, menos darnos el lujo de perder a la princesa.
Fruncí el ceño, en cuanto iba a decir algo Nozel llegó a mi lado. Quise pensar que era para llevarme con él, pero no, Nozel no haría eso.
En cambio me reprendió.
—Princesa, sabe que debe irse a su habitación, estamos en un nivel de peligro mayor.
Los ojos de Nozel me miraban con frialdad, el mayor de los Silva trataba de hacer su trabajo. Siempre me sentí intrigada ante su personalidad, él es egocéntrico.
—Nozel...
—Al rey mago no le gustaría que salieras a enfrentar la amenaza, tu condición puede empeorar.
—¡Pero, yo debería...!
—No, no deberías. Eres una princesa, Chiara, no un caballero mágico. No es tu deber.
Abrí mis ojos. Él desvió su mirada de la mía dirigiéndose al grupo de caballeros.
No puedo decir que me encontraba triste o enojada; por que lo sé. No soy un caballero mágico, nunca lo seré.
Por esta enfermedad, una maldición de la que no puedo deshacerme.
Dibujé una sonrisa encaminandome a mi habitación con un guardia detrás mío.
—¡Chia! ¡Chia! ¿¡A dónde vas!?
Traté de ignorar los llamados de Asta, me di la vuelta enseñando una sonrisa.
—¡Nos vemos después, Asta!
Antes de que el siervo cerrara las puertas detrás mío pude ver una sonrisa de su parte.
Continuamos caminando, esta vez él se adelantó, continuó a un paso apurado que yo pudiera seguir. Al entrar a la habitación en la que me quedaría cerraron la puerta con llave, dos guardias estaban afuera vigilandome.
Marx me solía encerrar aquí para que no escapara, es como un lugar de castigo.
La oscuridad es sometida por la única luz de la ventana, me gustaría decir que puedo salir por ahí mas no me sería posible es demasiado pequeña. Me dejo caer en el suelo ocultando la cara entre mis rodillas.
El diálogo del doctor no deja de aparecer en mi cabeza logrando sumergirme en mis pensamientos.
Aparentemente no se sabe que causó mi enfermedad. Y, al parecer, no tiene cura.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero, ya perdí siete años de mi vida esperando que de alguna manera mi enfermedad se cure. Aún la magia no puede salvarme.
Julius no lo admitirá en voz alta, pero, él está desesperado. Pese a lo que me advirtió escuché su conversación con el doctor. Julius no quiere perder a su única hija; a mí. Yo... tengo miedo.
Sufrí y seguiré sufriendo, hasta que esta enfermedad acabe conmigo.
Retuve las lágrimas. Desde que me lo dijeron enfrenté todo con una sonrisa, como si fuera fuerte. No puedo llorar, más bien: no quiero.
Si lo hago me desmoronaré, lloraré por todo lo que no pude antes. Todo lo que he retenido por años.
Solté una risa.
Allá afuera está ocurriendo un caso, no puedo ser tan egoísta y quedarme aquí hundiéndome en mi frustración. No puedo escucharlo ni verlo. Aún así puedo asegurar el horror que están pasando.
Quisiera...
Quisiera salir.
Salir de esta habitación.
Ayudar a los caballeros que no me consideran un igual.
Quiero combatir al lado de ellos.
Que Nozel se arrepienta de hacerme menos, aunque haya sido por mi bien.
Mostrarles que no soy una inútil: no soy solamente una enferma.
Enseñarles que yo soy...
Apreté mis ojos frunciendo mis labios. Mi grimorio... comenzó a brillar.
Una luz cálida y cegadora. Según lo que sé, cuando esto pasa significa que se está escribiendo un nuevo hechizo.
FABOM
Me exalté por el ruido, la pared tenía un hoyo enorme.
Mi cabeza comenzó a trabajar, podía tirarme e ir por mi cuenta. Eso sería arriesgado.
No hacerlo sería una oportunidad desperdiciada, los guardias llegarían pronto. Dubitativa tomé mi grimorio fijandome en el hechizo.
Tenía maná suficiente para hacerlo.
—Magic of darkness— murmuré —: dark saucer, one.
Una luz oscura se convirtió en un circulo plano.
Sentí cansancio. Según tengo entendido esto servirá para desplazarme.
Miré de reojo la habitación.
Seguí las reglas que me impusieron. Siempre las seguía, sin importar qué. Simplemente me cansé.
Papá, perdón por desobedecer, sólo viviré por un momento.
Subí en el platillo antes de que los guardias entraran. Perdí el equilibrio en cuanto el movimiento empezó, por lo que caí sentada.
—¡¡¡Princesa Chiara!!!
—¡Volveré antes de que acabe el día! —aseguré.
—¡¡Es peligroso!!
—¡¡Vuelva!!
Ignorando las vociferaciones de advertencias avancé sin tener el total control sobre el objeto. Al salir del castillo todo fue como me dijeron, pero todo se debió a la ocasión.
Era un caos. Un verdadero caos.
Por un momento estuve aterrorizada. Negué ante mi repentino miedo. Estaba siendo impulsada por las ganas de aventurarme, esas que heredé de papá.
Mi "quisiera" se volvió realidad. Podría ayudar a la gente de la capital.
Una tristeza me abundó. Pensé que esto podría solucionarse sin atacar ni matar, esa no es mi forma.
A parte, estas cosas no son humanas, parecen estar siendo controlados.
He leído esto con anterioridad. Nos estamos enfrentando a muertos viviente.
Fruncí mis labios.
Detesto las muertes, por ende, a los muertos.
<·>.
¡Segundo capítulo! Me emociona la idea de que os guste mi historia, la cree porque no hay muchas historias de este anime que digamos.
¿Qué les parece la relación entre Asta y Kiara? O entre Leopoldo y Kiara. ¿No son tiernos <3?
Oh, un dato curioso: la enfermedad de Kiara se asemeja al cáncer.
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