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008.

Volver de una expedición siempre era complejo debido a que siempre alguien terminaba muerto y debíamos de ver u oír a sus familiares quejarse y llorar. Sin embargo, poco a poco comencé a acostumbrarme.

Han pasado aproximadamente 2 Meses desde que perdí a mis compañeros, lo cual realmente no ha sido para nada fácil sobrellevar, porque constantemente podía ver sus rostros e incluso podía oírlos mencionar mi nombre con desesperación cada vez que intentaba conciliar el sueño.

Debido a ello no he podido dormir muy bien.

—¡Señorita ____! —exclamó una voz femenina que captó mi atención debido al nombre que mencionaba.

Al mirar en dicha dirección logré ver a una chica de estatura baja y cabello corto hablar animadamente con su superior. La chica Smith la escuchaba atentamente, pero en un punto su mirada se dirigió hacia donde me encontraba. Ella me mostró una pequeña sonrisa para luego indicarme que me acercara.

Usualmente hubiera ignorado su petición, pero debido a lo que sucedió en nuestra primera salida al exterior no podía oponerme por lo que a un paso lento comencé a acercarme a ambas chicas; donde la de cabello corto se me quedó viendo con impresión.

—Usted es Levi —mencionó la chica todavía con aquella impresión en su rostro—. He oído varias cosas de usted. Me alegro mucho de conocer al hombre que salvó la vida de la señorita ____.

—¿Cómo...? —dije impresionado, ya que no me esperaba nada de eso.

En ese instante volví a mirar a Smith, quien simplemente me sonreía.

—Ella es Petra Ral —dijo sin dejar de sonreír—. Muy pronto se graduará.

—Así es. Pronto estaré al mando de ustedes allí en el exterior —mencionó, pero aquella emoción que trasmitía se volvió algo pagada y comprendía perfectamente la razón.

A nadie le agradaría el tener que ir al exterior y no volver más con sus seres queridos.

—No te sobreesfuerces, Petra —le dijo amablemente Smith.

—Lo entiendo —asintió para luego verme—. Ya debo irme. Fue agradable conocerlo, Señor Levi.

Petra realizó aquel saludo para luego irse con rapidez hacia donde sea que debía de ir.

—Así que... Salvándote la vida —dije con un tono neutro cuando la chica Ral se fue—. ¿Por qué no has dicho la verdad?

—¿Acaso he mentido? —preguntó mirándome fijamente sin cambiar de expresión—. Realmente me has salvado la vida.

—Intenté matarte.

—No importa como fueron las cosas —dijo tranquilamente—. Tú me has salvado y eso a los demás les ha agradado.

—¿Por qué mentir? —pregunté sin dejar de mirarla—. ¿Por qué no mencionarles lo que hice?

—No he mentido. Solamente omití información —decía con aquella tranquilidad que captaba mi atención—. Ahora. Si serías tan amable de ayudarme a ir con mi hermano.

Suspiré. Realmente no llegaría a nada por lo que decidí desistir con esta conversación para así ayudarle a colocarse de pie y llevarla hasta donde su hermano se encontraba.

Nuevamente los recuerdos de mis antiguos compañeros me perseguían a la hora de intentar dormir por lo que esa noche me mantuve despierto para así no tener que recordar esas expresiones que me atormentaban al no poder protegerlos.

Tal como la primera vez que llegué a este lugar subí a la parte más alta del edificio para así salir a tomar un poco de aire y poder relajarme. Miré el cielo que se encontraba completamente despejado, sin ninguna nube que obstruyera la vista hacia las estrellas que comenzaban a reflejarse.

—¿No puedes dormir? —preguntaron detrás de mí y al oír su voz no he tenido que girarme para saber de quién se trataba.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sin dejar de mirar el cielo—. Estás herida. Deberías descansar como ha dicho tu hermano.

—Estoy mejorando —dijo tranquilamente mientras la oía acercarse hasta donde me encontraba apoyado—. Pronto podré volver a ir al exterior.

—¿Por qué la prisa? —pregunté con curiosidad—. ¿Por qué querrías volver a salir?

—Porque tengo un motivo —respondió—. Quiero ver que hay más allá de estos muros.

Dejé de mirar el cielo ante aquellas palabras. La miré por un momento pudiendo apreciar aquella expresión decidida que ella siempre realizaba al momento de querer obtener algo.

—¿Hay algo más allá de los muros? —pregunté, pero aquella pregunta era más bien para mi mismo—. Realmente me gustaría averiguarlo.

—¿Por qué no lo averiguamos? —preguntó—. ¿Qué dices? ¿Me seguirías en este viaje, Levi?

Ella me extendió su mano como un método de concretar algo. Su mirada penetrante, pero a la vez dulce me hacía tanto recordar a aquellas personas que me brindaron su apoyo incondicional. Entonces, luego de dudarlo por solo unos pocos segundos sostuve con delicadez aquella mano que se me estaba extendiendo.

—Está bien.

A partir de este momento yo seguiría a ____ Smith sin importar las circunstancias en las que nos encontremos.

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