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Capítulo 8. Castigo

🦋 13 años de edad.

—Taehyung —Jungkook trató de ver el rostro de su osito, pero este solo lo evitó, mientras seguía con la cabeza gacha y los brazos cruzados—... Tete, en serio lo siento.

—Cállate —secamente, esa fue la única palabra que salió de su boca.

—Osito...

—Es que siempre me pasa lo mismo, Jeon: siempre me meto en problemas por seguirte el juego.

—Era solo una pequeña broma, no pensé que nos fueras a delatar.

—¡¿Yo?! —preguntó ofuscado, sin darse cuenta de que ya le hacía frente a su amigo, quien estaba sentado a su costado, fuera de la oficina del director—. ¡¿Cómo es que yo tendría la culpa?!

—No te deshiciste de la evidencia.

—¡Fuiste tú el que metió la pintura en mi mochila!, ¡Si al menos lo hubieras hecho bien, no se habría derramado toda!

—¡¿Ahora resulta que soy un estúpido?!

—¡Sí!, ¡Sí, lo eres!... ¡¿Quién te manda a vengarte de un profesor por darte una mala nota?!

—¡Se lo merecía! —exclamó, justificando el que estuvieran ahí, esperando a que sus madres salieran de la oficina—, ¡Solo hice lo que creí que estaba bien!

—¡¿Cómo carajos va a estar bien hacer algo así?!, ¡Deberías ponerte a estudiar!

—¡Y tú deberías dejar de estudiar!

—¡Niños! —y su atención fue llamada por la secretaria del director, quién no había dejado de observarlos desde el momento en que llegaron a la sala de espera—. Guarden silencio —les indicó y ambos le regalaron una mirada apenada, quedando cabizbajos nuevamente.

Pero aquello solo duró un par de minutos, porque Taehyung volvió hacia su amigo, mirándolo con un semblante molesto—. Si mi mamá me deja seguir hablándote, vas a lavar mi mochila.

—¡Ja!, ahora resulta.

—¡¿Qué?!

—¡Nunca te vas a librar de mí, Kim Taehyung!

—¡¿Es una amenaza?!

—¡Tómalo como quieras!, ¡Digas lo que digas y nos prohíban lo que nos prohíban, jamás vas a poder vivir sin mí!

—¡¿Quieres ver como sí puedo?!

—¡Niños! —volvió a llamarlos la secretaria y Kim Taehyung se puso de pie de inmediato, demasiado molesto como para seguir con aquella conversación, completamente harto de Jeon Jungkook y su, a veces, diminuto cerebro.

Entonces, después de dar una mirada fulminante que acribilló al chiquillo azabache, se giró sobre sus talones y, con todo el enojo del mundo, se fue por el pasillo, enfurruñado, murmurando cosas inentendibles y echando humo por las orejas.

Jungkook creía estar muy enojado también, pero, al ver como su amigo se alejaba realmente, su corazón se achicó y la cólera se convirtió en dolor.

¿Pero qué cosa había hecho?

Taehyung tenía toda la razón, se había portado como un estúpido y lo arrastró hasta aquel tonto problema. No obstante, también había dicho cosas terribles, ¿Cómo es que había sido tan cruel con él?, sobre todo cuando su osito no tenía nada que ver con el castigo que seguro le iba a imponer su mamá.

Fue por ello que, al segundo siguiente, se echó a correr, yendo por el pasillo que Taehyung había seguido, lo más rápido posible para tratar de detenerlo, temiendo, enteramente, haberlo perdido tan tontamente... pero fue un alivio cuando alcanzó a ver que se metía en el baño de niños.

Entró, pero su corazón se hizo pedazos cuando, por los espejos, pudo ver como Taehyung se limpiaba las lágrimas con las mangas de su uniforme, mientras lloraba en silencio, totalmente herido.

Y no se resistió, se le dejó ir y lo abrazó muy fuerte, rodeando su cintura desde atrás y hundiendo su rostro en la curva del cuello del castañito, quién, por la sorpresa, soltó un sollozo evidenciado.

—No —le dijo, comenzando a llorar también—. No quiero ver eso, Taehyung — balbuceó, haciendo que el mencionado solo mirara a ambos por el espejo, asombrado de la respuesta que estaba teniendo por parte de su azabache preferido—. No quiero... no quiero que vivas sin mí... sé... sé que puedes hacerlo, sé que eres capaz de todo... pero no quiero que lo hagas... porque... porque... en definitiva... soy yo quien no puedo dar un solo paso si tú no lo das conmigo... perdón —susurró—... perdóname... No te vayas... no me dejes...

Y la angustia se apoderó del cuerpo de Kim Taehyung, al comenzar a sentir la humedad en su suéter, donde Jungkook estaba escondido. Hizo un puchero que al azabache le hubiera gustado mucho si lo hubiera visto, pero solo, con algo de esfuerzo, se giró, tomando entre sus manos las mejillas del niño, también limpiando, con sus pulgares, las lágrimas de los ojos grises que no se atrevieron a verlo.

—Jungkookie —le llamó, con voz suave, tranquilizándose a él mismo; le era muy difícil permanecer fuerte cuando miraba como su alma gemela lloraba tristemente, le dolía mucho.

—Nada de lo que dije es cierto, Taehyungie, nada... Lamento haberte metido en esto... hablaré con tu mamá y le pediré que me castigue también en tu lugar... Sabes que... sabes que eres todo para mí... no quiero perderte... no lo soportaría... me moriría...

—Spidey... no vas a perderme —le dijo y fue en ese momento que los ojitos de bambi de Jungkook -que le fascinaban tanto- dieron con los suyos—. No voy a irme. Mi vida estaría incompleta si no te tengo, así que me quedaré, para siempre, aunque me hagas rabiar —aseguró y Jungkook solo volvió a llorar, abrazándose al cuerpo de su osito, sintiendo como Taehyung le correspondía y envolvía sus bracitos en su cuello, mientras él agradecía inmensamente a Diosito, por haberle dado aquel niño bonito, pues, sin él, su vida sería una triste tortura.

—Lo siento.

—Deja de disculparte.

—No puedo —dijo, sorbiendo su nariz—, soy un infeliz.

—No es cierto —contradijo, mientras sus deditos se perdían en los mechones de la nuca de Jungkook.

—Prometo que no volveré a hacer tonterías y me pondré a estudiar.

—Prometo que te ayudaré con los temas de literatura que no entiendas; pero no dejes de hacer tonterías, porque eso es parte de ti y yo me quedaría sin motivos para molestarme contigo.

—Tonto —soltó, el azabache, al reír.

—Te quiero mucho.

—Te quiero mucho más.

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