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Capítulo 6: El tutor

Cuando el sol empezaba a despuntar, Ace abrió los párpados. El primer instante se quedó estático, mirando el techo del dormitorio sintiéndose realmente cansado y al segundo siguiente, su cuerpo se movió con brusquedad, incorporándose sobre el colchón para buscar el teléfono en su mesilla.

El despertador no había sonado y pensó que llegaba tarde al trabajo hasta que se dio cuenta, que era sábado y hoy tenía el día libre. Con eso en mente, se dejó caer nuevamente sobre la almohada y colocó su brazo sobre sus ojos para intentar dormir nuevamente o al menos, relajarse un momento antes de tener que despertarse para preparar el desayuno o seguir haciendo faenas.

¡Un tutor! Esa palabra vino a su mente repentinamente. Su hermanito ahora tenía un tutor anónimo y desconocido al que quería conocer o al menos, sabía que debía contactar con él para solventar sus dudas y su curiosidad.

No entendía como alguien pudo fijarse en ellos, en Luffy cuando ya estaba él que cuidaba de su hermano. Tenía dos trabajos, le habían dado la potestad a él y por eso mismo, consiguió sacarlo de las casas de acogidas y llevarlo consigo cuando consiguió el trabajo, una vivienda y lo necesario para demostrar que podía cuidar de él. Un tutor a estas alturas a Ace le parecía una tontería, pero ahí estaba.

¿Cómo iniciaría una conversación con alguien a quien no conocía? Encima era alguien que ya no le daba buena espina desde que se hizo tutor de su hermano. Debía mostrarse educado, sus padres le enseñaron a serlo y no podía perder las formas pero... era difícil no hacerlo. No quería que un desconocido dictase sobre la vida de su hermano.

Estresado es como se sentía. De hecho, sabía que era así cuando había vuelto a tener esos sueños eróticos. Desde que era un adolescente no había tenido sueños así aunque por otra parte, reconocía que últimamente le resultaban más vívidos que los que acostumbraba. No estaba seguro del motivo.

Con el teléfono en su mano, pensó cómo debía hablar o como presentarse ante ese tutor. Era complicado. Pensaba y pensaba cuando sintió que el gato se acurrucaba a su lado y ronroneaba mientras se acariciaba su cabeza contra su pecho como si buscase mimos.

Involuntariamente, una sonrisa surgió en el rostro de Ace quien enseguida, apoyó la cálida palma sobre el lomo del gato y le acarició con suavidad sabiendo que era eso lo que buscaba.

‒ ¿Tienes hambre? Sí, yo también – sonrió Ace al ver al gato restregar la cabeza contra su camiseta buscando más caricias – vayamos a la cocina. Te pondré a algo para desayunar.

Ace se levantó de la cama y agarró al gato para llevarlo en brazos hacia la cocina. Cuando abrió la puerta, descubrió que su hermano ya estaba en el sofá del salón viendo la pequeña televisión cuadriculada que tenían. En sus manos, un cuenco de leche con cereales era devorado con rapidez. Ni siquiera se había esperado a que él despertase para preparar las cosas.

‒ Veo que no me has esperado.

‒ Tenía hambre – sonrió Luffy diciendo esa frase con la boca llena de cereales y sin apartar la mirada de la televisión.

‒ No hables con la boca llena. Es de mala educación – comentó Ace, dejando al gato sobre una de las encimeras de la cocina.

‒ Tienes que firmarme la autorización para ir a la excursión.

‒ ¿Qué excursión?

‒ La del instituto. Vamos a ir de acampada la semana que viene, ¿lo recuerdas?

Algo le sonaba a Ace que Luffy le comentó, pero era algo que había olvidado completamente. Con los dos trabajos ya ni siquiera sabía en qué día vivía.

‒ ¿Es la semana que viene?

‒ Sí. Tengo que llevar la autorización el lunes.

‒ De acuerdo. Dame ese papel. Lo firmaré.

¡Raro! Así es como Luffy vio a su hermano. Él solía ser bastante más animado pero hoy parecía realmente agotado y eso que era el día libre, ese que solían aprovechar para ir juntos por ahí.

‒ ¿Vamos a ir a algún lado? – preguntó Luffy al ver a Ace firmar la nota.

‒ ¿Dónde quieres ir?

‒ No lo sé. A algún sitio divertido al que tú quieras ir.

¡No había ninguno! Ese era el gran problema de Ace, que desde hacía demasiados años, ya no había un lugar al que quisiera ir. Salía por Luffy, pero su vida se había limitado a trabajar y trabajar más, siempre estaba preocupado por pagar las facturas, por la vida en general de su hermano. Hacía mucho que él dejó de ser un adolescente.

‒ No sé Luffy, elige tú, sueles elegir mejor que yo – sonrió Ace revolviendo el cabello de su hermano que se había acercado a traerle la nota para que la firmase.

‒ Hoy estás raro. ¿Has dormido bien?

‒ Bueno... algo así. Nunca descanso del todo, supongo.

‒ ¿Te preocupa algo?

¿Qué tenía un tutor nuevo? ¡Sí! Eso le preocupaba pero no quería asustarle con ese tema, si quería contarle algo así debía hacerlo de forma suave. No quería mentir.

‒ ¿Ace? – preguntó Luffy.

‒ ¿Sí? – preguntó Ace al darse cuenta que le preguntaban algo que no había escuchado.

‒ ¿Qué si te preocupa algo? Últimamente estas como ausente.

‒ Sólo... el tema del tutor, pero lo investigaré enseguida y supongo que sólo serán preocupaciones sin importancia. Pronto se resolverá.

‒ De acuerdo. Sí tú dices que no tengo que preocuparme, entonces no lo haré.

Luffy se quedó estático un segundo y luego, sonrió como un niño inocente al que acaban de regalarle una piruleta.

‒ Quiero ir a jugar al baloncesto y luego a por un helado.

‒ De acuerdo. Iremos a jugar al baloncesto y a por un helado.

***

Es muy posible que Ace jamás escribiera ese mensaje que Law esperaba o por lo menos, de hacerlo, no lo haría pronto. Se apreciaba que era un tema muy incómodo para él. Era más tímido de lo que esperaba.

Por esa misma razón, una vez convertido en su forma humana salió a hacer unas compras. Ya estaba teniendo bastante cuidado de donde esconder la ropa para que Ace no la encontrase por la casa pero ahora, sin duda alguna, tenía algo mucho más importante que esconder.

Al salir por la ventana hacia las escaleras de incendio, subió a la azotea y resguardado todo en uno de los trasteros de arriba, estaba su ropa y el teléfono que compró para poder comunicarse con Ace. Al fin y al cabo, ahora sería el tutor de esos chicos y necesitaba calmar la ansiedad que eso suponía para Ace.

Sentado sobre uno de los peldaños de hormigón, tomó el teléfono en su mano y escribió. Tenía que aprovechar ahora que Ace estaba fuera con su hermano. Era el mejor momento.

***

Aquel mensaje en su teléfono le descuadró completamente. Durante todo el día, Ace estuvo pensando qué decir, cómo iniciar una conversación con el tutor de su hermanito y ahora, aparecía como si nada.

El mensaje era escueto pero bastante fácil de entender y sobre todo, cortés. Escribía de forma educada. Una simple presentación de cómo podía llamarle aunque Ace supuso que sería un pseudónimo o algo así puesto que era una persona interesada en mantener su anonimato frente a ellos y luego, un texto donde indicaba que ese sería el modo de contactar cuando necesitasen algo y si tenían alguna emergencia.

Ace miró un segundo hacia su hermano que compraba los helados en el local y se dispuso a responder algo. No sería de buena educación dejarle en visto sin contestar nada.

Puso algo similar al mensaje que había recibido. Una presentación suya, un agradecimiento por saber cómo contactar con él en caso de ser necesario y por último, pero no menos importante, escribió que es lo que él quería de ellos en realidad para hacer algo tan altruista, sin embargo, cuando volvió a mirar hacia Luffy que había finalizado la cola y ya le tocaba pedir, prefirió borrar esa última parte por sentir que no era el momento oportuno pese a su gran curiosidad.

Quizá debería esperar un poco a ver cómo iban las cosas antes de lanzarse a preguntar cosas tan directas y que podían resultar algo ofensivas después de lo que estaba haciendo por ellos.

Tras enviar ese mensaje, no volvieron a contactar por el momento. Ace guardó el teléfono y se dispuso a disfrutar de la tarde junto a su hermano.

***

Con rapidez, Law regresó a su forma de gato en cuanto escuchó la cerradura de la puerta. Pese a estar en el cuarto de Ace y saber que tenía cierto tiempo para transformarse, prefería no jugársela demasiado.

Con la puerta entreabierta como estaba, Law salió del cuarto en busca de los chicos. Luffy fue el primero en lanzarse corriendo a abrazarle pero él, desde los brazos de Luffy siendo casi aplastado, miraba a Ace. Parecía algo más calmado. Quiso pensar que ese mensaje que le mandó era el causante de esa paz que sentía.

Interiormente, Law sonrió viendo que Ace se relajaba aunque sus dudas no se resolvían y mucho menos, porque llevaba un paquete en sus manos, el que se había encontrado en el portal de casa y que Law había dejado allí con su nombre.

‒ Voy a poner la mesa – comentó Luffy con alegría.

‒ Lávate las manos antes – le recordó su hermano antes de dejar la caja encima de la mesa. Estaba claro que quería abrir y saber qué era antes de ponerse a cocinar la cena.

Al abrirlo, sus ojos se abrieron todavía más por la sorpresa: eran los libros para estudiar para la academia de policía. Nuevos y relucientes, con el temario más actualizado.

‒ ¿Ocurre algo, Ace? – preguntó Luffy al ver que su hermano se había quedado estático.

‒ ¿Has hablado con alguien sobre lo que quería estudiar?

‒ No – dijo Luffy - ¿Por?

‒ Es que no sé como tu tutor podía saber esto.

‒ Ni idea.

‒ De hecho, creí que se ocuparía de gastos tuyos, no de cosas mías también.

‒ Bueno, no lo pienses demasiado Ace, sólo dale las gracias y ya está. No es que podamos hacer demasiado. ¿No crees?

‒ Supongo. Es que ha sido extraño. ¿No será algún amigo de papá el que sea tu tutor? – preguntó Ace.

‒ Ni idea. Podría ser, los amigos de papá sabían que querías ser policía. Quizá te han regalado ellos los libros.

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