Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

05 Amor Salvaje



"Yo y mi chico salvaje.

Y toda esta alegría salvaje"



Era difícil no sucumbir ante sus sentimientos y sus deseos. JiMin, sobre todo, era víctima del salvajismo de su novio y de todas esas locuras que siempre le propone en los momentos más inesperados de su vida. Exactamente; proponerle fugarse para follar en su auto.

Ese son el tipo de cosas que antes jamás en su vida se hubiese atrevido a hacer. Por miedo. Porque tenía una educación que dictaba que, cualquier riesgo o falta de regla, era motivo de un castigo duro y riguroso. Pero con JungKook aprendió que la vida es una y que debe vivirla. Que está bien romper de vez en cuando las reglas para poder crear momentos y recuerdos que necesite en algún momento difícil que deba atravesar.

Tener una historia que contar a sus hijos cuando sea grande, cuando la energía de ser salvaje se haya agotado. Ese era el propósito. JungKook no buscaba dañarlo, ni manipularlo y mucho menos orillarlo a cometer actos que pudieran perjudicar la buena vida que ha llevado. Lo único que quería era que conociera y experimentara. Que tuviera sus propios tropiezos y sus propios recuerdos de ser rebelde y sólo relajarse.

Cuando tuvo la oportunidad de conocerlo supo, casi al instante, que era esa clase de chico que sólo hace dos tipos de cosas; estudiar y vivir en casa. Sabía que era un chico que vivía bajo un reglamento riguroso de un padre estricto y sobreprotector. Sabía que lo limitaban por miedo a que se dañara o a que saliera lastimado, pero para eso estaba él, para caminar detrás suyo y para cuidar cada paso que dé.

Creyó que lo correcto era llevarlo a experimentar una vida un poco más salvaje, para que no se quedara con las ganas de nada. No criticaba ni juzgaba el modo con que sus padres le criaron, porque sabe que hicieron un excelente trabajo. Pero sabía que no podía vivir tanto tiempo con esas limitaciones, por eso lo llevó consigo, para que probara un poco y la respuesta ha sido buena.

Tal vez es algo que los señores Park no comprenderán del todo en este momento, porque sienten que su hijo se está corrompiendo, pero nada de eso está pasando. Sólo está viviendo, está siendo joven, imprudente y está aprendiendo a amar... a amar con locura y salvajismo.

Y es por esas razones que ha terminado en el auto de JungKook, exactamente en la parte trasera, besándose y tocándose apasionadamente. En cuanto llegaron a una zona alejada y boscosa de la ciudad, aparcaron el mercedes y se dispusieron a cometer sus locuras. Su pasión desenfrenada.

¿Quién no ha sido joven y ha cometido imprudencias por amor?

Al parecer los señores Park no.

Pero JiMin y JungKook no eran ellos.

No.

Ellos sólo querían disfrutar de su amor mediante caricias y besos que los hacía vibrar cada parte de sus cuerpos.

JiMin tenía el pantalón desabrochado y las manos grandes de su novio masajeando sus glúteos por debajo de las prendas. De vez en cuando agarraba su hombría y eso le hacía gemir alto y muy agudo. El ambiente que habían creado dentro del auto era bastante pesado. Muy tenso a decir verdad.

A veces era difícil creer que se prendían en cuestión de segundos, pero es que su amor y el deseo los llevaba a ponerse en esa situación. Abrazados el uno al otro. Tocándose y saboreándose como si no hubiese un mañana, como si ahora mismo no tuviesen que estar en clases. Por fortuna no era nada importante de lo que se estuviesen perdiendo, por eso JungKook decidió robárselo por un momento.

—Kook... el asiento—habló JiMin muy cerca del oído contrario.

JungKook sólo sonrió y tuvo que abandonar sus tareas para alcanzar la palanca que desajustaba el respaldo del asiento y que lo convertía en una especie de cama. Siempre supo que este lindo auto era una útil inversión. Así que acomodó todo rápidamente mientras JiMin se deshacía de su camisa y de su pantalón, quedando únicamente en unas bragas rojas que favorecían exquisitamente a su piel blanca y suave. Cuando JungKook se giró y lo vio no pudo evitar soltar un gruñido lleno de satisfacción.

—Desnúdate para mí, JungKookie—pidió JiMin con una sonrisa coqueta mientras pasaba sus manos por todo su torso.

El aludido deliró por unos cuantos segundos, pero se obligó a acatar lo que su hermoso novio le estaba pidiendo. Por fortuna, el espacio dentro del auto era suficiente para poder moverse rápido y así deshacerse de su ropa negra que era arrojada a los asientos de enfrente.

—Sólo déjate la ropa interior—nuevamente pidió el rubio.

JungKook sonrió de lado, porque si viaja a sus recuerdos de los primeros meses con JiMin, puede encontrar a éste mismo siendo un poco tímido y acatando órdenes, más no dándolas. Por eso es un deleite ver cómo se ha desenvuelto con el tiempo, cómo ha aprendido a ser más seductor y a imponerse a la hora del sexo. Le gusta cuando es tierno y encantador, pero también le gusta cuando se pone coqueto y dominante. Cuando pide lo que desea y no se queda con las ganas.

No tiene problema con eso, así que sólo sigue sus instrucciones al pie de la letra. Se acostó sobre la cama que recién hizo con agilidad y esperó paciente hasta que lo vio sentarse encima suyo y a horcajadas.

En ese momento los ojos de ambos conectaron con hambre, con deseo y con lujuria. JiMin amaba esa vista que obtenía de su hombre donde percibía que estaba un poco vulnerable. Se veía sexy, despeinado y sonrojado. Lo tenía a su completa disposición.

Acomodó su cuerpo hasta que su trasero se acomodó sobre la erección contraria y, entonces sí, inició con lo que su mente estaba proyectando. No sólo dejaría que JungKook lo follara, también quería jugar un poco con él y le encantaba que le permitiera hacerlo.

Comenzó meneando su trasero para frotarse sobre la erección, mientras tanto, ambos suspiraban pesadamente. Los primeros toques como esos conseguían ponerlos muy calientes y tensos, tal vez hasta impacientes, pero siempre era un deleite poder disfrutarlo antes de pasar a lo que realmente les interesa.

Hacía movimientos circulares y otras iba de adelante hacia atrás. No importaba de qué forma, a JungKook le estaba volviendo loco y le estaba jodiendo la cabeza. Tenía la mejor vista desde donde estaba, de hecho, siempre la tiene, pero verlo así de sonrojado y excitado mientras está frotándose encima suyo es algo que le hace delirar. Es una imagen única. Una que va a atesorar para toda su vida.

Lo toma de las caderas y lo ayuda a frotarse más rápido y él se deja hacer por eso. Sus gemidos aumentan y el deseo también, pero el juego no ha terminado. JungKook lo sabe y es por eso que no dice nada y sólo se limita a observar.

— ¿No quieres... ver como se... ven por detrás? —inquirió JiMin entre jadeos.

—Lo que más amo es ver tu culo frente a mí—le respondió con voz seductora—Muéstrame lo que tienes para mí, corazoncito.

JiMin sonrió satisfecho y casi enseguida detuvo sus movimientos para girar su cuerpo sobre el contrario, pero sin perder tanto la cercanía. Cuando JungKook pudo ver que las bragas de su chico no eran exactamente eso, sintió que su erección crecía aún más dentro de su ropa interior. ¡Traía una maldita tanga roja! ¡Joder!

Su trasero se veía exquisito y parecía que brillaba como un foco. Eso le jodió cualquier gramo de cordura que tuviera, por esa razón lo tomó de las caderas como una orden tácita de que continuara con su trabajo.

Y así lo hizo.

JiMin continuó frotándose sobre el miembro de su mayor, pero esta vez un poco más rápido, más desesperado por conseguir algo que le brinde el placer que necesita. Nuevamente hacía movimientos circulares y en ocasiones daba saltitos peligrosos. Se sentía bien la estimulación, sobre todo si su novio lo acariciaba y lo halagaba de ese modo.

—Qué bien te ves complaciéndome—le decía con voz gruesa—Es la tanga que te compré, ¿cierto? —le dio una nalgada—¿Querías mostrarle a tu hombre lo bien que se te ve el culo con esto? ¿Eh? Anda, dime.

—Es la que... compraste—respondía con dificultad— Me la puse sólo... para ti.

JungKook ya lo sabía, pero le encantaba que le subiera el ego de ese modo. Le gustaba decirle cosas así y que él le respondiera lo que quería escuchar. Tal vez era algo bastante tonto, pero lo suficiente como para ponerlo más caliente de lo que está. Aunque con semejante vista que tiene del trasero de su chico y de esa forma tan espectacular con la que lo mueve, le hace pensar en que debe hacer algo también por él, algo que lo lleve al límite.

— ¿Cuál es tu asiento favorito, corazoncito? —preguntó y le dio una nalgada.

JiMin suspiró y soltó un gemido fuerte a causa de eso. Su mente se nubló un poco, pero no lo suficiente como para no saber a qué se refería su novio. Y eso lo llevó a tener otra oleada de excitación.

—Es... tu cara, JungKookie—respondió al tiempo que meneaba sus caderas un poco más rápido.

—Entonces ven a tomar el lugar que te corresponde—ordenó.

El rubio se hizo hacia atrás, justo donde ya lo esperaba el asiento que tanto le gusta tomar. Sabe que sus piernas terminarán temblando después de esto, pero no le importa y es algo que le encanta hacer con su novio. Sabe que sólo él puede darle el mejor placer de su vida con esa lengua privilegiada y pervertida que tiene.

En cuanto logra acomodarse, lo siguiente que siente es como la tanga es estirada hacia un lado y luego la humedad de una lengua que le da una lamida muy obscena. Eso le hizo respingar y gemir al mismo tiempo. No importa cuántas veces lo hayan hecho, aún le estremece el primer contacto.

Los siguientes movimientos son un poco rápidos y desesperados. JungKook estaba hambriento y lo dejaba en evidencia con cada gruñido y jadeo de satisfacción que salí de su boca. No podía evitarlo, porque si había algo que le encantaba era comerse el culo de su chico. Siempre era un placer estimularlo de ese modo y escucharlo gemir gloriosamente mientras se está tocando el cuerpo, porque sabe que eso es lo que está haciendo.

JiMin se pellizca lo pezones, incluso toma su propia erección para darse más placer, pero a veces las manos no le funcionan del todo debido a que debajo de él están haciendo un buen trabajo.

La lengua de JungKook se incrusta dentro de su esfínter y eso lo lleva hacia adelante, como si estuviese a punto de caer, pero logra colocar sus manos en los muslos ajenos. Aunque es cuando siente que no puede más y que necesita todo, por eso mueve su cadera en busca de su placer, de sentir esa lengua más al fondo de su cavidad y el contrario se deja hacer por lo que se le pide tácitamente.

Empieza a dar saltitos cuando logra incorporarse un poco y de nueva cuenta pellizca sus pezones. JungKook no lo detiene, al contrario, le ayuda un poco más hasta que se da cuenta de que pronto tendrá suficiente y eso no es lo que quiere por ahora.

—Ayúdame con el condón, corazoncito—pidió con voz un poco agitada.

JiMin asintió un tarareo y tanteó en la parte de abajo del asiento donde justamente estaba el cajón sagrado que ambos habían equipado para este tipo de casos. Tuvo que buscar por unos cuantos segundos hasta logró dar con una caja nueva de condones de las muchas que estaban ahí esperando por ser destapadas. Sacó un preservativo y luego le ayudó al azabache a deshacerse de su ropa interior. Deshizo el envoltorio y terminó su cometido en unos cuantos segundos.

Sabía que no se iba a quitar la tanga porque a JungKook le encantaba follarlo de ese modo. Sólo se limitó a continuar con lo siguiente, por fortuna ya estaba lo suficientemente estimulado. Se acomodó y tomó el gran falo en sus manos para alinearlo a su entrada. Fue sólo cuestión de segundos para que la punta ingresara perfectamente, pero aun así se le escapó un gemido agudo. Adoraba estos primeros momentos de la penetración en que la polla gorda de su hombre ingresaba en sus cavidades necesitadas.

Pero sin duda disfrutaba más de cuando lo tenía completamente en su interior, algo que sucedió segundos después. Quedó completamente sentado y lleno. Mostraba su trasero a su mayor para que viera lo bien que le cabía su longitud y como respuesta recibió una nalgada sonora que consiguió enrojecer más a su trasero. Eso le hizo sonreír lleno de satisfacción y orgullo. Con un gran sentimiento en su interior.

—Vamos, corazoncito. Ya sabes cómo montarme—lo incitó con voz dulce.

Y JiMin sabía cómo. Iniciaba lento, de adelante hacia atrás, con el fin de que sus paredes se acostumbraran, dado el caso de que no hubo lubricante de por medio, pero sí mucha saliva y lengua en su lugar. Tal vez no había nada mejor que eso.

Pero todo cambiaba cuando comenzaba a dar saltitos o cuando hacía movimientos circulares. Eso le hacía perder un poco la noción de todo, pero conseguía concentrarse rápidamente en lo que estaba haciendo.

Las manos de JungKook siempre le ayudaban pese a que en el inicio intentaban inmutarse. Sabe que no puede contenerse de querer tocarlo, sobre todo si lo está montando de espaldas. Es excitante recibir nalgadas, caricias e incluso halagos a su trasero que, unas cuantas veces la semana, se encarga de ejercitar en su habitación. Aunque realmente no es algo que necesite, porque JiMin es uno de los favoritos de Dios. Sino es que hasta el único.

Sí, es el único.

Su trasero comenzó a rebotar con mayor avidez y constancia. Incluso se escuchaba como las pieles chocaban la una con la otra. Sus cuerpos comenzaban a generar cantidades considerables de su sudor y también desprendían ese calor que empañaba los vidrios del mercedes.

Era ese jodido momento caliente que tanto les gustaba vivir y experimentar, y que pronto subiría de nivel porque JungKook era un chico salvaje que no se quedaba con las ganas de nada. Cuando JiMin sintió unas manos fuertes en su cadera supo que su turno se había terminado, lo cual agradecía, porque sus piernas se sentían cansadas.

En cuestión de segundos la posición cambió sin que sus cuerpos se despegaran lo suficiente.

El azabache empotró a su chico contra la ventana del auto, siendo muy cuidadoso de no golpearlo. Vio cómo sus manitos se apoyaban en el cristal y cómo giraba el rostro para dedicarle una mirada llena de súplica.

No esperó demasiado para empezar a estocarlo en esa exquisita posición de cuatro donde consiguió que su espalda se curvara lo suficiente como para que pareciera una contorsión. Es que JiMin tenía ese privilegio de tener un cuerpo flexible que podía manipular a su antojo.

Pronto se escuchó el golpe de sus pieles y de los muchos gemidos que no les gustaba contener. A ambos les gustaba escuchar que estaban disfrutando del buen sexo que recibían. A ambos les gustaba grabar esos sonidos en sus mentes para cuando su presencia mutua les hace falta.

— ¿Te gusta, corazoncito? —decía JungKook muy cerca del oído del aludido—¿Te gusta cuando te cojo duro en mi auto?

Lo tomó de los cabellos para jalarlo hacia atrás e intentar conectar sus miradas. Y lo consiguió. JiMin no sentía dolor cuando lo trataba de ese modo, al contrario, su cuerpo se volvía mansito y se ponía a completa disposición del contrario. Con la mirada le decía que podía hacer lo que quisiera y que realmente no le importaba, porque lo disfrutaba tanto como él.

—S-sí... mgh... ¡Mierda! ¡Jódeme duro! —gritaba.

— ¿Te gusta así? —inquirió y soltó una estocada ruda y salvaje. Sin nada de cuidado.

— ¡Sí! ¡Joder! ¡Sí!

— ¡¿Quién es tu hombre?! ¡¿Eh?! —le gruñó y lo estocó más fuerte.

— ¡Mgh! ¡Tú!

— ¡¿Cuál es mi nombre?! —exigió con una mirada muy oscura y lujuriosa.

—J-J... Jung...Kook—consiguió responder, pero con los ojos cerrados debido a la excitación.

—Dilo completo—pidió con voz un poco más suave, como si quisiera hipnotizarlo.

JiMin respiró fuerte para intentar acomodar sus ideas. Y es que era difícil pensar claro si JungKook le estaba jodiendo el culo de ese modo. No le daba tiempo de absolutamente nada, porque las estocadas eran unas tras otras y bastante certeras. La posición en la que estaban hacía que la excitación fuese un poco incontenible.

—Jeon... Jung... Kook—jadeó pesado—Es mi hombre—salió fuerte y claro.

—Claro que soy tu hombre, corazoncito—decía y estocaba—No dejes de gritar.

Y JiMin así lo hizo. Después de ese momento sabía que su cabellera sería liberada porque JungKook se concentraría en joderlo rápido y preciso. Las estocadas fueron profundas, dando justo en su próstata sensible y ya bastante maltratada. Segundos después ya no pudo soportarlo más y su esencia comenzó a regarse sobre el asiento, las paredes del auto y parte del cristal de la ventana de donde aún intentaba mantener sus manos firmes.

El placer del azabache llegó casi enseguida, porque si JiMin lo apretaba de ese modo no podía contenerse. Así que se vació en el condón y no detuvo sus estocadas hasta que la última gota de su semen salió. No le importó que su chico estuviese siendo sobre estimulado, y realmente a éste tampoco.

La calma llegó después, pero sus cuerpos seguían unidos en la misma posición, aunque JiMin era quien más se recargaba en el contrario.

Todo se tornó tranquilo y lleno de paz.

Si alguien hubiese visto desde afuera cómo se movía el auto no lo hubiese creído. Pero nadie podía culpar a ese par de salvajes que requerían de momentos como este para poder ser felices y plenos. Nadie podía entenderlos, más que ellos mismos.

—Joder, eso fue increíble—dijo JiMin después de varios minutos de silencio.

—Lo sé—asintió y sonrió un poco—Creo que se rompió la tanga.

El rubio soltó una risita y giró su rostro para buscar los labios contrarios. Después de un momento lujurioso como este necesitaban de mimos y cariños empalagosos, porque no dejaban de ser cursis e intensos.

—Tengo más de las que me compraste—le sonrió coqueto.

—Con ese fin lo hice—también sonrió y lo apretó más contra su cuerpo.

Y si pensaban que todo se quedaba ahí... pues no. Tuvieron una ronda más de sexo, pero esta vez algo más romántico y tranquilo. Tenían mucho tiempo de sobra para disfrutar de su placer y de incluso dormir un poco.

JungKook colocó una alarma para volver a la realidad justo a tiempo. JiMin no debía retrasarse, porque de lo contrario tendría problemas con sus padres. Cuando despertaron lo hicieron con dificultad y se obligaron a limpiar un poco del desastre que habían ocasionado. Dentro del cajón de emergencia había un kit de limpieza y ropa interior de repuesto. Por fortuna la tanga de JiMin no se rompió, pero sí estaba llena de fluidos que sólo a un hombre podían gustarle.

—Toma. Esta te la quedas tú de recuerdo—dijo JiMin al tiempo que metía la trusa en el bolsillo de JungKook.

—Cuando llegue a casa voy a oler esto antes de dormir—respondió con voz ronca y lo abrazó de la cintura.

—Es para que no me extrañes tanto—sonrió coqueto.

—Imposible no hacerlo.

Estaban fuera del auto coqueteándose y besándose mientras el interior se ventilaba un poco para dejar ese intenso aroma a sexo que se impregnó con poderío. Pero minutos después el sonido del estómago de JiMin pidiendo comida los hizo volver a la realidad.

JungKook realmente vivía para complacer a su novio y, por esa razón poderosa, lo llevó de vuelta al centro de Seúl a uno de sus lugares favoritos para comer. 



Okayyyy!!!!

Los detalles son importantes, lo sé jajaja

Me gustó como quedó este capítulo. Y miren que lo escribí como en dos horas en la madrugada jaja. Realmente el capítulo contenía algo más, pero como que estaba quedando muy largo. Así que decidí dejarlo hasta aquí. 

Para los siguientes capítulos las cosas se empiezan a poner muy tensas con los papás de JiMin y también con Tae :( Pero no se preocupen, que el drama no es fuerte y mal entendidos entre el Kookmin no hay. Se los prometo. 

Mañana vuelvo actualizar, ¿por qué? Pues porque es mi cumpleaños 28 y hay que festejarlo jaja. Más a mi favor porque ya saben que esta historia está basada en una experiencia personal sjjs.

Así que nos leemos mañana. 

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm!!! 💜💜💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro