Epílogo
"Soy su dama.
Y, oh, Dios mío;
Debieron ver sus caras"
Tiempo después...
El embarazo de JiMin fue libre de malos momentos. Había ocasiones en las que sufría los estragos de cargar a un bebé en su interior, pero su esposo seguía siendo ese ser luminoso que no se inmutaba en consentirlo, mimarlo y recordarle todos los días que se ve precioso.
Las inseguridades vinieron, por supuesto que sí. JiMin se comparaba todo el tiempo con modelos de revistas e incluso con Jin quien luce fabuloso para la edad que tiene. Sentía mucho miedo de que su cuerpo no tuviera arreglo después del embarazo, pero JungKook se encargó de erradicar hasta el último ápice de inseguridad haciéndole el amor casi todas las noches. Siempre palabras lindas, dulces y hasta sucias en medio del acto para que JiMin se sintiera especial.
Fue el consentido de todos durante ese tiempo, así que no podía quejarse de absolutamente nada. Sólo hasta ahora que entró en labor de parto, porque siente que se está quemando por dentro y no puede detener las maldiciones que salen por su boca.
— ¡¿Dónde mierda está JungKook?! —gritó con lágrimas en sus ojos.
— ¡Aquí estoy aquí estoy! —entró corriendo a la sala de parto.
— ¿Por qué carajo te tardaste tanto? —le hizo un puchero lleno de dolor.
—Fui al baño, lo siento—confesó avergonzado.
— ¡No es momento para mear! ¡Ah!
—Perdóname, corazón mío—le dijo y se acercó a besar su frente—Todo va a salir bien, ¿de acuerdo?
—Sí, ya quiero que salga—lloriqueó—Nunca me imaginé que dolería tanto.
—La verdad es que no lo sé—se rio un poco.
—No te burles, porque te juro que te dejo sin sexo un maldito mes—amenazó y lo fulminó con la mirada.
Y no estaba jugando. JungKook lo sabía, por eso optó por quedarse callado y comenzó a darle besitos en sus cachetes para intentar tranquilizarlo. Podía ver el dolor en sus ojos y la urgencia de que todo esto terminara. También estaba ansioso. Ya quería conocer a su hija... a su princesa. Era una niña que también estaba ansiosa por salir.
— ¡¿Qué mierda están esperando?! —gritó.
—¡Comienza ya! —ordenó JungKook al médico.
—Sí, ya mismo ponemos la anestesia—respondió nervioso.
JungKook sostuvo todo el tiempo la mano de su esposo y vio cómo gradualmente relajaba sus expresiones. La anestesia tenía un efecto casi inmediato y de pronto todo se sintió calmado. El médico, que era empleado de JungKook, estaba haciendo su trabajo mientras que había unas ocho enfermeras alrededor, porque Jin era exagerado y le ordenó a NamJoon que le dieran la mejor atención a JiMin. Su nieta debía nacer en las mejores condiciones y con los mejores cuidados. Si esa niña de oro nacía sana, a todos los que estaban ahí, les iban a dar un bono.
Cosas de ricos.
El tiempo se hacía largo por la espera de la nueva Jeon. Y JiMin, aunque estaba medianamente bajo los efectos de la anestesia, se estaba impacientando. Todo el tiempo miraba hacia JungKook quien de vez en cuando le sonreía y le susurraba cosas lindas para motivarlo.
Al cabo de mucho tiempo, o al menos ellos así lo sintieron, se escuchó un fuerte lloriqueo de una hermosa niña.
JiMin abrió los ojos en grande y enseguida sus lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. JungKook fue directamente a donde el médico sostenía a la pequeña para cargarla en sus brazos. Durante varios segundos la observó sin poder creer que era su creación y la de su esposo. Era pequeña, linda y muy parecida a él. Después se encargó personalmente de limpiarla y de cortarle el cordón umbilical. Fue, sin duda, uno de los momentos más significativo de toda su vida.
Llevó a la pequeña que aún no calmaba su llanto hacia donde su padre JiMin ya la esperaba impaciente. Cuando éste la vio no pudo evitar llorar de la emoción. Y el sentimiento que experimentó cuando la pudo sostener en sus brazos y pegarla a su pecho fue fascinante. Le dio más vida y poder. Le dio todo lo que necesitaba en ese momento.
—Hola, JungJi—le saludó JiMin con voz dulce—Eres muy bonita—sonrió.
Acariciaba la mejilla de la pequeña bebé con mucha delicadeza y con mucho cariño. Su corazón latía con fuerza, incluso podía escucharlos muy cerca de sus oídos. Su mismo corazón reaccionaba a la cercanía de su pedacito de carne que por mucho tiempo cargó en su barriga.
El sentimiento de ser padre es único y ahora lo está experimentando. Lo mejor es que JungKook está ahí a su lado y también está llorando por ver lo linda que es su hija. Quizá para ella sentir a sus padres tan cerca era un calmante poderoso, porque había dejado de llorar y ahora sólo estaba ahí, muy cómoda en los brazos de su padre JiMin quien no había dejado de darle caricias suaves a su mejilla.
Pero el tiempo era corto y Jeon JungJi debía ser llevada para valorar su estado de salud, entre otras cosas. Su padre JungKook se encargaría de supervisar todo el proceso e hizo énfasis en más de una ocasión que debían tratar a JiMin como un rey, porque básicamente también era su jefe.
El resto pasó más rápido para el rubio; lo suturaron, lo bañaron y lo llevaron a la mejor habitación para que pudiera descansar. Por un momento se quedó dormitando y pensando en lo bonita que era su bebé. La imaginaba creciendo y eso hacía que su corazón se encogiera. Apenas acaba de nacer y ya está pensando en que le dolerá dejarla en el jardín de niños o cuando tenga su primer novio. Seguramente JungKook se volverá loco. ¿Para ese tiempo tendrán más hijos? ¿O ya habrán adoptado al gato? Ahora que lo piensa, deben ir ya al refugio de animales para buscar a uno... o tal vez dos. Ah, cierto, también su patito. Hay tantos planes y toda una vida larga para cumplir con cada uno de ellos. Y espera que haya más de una. Que JungKook siga siendo su esposo y el padre de su hija.
Tras un tiempo considerable, el azabache entró en la habitación con una linda princesa en sus brazos. JiMin enseguida se incorporó cuidadosamente en la camilla para recibirla en sus brazos. En cuanto pudo sentirla de nuevo, volvió a llorar y por su mente pasaron un montón de imágenes de ella creciendo y haciendo tantas cosas; sus primeros pasos, sus primeras palabras. Todo.
—Por favor no crezcas—le dijo aún con lágrimas en los ojos— ¿Por qué las hormonas duran tanto? —le preguntó a JungKook con un puchero.
—Estás emocionado, corazoncito—dijo y le sonrió con ternura—Es normal. Sólo disfruta de ella. Será inevitable que crezca—besó su frente y se sentó a su lado para abrazarlo.
—Ojalá no lo haga—insistió y llevó toda su atención hacia su bebé que se movía en sus brazos—Es muy linda y pequeñita. Tan inocente y delicada. Quisiera meterla en una cajita de cristal para que nunca nadie le haga daño... ¿Te imaginas cuando diga que ya tiene novio o novia?
—No tenemos que pensar en esas cosas—empeló un tono ofendido y golpeó su mejilla con la lengua—Ella no tendrá novio ni novia hasta que se gradúe de la universidad.
—No seas celoso, esposo mío—se giró y le dio un beso en la mejilla—Seguramente hará cosas peores de las que nosotros hicimos—lo miró burlón.
—No, no. Nada de eso—negó rápidamente.
—Ahora vas a entender a mi papá—se rio un poco.
—Él me dijo lo mismo—rodó los ojos—Tienes razón. Esta princesa no debería crecer nunca.
—Jamás—afirmó JiMin y volvió a mirar a su hija.
Ambos se sumergieron en la ternura que JungJi emanaba. Usaba un mameluco rosa que él mismo JiMin empacó en la maleta y una cobijita blanca tejida que HoSeok se encargó de hacer. Ella era un sueño, uno que ellos anhelaron tener desde hacía mucho tiempo y ahora por fin podían ver la hermosa combinación de sus genes en una pequeña bebé que se adaptaba rápidamente a la presencia de los seres que más van a amarla en la vida.
— ¿Podemos pasar? —preguntó NamJoon asomando la cabeza por la puerta.
Pero Jin...
—Sí, sí podemos.
Decidió simplemente entrar.
Llevaba en sus manos muchos regalos exageradamente caros y unos un tanto extravagantes. Una bolsa con pastelillos y una canasta de frutas, porque sabía que su JiMin bonito necesitaría todo eso. Lo dejó por todos los lados que encontró y se acercó rápidamente hacia donde los padres observaban a su obra maestra.
—Por Dios—habló en pequeñito—Es preciosa... es tan... Por favor, que no crezca nunca.
—Es lo mismo que yo dije—habló JiMin e hizo un puchero.
Jin cargó a su nieta y besó delicadamente su frente. La admiró y apreció cada detalle, sobre todo ese lunar debajo del labio. Era de su padre JungKook.
Desde mucho antes se había notado el enorme cariño que le tenían a JungJi y que sería la niña más consentida del mundo, porque no sólo Jin disfrutará de mimarla y de jugar con ella, también...
—¿No está dormida?
Se escuchó la voz de Jackson quien entraba a la habitación con pasos cautelosos. Todos miraron en su dirección y JiMin sonrió como si fuese un niño pequeño. JungKook se hizo a un lado para dar a paso a que suegro pudiera abrazar y mimar a su hijo, después de todo se lo merecía, porque él más que nadie sabía que no fue fácil soportar los dolores de parto.
—Hice más mamelucos tejidos—anunció HoSeok y se los enseñó a JiMin.
—Te quedaron muy bonitos, papi—le sonrió y los tomó con sus manos—Se los voy a poner todos y le tomaré muchas fotos.
HoSeok sonrió y después se acercó con cautela a donde Jin estaba cargando a JungJi. Ambos se miraron y se sonrieron medianamente. Hoy no tenía por qué haber tensión entre ambos, porque la llegada de su nieta debería de ser la mejor oportunidad para ondear la bandera de la paz.
— ¿Puedo? —preguntó HoSeok.
—Claro. También es tu nieta—le sonrió ligeramente y le extendió a la pequeña con mucho cuidado.
Los ojos de HoSeok se aguaron en cuanto sostuvo a su nieta en sus brazos. Sus recuerdos llegaron rápido y un viaje al pasado le hizo experimentar un sentimiento similar de cuando tuvo a JiMin por primera vez en sus brazos. Veía a JungJi con mucho esmero y se sintió muy feliz por eso, por tener una parte de su hijo.
Era pequeñita y parecía sumamente delicada. Así fue JiMin de bebé. Con sus mejillas rosadas y esa pequeña nariz de botón. Aunque el cabello negro evidentemente lo heredó de su padre JungKook. La combinación perfecta. Es preciosa.
—Tiene tus ojos, Minie—dijo HoSeok—Felicidades, es una niña muy hermosa.
—Claro. Lleva mis genes—se regodeó Jin.
HoSeok sólo le sonrió en pequeñito. Todavía trataba de acercarse a él para conversar y cosas así, pero aún se negaba. Sin embargo, ya no le ponía mala cara y eso era un avance. Era obvio que la llegada de la pequeña nueva integrante haría las cosas mucho más amenas para ambas familias, sobre todo porque debían estar en sus momentos más importantes y especiales. Jeon JungJi marcaba el inicio de algo nuevo y mucho mejor para todos.
—Sentimos mucho la tardanza—se anunció TaeHyung quien entraba apresurado con un enorme oso en sus manos.
— ¿Y eso? —preguntó JiMin mirando lo que traía.
—YoonGi lo escogió—informó y puso el oso en uno de los sillones—Dijo que su regalo debía ser el más grande—rodó los ojos y sonrió—Pero mírate. Ya eres papá y estás hermoso.
—No digas mentiras—le hizo un puchero y extendió los brazos para que lo abrazara—Todavía me siento hinchado de tanto llorar.
TaeHyung se acercó a él y lo abrazó con mucho cariño. Después caminó hacia donde estaba la pequeña bebé y la sostuvo en sus brazos con un poco de inseguridad. Era chiquita y frágil. No quería hacerle daño, pero sin duda necesitaba sostenerla en sus brazos. Era parte de su mejor amigo y representaba mucho este momento para él.
—Te ves bien cargando un bebé, chico fresa—entró YoonGi con una sonrisa.
Y el aludido sólo sonrió ruborizado.
— ¿Y esas maletas? —preguntó JungKook.
—Venimos directamente del aeropuerto—informó—Estábamos en Venecia tomándonos unas vacaciones especiales.
— ¿Especiales? —preguntó Jin mirando la mano izquierda de TaeHyung.
YoonGi caminó hacia donde estaba TaeHyung y se tomó varios segundos para ver a la bebé. Después miró a todos con una sonrisa enorme y el castaño mostró su mano.
—Nos vamos a casar—anunciaron los dos al unísono.
—Oh, pero qué maravilla—se alegró Jin.
—TaeHyung siempre dijo que nunca se iba a casar—acusó Jackson de manera burlona.
—Pero eso fue antes—se avergonzó el aludido—Ahora todo es diferente—dijo y miró a YoonGi.
JiMin los observó a ambos mientras ellos veían a su hija. Desde ese ángulo lucían como una familia feliz. Se dio cuenta de cómo se miraban y ese anillo que ahora su mejor amigo llevaba en su mano izquierda.
El día de su boda fue bastante notoria la ausencia de ambos y no fue difícil suponer en dónde se encontraban. Después todo comenzó a fluir de manera amena. Al regreso de su luna de miel tuvo todos los detalles; YoonGi era simplemente maravilloso y lo consentía mucho. Habían dejado en el pasado todo lo que sucedió y decidieron comenzar desde cero. Iniciaron su relación formal y no se inmutaban en nada. Muchos podrían pensar que quizá iban demasiado rápido, ya que con seis meses de relación ahora estaban comprometidos, pero ellos se sentían bien de ese modo y, en vista de que tuvieron que pasar tres años para que esto se diera, entonces estaban de acuerdo con que ya no querían esperar más. Estaban seguros de quererse y de estar en el lugar correcto.
— ¿Para cuándo piensan casarse? —preguntó JungKook.
—En un mes—respondió YoonGi—Tenemos que hacerlo antes de bautizar a mi ahijada—dijo mirando a la bebé—Tengamos un bebé, chico fresa.
TaeHyung se sonrojó y no respondió. En su viaje especial, YoonGi le expresó su deseo por ser padre en más de una ocasión. De hecho, casi estuvieron a punto de serlo. Aquella noche donde las cosas iniciaban para ellos, las últimas rondas de sexo se olvidaron por completo del preservativo. No fue hasta en la noche del día siguiente en que TaeHyung lo recordó y YoonGi salió corriendo hacia la primera farmacia que encontró para comprar una píldora de emergencia.
Claramente funcionó y pudieron descansar, sin embargo, YoonGi se preguntaba cómo sería ahora si ninguno se hubiese acordado de aquello. Y ver a la pequeña JungJi ahí nada más existiendo, despertaba ciertos anhelos que, alguna vez estuvo seguro, jamás tendría en su vida.
Quería ver una parte suya y una parte de TaeHyung existiendo en este mundo.
—Tal vez pronto—respondió por fin TaeHyung sin dejar de mirar a la bebé.
Era verdad que el castaño llegó a asegurar que no quería casarse y ni mucho menos quería tener hijos, pero ver a JungJi le provocaba un sentimiento único en su interior. Un hijo suyo con YoonGi no sonaba tan mal, sobre todo porque éste sería un gran padre y también sabe que será un gran esposo.
JiMin se siente feliz por ellos, pero más feliz se siente por su bebé. Puede ver lo mucho que la aman y lo muy mimada y cuidada que estará. Las personas en esa habitación son valiosas para él y agradece que no falte nadie. Y espera que jamás falten.
Sobre todo su esposo quien siempre está cerca y le da lo mejor. Justo como ahora lo abraza y de vez en cuando le da besos en la frente.
A él le debe gran parte de su felicidad y confía en que estarán juntos hasta que estén sentados en sus sillas mecedoras observando los lindos atardeceres. Así hasta que les toque partir de este mundo y luego encontrarse en la siguiente vida.
Porque el amor que se tienen no puede morir.
Nunca.
Okay, esto era para ayer, pero tenía mucho sueño jsjsjs
Queda un extra que espero publicarles más al rato jsjsjs. El otro extra es hasta navidad :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!
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