Capitulo 9: Ideal
Sin duda alguna, la traición y muerte de Aspros no estaban siendo un trago fácil de pasar para nadie, y sin duda, seguiría siendo así por tiempo indefinido. Con algo de mala suerte, sería una marca imborrable en la vida de todos de una u otra manera.
Sin embargo, todos tenían ahora el objetivo de continuar y dejar ese desafortunado suceso en el pasado. Traidor o no, muerto o no, el tiempo no perdonaba a nadie y la guerra santa estaba cada día más cerca.
Decidieran perdonar a los tres Santos dorados, conscientes de la existencia de Defteros y que se quedaron callados, verlos como víctimas también, posibles traidores... Nada de eso importaba. Debían centrar todas sus energías en prepararse para la desgracia que inevitablemente azotaría sus vidas en menos de dos años, con la resurrección de Hades.
O al menos así debía ser, por orden del Patriarca, e incluso de la propia Athena. Pero nunca faltaba quien buscara hacer su voluntad.
— ¿Podrían explicarme qué fue lo que pasó?
— Lamento mucho haber actuado de esa forma, señor Hasgard.- Respondió Teneo, agachando la mirada, intentando ocultar la marca violeta en su ojo.- Procuraré que no vuelva a pasar.
— Eso no lo dudo, pero no responde a mi pregunta.- Replicó el mentor, observando a los aprendices frente a él.- ¿Por qué iniciaron una pelea con soldados rasos en primer lugar?
Ninguno se atrevió a decir una sola palabra, algunos limitándose a desviar la mirada, y otros mordiéndose los labios con frustración.
— ¿Tienen idea de lo imprudente que fue eso?- Les reprochó ahora Dohko, buscando obtener respuestas.- ¡Pudieron haber matado a alguno de esos hombres!
— Lo lamentamos mucho.- Habló ahora Tenma.- Pero no podíamos quedarnos de brazos cruzados.
Ambos dorados suspiraron con cansancio. A veces, entrenar a jóvenes aspirantes no era una tarea nada fácil.
Sabían que, aunque de vez en cuando algo imprudentes, eran buenos chicos en general. Pero esta vez habían hecho una de las cosas más estúpidas en todo su historial y que sin duda, los metería en problemas incluso a ellos en cuanto el Patriarca se enterara.
— Solo respondan qué pasó, para que podamos explicarle al Patriarca.- Pidió Dohko.- Y con algo de suerte, salir vivos de esta.
Los jóvenes se miraron entre ellos por unos segundos. Para Hasgard fue fácil distinguir el mensaje en sus miradas, ya sabía lo qué iba a pasar, y no se equivocó: Teneo fue quien dió un pasó al frente, después de que los demás trataran en vano de detenerlo.
— Fuí yo quien inició todo. Tenma y Yato solo querían ayudarme. Y Salo y Celintha trataron de detenernos.- Admitió el menor.- Yo soy el único culpable, no ellos. Estoy dispuesto a aceptar el castigo que sea.
Hasgard se acercó a su discípulo, posando su mano sobre su hombro, buscando su mirada.
— Teneo, te conozco, y sé que jamás lastimarías a un inocente.- Dijo, con la misma ternura que un padre a un hijo.- ¿Qué ocurrió?
Finalmente, el joven peli-azul suspiró, y se rompió, explicando los sucesos que los llevaron a la situación actual.
Los aprendices se encontraban en el campo de entrenamiento designado para ellos, siguiendo sus rutinas diarias sin ningún tipo de problema o contratiempo. Todo estuvo en calma, hasta que un grupo de soldados rasos conversando durante el patrullaje, apareció.
No era extraño observarlos cuidando el perímetro, después de todo, estaban a las afueras del Santuario, era normal y ya estaban acostumbrados. Simplemente se centraban en sus asuntos y los dejaban pasar.
Pero esa conversación en específico, captó la atención de Teneo, en el peor sentido posible.
El grupo hablaba sobre el asunto de Aspros. Cómo Sísifo era el perfecto ejemplo de una mosca muerta, siempre pretendiendo ser tan bueno, pero dejando morir solo a alguien porque no le convenía a su reputación. Cómo Degel era un inútil y un estúpido por no ser capaz de hacer nada más que esconderse tras sus libros. Cómo Defteros era más insignificante que un perro y debió haber muerto junto a Aspros... Pero el que peores insultos se llevó, fue Asmita.
El grupo inició con el discurso que ya se había hecho habitual. Si había sido una estupidez llevar un extranjero al Santuario, si era un traidor en potencia, si era cuestión de tiempo para que fuera el siguiente en traicionarlos... Pero lo que colmó la paciencia de Teneo y lo hizo ir directo contra ellos, fueron los comentarios emergentes al desviar la charla a una índole sexual.
Hablando de forma asquerosa sobre la belleza y atributos del guardian de Virgo, si acaso "haría honor a su constelación o no"... Incluso teniendo la osadía de expresar planes para colarse en su templo y poner todas sus hipótesis a prueba.
— Sé que no estuvo bien, pero no podía quedarme sin hacer nada.- Suspiró Teneo, finalizando su relato.- No después de todo lo que dijeron.
Libra y Tauro se miraron entre sí por unos segundos y después a los jóvenes frente a ellos. Eso cambiaba todo.
Por un lado, sus discípulos habían demostrado su convicción y valor para proteger a otros, incluso de simples ofensas. Pero por otro, eso no borraba las consecuencias de sus actos en los otros implicados, que habían terminado bastante heridos.
— Bien, chicos. Entiendo que sus intenciones eran buenas, ya fuera defender a quien no estaba presente para hacerlo por sí mismo, o por no dejar sólo a un amigo.- Habló Hasgard, sabiendo que Tenma y Yato solo conocían a Asmita de nombre, pero tenían una buena amistad con Teneo.- Pero espero que ustedes entiendan que hay formas correctas de hacer las cosas, y esta no lo fue. Sus oponentes estaban en una clara desventaja de fuerza, y ahora están gravemente heridos.
— Lo sé, y lamento mucho las consecuencias que le haya podido ocasionar, maestro.- Asintió Teneo.
— Retírense por ahora.- Habló Dohko, después de escuchar la versión de Teneo de los hechos.- Trataremos de arreglar este asunto a puerta cerrada con el Patriarca y Athena, pero no podemos prometerles salir ilesos.
Los discípulos asintieron, y acataron la orden del séptimo custodio, retirándose uno a uno. Hasta dejar a solas a ambos Santos dorados.
— Vaya que Asmita no deja de darnos problemas...- Murmuró Dohko con un suspiro cansado.- Incluso sin estar presente.
— ¿Qué quieres decir?- Cuestionó Hasgard las palabras del castaño.
La tensión rápidamente hizo acto de presencia en el ambiente. Dohko cayó en cuenta de su imprudencia, y buscó corregirla, pero no logró hallar el modo de hacerlo.
— Quizás es incorrecto, pero desde esa noche, los problemas son el pan de cada día.- Admitió Dohko su derrota.
— En todo caso, aunque sea doloroso admitirlo, es Aspros quien nos sigue causando problemas, sin estar ya en este mundo.- Replicó, con cierta molestia. Sabía que Dohko mantenía su posición respecto a ese asunto, pero simplemente no podía evitarlo.
— Mejor cambiemos de tema.- Mencionó el castaño, no deseando una confrontación con quién consideraba un buen amigo.- Será mejor pensar en cómo explicarle la situación al Patriarca, y esperar salir bien librados de este lío.
Hasgard respiró profundo, y finalmente asintió. Realmente no tenía caso discutir ese tema, al menos por ahora. Primero debía solucionar el problema en el que sus discípulos se habían metido.
Cuando un guardia apareció un par de horas después, con el mensaje del pontífice, solicitando su presencia, no les quedó más opción de empezar la subida.
Vaya suerte con la que había corrido Kardia al encontrarse fuera en una misión, pero ahora ellos tendrían que responder por Yato también.
En la sala ya los esperaba Sage, al lado de Sasha, y un tercer presente, que no esperaban en absoluto ver.
— Dohko de Libra, y Hasgard de Tauro reportándose.- Los anunció Dohko, mientras ambos hincaban la rodilla frente al Patriarca y su diosa.- ¿Nos mandó a llamar, señor?
— Así es, Dohko, Hasgard.- Asintió el anciano, levantándose del trono a la par de ellos.- La señorita Athena y yo ya estamos al tanto del desafortunado altercado ocurrido al mediodía, pero antes de dar un veredicto, quisiéramos escuchar su versión de los hechos.
Lo único que faltaba... Explicar con lujo de detalle lo que Teneo les había contado, con Asmita presente, iba a ser algo realmente incómodo. Pero no tenían elección.
Afortunadamente, fue Dohko quien tomó la palabra, comenzando a explicar lo que Teneo les había informado. Hasgard solo agachó la mirada, observando de reojo si Asmita siquiera cambiaba su expresión, sin atreverse a verlo directamente. Pero nada, en todo momento, el rubio mantuvo su inamovible y serena expresión, escuchando en silencio todas esas cosas.
— ¿Es cierto eso, Hasgard?
— Es lo que Teneo nos contó, y yo creo en su palabra, señor.- Respondió firme.- Sé que él no haría algo así sin un buen motivo, y tampoco me mentiría para huir de sus responsabilidades. Incluso afirmó que aceptaría cualquier sanción.
— Lamento interrumpir, Patriarca.- Habló finalmente Asmita, captando la atención de todos.- Pero ya que confirmamos que estoy indirectamente implicado en este asunto, quisiera añadir algo.
El anciano asintió, concediendole el permiso de externar lo que deseara. El resto, solo esperaba.
— Conozco a los discípulos de Hasgard, y puedo dar fé de su valía como personas. Estoy seguro de que ellos son quienes están diciendo la verdad.
— ¿Estás consciente de lo que dices, Asmita?
— Por supuesto que sí.- Sonrió confiado el rubio, avanzando hasta llegar frente al pontífice.- Estuve presente en el interrogatorio de esos soldados rasos, y examiné sus mentes y corazones, tal y como me lo pidió.- Añadió, borrando su sonrisa, que fue reemplazada por una expresión de desagrado.- Solo hallé podredumbre y blasfemias. No son más que unos cobardes, embusteros y oportunistas. Será usted quien cometa un error si condena a esos aprendices por su valor, y premia a esos patéticos intentos de hombres por su vileza.
Dohko y Hasgard no pudieron contener un respingo de sorpresa al escuchar el discurso de Asmita. ¿Cómo se le pudo siquiera cruzar por la mente dirigirse de esa forma al Patriarca?, ¿había perdido la razón acaso?
— ¿Estás seguro de tus palabras, Asmita?- Preguntó tranquilamente Sage, sorprendiendo aún más a los testigos.
— Pude ver sus asquerosos pensamientos sobre otros, y sus planes para alcanzar sus objetivos. Desde doncellas hasta aspirantes jóvenes.- Reafirmó con desagrado Virgo.- Yo puedo protegerme sin ningún problema, no era más que una simple fantasía. Pero las doncellas y aprendices jóvenes, sin cosmo y experiencia para defenderse, no tendrán la misma suerte si conserva a esas escorias en el Santuario.
¿Qué?, ¿esos malditos realmente tenían esos planes?... Hasgard podía sentir la ira creciendo en su interior. No podía tolerar la sola idea de que alguno de los niños bajo su cuidado sufrieran algún daño. No perdonaría a quien se atreviera a dañarlos, y esos malditos...
— Bien. Tomaré cartas en el asunto entonces.- Mencionó Sage con la misma tranquilidad.- Dohko, Hasgard, pueden retirarse. Por esta vez, sus pupilos quedan exentos de una sanción, pero eviten que se repita algo así. La próxima vez no seré tan flexible.
— Gracias, su santidad.- Asintió Dohko.- Prometemos que esto no volverá a pasar.
Ambos Santos se despidieron debidamente, no solo del Patriarca, sino también de su diosa, y también de Asmita, para después abandonar el recinto sagrado en total silencio, hasta llegar a la entrada y cerrar las puertas tras de ellos.
— Esta vez corrimos con suerte, ¿no crees, Hasgard?- Rió suavemente Dohko, una vez fuera.- ¿Hasgard?
El guardián de Tauro no respondió al instante, manteniendo una expresión indescifrable en su rostro. Miedo, culpa, angustia, quizás algo de enojo... Todo golpeando su mente y corazón al mismo tiempo. Y Dohko lo notó.
— ¿Estás bien?
— No es nada.- Suspiró el peli-blanco.- Solo... Pensaba en las palabras de Asmita respecto a esos sujetos.
Dohko no pudo evitar contagiarse de las emociones de su amigo. No era el mayor fanático de Asmita, y hasta cierto punto, en otras circunstancias, dudaría de su palabra. Pero con el testimonio de Teneo, no parecía que mintiera respecto a ese tema... Tampoco tendría una razón para hacerlo. Y quizás eso era lo que peor le sentaba, saberse tan incompetente como para no notar el peligro al que no solo Tenma, su discípulo, sino varios más, estuvieron expuestos.
— Entiendo.- Suspiró el castaño.- Yo también estoy algo preocupado. Pero el Patriarca y Athena ya se encargarán de esto, así que tranquilo.- Añadió, intentando animar a su amigo.- Todo estará bien. Ya confirmamos que los chicos pueden cuidarse solos.
Hasgard suspiró y asintió, cerrando sus ojos un momento. Por más que quisiera, no podía estar tranquilo después de enterarse de algo así.
— ¿Vamos por algo de sake a Rodorio?- Ofreció Dohko, con la animada sonrisa que le caracterizaba.
— Gracias, pero estoy algo cansado.- Declinó amablemente con una sonrisa.- Quizás otro día.
— Está bien. Pero tú pagas.- Bromeó el castaño.
— Por supuesto.
— ¿Nos vamos?
— Adelántate. Quiero preguntarle algo al Patriarca.
Dohko enarcó una ceja, visiblemente extrañado por su respuesta, pero no indagó más. Solo se despidió con una sonrisa y empezó su descenso por los templos, sabiendo el largo recorrido que le esperaba.
Hasgard permaneció al final de la escalinata, tomando asiento después de unos minutos. Probablemente tendría que esperar más de lo previsto, pero quizás solo así podría estar un poco más tranquilo. Así que estaba dispuesto a esperar.
No sabía la razón, pero casi dos horas después, las puertas de la sala se abrieron, y escuchó unos suaves pasos comenzar su andar desde la entrada hasta llegar a las escaleras.
— Si que eres paciente, Tauro.- Escuchó esa conocida voz, haciéndolo ponerse de pie para girarse a verlo.- Pero estoy seguro de que no me esperarías sentado a la intemperie dos horas por nada, ¿cierto?
El Santo de Virgo descendió por los escalones, hasta llegar frente al guardián de Tauro, quedando frente a frente, mostrando la suave sonrisa típica en él.
— Asmita...
— Dale las gracias a tus chicos de mi parte. Pero diles que no es necesario que se metan en problemas por mí.- Sonrió el blondo.- Puedo cuidarme sólo.
— Precisamente de eso quería hablar.- Suspiró Hasgard.- ¿Cómo descubriste... Todo eso?
— Algunos soldados vinieron ante el Patriarca, diciéndole lo que había pasado con los aprendices.- Inició Asmita.- Quedaron inconscientes, y necesitaron curaciones y demás cuidados. Pero en cuanto despertaron, el Patriarca fue directo a Virgo para que lo acompañara a interrogarlos.- Añadió.- Permanecí escondido, hurgando en sus mentes. Solo debía confirmar si decían la verdad, así que confirmé que ellos estaban mintiendo, y Teneo solo trataba de proteger a otros... Pero también terminé descubriendo todo lo demás.
Hasgard solo pudo apretar los puños con frustración. Ahora era él quien de seguro terminaría dándoles un puñetazo a cada uno de esos desgraciados si los tuviera enfrente, pero sabía que debía controlarse.
— Descuida, Athena no está dispuesta a permitir esa clase de conductas en su Santuario.- Añadió Asmita, sacándolo de sus pensamientos.- Estuvimos buscando una solución, y llegamos a la decisión del exilio. Apenas se recuperen de sus heridas, en un par de días a lo mucho, se irán del Santuario a primera hora. Así que puedes estar tranquilo.
Ante el silencio posterior a su explicación, Asmita posó una mano en el pecho contrario, sintiendo el tibio metal de la armadura, haciendo evidente su estancia bajo el sol de la tarde.
Hasgard, sin decir nada, solo tomó la mano de Asmita entre la suya, sintiendo la suave piel de ésta.
Quizás era absurdo, sabiendo lo fuerte que era Asmita en realidad a pesar de su delicada apariencia, y que era perfectamente capaz de protegerse solo. Pero, el hecho de que alguien deseara dañarlo de semejante forma... Era simplemente horrible, y tan imposible de soportar...
— Oye, sé que Calliope no se cansa de decir que me parezco a las princesas que hay que rescatar en los cuentos de hadas, pero no soy una.- Bromeó Asmita, intentando sacarle una sonrisa al notar su pesar.- No te preocupes por mí. Estoy bien.
— Sé que no eres una de esas princesas. Eres demasiado arrogante y grosero para ser una, aunque quizás podrías ser un villano apuesto.- Rió ligeramente Hasgard, siguiéndole la broma.- También sé que puedes cuidarte. Pero, aún así...- Suspiró, volviendo a ser invadido por aquellas emociones.
— Siempre quieres proteger a todos, lo sé.- Sonrió el rubio, para después estirarse un poco y dejar un beso en su mejilla.- Te lo agradezco, y estoy seguro de que los niños también. Pero confía en nosotros.
Ese pequeño beso lo sorprendió, pero no le desagradó en absoluto, al contrario, parecía algo realmente tierno, viniendo de alguien como Asmita. Sabía que no haría eso por cualquiera, y se sentía afortunado por eso.
— Quizás sí deba hacerlo.- Admitió con un suave sonrojo y una sonrisa.- Aunque, a este paso, va a ser un poco difícil saber con certeza quien necesitará ayuda en una pelea.
Asmita soltó una pequeña risa ante la última frase, comprendiendo que Hasgard se refería a la fuerza cada vez más grande en sus discípulos, y cómo algún día serían oponentes difíciles de enfrentar para muchos.
— Al menos no pelean entre ellos y no usan su fuerza por beneficio propio.- Abogó el rubio, mientras comenzaban a bajar los escalones frente a ellos.- Además, tienen el suficiente control para solo neutralizar y no matar a sus oponentes. Debes darles algo de crédito por eso.
— Supongo que solo esta vez puedo hacerme el desentendido y no sancionarlos.
— Me lo tomaré personal si no lo haces.
— Bien, entonces los dejaré ir solo con una charla para la próxima vez informarme y no tomarse la justicia por su propia mano.- Accedió Hasgard.- Pero la próxima vez no tendrán un ángel cubriéndoles la espalda.
— ¿Me acabas de llamar ángel?
— Quizás.
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