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iv. this night is flawless

․⠀๋⠀᳝ (🎨🥀) CHAPTER FOUR ↺ ESTA NOCHE ES PERFECTA 🌾
❝ Aquí estoy rezando para que esto sea la primera página y no donde todo termina (...) Por favor, no estés enamorado de alguien más. Por favor, no tengas a nadie más esperando por ti. ❞ ━━━ 🐞+🐝 Taylor Swift ;; enchtd

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UN NUEVO DÍA SE COLOREÓ SOBRE EL HORIZONTE, durante toda la mañana previa al baile, Thena estuvo observando como su tía preparaba a Vanélope para la noche. Y aunque era exhaustivo y tedioso de ver, sobre todo porque cada vez que la muchacha cometía el más mínimo de los errores recibía una reprimenda por parte de su madre, Thena se mantuvo cerca de ambas todo el día. Era su intento por memorizar aquellos detalles que había olvidado sobre los bailes. Las reverencias, los movimientos de abanico... Pero el quedarse a observar todo eso duró hasta que la semilla de la inseguridad se instauró en su cabeza.

¿Sería suficiente para causar buena impresión en el baile?

—¿Crees que si le digo a mi tía que no me encuentro bien me permita no asistir al baile esta noche? —preguntó repentinamente a Arisia mientras hacían sus labores domésticas rutinarias.

Con todo el asunto de la mudanza y con lord Baxter arreglándoselas para buscar un buen empleo y sustentar a la familia, no habían contratado aún al personal que llevaba ese tipo de casas tan grandes. Y, como toda una vida, Thena tuvo que hacer los arreglos y las tareas de la casa con sus propias manos. Lo bueno es que lo hacía gustosa, aunque le preocupaba no haber ensayado ni una sola vez los bailes, el oír los regaños de su tía Ethel cada vez que Vanélope perdía el ritmo de la música o confundía sus pies, la hacían disfrutar de las labores de un ama de llaves.

De hecho, ahora mismo, ella y Arisia estaban terminando de colocar todos los adornos florales del salón de bienvenidas de la nueva casa. Como la tía Ethel no puso más trabas que solo ordenarle a las chicas arreglar el lugar, Thena se permitió escoger algunas de sus flores favoritas para la decoración. Ahora habían ramos de lavandas, margaritas y rosas blancas por el salón etéreo. Los colores iban del blanco aperlado al más suave de los violetas.

—Yo no se lo permito, señorita. —Arisia sonrió mientras acomodaba unas azucenas en el extremo opuesto del cuarto. —Se merece esta noche, usted nunca se divierte.

—Pero es que...

—¿Qué?

—Todo el mundo se prepara tanto para estas cosas. Recuerdo... Recuerdo cuando era niña... Muchas madres solían preparar a sus hijas para debutar desde pequeñas y, cuando crecían... Oh, Arisia. No estoy nada preparada para esto. Solo haré el ridículo esta noche. —apoyó con pesar su cabeza entre sus manos.

—Así que es eso.

La criada miró sobre su hombro. No había nadie rondando por los pasillos. Ni un alma resonaba. Todo lo que ambas podían escuchar eran los pisotones de Vane desde el piso de arriba. Rió. Las carcajadas traviesas avistaron a Thena que estaba por sugerirle alguna de sus locuras.

—¿Qué haces? —estaba demente. Athenea ya lo había adivinado tras tantos años de convivir juntas. Pero ahora, mientras su amiga le extendía la mano dejando a un lado el plumero, solo lo reafirmó.

—¿No es evidente? La invito a bailar, mademoiselle.

Thena rió con más fuerza.

¿Qué se le iba a hacer? Estaba terriblemente mal. Si alguien entraba en ese momento y las veía bailando de las manos podría pensar cualquier cosa.

Pero ni siquiera las amenazas de su torturada vida podría alejarla de divertirse un rato con su desquiciada amiga.

Se levantó y ambas aprovecharon la suave melodía del piano que escapaba del salón superior. Ignoraron los trompicones de Vanélope y los regalas de su madre, y disfrutaron con la música. Estuvieron así un buen rato. Thena lo tomó como su práctica previa a la presentación de aquella noche. Notó que no estaba tan oxidada. Aún controlaba con gracia las reverencias y se acoplaba bien a las cuadrillas.

—¿Mejor ahora?

—Mucho. Gracias, Ari. —Thena sonrió cansada por el baile.

—Cualquier cosa porque salga al menos una noche.

—¡Oye! —le golpeó suavemente el hombro. —Salgo mucho.

—Pero nunca a bailes. Incluso yo muero por estar en uno. —Arisia le devolvió el golpe. —¿Sabes si...?

—¿Se puede saber qué están haciendo? —el dúo de amigas pararon su charla abruptamente tras la voz vociferante de lord Baxter. —Aparte de holgazanear, claro.

—Disculpe, milord, pero ya terminamos todas las tareas que nos dio la señora Ethel. —Arisia empezó a hablar viendo que Thena solo palidecía. Solo había alguien que la intimidada más que su tía y ese, era su tío. Por suerte, ella no tenía pelos en la lengua. —Los salones están impecables, pulimos los pisos y terminamos con los arreglos. —señaló los adornos florales para fundamentar su respuesta. —¿Ya nos podemos retirar?

Había una sonrisilla triunfante casi oculta en la chica. No era tonta. Tantas tareas solo eran una forma de la tía Ethel para cansar a Athenea y que no estuviera bien descansada para el baile en la noche. Pero habían terminado temprano, ella estaba exhausta pero conforme si eso le restaba trabajo a su amiga.

—Bien. Retírense.

Arisia le agarró el brazo a la castaña y ambas se dirigieron a las escaleras.

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A una hora para el baile, Arisia no había terminado de arreglarle el cabello a Athenea.

—¡Oye!

—Solo estate quieta. —demandó. —Digo, ya estoy terminando, señorita Eyre.

Thena rió. El formalismo nunca fue su fuerte.

—Descuida. Sabes que puedes tutearme.

—Lo sé. Pero a veces recuerdo que un día simplemente empecé a tratarte de tú y recuerdo que soy demasiado informal contigo. Nunca te pedí permiso. —decía mientras terminaba de adornar su cabello. —Ya está. Vamos por el vestido.

Ari lo descolgó para alcanzárselo.

La muchacha contempló su vestido. Era lila, tan suave como la caricia de una brisa primaveral. Una vez que empezó a ponérselo el tejido de encaje se deslizó sobre sus dedos con la delicadeza de un susurro, y los pliegues del vestido parecían danzar al compás de sus latidos acelerados. Estaba tan nerviosa.

Las mangas, adornadas con finos encajes y delicados bordados, se alzaban como alas de mariposa, listas para envolverla en un abrazo etéreo. Eran como susurros de cuentos antiguos, evocando la elegancia de un tiempo olvidado.

»Ya estás. Preciosa como siempre, señorita Eyre. —sonrió dándole una vuelta.

—Gracias.

Sonaron unos golpecitos en la puerta. La señora Ethel entró enseguida.

—Perfecto. Que bueno que ya estás lista porque nos vamos. —dijo colocándose sus guantes. Eran dos piezas de encaje rojo vino, del mismo tono que su vestido.

—Pero Arisia aún no se ha cambiado.

—Ah, ella no irá.

—Pero siempre vamos juntas... —Thena le agarró el brazo. Realmente necesitaba su apoyo y compañía esta noche.

—Tú y Vanélope irán con la misma dama de compañía. Alguien debe quedarse a cuidar la casa. —contestó sin inmutarse.

—Pero...

—¿Quieres que nos retrasemos por tu culpa, Athenea? —alzó la mirada solo para atormentarla. —Eso pensé. —Thena no contestó nada y ella abandonó la pieza.

Ambas se miraron.

Arisia fue la primera en interrumpir el silencio con un suspiro.

—Ve. Está bien. No me necesitas.

—Literalmente me voy a desmayar de lo nerviosa que estoy, mi tía va a torturarme toda la noche.

—Entonces, señorita Eyre, asegúrese de causar buena impresión y atraer un buen futuro esposo. —Arisia le dió unos golpecitos en el hombro empujándola fuera de la habitación. —No me llené las manos de colonia con ese peinado espectácular y me arruiné las rodillas limpiando las escaleras para que no seas lo mejor de el baile. Ve. Deja a todos sin palabras y hazme sentir orgullosa.

—Ari... —Thena no estaba de humor para su optimismo.

Lamentablemente, Arisia solo le lanzó el abanico a juego con su vestido antes de cerrarle la puerta en la cara.

—¡Búscate un buen esposo!

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Buscare un buen esposo... Había dicho ella. Thena bufó recargada a la ventanilla del carruaje. Pero tenía razón. No tenía muchas opciones si quería irse pronto de la casa de sus tíos. Deslpegó el abanico en un intento por alejar los nervios que le cerraban la respiración.

—Thena, cielo ¿no pudiste comprarte un vestido menos vulgar que ese? —soltó de repente su tía y Vanélope intentó ocultar una risa.

—No, al parecer ya habías comprado todos los demás que quedaban. —murmulló. Estaba enfadada, no iba a caer en sus intentos de minimizarla. Normalmente callaba y fingía que no le importaban los comentarios pasivo-agresivos de sus tíos. Pero esta noche estaba tan aterrorizada y sola que estaba a una mirada de explotar.

—¿Dijiste algo?

—Sí, que ya llegamos. —cambió el tema.  —Vamos, me muero por enseñarles a todos mi vestido vulgar. —añadió con rostro inocente a su tía Ethel quién recibió el comentario con un tono subiéndose a sus orejas.

—¿Estás bien, querida? —ese era un tono que desfilaba muchas cosas excepto preocupación. De hecho, sonaba más como un Compórtate, niña huérfana.

Thena sonrió.

—Perfectamente.

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Era el primer baile de la temporada, había algo en él que lo hacía aún más importante y es que, la reina aún no había seleccionado al diamante de la temporada.

Luego de la deslumbrante aparición de Penélope los presentes en el baile no podían asombrarse con otra cosa, ¿cierto?

Eloise no era la única que estaba atenta a la escalera. Sabía que Thena debía aparecer en cualquier momento. Moría por saludar a su amiga de la infancia de nuevo y contarle más cosas de las que pudo cuando se encontraron en la modista.

Pero reiterando. Eloise no era la única. Benedict Bridgerton también estaba muy pendiente a cada muchacha que se presentaba en lo alto de las escaleras. Aunque lo disimulaba bastante bien, ocultando su decepción cada vez que no encontraba a Athenea entre las familias que entraban.

—¿Te pasa algo? —Francesca estuvo pululando alrededor de sus hermanos toda la noche intentando evadir pretendientes. —Tú y Colin están tan raros.

—Claro que no. —replicó el otro pero ni siquiera la estaba mirando. La verdad, desde que Penélope había entrado en el salón muchos no le habían quitado el ojo incluyéndolo. Se veía radiante, demasiado para todos esos pobres diablos.

—Estamos bien, descuida. Oye, ¿no deberías estar bailando o... atendiendo a tus pretendientes? —señaló a los caballeros que se movían nerviosos en la esquina esperando a que la chica no estuviese acompañada. —¿O los estás torturando? ¿Aprendiendo de Eloise?

Francesca rió disimuladamente. Al menos Benedict podía levantarle el ánimo. Lo cierto es que estaba muy decepcionada del cortejo.

—Prefiero quedarme aquí un poco más.

—Está bien.

Francesca parpadeó, algo había llamado su atención.

—¿Quién es ella? Que bonita.

Y entonces Ben la vió, fue un segundo de conmoción antes de entender que no era un recuerdo. La chica de su infancia se había materializado cambiada por el tiempo que había transcurrido desde entonces.

La orquesta se detuvo. Hubo un pequeño murmullo. Un pequeño resplandor. Diez años habían pasado desde la última vez que Athenea Eyre pisaba un salón de baile pero nada de eso era notorio para los presentes. En sus manos no se notaba el característico temblor por ser el centro de atención. En su sonrisa no había espacio para la incertidumbre. Todo en ella desbordaba ternura y elegancia. Pero su mirada se cruzó con la de Eloise y de inmediato la Bridgerton reconoció a su amiga las dos sonrieron a modo de saludo, aquella fue su primera amiga la que de tierna y delicada no guardaba ni un solo cabello. La misma que sabía muy bien cómo molestar a Anthony y que disfrutaba regañar a Colin por ser tan distraído. Sí, los años y el fatídico accidente de los padres de Thena se habían interpuesto entre su amistad y cercanía. Pero, por el destello en sus ojos, esos dos iris que recorrían y memorizaban el salón, nada había cambiado realmente en el corazón rebelde de Athenea Eyre. Y todos ellos lo notaron.

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BUT DADDY, I LOVE HIM
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