Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ㅤㅤઇઉ ˑ ִ 𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗈𝗇𝖾 ; hontōni fushigina tsuitachi

ㅤㅤ

本当に不思議な一日
capítulo uno ; un día realmente extraño



Si la clase no terminaba de una vez, Murasaki Kai iba a caer dormida en su asiento.

Los ojos castaños observaban a su alrededor con cansancio, sus párpados le pesaban tanto que batallaba por mantenerlos abiertos. Se vio incapaz de evitar un largo bostezo, el cual trató de disimular pues se encontraba en medio de clases y si fuera vista por su profesor sería enviada a la sala del director al terminar el período. Si bien era cierto que dormirse durante las últimas horas del día se había vuelto costumbre para ella y la mayoría de los profesores parecían ignorar ese hecho, su profesor de inglés era particularmente estricto y más de una vez le había llamado la atención por ello.

Desde que dieron comienzo las clases, Kai no recuerda haber tenido un solo día en el que no se quedara dormida en la última hora. Estudiar nunca fue divertido, eso estaba claro, pero la última vez que se había dormido en clases había sido en el jardín de infantes.

Pero es que era algo de esperar, después de todo no pasaba nada interesante, no tenía amigos en su clase y siempre le tocaban las peores asignaturas al final del día.

No sabía hasta qué punto le sería perjudicial el dormitar en su silla, pero hasta el momento le había ido excelente en sus pruebas por lo que no le veía el punto a resistirse al sueño.

El poco sol de la tarde que entraba por la ventana le daba justo en el rostro, brindándole una sensación cálida que hacía la situación perfecta para tomarse una siesta. Dejó salir otro bostezo pero que apenas alcanzó a cubrir de esta vez, sus ojos ya comenzaban a cerrarse finalmente cediendo.

Entonces el timbre sonó y pudo jurar haberlo escuchado más alto de lo normal. Claramente se asustó. La chica levantó la cabeza de golpe y sus ojos dieron con su libro sobre la mesa, notando lo que parecía ser una mancha de saliva sobre una de las páginas. Agradeció al fin poder irse y, de forma perezosa, comenzó a acomodar sus cosas; cerró sus cuadernos, guardó sus lápices y por último le tomó una foto a la pizarra para copiar aquello al llegar a su casa.

Observó un momento a su alrededor y vio cómo cada uno de sus compañeros se iban apresurados, la mayoría saliendo del salón lo más rápido posible por las actividades de sus clubes. Para su suerte, ella podía tomarse todo el tiempo que quisiera para guardar sus cosas en su bolso y salir tranquilamente del salón. Después de todo, decidió no unirse a ningún club.

Si bien en algún momento lo consideró, prefirió dedicar sus tardes exclusivamente al estudio. Algo un poco irónico teniendo en cuenta que todos los días se duerme en clases. Pero tenía cosas que atender en su propia casa, las que actualmente eran su prioridad, y no quería descuidarlas por una simple actividad extracurricular.

Una de ellas era el negocio que su madre había comenzado ese mismo año, hacía poco más de tres meses, en el cual ella le daba una mano mientras seguían buscando más empleados. Claro que ella lo hacía encantada, después de todo el negocio se trataba de nada menos que una floristería. Con su profundo amor por la naturaleza, Kai disfrutaba de pasar horas metida en el vivero al fondo de la tienda, regando las plantas, cambiándolas de macetas cuando sus raíces ya no cabían más en las que tenían, quitando las hojas secas. Era como su pequeño paraíso.

──Veo florecillas bailar sobre tu cabeza. ──La voz que sonó demasiado cerca la hizo sobresaltar. Inconscientemente su brazo se movió golpeando a la persona en cuestión con su codo, quién se retorció del dolor──. O-oye, ¿por qué el golpe?

Apenas se le fue el susto, se dio la vuelta para encontrarse con que se trataba de nadie menos que su amigo. Fujiwara Taro se sobaba el mentón en donde había sido golpeado, observándola con resentimiento y alejándose de ella en caso de que decidiera volver a hacer algo.

──¿Quién rayos va por ahí hablándole al oído a las personas? ──Kai lo vio con disgusto, terminando de guardar sus cosas en su bolso──. Te lo mereces por idiota.

Se puso de pie y sin más rodeó al chico, pasando de él para salir del salón. Escuchó un par de protestas a sus espaldas, las cuales ignoró completamente en lo que cruzaba la puerta.

──Sabes ──comenzó a decir Taro que enseguida la alcanzó y ahora caminaban a la par. El chico recargó su brazo por sobre los hombros de ella mirándola atentamente para ver su reacción a lo que estaba por decir──, un chico de mi clase estuvo preguntando por ti.

Kai parpadeó unos segundos sin creer lo que había escuchado, pues el que alguien fuera de su propia clase la conociera era básicamente imposible. Solía evitar interactuar con extraños, pues siendo de lo más sincera nunca sintió verdaderas ganas de socializar. Por esa misma razón se consideraba una desconocida incluso dentro de su propio salón.

Kai estaba segura de que si sabían su nombre era solamente por sus calificaciones, ya que en algunas ocasiones había sacado puntajes altos y fue felicitada por sus profesores frente a la clase.

──¿Por qué lo haría? ──preguntó extrañada ella, aprovechando para removerse debajo del abrazo de su amigo con el fin de quitar su brazo──. Seguramente ni me conozca.

──Efectivamente no te conoce, pero a mí sí ──sonrió él, mientras ambos llegaban a la salida del instituto──. Creo que piensa invitarte a su club, ya que me preguntó si yo sabía si te interesaría. Supongo que en algún momento en el que estábamos juntos te vio irte a tu casa al acabar las clases y dedujo que no estabas en ninguno.

Ambos se detuvieron frente a la puerta para continuar la conversación antes de separar caminos. Kai se iría a su casa desde ese punto, estaría toda la tarde estudiando y al final del día saldría rumbo a la tienda de su madre para ayudarla con las últimas plantas que habían llegado; pero Taro tenía práctica en su club, sudaría y haría cosas relacionadas al football que a ella le cansaban de solo pensarlo.

La chica encaró a su amigo y se cruzó de brazos, y de alguna forma él supo cuáles serían sus palabras con solamente ver sus gestos.

──Supongo que le dijiste que no ──comenzó y, antes de que el contrario pudiera decir algo, habló nuevamente──. Ya lo sabes, no tengo tiempo. Mamá necesita ayuda en la floristeríaa y además, quizás no estás tan familiarizado con el tema de las tareas, pero tengo mucho que terminar estos días.

──Primero que nada, no era necesario el insulto. Segundo, no tendrías tanta tarea si no te quedaras dormida en clases ──se quejó y contraatacó en lo que dejaba salir un suspiro, bastante ofendido──. Y tercero, no, lo único que hice fue decirle que te preguntaría. ──Kai estaba por replicar, pero ahora fue el turno de Taro de impedirle hablar──. Antes de que digas algo, no lo hice para molestarte. Deberías hacer algo más que solamente estudiar, aprovechar que aún no entras en la universidad y hacer otras cosas.

Kai rodó los ojos, aunque en el fondo sabía que su amigo tenía razón en un par de cosas.

Le costaba creer la parte de que lo había hecho sin intenciones de molestarla, teniendo en cuenta que Taro nunca perdía una oportunidad para fastidiar a la chica. Pero lo demás era cierto y ya lo había considerado. Cuando entrara a la universidad, no contaría con la misma cantidad de tiempo libre de ahora, por lo que sí consideró hacer alguna actividad extracurricular en un principio.

El problema comenzaba por lo complicada que estaba la situación en su casa, por ello no quería estar lejos de su familia por tanto tiempo. Y aunque algunas veces su madre le había pedido que ingresara a un club que le gustara y ella hubiera considerado sus palabras, al final decidió quedarse cómo estaba.

──Además ──volvió a decir su amigo──, podrías hacer más amigos.

──¿Crees que los necesito?

──Claramente sí. A veces es agotador tenerte pegada a mí porque soy tu único amigo.

Kai se sintió completamente ofendida con ello, girando rápidamente su rostro para encararlo.

──El que se la pasa detrás de mí eres tú porque no puedes estar lejos de mí más de cinco minutos.

──Bájale al ego, Kai. Lo hago porque me da lástima verte sola todo el tiempo.

──Como si estar sola no fuera mejor que oírte hablar de cómo un grupo de orangutanes corre detrás de un balón ──dicho eso, ahora fue turno de él de sentirse ofendido──. Pero hablo en serio, Taro. Las cosas en casa son algo complejas con la abuela que apenas ha mejorado.

El chico la observó un par de segundos y suspiró. Decidió dejar el tema por el momento, después de todo su amiga era del tipo que no cambiaba de opinión fácilmente. Se conocen hace bastantes años, por lo que sabía mejor que nadie que si quería hacerla ceder debía ser insistente.

Pero debía hacerlo de a poco o se ganaría un golpe de su parte.

──Eres tan terca.

Finalmente ambos chicos se despidieron. Acordaron encontrarse al día siguiente temprano en la mañana para ir juntos a clases ─cómo hacían de vez en cuando─ y estudiar durante el almuerzo. Al fin y al cabo, los exámenes de mitad de curso estaban cerca.

De pie en la gran puerta, Kai se dedicó a esperar por el mensaje de su madre que le diría si debía volver a su casa caminando o la irían a buscar. La verdad es que rogaba por que la fueran a recoger, pues la última clase había drenado toda su energía y sentía que no iba a tener las fuerzas suficientes ni la voluntad para caminar. Vivía bastante lejos, después de todo, y subir la montaña no era nada divertido.

Mientras esperaba, las palabras de Taro se paseaban por su mente de forma molesta. Odiaba admitir que el tonto de su amigo tenía algo de razón respecto a disfrutar más de su tiempo libre, después de todo la mayor parte del tiempo se la pasaba encerrada en su casa estudiand.

Pero tampoco le disgustaba su soledad. En realidad, disfrutaba de la tranquila rutina que había adoptado ese último tiempo. Había altibajos en su situación familiar, pero dejando un poco de lado ese tema su día a día era disfrutable. Era cierto que estudiar tanto tiempo resultaba agobiante y le producía más dolores de cabeza que estar cinco minutos con su amigo, pero ver los buenos resultados al rendir las pruebas hacían que todo el estrés valiera la pena.

En algún momento de su vida disfrutó de hacer otro tipo de actividades, pero naturalmente fue perdiendo el interés hasta que nada más se quedó con un par de aficiones y el gusto por obtener buenas calificaciones. Ésto visto desde una perspectiva distinta a la suya, podría parecer un poco triste, pero ella se sentía bien de esa forma.

No necesitaba cambiar nada.

No quería cambiar nada.

Su teléfono sonó con el tono de llamada, lo que hizo que su atención volviera a dónde se encontraba parada. Lo extrajo de su bolsillo y se encontró con el contacto de su madre en pantalla, por ello no demoró en presionar el ícono para tomar la llamada.

──¡Cariño, lo siento! ──fue lo primero que oyó apenas acercó el aparato a su oído. Ni siquiera tuvo tiempo de decir algo, su madre ya le había quitado la palabra como siempre──. Visita al abuelo de último momento. La abuela insistió.

──Entiendo ──Kai sintió mediante la llamada el sonido de las puertas del auto siendo cerradas──, ¿está bien ella?

──Perfectamente, no te preocupes, cariño. ──tranquilizó la adulta, pero la chica no se sintió muy convencida──. No sé cuánto tiempo nos tome, así que puedes volver sola o esperar en la escuela y te iré a buscar en la tarde.

Kai no se lo pensó dos veces, iba a esperar.

──Estaré estudiando, entonces.

Intercambiaron un par de palabras más y cuando la llamada terminó, dejó salir un largo suspiro tomando nota mental de que al volver a su casa hablaría con su abuela. Volvió su atención a su teléfono con la intención de enviarle un mensaje de texto a Taro para decirle que lo esperaría al terminar su práctica, quizás hasta podrían volver juntos, pero su labor se vio interrumpida por una exclamación a sus espaldas.

-¡Oye! ¡La chica del bolso morado! -Volteó a ver al identificarse con aquellas palabras, pues su mochila era de ese color. Se trataba de un chico que cuando llegó hasta donde ella, se encorvó para llegar al suelo y levantó algo. Cuando estuvo de pie, Kai lo observó atentamente esperando a que hablara──. Se te cayó esto.

Su vista bajó hasta la mano que le extendía el extraño para encontrar entre sus dedos el brazalete que ella nunca se quitaba. Observó rápidamente su brazo y, efectivamente, se le había caído.

──Gracias. ──Hizo una reverencia e intentó tomarlo, pero el chico no dejaba ir su brazalete. Volvió a verlo y notó que la observaba con los ojos entrecerrados, como si estuviera pensando en algo inconcluso──. ¿Me lo darás?

Y él pareció apenas darse cuenta de lo que estaba haciendo.

──¡Oh, lo siento!

Pudo ver vergüenza en el rostro del chico, pero no le podía interesar menos. Finalmente tomó lo que le pertenecía haciendo otra reverencia y puso una vez más su atención en su teléfono.

Tecleó un par de cosas y al fin pudo avisarle a su amigo que estaría estudiando. No obtuvo respuesta porque seguramente estaba por comenzar su práctica, así que al no tener nada más que hacer con el aparato lo guardó en su bolsillo. Pero cuando se dispuso a caminar rumbo a la biblioteca, se sobresaltó al darse de frente con el mismo chico de antes.

Creyó que ya se había ido. ¿Tendría algo que decir? Kai se puso algo nerviosa creyendo que debería entablar una conversación con alguien.

Ambos se observaban. El chico parecía querer preguntar algo pero se sentía algo intimidado con los ojos oscuros que perforaban los suyos, por otro lado la chica no sabía si decir algo o simplemente irse de ahí. Aunque tampoco sabía qué podría decir, hablar con extraños no era lo suyo.

Se dio la vuelta tratando de huir, de cualquier forma no tenía nada que hacer ahí.

──¡Oye!

No alcanzó a dar más de cinco pasos y nuevamente oyó la voz del desconocido. Kai volvió a darse la vuelta, pensando en qué más podría querer decirle y pidiendo mentalmente que acabara de una vez por todas. Pero lo vio y ahora se encontró con un semblante más brillante junto a una pequeña sonrisa que parecía luchar por ocultar, pero ésta tenía voluntad propia y ganaba la pelea. El chico ya no la veía con la misma duda que antes. Sonreía. Se había acercado nuevamente, la expectativa danzando evidente en sus facciones, logrando que Kai fuese verdaderamente intimidada por su abrumadora presencia.

Era como estar viendo directamente al Sol.

──¿Tienes club?

¿Eh?

Aquello la tomó algo desprevenida. Parpadeó por un momento, aún con la mirada sobre los ojos castaños que atentos esperaban su respuesta.

──¿Qué?

Para su suerte, a Kai no le costó escapar de aquel desconocido, pues antes de que cualquiera de ellos pudiera decir algo más un tercero apareció para llevárselo. Lo sacó a rastras diciendo algo sobre que iban a llegar tarde. La chica no le dio mucha importancia a lo que supuso que fue una discusión corta que tuvieron ambos ─quería salir de ahí lo más rápido posible─, simplemente agradeció verse libre de la situación incómoda en la que fue involucrada.

A la chica le resultaban agobiantes las pláticas unilaterales, aquellas en donde solo ella o el contrario hablaban, más aún si era ella la que no sabía qué decir. Por esto, ni bien la chica se encontró en completa soledad, exhaló un suspiro desde el fondo de su pecho al fin pudiendo respirar tranquilamente. También agradecía no haber tenido que continuar con la conversación puesto que, por alguna razón, presentía que el chico iba a ser algo insistente al respecto.

Murasaki se dispuso a finalmente caminar hasta la biblioteca. Colocando el brazalete nuevamente en su lugar, se apresuró a volver hasta el edificio. Se aseguró de que estuviera bien puesto, porque si bien esta vez tuvo suerte, podría no correr con la misma suerte de que alguien lo viera y se lo entregara. No quería ni pensar en qué pasaría si lo perdiera de verdad.

Era un amuleto, después de todo, y un regalo de un ser querido que ya no estaba con ella.

Cuando sus ojos capturaron a lo lejos la entrada de la sala, se apresuró para poder adentrarse en el lugar lo más rápido posible. La chica quería llegar de una vez y sentarse en la tranquilidad y seguridad de la biblioteca. Era absurdo pero en el fondo temía que aquella presencia abrumadora saltara desde cualquier esquina y la retuviera nuevamente; aquel par de ojos que la veían expectantes y la sonrisa medio escondida que la hacía creer que él sabía algo que ella no.

El simple pensamiento la hizo avanzar aún más rápido, tanto que estaba segura que desde el punto de vista de alguien más parecía que estaba corriendo.

──Genial, me atormenta una persona que ni conozco.

Murasaki logró entrar a la biblioteca.

Apenas cruzó la puerta, el silencio y la tranquilidad la abrazaron. Sintió que pudo al fin estar segura de que no la seguían.

El lugar parecía estar vacío o al menos la chica no alcanzó a ver a nadie más que la joven bibliotecaria haciendo sus labores. No se oía siquiera un murmullo, solamente el sonido de los libros que eran acomodados en su sitio por la adulta y los propios pasos de Kai que se movía buscando un sitio donde establecerse.

Se acercó a una de las mesas individuales, una de las más cercanas a las ventanas por las que entraba el cálido sol vespertino. Sus útiles escolares no demoraron en ser esparcidos por sobre el escritorio, ocuparon casi todo el espacio disponible. Entonces, luego de sostener su cabello con una liga que encontró en el bolsillo de su blazer escolar, Kai finalmente tomó asiento y se preparó para comenzar con su aburrida sesión de estudio.

El primer libro que tomó fue el de matemáticas, pensando en una tarea que tenía para dentro de dos días, la misma que ya había empezado pero dejado a medias. Su profesor había decidido pedir una carpeta sobre todo un tema que aún no habían tocado, con el fin de acelerar un poco el ritmo de la clase y poder continuar con el siguiente tema lo antes posible. Kai había podido solo con la mitad puesto que resumir un tema completamente desconocido no era nada sencillo, más un teniendo en cuenta que posteriormente serían evaluados de forma oral para cerciorarse de que habían entendido el contenido de sus carpetas.

A veces se pregunta si todo eso le servirá de algo en un futuro, pero enseguida deja de lado la cuestión porque si encontrara una respuesta probablemente dejaría de estudiar.

El sol descendía en el cielo en lo que ella avanzaba con su tarea, pero no lo suficiente como para que se hubiera hecho la noche. Los rayos refractaban en los vidrios de las ventanas que se mantenían cerradas para ahogar los sonidos del exterior. La calidez que sentía una vez más la incitaba a dormirse, más aún teniendo en cuenta que ya estaba agotada por todo el ajetreo de ese día.

Incluso ya tenía la mano entumecida de solo escribir y escribir, y los ojos bastante cansados de haber estado leyendo por horas. Ya presentía los calambres en su brazo por la noche. En realidad, si algún día no terminaba con una tendinitis y lentes prescritos sería un milagro.

Suspiró y se resignó a seguir con el sufrimiento.

Los conceptos no eran tan complicados de seguir, la cuestión era lo extensos que eran y la gran cantidad de ellos que debía aprender. Kai releía una y otra vez el libro de álgebra que había tomado prestado de la biblioteca hace un par de días, tratando de comprender y retener lo que tenía frente a ella. Pero llegó a un punto en el que las definiciones ya no eran el principal problema, sino los teoremas que estaban acabando con las últimas neuronas que tenía en funcionamiento ese día.

Decidió finalmente tomar un descanso cuando sus dedos ya no respondían, el lápiz cayendo de su mano.

En lo que masajeaba su muñeca adolorida, notó el brazalete colgando de la misma. Los pequeños eslabones de plata se entrelazaban delicadamente a lo largo de la joya, el tamaño perfecto para el grosor de su brazo, sin que quedara ni muy justo ni muy suelto. En el centro del mismo colgaba un pequeño pero brillante dije con forma de mariposa. Pequeñas piedras adornaban la forma dándole un toque de color a la joya y algo más de brillo.

Una leve pero sincera sonrisa se plantó en su rostro, tintada por la melancolía de los recuerdos que aparecían en su mente al quedarse viendo el amuleto.

──Disculpa...

Una voz suave hizo que Kai volteara hacia su costado. Frente a sus ojos se encontraba una chica que parecía ser mayor que ella, con cabellos oscuros que caían graciosamente y lentes con detalles en color rosa que le iban como anillo al dedo. En sus manos llevaba un par de papeles, de los cuales uno lo extendía en su dirección. Pero Kai no reaccionaba, estaba sumamente maravillada con lo bella que era. Hasta parecía irradiar luz propia. Podía asegurar que nunca antes había visto a una chica tan linda.

La recién llegada, al no obtener respuesta de la contraria, decidió comenzar ella con lo que había ido a decir.

──Soy Shimizu Kiyoko de tercer año ──se presentó primeramente con una leve inclinación que con suerte fue correspondida por ella debido a que seguía en su asiento, la ensoñación no hacía más que empeorar con lo dulce de su voz──. Soy la mánager del equipo de volleyball.

Shimizu prosiguió, explicándole algunas de las últimas actividades de las que habían participado: partidos amistosos, encuentros oficiales, entrenamientos. Todo abrumaba el cerebro de Kai al punto de resultar hasta un poco molesto, más que nada porque su cerebro ya no podía retener más información a esas alturas. Aunque escuchar aquella voz era reconfortante y la chica era tan linda que pensó que todo era una vil trampa para que no tuviera otra opción más que aceptar cualquier petición que le hiciera.

Marketing.

──... y no hace mucho también le dieron pelea a la Preparatoria Aoba Josai en un partido-

──Lo siento por interrumpir ──intervino Kai, sintiéndose fatal al detener la encantadora voz de la mayor──, pero no entiendo porqué me cuentas todo esto.

──¿Te interesaría ser mánager del equipo? ──La sonrisa de Kai se fue desvaneciendo──. Estamos en busca de alguien que ocupe el puesto durante los próximos años.

──Yo...

Vaya que Kai se encontraba en un aprieto.

Ese parecía no ser su día. Se sentía como si secretamente todos se hubieran unido y acordaran hablarle sobre lo mismo. Era hasta extraño que desde el momento en que tocó el último timbre del horario escolar lo que más le habían mencionado eran los clubes. O se trataba de una curiosa coincidencia o algo que había condicionado el desarrollo del día desde el comienzo. O alguien. Kai no lograba entenderlo, pero lo que sí sabía es que debía intentar salir de eso lo más rápido posible.

──Lo siento ──volvió a disculparse──, pero no creo ser la persona que están buscando. No tengo experiencia y tampoco sé sobre volleyball.

Sus ojos estaban en la chica frente a ella y su mente estaba en la labor de formular el verso que siempre usaba cuando necesitaba rechazar una invitación de alguien a su club.

──Oh, no deberías preocuparte por ello ──Kiyoko detuvo sus planes con su dulce voz, extendiéndole nuevamente aquel papel que no había aceptado anteriormente. Un folleto hecho a mano sobre el club el cual sostuvo con recelo, sin ganas de hacerlo, pero todo para no ser descortés con la chica que no había sido más que amable con ella──. No es un requisito, poco a poco puedes ir aprendiendo. Si te parece bien, le echas un vistazo a la práctica de mañana y luego decides si entras o no. Hay otra chica de primero que hará exactamente lo mismo, no estarás sola.

──Si tienen otra chica, ¿por qué interesarse en mí? ──preguntó genuinamente Kai.

──Si llegaran a quedarse ambas, sería increíble ──habló acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja. Kai maldijo mentalmente porque cualquier gesto de la mayor era atractivo, la hacía dudar de sus propias convicciones──. Tampoco sabemos si ella aceptará, así que también es por seguridad.

Lo pensó. Kai de verdad se lo pensó y el hecho de que lo estuviera considerando la ponía de los nervios.

De verdad que era un día extraño. Primero fue el chico de la clase de su amigo, que sorprendentemente registraba su rostro y parecía querer invitarla a su club. Situación que ya le pareció alocada. Pero luego el encuentro con el extraño de ojos encandilantes que recogió su brazalete lo superó cuando preguntó si estaba en un club. Y ahora tenía a una chica atractiva del club de volleyball pidiéndole que considerara unirse a ellos.

Aunque la parte más extraña era que ella estaba pensando en aceptar la última propuesta.

──Supongo que podría echarle un vistazo.

La situación le resultaba hilarante, pero al menos le reconfortó el cambio en el semblante de Shimizu, que se vio inevitablemente más alegre con su respuesta afirmativa. Se quiso convencer de que lo estaba haciendo por la mayor, quién se había tomado la molestia de buscarla e ir hasta donde estaba para invitarla a su club. Pero lo que sí sabía es que esto se iba a convertir en una buena anécdota que contar en un futuro.

no sé si ya les pasó que una chica les resulta tan
atractiva de forma platónica que no se pueden
negar a nada de lo que les pida (fui esa)

esa es la situación en la que se encuentra kai JAKDJAKJ

lo de la carpeta para matemáticas me pasó en la
secundaria y era sobre matrices

justo un día antes de estar escribiendo esa parte
había estado estudiando álgebra lineal en mi
uni y recordé la hdp carpeta que solo por
un error en un subtítulo mi profesor no me
puso la nota máxima 🫵🏻😭

lo banco profe, pero se pasó con esa

no tiene relevancia, solo necesitaba relleno JAKDJAKJA

gracias por leerme ♡

⚑ !próximo apartado:ㅤㅤㅤㅤㅤ

ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤ ૮꒰ ᴗ.ᴗ ꒱ა
capítulo dos ; una buena anécdota


── se desbloquea con: ㅤ ㅤ
25 VOTOS ; 2O COMENTARIOS

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro