Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 3: Arribo

Tal y como Asmita había pronosticado, en el resto del camino encontraron varias sorpresas. Cómo un árbol gigantesco, llamado baniano.

Hasgard jamás había visto algo así en Grecia, era como si varios árboles se unieran para formar un tronco más grueso que una casa entera.

El rubio le explicó que ese árbol era un símbolo sagrado para los hinduístas. Por representar la Trimurti.

— Cada parte del árbol representa a un dios.- Explicó el indio mientras avanzaban al lado de ese árbol que parecía no tener fin.- Las raíces representan a Brahma, el dios creador. El tronco a Visnú, el dios preservador. Y las hojas a Shiba, el dios destructor. Todas en un mismo sitio, conviviendo en perfecto balance, representando la creación, conservación y destrucción del universo.

— Así que por eso es tan importante.

— Así es.- Asintió el blondo.- Pero no es solo por eso. Este árbol tiene un nombre propio, es Thimmamma Marrimanu, y tiene un templo muy especial bajo su follaje de ramas.

— ¿Un templo para un árbol?

— Cuentan que el árbol nació hace más de tres siglos, cuando una mujer llamada Thimmamma se arrojó a la pira funeraria de su esposo.- Le contó Asmita aquella historia, evocando el recuerdo del día anterior en aquella ciudad.- Una rama sobrevivió al fuego, y dió origen a lo que es este árbol ahora. Así que ahora es considerado un símbolo sagrado, y también un homenaje a la valiente Thimmamma.

— ¿Y el templo?

— Dudo que te interese visitarlo.- Contestó con un pequeño aire de burla.

Hasgard se intrigó por aquella respuesta, especialmente al notar a pequeños grupos de peregrinaje cerca de ese peculiar bosque. ¿A qué se refería?

— Por favor dime que no tiene nada que ver con sacrificios o algo así.

— No es nada de eso.- Rió el santo de Virgo.- Es un templo dedicado a Thimmamma, pero ahí acuden parejas que no han podido concebir. Por eso dudo que te interese acudir a pedir el favor.- Explicó, haciendo ruborizar ligeramente a su compañero.- Pero si por alguna razón quieres un hijo, puedes conseguir una mujer, traerla aquí, y en un año tendrán un hijo.

— Qué gracioso, pero creo que no necesito una mujer para tener niños que cuidar.- Contraatacó Hasgard, logrando dejar confundido al invidente.- ¿Se te olvida que tengo a varios niños bajo mi cuidado?. Además de tres discípulos, y otros cuantos que terminan dejándome a cargo.- Añadió con una ligera sonrisa.

— Bien, ganaste esta vez.- Admitió Asmita su derrota con una sonrisa.- Por cierto, hablando de eso, ¿cómo es que terminaste a cargo de tantos niños?. Parece que tienes un imán para atraer a los desamparados.

— ¿Qué puedo decir?- Suspiró con una sonrisa, recordando a todos esos pequeños a los que amaba como si realmente fueran hijos suyos.- Supongo que el destino encontró la forma de permitirme ser padre y tener una familia.

Asmita solo sonrió y asintió ligeramente, mientras seguían su camino.

— Definitivamente, representas muy bien a un toro.

— ¿Gracias?

Asmita solo rió, y siguió avanzando, sin darle oportunidad a preguntar más sobre aquel peculiar halago.

Hasgard decidió simplemente seguirlo, aún tenían algo de camino por delante, pero si se daban prisa, llegarían al Santuario por la noche.

Ambos continuaron con su viaje, disfrutando los paisajes y los frutos que la naturaleza les ofrecía. Para Hasgard, varios de aquellos frutos eran extraños, y de no ser por Asmita, ni en sueños se habría arriesgado a comer uno por riesgo a que fueran venenosos, pero ahí estaba ahora, llevando algunos para el camino y también para sus discípulos que le esperaban en el Santuario, mientras Asmita solo sonreía enternecido por tan dulce gesto.

Cuando por fin el largo viaje terminó, el sol estaba por ocultarse, despidiéndose con sus últimos rayos tiñendo de anaranjado las estructuras del Santuario de la diosa protectora de la humanidad.

— ¿Hasgard?

Al escuchar aquella voz, el guardián del templo del toro, supo al instante de quién se trataba, provocando una sonrisa en sus labios.

— ¿Qué tal, Regulus?- Sonrió, observando al joven santo de Leo.

El menor se quedó en silencio por unos segundos, observando a ambos recién llegados, sin pronunciar palabra alguna.

Hasgard de inmediato notó la mirada que oscilaba entre la añoranza y la desilusión, en el jóven custodio, observando a Asmita. No comprendía bien el porqué de aquella reacción, hasta que Regulus pronunció en un débil murmullo una palabra.

— Papá...

— ¿Qué?

Regulus, al darse cuenta de su error, de inmediato se talló los ojos con el antebrazo, y negó, tratando de sonreír.

— N-No es nada. Disculpe.- Mencionó, disculpándose con el rubio, mostrando una sonrisa.- Es solo que... Me recuerda a mi padre.

Asmita guardó silencio, como si estuviera analizando al más joven.

Hasgard no pudo evitar sentir un nudo en la garganta ante aquella confesión. El deceso de Ilías había sido un golpe duro para todos, pero quién se había llevado la peor parte, sin duda alguna, había sido Regulus. Lo sabía bien, y sabía lo mucho que le dolía aún.

— Así que tú eres el joven prodigio, Regulus de Leo.- Finalmente pronunció Asmita, correspondiendo la sonrisa del menor.- Hasgard me habló mucho de ti y de tu padre en el camino hasta aquí.

— Espero que cosas buenas.

— Al menos no mintió. Eres tan amigable, pero también tan ruidoso como dijo.

Regulus solo rió ante aquellas palabras. Tal parecía que realmente veía una ligera esencia de su padre en Asmita.

— ¿Qué tal han estado las cosas por aquí, Regulus?- Preguntó Hasgard, buscando cambiar de tema.

— Nada fuera de lo normal.- Respondió el castaño.- Yato y Tenma peleando hasta por quién aguanta más la respiración, Dohko y Kardia apoyando sus competencias, Teneo evitando que se maten entre ellos, Sísifo poniendo orden...- Añadió, con una pequeña risa.- No te preocupes. No te perdiste de nada interesante.

Vaya que eso sonaba a días habituales en el Santuario, y a las acciones normales en sus amigos y discípulos.

— Ya veo.- Asintió, buscando una de las frutas que había llevado.- Por cierto, te traje algo de la India.

Regulus recibió aquella peculiar fruta en sus manos, emocionado e intrigado a partes iguales. Al no haber obtenido permiso de ir, a pesar de su insistencia, decidió pedirle a su compañero algún recuerdo de aquel país, y al fin lo tenía.

— Es dulce y bastante jugosa. Solo ten cuidado al cortarla, tiene una semilla muy grande. Y quítale la cáscara antes de comerla.

— Gracias, Hasgard.- Sonrió el menor.- ¿Cómo se llama?

— Eh...

Y de nuevo, había olvidado el nombre de esa fruta, a pesar de que se lo preguntó a Asmita al menos tres veces durante el trayecto.

Recordaba que era un nombre bastante corto, pero simplemente no era capaz de recordarlo.

— Es un mango.- Respondió Asmita la pregunta de Regulus.- Y por su aroma, ese ya está maduro y listo para comer.

Regulus miró con curiosidad a Asmita, percatándose de que en todo momento, sus ojos permanecían cerrados.

— Ya veo...- Murmuró con los ojos ligeramente cristalizados.- Usted es como mi padre. Puede sentir lo que no podemos ver, ¿cierto?

Asmita pareció sorprenderse por aquella observación de Regulus. Quizás no esperaba que alguien tan joven lograra percatarse de algo así tan fácilmente. Ni siquiera un santo mayor y más experimentado como Hasgard lo había logrado.

— Conque el anterior Leo, ¿eh?- Musitó el rubio con tranquilidad.- Sí, Hasgard me habló un poco de él en el camino. No sabía que nos parecíamos tanto como para que te evocara a él.

— Lo siento si lo molesté, no era mi intención.

— No te preocupes. Está bien.- Respondió Asmita.- Es verdad que posees un cosmos enorme que eres capaz de dominar, además de una visión privilegiada, capaz de percibir más allá de lo evidente. Realmente, Hasgard no exageraba al llamarte prodigio.- Añadió.- Sin embargo, también parece que eres algo tonto. Igual que una fruta, aún te hace falta madurar para alcanzar tu máximo potencial.

Hasgard observaba y escuchaba atentamente. Algo le decía que aquella conversación era necesaria y no debía intervenir.

— No soy tu padre, ni aspiro a serlo. Pero, si llegas a necesitar un consejero o un amigo, tal vez yo lo pueda ser.- Añadió el rubio con una sonrisa más gentil, ofreciendo su mano al joven león.- Seremos vecinos. Así que sabrás dónde encontrarme.

— Gracias.- Sonrió Regulus, tomando la mano de Asmita sin dudar.- Bienvenido al Santuario, Santo de Virgo.

— Gracias, Regulus. Pero, deja las formalidades de lado, solo llámame Asmita.

— De acuerdo, Asmita.

Después de esa peculiar presentación, Regulus se les unió en su recorrido hasta las doce casas, y a través de las primeras cinco, antes de despedirse en Leo y permitirles continuar su ascenso hasta el templo del Patriarca.

Al llegar, como era de esperarse, ya los esperaba el Patriarca, sorprendentemente, acompañado de la jóven Athena

— Bienvenidos, Tauro y Virgo.- Les recibió el pontífice.- Me alegra que hayan podido llegar a salvo y sin ningún contratiempo.

— Gracias, su señoría.- Agradeció Hasgard, hincando la rodilla frente a las máximas autoridades del Santuario.

El Patriarca dirigió su mirada al rubio, observandolo por un par de segundos, antes de hablar.

— Es un honor que al final hayas decidido unirte a nuestra causa, Asmita.- Dijo el anciano.- Hemos escuchado mucho de tí.

— El anciano de Jamir también me ha hablado mucho de todos ustedes, señor.- Respondió con una sonrisa confiada.- Pero espero que les haya quedado claro que no le he jurado lealtad a nadie de aquí, y aún están a prueba. Especialmente tú, Athena.

— Lo sé, Asmita.- Asintió con tranquilidad Sasha, avanzando hasta quedar frente a frente con el recién llegado y tomar su mano.- Sé que aún soy joven, y a pesar de que he madurado y aprendido varias cosas desde la primera vez que nos conocimos, aún me queda mucho camino por recorrer.- Añadió, sorprendiendo a Hasgard. ¿Ya se conocían?- Espero que podamos recorrer juntos ese camino.

Asmita permaneció en silencio por unos segundos, manteniendo su mano enlazada con la de Sasha. Antes de relajar su expresión, y mostrar una suave sonrisa.

— Sin duda, haz crecido. Reconozco que hay una diferencia notoria entre la niña inmadura y temerosa que acudió a mí junto al anciano de Jamir hace tres años, y la joven que ahora tengo enfrente.- Señaló Asmita, provocando una sonrisa en la joven peli-lila.- Tu mente ahora está mucho más tranquila, tu fuerza es mayor, igual que tu decisión y valentía. Aún hay un par de cosas en las que podemos trabajar para obtener su máximo potencial, pero no está nada mal, Athena.

— Estaré agradecida de recibir tu guía y consejo.- Respondió la peli-lila.- Bienvenido, Asmita de Virgo.

Asmita solo asintió, esbozando una sonrisa, antes de soltar la mano de Sasha, y por fin, recibir la armadura que por tantos años lo había esperado pacientemente.

El Patriarca se retiró poco después, al lado de Athena, después de despedirse de ambos Santos y permitirles retirarse para descansar después de su largo viaje.

Cada uno se despidió a su modo, y se marcharon juntos, manteniendo el silencio hasta abandonar el sagrado templo.

Hasgard no pudo evitar la curiosidad por saber cómo Asmita y Sasha se conocían, y no tardó en preguntar.

Asmita soltó una pequeña risa antes de responder. Parecía que ya esperaba esa pregunta.

— Fue hace tres años, después de que el anciano de Jamir me insistiera por enésima vez para unirme a ustedes y yo, buscando quitarmelo de encima, pusiera como condición conocer personalmente a Athena.- Contó el rubio.- Por un momento creí haberme librado de él, pero una semana después, volvió a buscarme, con cierta niña temerosa y llorona.

— ¿Sabes que estás hablando de Athena?

— Sí. Una diosa, pero eso no cambia el hecho de que fuera solo una niña asustada por verse forzada a dejar atrás todo lo que conocía y madurar rápido.- Replicó Asmita.- En fin. El punto es que apenas percibí su cosmos, me dí cuenta de lo aterrada y confundida que estaba, cuánto dudaba de todo, incluida ella misma, cómo no quería este destino, y cuánto añoraba el pasado.

Ante aquella confesión, Hasgard no pudo evitar sentir un pequeño nudo en la garganta. Sabía que para Sasha definitivamente, nada debía estar siendo fácil. Pero no sabía tanto con lo que había lidiado ella sola.

— Sabía que alguien con tantas dudas en la mente y el corazón, sería simplemente incompetente para dirigir un ejército. Así que se lo hice saber y dí como respuesta un rotundo "no".

— ¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión entonces?

— Es verdad que cuando la conocí, pensé que era una niña inmadura y algo tonta.- Sonrió Asmita.- Pero admito que posee una fuerza de voluntad enorme, desde ese momento me lo dejó claro. Ella insistió, a pesar de mi negativa, y prometió volverse más fuerte y dejar de dudar.

Sonaba a algo que Sasha haría. La conocía desde que Sísifo la llevó al Santuario, y podía dar fé de que no existía cosa que su diosa no fuera capaz de lograr.

— Una fuerza de voluntad así no es algo que se vea todos los días. Así que decidí darle una oportunidad.- Siguió contado Asmita.- Si en tres años ella lograba lo prometido, entonces consideraría unirme a su causa. Pensé que se retractaría, pero no lo hizo. Aceptó mis condiciones, e hicimos el trato.- Añadió.- Pasé estos años tratando de hallar respuestas a mis dudas, observando también el progreso de ella, y al final, decidí darles el beneficio de la duda. Y aquí estoy ahora.

— ¿Observando el progreso de ella?

— Cierto. Olvidé mencionarlo.- Rió.- Puedo moverme por distintos planos. Algo similar a lo que Manigoldo hace.

— ¿Lo conoces?

— Podría decirse que ambos conocemos ciertas partes del mundo de los muertos.

— ¿Entonces...?

Asmita volteó su rostro hacia él, mostrando una expresión que se balanceana entre la ternura y la burla.

— Sí, he estado en el Inframundo. Y de hecho, no es la primera vez como tal que porto la armadura de Virgo, ni la primera vez que estoy aquí.- Confirmó las sospechas de su compañero.- Hace un tiempo, detecté una amenaza potencial en el Inframundo, informé a Athena, la armadura de Virgo decidió acompañarme, y ella lo permitió. Al terminar la misión, devolví la armadura. Nadie más que ella, el Patriarca y el anciano de Jamir se enteraron.

— Realmente me intriga de lo que eres capaz.

— No te culpo. Sé que tienes razones de sobra para dudar y desconfiar de mí.

— ¿Acaso serías capaz de traicionarnos?

— Por ahora soy completamente imparcial.- Respondió el blondo.- No tengo razones para atacar a ninguno de ustedes, pero tampoco a sus opositores.- Añadió.- Sin embargo, admito que particularmente tú me generas intriga.

— ¿Yo?

— Ya te lo dije, eres demasiado transparente, al punto de ser predecible. Es difícil encontrar personas así. Todo mundo busca ocultar lo que hay en sus almas, pero tú... Genuinamente, muestras lo que hay en tu corazón todo el tiempo.

No sabía bien cómo interpretar esas palabras. Asmita no parecía mentir, pero, ¿qué quería darle a entender exactamente?. ¿Un halago?, ¿una ofensa?, ¿cómo debía interpretar eso?

— Realmente, representas muy bien a un toro.- Sonrió Asmita.

— ¿Y eso cómo es?

De nuevo esa extraña frase. No entendía qué rayos le quería dar a entender, y eso solo le generaba aún más curiosidad. Asmita era realmente extraño.

— Noble, pero fuerte. Justo, pero misericordioso. Una dualidad, que sin embargo, tiene sentido.- Respondió el indio.- En la India, los toros representan la fecundidad, la nobleza, la justicia, el dominio de los impulsos y la transmutación de la energía... Además de la energía sexual.

— Si no te molesta, haré como que no escuché la última parte.- Bromeó con un ligero sonrojo.- Pero, gracias.

Asmita solo rió suave por su reacción, y continuaron su camino por las escaleras, hasta llegar al templo de la virgen, dónde se despidieron por esa ocasión.

Hasgard no podía dejar de sentirse intrigado por Asmita. Realmente tenía muchas dudas sobre él, no sabía exactamente qué debía pensar. ¿Un aliado?, ¿un traidor en potencia?, ¿un amigo?... Bueno, aún faltaba un par de años para el comienzo de la guerra santa. Podría averiguarlo en ese tiempo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro