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Capitulo 5: Viaje

El tiempo inevitablemente siguió su curso, hasta que el helado clima de invierno llegó al Santuario y con él, la fecha tan ansiada por más de uno. Cada uno por sus razones.

— ¿Entonces no te quedas?

— Ya te dije que iré con Hasgard y los niños, Kardia.

— Es una lástima. Esperaba que experimentaras de primera mano Navidad por primera vez.

— Quizás el próximo año.- Sonrió el indio.- Pero gracias por tomarme en cuenta.

— Déjame decirle de última hora a Sasha que te vas a pasar "una noche buena", para quedarme con tu cena, y tenemos un trato.- Sonrió el peli-violeta.

— De acuerdo.- Accedió Virgo con una sonrisa.- Pero si Degel o Sísifo te atrapan, no me hago responsable.

— Descuida. Llevo años lidiando con ellos.

Faltaban solo un par de días para la ansiada fecha. Asmita había pasado todos esos meses limando asperezas con la mayoría de sus compañeros. No había sido tan sencillo, pero al menos ahora casi todos se sentían más tranquilos con su presencia en el Santuario.

Incluso había recibido una invitación para acompañarlos en la cena organizada por Sasha y el Patriarca, pero decidió cumplir su promesa y acompañar a Hasgard a visitar a los niños que tenía bajo su cuidado.

Pero antes de partir, debía arreglar un asunto pendiente, y solo podía hacerlo durante la madrugada.

— Sal de ahí.- Ordenó, manteniendo su pose.- Sé que estás aquí. Deja de esconderte.

El sonido de unos tímidos pasos avanzando hacia él fue lo único que sus oídos percibieron por varios segundos, hasta que pudo sentir aquella presencia frente a él.

— Así que decidiste volver después de todo.

— Tú me dijiste que lo hiciera.

— ¿Tu hermano sabe algo, Defteros?

— No, pero creo que está empezando a sospechar.

El blondo torció los labios con frustración. Toda esa situación se le hacía realmente indignante, y desde que se enteró, apenas unos días después de su llegada al Santuario, había intentado hacer algo al respecto, sin éxito alguno.

— ¿Para qué me pediste que viniera?

— Sabes muy bien lo que pienso de tu hermano, y cómo te comportas respecto a este asunto.- Respondió, haciendo suspirar al moreno.- Pero ese no es el punto. Ya te dije que no puedo luchar la batalla por tí.

— Ve al grano.

— Mañana saldré a un viaje, así que estaré fuera por unos días.- Respondió.- Sé que tu hermano estará aquí, y va a estar ocupado con todos los preparativos de la celebración. Así que, si necesitas dónde dormir, o un respiro de él, tienes mi permiso de entrar y salir libremente del templo de Virgo.

— Asmita, ¿qué rayos estás diciendo?- Exclamó el peli-azul.- Yo no puedo hacer eso.

— Tú mismo dijiste que antes de mi llegada, solías esconderte aquí de vez en cuando.- Le recordó Asmita la forma en que terminaron conociéndose por accidente la misma noche de su arribo.- ¿Qué es diferente ahora?

— Que ahora estás aquí. Ahora este lugar te pertenece.- Respondió afligido.- Yo soy solo una sombra, sin derecho a nada.

— Entonces tómalo como una orden.- Replicó el blondo.- Si no tienes derecho a nada, entonces no puedes negarte a cuidar el templo en mi ausencia. ¿No?

— Asmita...

— Confío en que harás un buen trabajo.- Sonrió cálidamente, antes de levantarse para empezar a alejarse.- Puedes quedarte si quieres. A partir de mañana, el templo de Virgo es todo tuyo. Solo procura no darle un infarto a Kardia si viene a esconderse de Sísifo, o podría reducir el templo a cenizas.

Defteros solo sonrió levemente bajo la máscara que cubría la mitad de su rostro, y le permitió retirarse.

Asmita sabía que Aspros no era el ángel bondadoso que todos creían, pero por ahora no podía hacer mucho. La mayoría de sus compañeros apenas comenzaban a confiar en él, y Defteros había estado oculto de todos durante toda su vida.

Si trataba de exponer a Aspros, los demás no iban a creer en su palabra, al contrario, iban a defender al guardián de Géminis a capa y espada. No era un tonto para no ser consciente de ello.

Si quería mantener bajo control la amenaza que el geminiano representaba para todos, debía reunir pruebas lo suficientemente contundentes, dejarlo sin la más mínima posibilidad de escape. Y hasta entonces hacer su movimiento final.

Por ahora, lo máximo que podía hacer era brindarle a Defteros un lugar seguro en Virgo, y guardar el secreto de su existencia.

A la mañana siguiente, cuando los primeros rayos del sol comenzaban a asomarse tímidamente por el horizonte, Hasgard apareció en la entrada del templo de Virgo, con el equipaje necesario para unos cuantos días.

Asmita no tardó más que unos segundos en salir a su encuentro, igualmente, listo para partir.

— Si que eres puntual.- Bromeó el rubio, mientras descendían por la escalinata.- ¿Es muy largo el camino?

— No demasiado, pero hay varios preparativos por hacer al llegar.

— Ya veo.

Ambos siguieron su andar, cruzando en silencio los templos, entre risas, bromas y anécdotas, hasta que al llegar a Géminis, el ambiente se tornó tenso.

— Vaya, ¿así que estarás fuera, Virgo?

Hasgard estaba por intervenir, temiendo que ese desafortunado encuentro terminara en una disputa, pero Asmita hizo una señal con su mano, indicando que estaba bien.

— Hasta dónde sé, todavía no eres Patriarca, Géminis. Pero aprecio que te preocupes por mí.- Sonrió con tranquilidad el indio.- No voy sólo, así que puedes quedarte tranquilo. Estoy seguro de que Hasgard y yo podemos hacernos cargo solos de cualquier percance.

Aspros gruñó con fastidio, mordiendo ligeramente su labio inferior, mientras veía fijamente a Asmita.

— Por cierto, cuando bebas, lávate los dientes si vas a estar tan cerca de alguien. Tu aliento apesta a vino barato.- Añadió el rubio, para rodear al peli-azul y seguir avanzando.- Nos vemos después. Feliz Navidad.

Aspros, en un acto reflejo, se llevó ambas manos a la boca. Hasgard solo apretó los labios para contener la risa, y decidió seguir a Asmita, después de una rápida despedida.

Al llegar a Tauro, Hasgard no pudo contener más la risa, soltando una fuerte carcajada, acompañado de Asmita.

— Aspros va a odiarme por reírme, pero la cara que puso lo vale.- Rió, limpiando una pequeña lágrima de sus ojos.

— En mi defensa, no mentí.- Río Asmita.- De verdad huele al vino más barato de la taberna.

— ¿Y tú cómo sabías a qué huele ese vino?- Bromeó Hasgard, después de controlar su risa.

— Cuando fui con Kardia a celebrar su cumpleaños, él y Manigoldo hicieron de nuevo su competencia, y me les uní.- Comenzó a explicar.- Pero el castigo para el perdedor era beber un tarro con cosas desagradables... Al final, los dos perdieron, y tuvieron que beber un tarro lleno de ese vino barato, mezclado con huevos crudos y leche en mal estado.

— Eso fue un poco malévolo, pero ese par se merecía un escarmiento.- Admitió Hasgard con una sonrisa.- Bueno, ¿nos vamos?

— Mientras nadie más intente ahogarme con aliento a vino barato, me parece bien.

Ambos soltaron una pequeña risa por esa broma y siguieron su camino, hasta salir del territorio de las doce casas, dónde los tres discípulos de Hasgard los esperaban.

— Maestro Hasgard.- Se acercaron los chicos a saludar a su mentor.

— Lamentamos haberlos hecho esperar, chicos.

— No se preocupe. No fue nada.- Habló el joven de cabellos azulados.— Y... Buenos días, señor Asmita.

Los jóvenes solo conocían al rubio de nombre, y su posición como Santo dorado de Virgo, así que estaban algo nerviosos, y Asmita lo notó.

— Oigan, no muerdo, ¿saben?- Bromeó el rubio.- Tú debes ser Teneo, ¿correcto?

— Así es, señor.

Asmita esbozó una sonrisa, dirigiendo después su atención a los otros dos chicos.

— Celintha, y Salo. ¿Verdad?

— Sí, señor.

— Encantado de conocerlos. Su maestro me ha hablado mucho de ustedes.

— Espero que cosas buenas.

— Digamos... Que es sincero.- Asintió el rubio a la afirmación de la jóven.

Hasgard solo sonrió ligeramente. Al parecer, Asmita sí prestaba atención a esos pequeños detalles. Apreciaba demasiado a sus discípulos, pero no iba a atribuirles méritos que no les correspondían aún, ni a halagarlos demás.

— Bueno, tienen todo el día y toda la noche para conocerse, será mejor que iniciemos el viaje ahora.- Interrumpió el peli-blanco la conversación.

Sus cuatro acompañantes asintieron, y sin más, emprendieron el camino.

— ¿Necesita ayuda?

— Gracias, Teneo, pero estoy de maravilla.- Declinó la oferta del menor.- Cuidado con el desnivel.

Solo unos segundos después de que Asmita dijera eso, Teneo casi pierde el equilibrio al resbalar por un desnivel en el suelo, de no ser por la reacción de su invitado.

— Te dije.- Rió el rubio, sosteniendo al joven del brazo.

— ¿Cómo es que...?

— Cuando un sentido está ausente, el resto se agudiza para suplirlo.- Aclaró el blondo.- Hasgard y Celintha pasaron antes que nosotros por aquí. El sonido de su segundo paso tardó más de lo usual. Así que tuvieron que saltar o dar un paso largo, eso solo significa que hay un desnivel.

— Eso es asombroso. Yo no noté nada diferente en el sonido de sus pasos.

— No debes depender de ninguno de tus sentidos todo el tiempo.

— ¿Es posible aprender a hacer algo como eso?

— Es difícil, pero no imposible.- Respondió el mayor.- Si te interesa, eres bienvenido en Virgo a cualquier hora.

— Gracias.- Sonrió en respuesta el menor.- Creo que aceptaré.

— ¡Oye, Virgo!. Yo lo encontré primero, busca tu propio discípulo.- Rió Hasgard, tras escuchar la conversación.

— Tienes tres, no seas egoísta.- Le devolvió Asmita la broma.

El resto del camino no fue tan diferente. Una vez roto el hielo, los jóvenes aprendices rápidamente entablaron conversación con Asmita, desde preguntar más detalles de las historias sobre su tierra de procedencia, hasta sus capacidades para desplazarse sin necesidad de su vista. Sin dejar de lado alguna pequeña broma ácida de vez en cuando.

— ¿En serio pasó eso?

— Sí, a pesar de medir casi dos metros, su maestro casi se muere de un infarto, y de paso me asfixia al ver una serpiente.

— No seas tan cruel, esa cosa era enorme.- Rió con nervios el mayor.

— ¿Y yo serviría de repelente para una pitón adulta?

— ¿Se atacan entre serpientes?

Asmita solo se rió, negando con la cabeza. Ese tipo de bromas se habían vuelto habituales entre ellos, aunque a ojos de los tres jóvenes que les acompañaban, era extraño. Por momentos, de no ser por sus expresiones relajadas y risas, parecía que se estaban insultando de verdad.

— Si querías que te abrazara solo debiste pedirlo entonces.

— ¿Vas a asfixiarme y a comerme como tus parientes?

— Ya dije que no muerdo. No te asustes, grandote.

— Disculpen por interrumpir, pero ya casi llegamos al cañón, maestro.

Hasgard asintió, indicándoles a los chicos que en el punto de descanso reabastecieran el agua si lo necesitaban, fueran al baño, y revisaran que todo su equipaje estuviera bien asegurado, y no excediera el peso óptimo para cada uno. Los tres jóvenes asintieron, y al llegar a dicho punto, en medio de un bosque, cerca de un lago, acataron las indicaciones.

— ¿Un cañón?- Cuestionó Asmita, sentado sobre una roca.

— No te preocupes, siempre y cuando no lleves demasiado peso para mantener el equilibrio, es seguro cruzar por el puente.

— ¿Y cómo se aseguran de eso?

— Trazando una línea en el suelo, y caminando sobre ella sin tropezar.- Explicó el peli-blanco, observando a sus discípulos hacer dicha prueba.- Creo que de nuevo excedieron el peso de su equipaje.

— Mejor suerte a la próxima.- Sonrió Asmita, escuchando los tropiezos de dos de los chicos.

Hasgard solo negó sonriendo, y fue con los jóvenes, seguido por Asmita, preguntando si ya estaban listos.

Teneo había pasado la prueba sin dificultad, pero Celintha había tenido que sacar algunas cosas de su equipaje, y Salo había tenido que sacar casi la mitad.

— No creo que realmente necesites dejar tantas cosas.- Mencionó Asmita al más joven de los chicos, captando la atención de todos.- Después de sacar pocas cosas, y hacer la prueba por segunda vez, los primeros tres pasos que diste fueron firmes y seguros, pero en el cuarto flaqueaste, y de ahí todo fue cuesta abajo.- Añadió.- Si realmente fueras incapaz, no habrías podido dar ni dos pasos. Algo te hizo dudar, ¿qué fue?

— Yo...

— Inténtalo de nuevo.- Incitó el rubio, entregándole la mochila después de guardar la mayoría de las cosas.

— Pero yo-

— Puedes hacerlo.- Le Interrumpió Asmita.- Cierra los ojos, y deja que el viento te guíe.

Salo dudó por unos segundos, pero, no teniendo nada qué perder, tomó un profundo respiro, y siguió la indicación del rubio.

— ¿Puedes sentir como el viento está meciendo tu cabello?- Cuestionó Asmita, permaneciendo a un lado del chico.- Ahora avanza.

Con los ojos cerrados, sus demás sentidos se veían agudizados. Podía sentir el aire frío tocando su piel, y haciendo revolotear sus cabellos. También fue capaz de percibir los sonidos del bosque, como el suave movimiento del agua, el canto de las aves, y el silbido del viento por las hojas de los árboles.

Era una sensación nueva, pero le brindó la confianza suficiente para comenzar a dar los pasos sobre la línea, ahora sin tropiezos.

— Bien. Creo que puedes tú solo después de todo, Salo.- Le felicitó su maestro, haciéndole abrir los ojos.- Lograste pasar por toda la línea sin tropezar.

Salo tardó un par de segundos en reaccionar, no era capaz de creer que lo había logrado.

Asmita solo le sonrió suavemente en respuesta.

— Bien, creo que es mi turno.

Asmita también hizo aquella prueba, pasándola sin ningún tipo de complicación.

Hasgard se encargó de guardar las cosas que Salo y Celintha habían tenido que sacar de su equipaje, para devolverselas una vez cruzaran el puente colgante. Y siguieron avanzando.

Al llegar, Teneo fue el primero en cruzar, seguido por Celintha unos minutos después. Era el turno de Salo, pero el niño nuevamente dudó.

— Puedes hacerlo.- Le alentó Asmita, palmeandole el hombro.- Ya demostraste hace unos minutos que eres capaz. Cree en tí.

Salo de nuevo tomó un profundo respiro, asintió, y comenzó a avanzar.

Todo parecía ir bien, pero a mitad del puente, el menor miró hacía abajo, y perdió un poco el equilibrio, pero logró sujetarse de las cuerdas.

Hasgard quiso ir por él para ayudarlo, pero Asmita lo detuvo.

— Jamás va a aprender si al menor problema corres a salvarlo.- Le dijo Asmita a su compañero.- Confía más en él. Es joven, no estúpido.

Hasgard dudó, pero finalmente decidió seguir el consejo de su compañero, limitándose a alentar con palabras a su pupilo.

— Puedes hacerlo, Salo. Ya falta poco.

Después de unos segundos, el pequeño castaño logró estabilizarse y avanzar el resto del puente, hasta llegar con sus compañeros al otro lado, que no dudaron en felicitarlo por su logro.

— ¿Lo ves?- Preguntó con una sonrisa Asmita.- No había nada qué temer.

— Bien, admito que también tienes talento para ser maestro.- Correspondió el gesto Hasgard.- Ahora, mejor cruza, que se hace tarde.

— Nos vemos del otro lado.

Asmita cruzó el puente sin mayor problema, y finalmente, cuando Hasgard llegó, pudieron continuar con el recorrido.

En palabras de su guía, ya faltaba poco, un par de horas más y habrían llegado.

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