ii. so long, london
* ☽ ☀ CHAPTER TWO | TANTO TIEMPO, LONDRES 🌾
❝ Y estoy tan enojada porque amé este lugar por tanto tiempo, Londres ❞ ━━━ 🐞🐝 Taylor Swift, sl,l
TODO ESTE TIEMPO, EN LA CASA BRIDGERTON, una impaciente Eloise ojeaba el libro entre sus manos casi sin detenerse a mirar las palabras del mismo. Su cabeza estaba en otra parte. Su casa misma, se encontraba en un estado de caos.
El reciente debut de Francesca, el regreso de Colin, su hermano mayor recién llegado de su Luna de Miel.
Gregory sonreía alegre por su arco nuevo. Colin había traído regalos para todos.
—¿Cuántas ciudades viste en cuatro meses?
—Perdí la noción. —admitió con una sonrisa el recién llegado.
Eloise volvió a rodar los ojos.
Gregory tiró de la cuerda de su arco y Anthony lo regañó.
—No. —dictó y el chico echó a andar con su hermano escoltándolo hacia el jardín. —Aquí no. Afuera donde nuestra madre no te vea.
Así salieron los hermanos mayores, un segundo después Violet Bridgerton entró en el salón.
—Hora de ir a la modista. —recordó apresurada, quejándose de que nunca llegaban a tiempo mientras Francesca la seguía con un aire distraído y una mirada que divagaba.
Eloise se levantó a regañadientes buscando su pequeño bolso.
—Te traje un obsequio. —Colin extendió un libro hacia ella. —Es un libro. Trata sobre los derechos...
—Estoy a la mitad de otra lectura. —lo cortó la misma. —Una novela. Se titula Emma.
—¿Emma? Jamás te gustaron las novelas rosas.
—Pues, mis gustos cambiaron. Los escritos que leía de mujeres férreas son las verdaderas novelas rosas. Este libro es de humor y habla de verdades y... Del dolor de la amistad. —lo último adquirió un tono más bajo.
—Supongo que también cambió tu gusto por las amistades. —observó su hermano. El reciente distanciamiento de Eloise con Penélope le parecía tan extraño.
—Cressida me sorprendió este verano. Fue la única amable conmigo.
—¿Y Penélope?
—Solo nos distanciamos. Whisteldown casi me destruye el año pasado. Perdí la batalla, no iré a la guerra. Me uní al bando ganador.
—Oh, ¿sabes? Recuerdo a alguien que solía golpearte cada vez que decías que ibas a rendirte. —recordó y sonrió de manera inevitable. Eloise frunció el ceño. —A todos nosotros de hecho.
Colin señaló el cuadro al fondo del salón. La niña de la pintura sonreía al lado de una pequeña y refunfuñona Eloise. Solían ser las mejores amigas de niñas.
Ella sonrió con tristeza recordando también.
—Thena. —asintió. —Ojalá estuviera aquí. Tendría con quien quejarme de todo esto.
—Yo creo que te daría una buena reprimenda por "distanciarte" de una buena amiga como lo es Penélope.
Eloise contuvo una carcajada. Su hermano solo conocía la mitad de las cartas sobre la mesa.
—Supongo que no hay forma de saberlo. Ella ya no está aquí.
Al desembarcar, otra corriente golpeó las mejillas de Thena. Era un aire diferente, un viento mucho más fresco y ligero que el que se respiraba en París. Sus pies se tambalearon un poco. Tanto tiempo sometida al vaivén de las olas le trajo consecuencias, tardó un par de minutos en recuperar la postura. Cuando lo hizo, cuando su cabeza dejó de confundir la izquierda con la derecha y sus pies se adaptaron una vez más a tierra firme, pudo reconocer los infaltables regaños de su tía Ethel en forma de gritos dispersos.
Distinta ciudad.
Mismas personas.
—¡Thena, a qué esperas para ayudar a Vanélope con sus cosas!
No era una pregunta, la castaña suspiró y levantó las maletas de la señorita Baxter. Mirándola de reojo notó que la palidez de sus mejillas no había desaparecido. El viaje sí que la había afectado. Su madre continuó abanicándola a la par que el señor Baxter las instaba a darse prisa. Si Vanélope no fuese tan distante con Thena quizá habría despertado más preocupación en ella. Pero la verdad es que no eran amigas, Thena sosepechaba que ni siquierala toleraba. Pero era imposible saberlo, apenas y le dirigía la palabra.
—Bueno, estamos aquí. —anunció con voz melódica Arisia a su lado. —Mayfair, ¿no? Es hermoso.
Thena paseó su mirada con demora por el entorno. Los leves y tenues destellos rosas, las flores que encontraban un pequeño espacio en cada rincón. La manera en que sonaban sus suelas sobre las calles empedradas. Reparó en cada detalle, en cada cosa que no había cambiado durante todo el camino. En primeras instancias, el carruaje los llevó hasta la que sería su nueva morada. Una casa enladrillada de dos pisos y arquitectura sobria. Era bonita, emanaba un gusto sencillo y su decoración no caía en lo extravagante. Las dudas comenzaron a saltar en la cabeza de la castaña, ¿cómo es posible que sus tíos tuvieran suficiente dinero como para restablecerse en Londres?
—Vane, tesoro mío. —la tía Ethel pellizcó las mejillas de su hija. Por suerte ya había recuperado el color. —tu habitación está arriba. —con un movimiento de mano, las damas de Vanélope subieron sus cosas. —Bueno, esta semana veré todo el tema de la servidumbre. Mientras tanto se encargarán ustedes... —Thena y Arisia intercambiaron una mirada significativa. —Y tengo entendido que llegamos un poco tarde para las presentaciones ante la reina, sin embargo, he leído que aún no ha escogido al diamante de la temporada. —Athenea rodó los ojos, había olvidado todo el asunto del diamante. Tanto tiempo lejos, Londres, pero hay cosas que no cambian en ti. —Mañana se celebra un baile. El primero de la temporada, de hecho. Tengo que prepararlo todo para Vanélope.
—¿No estás olvidando decirle algo a la niña, querida? —menciono el señor Baxter arrancándole un mueca de desagrado a su esposa. Al parecer, la tía Ethel había estado evitando el tema.
—A finales de esta semana tenemos que asistir a la lectura del testamento de tus padres, Athenea.
Las palabras de su tía calaron bruscamente en ella como una bofetada.
—P-pero mis padres no dejaron...
—Bien, te daré la explicación más corta. —avanzó un par de pasos mientras su voz se endurecía. O tal vez no, tal vez Thena solo percibía todo de manera más densa cuando traían el tema de sus padres a colación. —Sabes que después del incendio el teatro de tus padres pasó a manos de la corona, ¿no? Llevan años postergando su reconstrucción, pero hace unas semanas comenzaron a demoler los restos y... Parece que encontraron unos papeles que quedaron intactos. Uno de ellos es el testamento de tu padre.
Thena frunció el ceño.
—¿Y por qué me lo dices hasta ahora? ¿Por qué no antes?
—Eso no es lo que importa ahora mismo, tesoro. —sonrió, lo cual fue más raro todavía. Incluso la sostuvo por los hombros. Fue la primera vez que no le trataba con desdén. —Por ahora solo quiero que te concentres en el baile de mañana.
—¿Quieres que también prepare las cosas para el debut de Vanélope?
—No, cariño. —Cariño. Thena se sentía tan extraña, su tía se estaba comportando de una forma muy peculiar. —Es porque tú también irás mañana. Vamos a presentarte. A presentarlas a ambas.
Thena miró a su amiga, pero Arisia solo supo encogerse de hombros.
—Empiezo a sospechar que su tía la está manipulando, mademoiselle Then. —Arisia sostuvo en alto otro de los vestidos que había traído la jóven de París. —¿No encuentra sospechosos sus cambios abruptos de tema cada vez que quiere saber algo sobre la repentina repartición de los bienes de sus padres?
Athenea suspiró agotada.
Sí, lo hacía. En diez años su tía no había sido tan amable como ahora. Incluso intentaba eclipsar sus dudas motivándola con su asistencia al baile. Pero con cada sonrisa tensa solo disminuían sus ganas de debutar.
—Lo hago, creéme, no dejo de darle vueltas a la forma en que me trato esta mañana. Nunca ha sido así conmigo, ni siquiera cuando llegué a la casa tras el accidente... ¿Qué sugieres que haga?
—¿Ahora mismo? —su dama de compañía bufó. — Ahora mismo, señorita, debería comprarse un vestido decente para mañana. —La regañó. La confianza entre ambas era maravillosa para una época tan estricta. Arisia abandonó sus esperanzas de encontrar algo que la convenciera entre las maletas de Thena. Todos los vestidos lucían descoloridos o demasiado gastados. —Debería aprovechar la reticente amabilidad de su tía a su favor y pedirle dinero para presentarla mañana.
—¿Crees que funcione? La tía Ethel prefiere arruinar su imágen y su posición social presentándome mañana con cualquier ropa antes de invertir en mi debut.
Arisia tiró del brazo de Thena.
—Solo hay una forma de saberlo.
No era extraño que hubiesen tantas jovencitas pululando por la pequeña tienda de madame Delacroix. Francesa apuró el paso dejando resagada a Eloise, esta segunda ni siquiera se quejó. Miró con desagrado algunos conjuntos y suspiró esperando que el tiempo avanzara más aprisa.
Dió unas vueltas por el recibidor hasta que se topó con Penélope y toda su cara se congeló.
—¿Quisieras esperarme en el carruaje, Rae? —Pen se las arregló para quedarse a solas con Eloise enviando afuera a su criada. —Esperaba verte.
—Jamás lo habría imaginado. Te escondiste todo el verano.
—Evité la sociedad. No sabía si querrías verme.
Eloise estaba a punto de contestar alguna frase afilada. El conflicto entre ambas aún era muy reciente.
Pero la pesada conversación de ambas jovencitas se vió interrumpida por estrepitosas risotadas, seguidas de un sonar de una campanita. Dos chicas más entraron en la tienda.
—Mademoiselle Thena, ¿encuentra gracioso que nos hayamos perdido? —Arisia entrelazó su brazo con el de Athenea aumentando el grossor de la sonrisa en su cara. —Le recuerdo que usted creció aquí, debería conocer algunas direcciones.
—Esperas demasiado de mí, oh... —solo entonces notaron que habían interrumpido otra conversación. —Mis disculpas.
Hacía dos minutos atrás había amargura en el rostro de Eloise. El sabor agrio habitual por enfrentarse a su segunda temporada. Hacía un minuto había dolor y rechazo, seguía dolida y arrepentida a la vez por como se dieron las cosas con Penélope. No sabía cómo arreglarlo, no sabía si quería arreglarlo. Pero ahora, reconociendo a la persona que irrumpió en la tienda, todos las emociones negativas fueron reemplazadas por una mueca de incredulidad.
—¿Thena?
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BUT DADDY, I LOVE HIM
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