12 El Odio De Un Supuesto Salvador
"Acabo de aprender que esta gente
intenta salvarte porque te odian"
La traición duele, sobre todo cuando viene de alguien a quien amas demasiado.
No había que pensarlo mucho tiempo para deducir quién había sido el traidor.
Después de esa fuerte bofetada todo se quedó en un silencio sepulcral. Los próximos movimientos de JiMin fueron en automático; fue consciente hasta que se tumbó en su cama y lloró en completo silencio. Escuchó que su padre HoSeok llamaba a la puerta, pero lo ignoró. Después percibió gritos en la planta baja, pero también los ignoró.
Sentía que su corazón se había despedazado por completo. Lo peor de todo es que ni siquiera tenía cómo comunicarse con JungKook. Cuando buscó su computadora vio que no estaba y sólo había una persona capaz de quitarle ese privilegio. Lo único que pudo hacer fue acostarse e intentar dormir para no pensar demasiado.
Fue una noche larga, despertando cada hora con los ojos llenos de lágrimas porque sentía que su mundo se había derrumbado por completo. Vio demasiado tentador saltar por la ventana y huir en medio de la madrugada hacia donde se encontraba el amor de su vida, pero en una de esas se quedó dormido y cuando volvió a abrir los ojos se encontró con la luz de un nuevo día.
La cabeza le dolía y sentía una fuerte opresión en el pecho. Sus siguientes movimientos también fueron en automático. Se duchó, se cambió, no se arregló y bajó para desayunar.
Su padre Jackson no estaba y no le causó curiosidad. Sólo estaba HoSeok que constantemente le preguntaba sí estaba bien debido al moretón que tenía cerca del ojo. Por eso fue la discusión, porque fue más que evidente que aquel golpe rebasó todos los límites.
JiMin no habló y tampoco escuchó a su padre que insistía con sus preguntas obvias y absurdas. Sentía una profunda tristeza, pero la realidad es que no se reflejaba en su rostro. Sólo estaba ahí existiendo y deseando con todas sus fuerzas ser salvado por JungKook.
Cuando llegó a la universidad, bajó rápidamente del auto de su padre sin siquiera mirarle ni hablarle. HoSeok se quedó con un sabor demasiado amargo en su boca. No estaba de acuerdo con los golpes y no estaba de acuerdo con Jackson. Éste salió desde muy temprano a la oficina para no toparse con JiMin.
HoSeok hubiese creído que reflexionaría durante toda la noche sobre ese golpe que le dio a su hijo, pero no fue así. Jackson sabía y estaba consciente de que se pasó con sus acciones, pero no estaba muy dispuesto a ceder con JiMin. Pensaba que si lo hacía, terminaría por volver con ese tipo, volvería a mentir y a desobedecer, por eso iba a mantenerse firme, no importando que HoSeok no estuviese de acuerdo con él.
Hoy era un día tenso y se podía palpar en el aire. A JiMin le esperaba una larga jornada escolar, pero antes de eso necesitaba ajustar cuentas. No quería sentir odio, pero no podía evitarlo. Toda la noche pensó en lo mismo y tomó una decisión definitiva.
Caminó hacia el área verde donde TaeHyung estaba sentado debajo del mismo árbol leyendo un documento que le acaban de entregar, pero JiMin no se inmutó y caminó rápidamente hacia él, con la misma expresión extraña que adoptó desde la mañana y con el corazón doliendo además de latiendo.
Esto no sería fácil, pero era muy necesario.
—Tú me odias, ¿cierto? —preguntó JiMin al tiempo que se paraba frente a él.
TaeHyung sintió cómo su corazón latía con fuerza, porque estaba más que consciente de lo que venía. En su cabeza comenzó a formular muchos argumentos, pero no hallaba nada. No sería fácil enfrentar esto cuando se supone que prometió no volver a hacerlo, pero se reconfortaba con que era lo correcto.
—Yo jamás te odiaría—respondió y alzó la vista.
Vio el rostro de su mejor amigo y sus ojos ocultos detrás de unas gafas de sol. Pensaba que se debía a que seguramente lloró demasiado en la noche, pero cuando se puso de pie y pudo ver parte del pómulo hinchado y amoratado, supo que no se trataba de algo simple y entonces puso todo en duda.
—Entonces... ¿por qué? —inquirió con voz tenue y débil— ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué no me apoyas?
— ¿Qué te pasó en el rostro? —preguntó e intentó acercar su manos, pero JiMin lo detuvo.
—¿Ahora te importa? —su voz comenzó a quebrarse—¿Te puedes imaginar la mierda por la que tuve que pasar ayer? ... ¡No tienes ni puta idea! —gritó.
TaeHyung se quedó en blanco por unos segundos. La mano donde traía el documento que anteriormente estaba leyendo comenzó a temblar un poco. Su mente imaginó muchas cosas y temía que JiMin de verdad la estuviese pasando mal. Sin embargo, no se detenía a siquiera pensar que se equivocó y que no era la mejor forma de ayudarlo.
—Yo te lo advertí—lo señaló con un dedo—Te dije que dejaras de cometer estupideces y te valió. No me culpes por los errores que cometes.
— ¿Errores? —lo miró incrédulo y se quitó las gafas—¡No hice nada malo! ¡¿Crees que me merezco esto?!
"No" pensó TaeHyung para sus adentros.
No sabía qué decirle exactamente. Por dentro dolía verlo así de quebrado y con ese moretón en su pómulo. Definitivamente odiaba verlo así y desaprobaba completamente que Jackson le haya puesto una mano encima. Sin embargo, aunque las palabras y la gran súplica por su perdón estaban en su boca, terminó por decir algo que no era correcto.
—Quizá no—respondió—Pero si tan sólo te comportaras esto no habría pasado.
JiMin rio sin gracia y negó con la cabeza. Cada vez sentía más y más lejos a su mejor amigo, incluso no reconocía a quién tenía frente suyo. Ahora sus ojos lo percibían como un completo desconocido, uno al que quizá jamás podrá otorgarle un perdón, ni aunque se ponga de rodillas.
—Ya te dije que no estaba haciendo nada malo—lo miró con decepción—Deberías confiar. No tuviste por qué decirle a mi padre.
— ¿Qué quieras que hiciera? —preguntó molesto y vaciló en su lugar—Me encontró en la calle y preguntó por ti. No supe qué hacer... yo sólo... dijiste que no tardarías... me preocupé y yo... yo sólo quería salvarte—intentó explicar.
No supo qué decirle, sólo lo miró con más desilusión que al inicio. Definitivamente ahora tenía a un desconocido frente a sus ojos. Ahora ya no recuerda nada de todo lo bueno que vivieron, porque esto era capaz de borrar todo eso y los buenos sentimientos que alguna vez los hicieron ser mejores amigos.
Se acabó.
—Me salvas porque me odias—le respondió con voz débil. Ya ni siquiera tenía ganas de gritar—Si de verdad te preocuparas por mí habrías dejado que te explicara las cosas. JungKook no es lo que todos piensan, pero ya llegará el momento en que se den cuenta del grave error que cometen al juzgarlo de ese modo.
—JiMin...
—No, escucha—dijo y se colocó las gafas de nuevo—Que mis padres no confíen en mí es un asunto que puedo intentar superar, pero que mi mejor amigo no confíe en mí y que por encima de eso me traicione, es algo que no podré olvidar... nunca.
—JiMin, hice eso porque te adoro...
—No, claro que no—negó y dio unos cuantos pasos hacia atrás—Sólo diré que te vas a arrepentir. Y cuando eso suceda... no vengas a mí, porque no pienso perdonarte—sentenció y le mostró una media sonrisa, una bastante falsa—Ya no eres mi amigo... a partir de este momento ya no existes para mí.
— ¿No estarás hablando enserio?
Pero JiMin no respondió y se dio la vuelta para continuar su camino. No quería escucharlo. No quería verlo. No quería saber nada de él si era posible. Si de la nada desapareciera, realmente se alegraría.
Mientras tanto, TaeHyung se quedó pensando en las palabras de JiMin. Tuvo la impresión de que decía la verdad, de que... jamás estuvo equivocado, pero a la vez está esa voz que le dice que no es así. No sabe qué pensar y sólo pudo mirar el documento que lleva en sus manos. Ahora parece bastante tentador.
Las clases habían sido tediosas y aburridas. JiMin no tenía cabeza para absolutamente nada. Estaba completamente incomunicado y necesitaba contactar a JungKook lo antes posible para avisarle de la situación, pero no sabía a quién acercarse, además no se sabía su número. Qué estupidez, debió aprendérselo de memoria. Puede buscarlo en redes sociales pero... no sabe qué hacer exactamente y la cabeza le ha dolido durante todo el día.
Si han hablado de cosas importantes no lo sabe. Sus cuadernos están limpios y sus libros están cerrados. No ha participado en ningún momento y a veces siente que no podrá contener más el llanto. Ha conservado las gafas durante todo el tiempo, algo que era inusual y que, su profesora en turno que impartía la clase de latín, ya lo había notado desde hacía un rato.
También notó que no ha puesto atención y que, la mayor parte del tiempo, está mirando por la ventana. La señorita Kang es muy observadora y nunca se queda con las curiosidades para sí misma, sobre todo si se trata de JiMin, su alumno estrella.
—De momento sólo les dejo un trabajo de traducción—decía mientras miraba en dirección al rubio—Y eso sería todo por hoy. Sean responsables y no olviden sus obligaciones. Ya pueden irse.
Todos comenzaron a recoger sus cosas, pero JiMin seguía sentado y mirando por la ventana. Lo observó por unos cuantos segundos para ver si reaccionaba, pero nada parecía traerlo de vuelta al mundo real. Se sentó en su escritorio y acomodó los papeles que debía revisar más tarde y esperó hasta que el chico por fin se moviera de su lugar. Cuando eso pasó decidió llamarlo:
—Park JiMin. Acércate por favor.
El aludido se quedó pasmado por unos cuantos segundos tratando de reconectar los cabales desenchufados en su cabeza. Cuando por fin lo consiguió se dio cuenta de que ya no quedaba nadie en el salón, sólo él. Guardó sus cosas y caminó hacia donde se encontraba su profesora esperando pacientemente.
—Sí, dígame—le sonrió débilmente.
Ella lo estudió por unos cuantos segundos, pero no demasiados y sí los suficientes para darse cuenta de que, parte de su pómulo que no cubría las gafas de sol, estaba amoratado. Desde ese momento sus alertas se encendieron y se puso de pie.
— ¿Estás bien? —preguntó y agregó—Y no me digas que no, porque desde aquí puedo verlo.
Por inercia, JiMin llevó su manito al pómulo hinchado y acarició con suavidad. Enseguida sus ojos se llenaron de lágrimas que fueron ocultadas por las gafas, pero su respiración acelerada y los pequeños sollozos que soltó, sí fueron notorios para la profesora.
—Oh, tranquilo. Toma asiento—le dijo con un tono preocupado y lo ayudó a sentarse en la silla detrás del escritorio—Tómate el tiempo que necesites, ¿de acuerdo? Si después te sientes cómodo puedes contarme.
Y así lo hizo.
JiMin había contenido un poco de ese llanto amargo y ruidoso porque no quería sentirse vulnerable ni débil, sin embargo, era algo que necesitaba, porque la opresión en su pecho se estaba haciendo insoportable y demasiado pesada. Necesitaba confiar en alguien y necesitaba que alguien le ayudara.
— ¿Quién te hizo eso, JiMin? —preguntó con preocupación—Puedes confiar en mí.
El rubio intentó relajarse un poco y debatió en su interior si era correcto contarle a su profesora sus problemas personales. ¿Será que ella podía ayudarle? Sólo podía saberlo si se lo contaba. Así que respiró profundamente varias veces hasta que reunió el valor necesario para hablar.
—Si le cuento... ¿puede no decirle a nadie? —la miró con súplica—Es que... no estoy muy seguro de lo que haré o... cómo... ¿me entiende?
—Por supuesto—asintió segura y tomó su mano—Puedo escucharte si eso es lo que necesitas por ahora.
JiMin asintió y suspiró un par de veces. Qué difícil era hablar sobre cómo su padre destruyó todo su mundo con una sola mano, pero con un golpe contundente. Una parte suya sentía que estaba traicionando a su padre, pero también sabe que aquello era un límite que no debía rebasar, porque justo ahora siente que no podrá verlo a los ojos de nuevo. Sin embargo, hablar era necesario, al menos por ahora, mientras intenta acomodar todas las ideas en su cabeza y de asimilar todo lo que estaba pasando.
— ¿Qué pasó? —insistió la profesora—¿Quién te está violentando?
Le dolió escuchar eso, porque en cierta parte siente que es así, no importa si sólo fue un golpe, con ese bastó para que su corazón se rompiera.
—Tuve una fuerte discusión con mi padre—comenzó a relatar—Él se alteró mucho conmigo.
—¿Por qué razón? —preguntó con un tono serio.
—No aprueba mi relación sentimental y... bueno... yo le he mentido muchas veces para poder salir con mi novio—contó y sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas—Ayer descubrió que le mentí otra vez y... pelamos... y...
— ¿Te golpeó?
—Sí—respondió con un hilo de voz.
Se hizo un pequeño silencio, pero enseguida JiMin comenzó a llorar de nuevo. Estaba un poco asustado, porque hasta este momento no se había puesto a pensar cómo serían los siguientes días con su padre. ¿Lo golpeará de nuevo? ¿Lo sacará de la universidad? Tenía mucha incertidumbre y un enorme hueco en el estómago.
Odiaba esto... no quiere odiar a su padre.
—Dime, ¿qué puedo hacer por ti? —inquirió preocupada—¿Quieres que vayamos a la policía o...?
— ¡No! —se apresuró a responder—Es que yo... no estoy seguro. Tengo miedo y... mis padres... no lo sé. No sé qué hacer—se cubrió el rostro y lloró de nuevo.
La profesora le dio su espacio para desahogar todo lo que llevaba encima, porque realmente lo necesitaba. No puede intervenir más si JiMin no le da luz verde para hacerlo, aunque realmente está molesta con esta situación. No cree que sea justo que el chico viva algo como eso sólo porque el padre no aprueba a su novio. Golpearlo fue una medida extremista y no la aprueba en lo absoluto.
—Está bien. No te presiones—lo consoló— ¿Es la primera vez que te golpea?
—Sí. Nunca me había puesto una mano encima—asintió con evidente tristeza.
— ¿Te sientes seguro volviendo a casa?
—No lo sé—respondió pensativo—No he visto a mi padre desde ayer.
—Quizá se arrepintió por lo que sucedió—supuso y luego agregó—Esperemos que hoy puedan hablarlo, pero si no hay solución, por favor, JiMin, no dudes en pedirme ayuda. ¿Queda claro?
—Sí—respondió con un hilo de voz—Gracias, señorita Kang.
—Nada que agradecer—le sonrió para reconfortarlo—Estaré aquí por si me necesitas.
Era bastante reconfortante saber que tenía a alguien que podía ayudarlo. Le sirvió de mucho hablar sobre lo que sucedió, ahora quería conservar la esperanza de que, justo en este momento, JungKook hará algo para rescatarlo. Confía ciegamente en él y en que todo esto terminará.
Ahora debía volver a casa. No estaba seguro de hacerlo, pero de momento no tenía más opciones.
Ya no tenía trabajo, ni celular, ni dinero. Tal parecía que Jackson estaba dispuesto a encerrarlo en una torre con tal de que jamás pueda verse con JungKook de nuevo.
Pero quizá necesitará mucho más para poder separarlos definitivamente. Porque el destino es poderoso y nadie puede contra él.
No esperaba que JiMin cediera en el primer día, pero se dio cuenta de que había algo diferente en su semblante. En ningún momento lo miró ni le habló. Parecía que estaba completamente determinado a terminar la amistad que alguna vez tuvieron.
Eso le hizo sentir pánico en su interior y, la duda constante de saber si hizo lo correcto, le estaba asaltando de manera perturbadora. No podía dejar de escuchar esa voz en su cabeza que le decía que estaba equivocado y que ha perdido a su mejor amigo para siempre.
No quería pensar demasiado y es por eso que le aceptó la salida a YoonGi cuando le llamó.
Desde aquel día en el bar han tenido más salidas a otros lugares. De pronto sólo estaba sucediendo y TaeHyung descubrió que era bueno salir con él, ya que le cumplía todos sus caprichos por más absurdos que fuesen. No era como que el mayor le agradara, pero al menos estaba sacando provecho de la situación.
Lo cierto era que ahora necesitaba un poco de compañía y la de YoonGi no le vendría nada mal, sobre todo si lo lleva a comer a algún lugar.
Cuando salió de la universidad se encontró con que ya estaba ahí esperando en su motocicleta. No le agrada mucho subirse ahí, pero de momento es lo que hay.
—Hola, chico fresa—le saludó YoonGi con una sonrisa encantadora, una que ya no pasaba desapercibida para TaeHyung— ¿Cómo te fue hoy en tus clases?
—Igual que siempre—se encogió de hombros—Nada interesante que contar.
Antes de salir optó por que se quedaría callado con respecto a lo de JiMin. Primero porque no le gustaba contar sus intimidades, y segundo, porque... no estaba listo para admitir ciertas cosas. Además tenía otro asunto en el cual pensar.
— ¿Qué quieres hacer hoy? —preguntó al tiempo que le ponía el casco protector.
—Tengo mucha hambre—respondió con un tono autoritario.
A YoonGi le encantaba que TaeHyung pidiera directamente todo lo que quería. Encontraba mucha satisfacción en comprarle cosas y alimentarlo. Pensaba que quizá de ese modo lograría conquistarlo. También le daba atención y lo trataba especial, intentaba demostrar que para él se estaba volviendo importante y que de verdad buscaba formalizar algo serio. Pero vaya que estaba siendo difícil, porque en ocasiones, pese a que se ha soltado un poco más, TaeHyung se comporta un poco arrogante. Aunque las pocas veces que sonríe compensa esa mala actitud suya.
—Entonces te llevo a comer y después... ¿te gustaría que pasemos a la librería?
— ¡Sí! —no pudo evitar emocionarse— ¿Vas a comprarme libros? —lo miró con seriedad.
—Todos los que quieras—asintió seductor y luego subió a su moto.
—Así me gusta—susurró para sí mismo e imitó al mayor.
Se abrazó fuerte de él y cerró los ojos cuando la motocicleta arrancó. Siempre sentía que la respiración se le cortaba cada vez que el aire golpeaba sus ojos. Pero después de un rato terminaba por acostumbrarse a eso y podía casi admitir que le gustaba.
Abrazando a YoonGi de ese modo le favorecía para percibir su fragancia. No parecía un olor conocido y eso le gustaba... poco... casi nada.
Pronto llegaron a un restaurante, uno bastante lujoso y TaeHyung no entendió por qué.
Desde hacía un tiempo, YoonGi buscaba sincerarse con él respecto a su posición, pero aún tenía sus dudas. No era cosa del otro mundo, sólo era hijo de un cirujano reconocido en Corea del Sur y que poseía unas cuatro clínicas especializadas en cancerología. De hecho, era mejor amigo de Jeon NamJoon y también socio. Por esa razón era mejor amigo de JungKook y se conocían a la perfección.
Esa era una historia que quería contarle a TaeHyung, pero aún no encontraba el momento. Le parecía mejor enviar señales antes que decirlo directamente.
Se sentaron a comer en una zona apartada y con atención especial de un mesero. Hablaron sobre sus días en la escuela y otras cosas triviales.
Había algo que TaeHyung no quería aceptar y era el hecho de que se la pasaba bien con YoonGi. Le gustaba que le diera esa atención y todos esos regalos que de pronto aparecen de la nada. Le gusta que le compre cosas y que lo lleve a comer. Pero más que eso, le gusta que le dedique tiempo y que centre toda su atención en lo que le cuenta.
YoonGi no tenía problema con aceptar que estaba enamorado de TaeHyung, que desde que lo vio sintió muchas mariposas en su estómago y que desde entonces sólo ha tenido cabeza para él.
Está planeando decírselo pronto de manera formal y preguntarle sobre si pueden tener algo serio y duradero.
Es lo que más desea en este momento.
Cuando acabaron su comida platicaron un rato más. Vieron la hora y decidieron que irían a la librería más cercana.
Se estaba volviendo una costumbre visitar librerías en su compañía y encontró que él entendía sobre libros y que tenía un gusto sofisticado. A YoonGi le gustaban los libros de época, esos de escritores de literatura inglesa. Le encantaba esa redacción tan metafórica y llena de romanticismo empalagoso que te hace soñar muchas veces al día. Y, naturalmente, también le gustaban los libros de medicina y cuerpo humano.
A la hora de escoger coincidían bastante bien. O aunque no coincidieran, TaeHyung aceptaba las sugerencias que le daba. Eran libros, no podía negarse.
—Este libro es muy bueno—dijo YoonGi al tiempo que lo tomaba de un estante—Se llama Almendra y lo recomiendo ampliamente—sonrió y se lo extendió.
—Lo leeré entonces—sonrió genuinamente.
TaeHyung tomó el libro y lo echó a la canasta que ya estaba casi llena. YoonGi lo notó y enseguida se la quitó para cargarla y que él no se cansara.
Pasearon por los demás pasillos, inspeccionado minuciosamente cada estante para elegir con inteligencia. TaeHyung se había perdido entre los libros y sus ojos se abrían cuando leía alguna descripción interesante. Todo eso pasaba frente a los ojos de YoonGi quien no podía evitar sonreír y escuchar una musiquita en su interior.
—Te ves muy lindo—lo halagó de pronto—Eres un chico fresa muy lindo.
—Más bien soy una morita sexy—lo miró coqueto.
YoonGi sonrió emocionado, pero intentó disimularlo. Esta era la primera vez que TaeHyung se portaba de ese modo y le volvía loco. Se ilusionaba al pensar que realmente estaba avanzando y que quizá pronto podrán ser algo más que simples conocidos.
Sin quitarle la mirada de encima, acercó una mano y acomodó unos mechones azules que estaban ligeramente fuera de su lugar. Le sonrió medianamente, con un toque de encanto y con otro toque de ternura. Le encantaba la vista que tenía, sobre todo ahora que parecía estar un poco tímido por la cercanía.
—Sí, definitivamente eres una morita sexy—asintió y volvió sonreír.
Entonces el corazón de TaeHyung se aceleró y no pudo evitar sonreír también.
Tampoco pudo evitar sentir algo en su interior que, quizá, pronto ya no podría negar.
Me pidieron en comentarios otro capítulo. Yo no soy nadie para negarme jsjsjs
Igual mañana actualizo :) Y recuerden que la semana que viene hago maratón :)
¿Qué piensan que va a pasar?
Espero que les haya gustado :) No se olviden de votar y comentar :)
Las tkm!!!!💜💜💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro