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Día 3

[Descubrimiento confuso]

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Pasaban las semanas y los dos muchachos fueron fieles a sus prácticas en el parque, quedando siempre que podían cuando sus bandas no se entrecruzaban con sus horarios. A veces incluso solo iban por si acaso el otro se encontraba por casualidad, siendo la mayoría de veces un ensayo improvisado. Bon no quería admitirlo, pero aquel guitarrista de carismática sonrisa era su escapada del estrés del día a día, podía sentirse libre y tocar lo que quería, siempre siendo acompañado en una armoniosa melodía que le ponía de buen humor. 

Sin embargo, no todo era de color de rosa. Al mismo tiempo que ambos amigos -si es que ya se les podía decir así- se juntaban para practicar, sus respectivas bandas no se tragaban del todo las excusas que se inventaban para encubrir al otro y sus faltas o llegadas tardías a sus ensayos. Bonnie lo tenía más fácil ya que realmente era bueno disimulando sus emociones, además de que pocas veces llegaba tarde y siempre usaba la misma razón; se quedaba dormido en clase, y el noventa por cierto de las veces era de verdad. 

Bon, por otra parte, sentía que cada vez que les mentía sobre sus planes con Bonnie las estaba traicionando, Joy y Meg eran como sus hermanas, su familia, y le dolía ver la mirada de decepción y tristeza en sus rostros cuando se daban cuenta de que no les era honesto, pero, ¿qué más podía hacer? ¿Decirles que estaba con el rival a sus espaldas y que genuinamente disfrutaba de su compañía? No, jamás lo entenderían.

— Bueno, chicas, tengo que irme ya — se despedía con prisas el único chico de los Toys, dejando atrás a las mencionadas —. Ya sabéis que mi padre que quiere que hoy llegue temprano, así que...

Meg miró a Joy y viceversa, notaban el nerviosismo de su amigo a kilómetros y, por ende, sabían que era otra excusa.

— Ya, ya, puedes irte, nos vemos mañana — suspiró cansada la albina, echándolo con la mano, Bon no evitó agachar las cejas con dolor mientras se iba por la puerta —. No entiendo qué le pasa por la cabeza a ese chico torpe...

— Me preocupa, Meg — mencionó la rubia mirando aún a la puerta —. Bon jamás se había comportado así con nosotras, ¿y si le pasa algo y no nos quiere decir?

— No digas eso, sabes que él confía en nosotras — intentó animarla, no le gustaba ver a Joy tan decaída cuando ella era el rayo de sol del grupo, siempre contentando a los demás —. No creo que sea nada grave.

— ¡¿Y si lo es pero tiene miedo de decírnoslo?! — reprochó la chica —. Bon es nuestro mejor amigo, me preocupa que esté metido en algún problema y no pueda pedirnos ayuda, ¡tenemos que hablar con él!

— ¿Y qué quieres que hagamos? ¿Que lo atemos a una silla y lo interroguemos hasta que confiese lo que hace después de nuestros ensayos? — preguntó con sarcasmo cruzándose de brazos —. Me lo esperaría de mí, pero no creo que a ti te guste la idea.

— Tampoco es llegar a ese extremo, pero... — se puso a pensar, entonces se le ocurrió una idea —. ¿Y si lo seguimos?

— ¿Qué?

— ¡Vamos, tenemos que descubrir qué pasa! Y si no nos puede decir, por lo menos tenemos que ver qué está sucediendo, ¡por favoooooor~! — juntó sus manos y puso sus mejores ojitos suplicantes que pudo, mirando directamente a la contraria.

Meg se frotó el puente de la nariz con frustración, aunque Joy era muy buena persona, a veces no podía evitar ser una chismosa de primera, y más cuando se trataba de Bon y su historial de meteduras de pata y malos encuentros pasados. Al final no tuvo más remedio que asentir y darle la razón a su amiga, quien no perdió tiempo y la tomó del brazo para salir corriendo en la dirección en la que había salido el peliturquesa. Sin embargo, no eran las únicas que se preguntaban a dónde iba siempre su guitarrista.

— Oigan, ¿han visto a Bonnie? — preguntó casualmente el segundo guitarrista castaño —. Hace un momento que estaba aquí.

— ¿No había ido al baño? — dijo la única chica del grupo, poniendo sus manos en la cintura —. Bueno, aunque realmente ya hemos terminado la práctica.

— Ese chico es más escurridizo que un conejo — murmuró el pelirrojo jugando con las baquetas sobre una mesa —. ¿Quieren que vaya a buscarlo?

— No creo que haga falta, ¿a dónde irá siempre sin decirnos nada? — preguntó al aire el cantante de cabellos dorados —. ¿No se dan cuenta de que siempre se va a la misma hora?

— Tienes razón, aunque a lo mejor tiene otras cosas que hacer, no sabemos si tiene otras actividades fuera de clases.

— Con tal de que no llegue tarde a nuestros ensayos, puede hacer lo que quiera — suspiró Chica, dando una palmada —. ¡Bien! Podemos terminar por hoy, mañana nos tomamos el día libre. 

— ¡Aleluya! Por fin podré irme pronto a dormir — Fox se levantó para irse ya, pero le dieron un jalón por la espalda.

— ¡Hey! Que no se te olvide que mañana tienes que quedarte para tomarte las medidas del traje — la rubia lo miró con el ceño fruncido, pero los ojos brillantes —. ¡Lo prometiste!

— A-Ah... S-Sí, no me olvidaré — no evitó tartamudear al ver la cara del chica tan cerca de él, seguramente ya tendría las mejillas coloradas como siempre.

— Esos dos nunca cambiarán — rió Golden junto al castaño, que aguantaba la risa.

A pesar de todo, seguían un tanto confusos sobre el paradero del pelimorado.

(...)

— ¡Hola, maestro! — saludó frenéticamente el pequeño guitarrista al ver que Bon al fin llegaba, ganándose una pequeña sonrisa de su parte.

— Perdona por tardar, el ensayo se alargó más de lo esperado — se disculpó sentándose a su lado, con la respiración un tanto agitada por venir casi corriendo —. ¿Te he hecho esperar mucho? — preguntó algo avergonzado, Bonnie negó con la cabeza.

— Nop, tranquilo, de hecho estaba revisando estas partituras, ¿quieres verlas?

Sacó de su mochila una carpeta en la que tenía medio ordenadas -es decir, totalmente desordenadas- varias hojas con notas y letras por doquier. Bon rió internamente al ver que su amigo era un desastre para el orden, pero eso no quitaba que todo lo que escribía podría ser una obra maestra. El chico sabía componer bastante bien. Tan inmersos estaban en las hojas, chocando brazo con brazo, que no eran conscientes de que dos figuras los veían a la distancia, escondidas en unos arbustos, descubriendo por fin el secreto del peliturquesa.

— No me lo puedo creer...— murmuró con enfado Meg, mirando directamente a su guitarrista —. ¿Por esto es que se escapaba todos los días?

— Por lo menos no está metido en problemas, es un alivio — suspiró la rubia con una sonrisa.

— Eso no le va a salvar de los líos en los que se va a meter en cuanto le eche la bronca, ¡¿cómo demonios es que está con nuestro enemigo?! ¡¿Acaso piensa traicionarnos mostrándole nuestras canciones para que perdamos?!

— No digas eso, Meg, Bon jamás haría eso — Joy volvió a mirar a los chicos, parecía que estaban muy entretenidos, hasta soltaban algunas risas —. Nunca lo había visto así... ¿No crees que Bon y ese chico...?

Ambas se miraron con sorpresa ante aquella posibilidad, ¿sería que Bon no quería que supieran que estaba saliendo con el guitarrista de la banda contraria? ¡Al puro estilo de Romeo y Julieta! Pero Meg no estaba contenta, eso solo la enfureció más, y no se pudo contener al ver cómo la cercanía entre los dos chicos se iba haciendo más estrecha.

— Y aquí metería un solo para darle más intensidad, ¿qué te parece? — terminó de explicar el pelimorado mirando al moreno, quien parecía fascinado con aquella idea.

— Wow, nunca lo había pensado de ese modo, ¡sería increíble poder intentarlo! — le devolvió la mirada y no evitó sonreír orgulloso —. Sin duda tienes mucho talento, Bonnie.

— Jeje, he mejorado gracias a ti, tú eres mi fuente de inspiración, maestro — dijo casi sin pensar, a Bon se le calentaron las mejillas.

— Tú... ¿lo escribiste pensando en mí?

— Claro que sí, todas estas partituras son solo para nosotros, así que también tengo en cuenta tus ideas y tu forma de tocar, ¡piensa que son nuestras canciones! — sonrió con pura inocencia en sus palabras, sin notar el sonrojado y perplejo rostro del contrario.

¿Qué era aquel sentimiento? ¿Por qué sentía que el corazón le iba a mil por hora? ¿Por qué veía al contrario como si una nube rosa con brillos lo rodeara? ¿Por qué le hacía tanta ilusión que Bonnie pensara en él? Estaba realmente confundido, todo aquello era nuevo para él y se sentía agobiado, pero a la vez no podía apartar la mirada de los ojos rojizos del pelimorado, que lo miraban con gran admiración.

— Me encantaría que fueran nuestras canciones — murmuró finalmente con una gran sonrisa, sin darse cuenta de la poca distancia que compartían tras ese breve comentario.

Pareciera que todo estaba siendo demasiado perfecto.

— ¡BON! ¡ALÉJATE DE ÉL AHORA MISMO!

Pero por supuesto, los tenían que descubrir...

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Día 3: Descubrimiento / Confusión ✅

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