Capítulo 2
La mañana llegó más rápido de lo que deseaba.
Se colocó sus pantuflas, soltando un bostezo mientras estiraba sus brazos hacia arriba, haciendo sonar sus adormecidos huesos. Fue hasta el baño para asearse, y al regresar a su habitación, tomó la ropa que había acomodado la noche anterior y se alistó. Pasó la camisa blanca por sus hombros, abrochando cada botón con delicadeza y sin prisa. Luego, se colocó sus pantalones junto a unas medias cortas y sus zapatillas del mismo color. Al terminar, abrió la puerta de su cuarto para dirigirse a la cocina, donde solo tomó una manzana de la frutera, la lavó, y agarrando su mochila del sofá, salió de la casa en dirección a la escuela. El trayecto hasta allí no era muy largo, en menos de quince minutos ya se encontraba entrando a ese terrible lugar llamado "escuela".
Las primeras horas pasaron tan rápido que se sorprendió cuando el timbre sonó. Todos salieron corriendo, mientras ella terminaba de guardar sus cosas con tranquilidad en su mochila. La profesora Kang se despidió de ella con una sonrisa, y Sana soltó un suspiro mirando la puerta por donde todos pasaban como si fuera una carrera.
Al poner un pie fuera de su salón, caminó acelerando sus pasos con la mirada puesta en el suelo para no hacer contacto visual con ninguna de las personas que pasaban a su lado. Pero tenía tan mala suerte que terminó por chocar con alguien. Cerró sus ojos esperando el impacto con el piso, pero solo sintió unas manos alrededor de su espalda, evitando que cayera. Abrió sus ojos despacio, confundida.
Y al enfocar bien su vista, se encontró con la sonrisa burlesca de la chica del bosque. Tzuyu la observaba intentando retener su risa, fallando al ver la expresión perdida de Sana.
—¿Tzuyu? —preguntó atónita.
No esperaba cruzarse con ella tan pronto. Es más, creía que no la volvería a ver en un buen tiempo, o quizás nunca. Pero tal parece que se equivocó. La tenía frente a frente, con sus brazos aún rodeando su cuerpo y con una mirada penetrante.
Sana aclaró su garganta, separándose de su cuerpo tímidamente bajo la mirada de unas chicas que se encontraban recostadas en sus casilleros. Una fuerte risa resonó en el pasillo. Tzuyu notó cómo el rostro de Sana palideció, preocupándola.
—Sana, ¿estás bien?
La mayor entreabrió sus labios, pero ninguna palabra salió de ellos. Por un momento, había olvidado dónde se encontraba, en especial, quiénes se encontraban en él, perturbando su tranquilidad.
—Vaya, vaya. Pero miren a quién tenemos aquí... —la japonesa cerró fuertemente sus ojos, como si eso lograra salvarla de lo que venía a continuación—, si no es más que la estúpida de Sana.
—Jihyo... —salió de sus labios como un tembloroso suspiro. El miedo siendo notorio en su rostro y voz. Tzuyu observaba toda la situación con confusión. "¿Esa chica de ojos grandes quién era, y por qué le hablaba de esa forma?", pensó con molestia. Tzuyu cruzó sus brazos, mirando fijamente cómo aquella chica junto a otras dos más se acercaban a ellas a pasos confiados.
—Estás... —soltó una risa burlesca—, igual que el año pasado. Pasada de moda, desarreglada y siendo una come libros como siempre —enumeró con sus dedos, sonriendo triunfante al notar cómo Sana apretaba sus labios con la mirada gacha siendo incapaz de verla. Sintió un carraspeo a su lado, haciendo que Jihyo se volteara con las cejas fruncidas a mirarla.
—¿Y tú eres? —Jihyo se dirigió a ella, explorando su cuerpo de arriba a abajo sin descaro alguno mientras mordía sus labios, provocando que Tzuyu se sintiera aún más confundida con toda la extraña situación que estaba viviendo.
—Soy Tzuyu, ¿tú eres...? —preguntó con desinterés, sin quitar sus ojos de Sana. Jihyo notó esto y solo la hizo enfurecer más, pero lo disimulo.
—Soy Park Jihyo —contestó con una sonrisa coqueta—. Es un gusto, linda.
—Soy Tzuyu, no "linda". Y el placer es solo tuyo —respondió sin más. Sana levantó la cabeza, mirándola con asombro. Nunca nadie, ni las amigas de la chica, le habían hablado a Jihyo de esa forma. La coreana la miró indignada, parpadeando varias veces creyendo haber oído mal—. ¿Disculpa?
Tzuyu rodó los ojos y sonrió con suficiencia. —Disculpas aceptadas —y sin más, se volteó para ver a Sana y preguntarle: —¿Te gustaría almorzar conmigo?
Jihyo se alejó de allí dando pasos fuertes, molesta por su rechazo. Sus amigas la siguieron de cerca bajo la atenta y confundida mirada de la japonesa.
Sana negó. —Lo siento, pero no puedo.
La menor la miró con confusión. El día anterior ella misma fue quien le preguntó si volverían a verse, y ahora era Sana quien le decía que no podían almorzar juntas. Era extraña, pero Tzuyu no era una persona que se rendía fácilmente. Y menos cuando le gustaba alguien. Porque no mentiría, esa hermosa chica que había conocido en el bosque, leyendo un libro con tanta tranquilidad que le produjo paz a ella también, la había cautivado. Porque, aunque sonara como una acosadora, la había estado observando desde hacía un rato antes de animarse a acercarse y hablarle. Sana le gustó desde el primer momento, y no pensaba perderla antes de tenerla.
—Vamos —sin importar las miradas sorprendidas de la gente a su alrededor, Tzuyu tomó la mano de Sana con firmeza. Entrelazó sus dedos fríos con los cálidos de la mayor, sonriendo con timidez. Caminó sin mirar a los lados, hasta detenerse en una mesa vacía y tomar asiento, haciendo que Sana hiciera lo mismo. —Listo —pronunció con simpleza mientras abría el sobrecito con los cubiertos. Pinchó una papa, llevándola a su boca y masticándola.
Sana hizo lo mismo, pero con gran lentitud bajo la atenta mirada de Tzuyu. Sentía los ojos de todos puestos en ellas, especialmente los del grupo que las observaba con los brazos cruzados y muecas de disgusto en sus rostros.
No entendían cómo la torpe de Sana había logrado tener una amistad con una chica como Tzuyu, tan bella y extrovertida, quien también había sido la primera persona en defenderla y poner en su lugar a Jihyo.
Jihyo masticaba con fuerza su comida, molesta por el rechazo de la nueva. ¿Quién se creía que era? La coreana rodó los ojos y dejó de mirarlas para comenzar una conversación con su grupo de amigas, igual de descerebradas que ella.
—No les hagas caso, Sha. Ellas no tienen ni idea de lo genial que eres —habló después de unos minutos de completo silencio entre ellas. Sana detuvo abruptamente su intento de cortar la carne. "¿Había escuchado bien?", se preguntaba. Una sonrisa intentó asomarse en sus labios, pero al darse cuenta, Sana se cubrió la boca. Tzuyu soltó una risita.
—No me conoces, Tzuyu.
La menor rodó los ojos. —¿Y? —se encogió de hombros—, eso no me impide darme cuenta de cómo eres.
—No digas tonterías... —sintió sus mejillas sonrojarse e intentó cubrir su rostro con sus manos. Tzuyu sonrió y movió su mano para correr un mechón del cabello castaño de Sana detrás de su oreja, suspirando como una boba al notar lo rojas que estaban también sus orejas.
—Eres hermosa —confesó con honestidad.
Sana descubrió su rostro y parpadeó un par de veces. Levantó un dedo para señalarse a sí misma como si no creyera que aquel cumplido hubiera sido para ella. Tzuyu volvió a reír, asintiendo.
—Lo digo en serio, Sana. Si tan solo tú te vieras como yo lo estoy haciendo...
—¡Tzuyu! —la puerta se abrió de golpe, quedando todos en silencio mirando confundidos a una chica con una sonrisa como la de un conejo y ropa de diseñador, caminando hacia su mesa con una confianza enorme, haciendo resonar sus zapatos Louis Vuitton en el piso con cada gran paso que daba.
Ambas fruncieron las cejas, mirando hacia la entrada de la cafetería al oír tal alboroto. Tzuyu soltó un bufido, para luego sonreír negando con su cabeza.
—¡Tzu, hola! Y hola a ti también, cariño —saludó con alegría la joven mientras dejaba su bolso sobre la mesa para luego sentarse junto a Sana, que le dirigió una mirada disimulada a Tzuyu pidiendo ayuda. La menor solo se abstuvo de reír, tomando su jugo de naranja con un sorbete. Sana no estaba acostumbrada a este tipo de trato, y menos a tanta energía como la que, al parecer, portaba esta chica.
Tzuyu terminó de beber de su jugo y dijo: —Ella es mi hermana mayor Nayeon. Y Nayeon, ella es Sana, mi nueva amiga y futura novia —completó con determinación. Ambas abrieron los ojos, mirándose entre sí. Sana asustada y Nayeon con una sonrisa más grande en sus carnosos labios. De forma inesperada, Nayeon soltó un chillido para luego abrazar a Sana por los hombros con alegría.
La japonesa no entendía nada, se sentía muy confundida e intentó leer en el rostro de Tzuyu si lo que decía era verdad o solo estaba bromeando. Nayeon se separó un poco de su cuerpo, sin soltarla de los hombros.
—¡Así que serás mi futura cuñada! ¡Oh, Dios! Estoy tan feliz de que mi hermanita pequeña al fin tenga novia. Sabes, Tzuyu nunca ha tenido una novia, serías la primera. Si quieres puedes venir esta tarde a casa, yo podría enseñarte un álbum de fotos de Tzuyu cuando era bebé-
Tzuyu se levantó de su asiento, riendo de forma nerviosa. Se acercó a su hermana para alejarla de la chica que la miraba un poco incómoda. Y Tzuyu la entendía. Su hermana podía llegar a ser algo intensa cuando se lo proponía, pero igual la quería. Con su desbordante energía y todo.
—No creo que todo eso sea necesario, Nay. ¿Qué tal si mejor no vas al baño? Necesitas retocar tu maquillaje —le señaló su rostro con una mueca de falso disgusto. Nayeon se preocupó y salió rápidamente de allí sin siquiera despedirse. Tzuyu soltó un suspiro aliviada, mirando luego hacia Sana que se encontraba guardando sus cosas en su mochila. La menor la tomó de la muñeca, deteniendo su acción. Sana se volteó a verla con confusión en su mirada.
—¿Ya te vas? —preguntó apagada.
Quería pasar más tiempo con ella, llegar a conocerla y, si era posible, ser su amiga.
Sana cerró sus ojos. —Lo siento, tengo clases.
Y Tzuyu la observó confundida. Faltaban diez minutos para que la hora del almuerzo al fin terminara. ¿Acaso ella...? —¿Fui muy molesta? —Sana la observó confundida e intentó hablar, pero Tzuyu no la dejó—. ¡Lo lamento, Sana! No era mi intención incomodarte tanto... —confesó notablemente avergonzada, su labio inferior levemente abultado formando un mohín. Sana quiso golpearse a sí misma por eso.
—No —suspiró—, no es eso. Tzuyu —relamió sus labios, jugando con sus manos. Un hábito que tenía cuando estaba nerviosa—, me gustó esto.
—Pero... —Tzuyu la interrumpió.
—Pero —Sana se detuvo, buscando las palabras correctas para continuar. Y cuando las encontró, dijo: —, no estoy acostumbrada a pasar tiempo con alguien, y preferiría que eso siga así. Somos personas muy diferentes, Tzuyu. Solo mírate —la señaló, soltando un suspiro—. No tenemos nada en común.
—Aun no sabes nada de mí, Sana —volvió a interrumpir la menor con fastidio—. Si quisieras, como yo lo hago, podrías intentar conocerme. Podríamos salir juntas a pasear, iríamos al cine a ver nuevas películas, a cenar bajo la luz de las estrellas nuestras comidas favoritas, y...
—No me gusta alterar mis rutinas —cortó sus palabras.
Tzuyu asintió lentamente, analizando sus palabras.
—Está bien —contestó de brazos cruzados.
Sana la miró confundida. —"¿Está bien?" —indagó con sarcasmo—, ¿solo eso me dirás? —y Tzuyu asintió encogiéndose de hombros.
—Sí, porque de todos modos no me alejaré. Así que, acostúmbrate a tenerme siempre a tu lado, porque no pienso estar un segundo lejos de ti.
Y sin decir más, Tzuyu se dio media vuelta al oír el sonido de la campana indicando que el receso había terminado. Sana la miró salir por la puerta, sonriendo de oreja a oreja como si hubiera ganado un premio. Sana simplemente rió, acomodando su mochila sobre su hombro para hacer lo mismo que Tzuyu.
—Esa chica está loca...
¡Buenas noches, hermosos! Doble actualización en el día, es un récord (creo).
¡Espero les guste! Nos estamos leyendooo, los quiero.
Atte: Yame.
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