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TORTURAS Y DOLOR

NARRA GINA

-Despierta bella durmiente, un día de descanso ha sido suficiente para tí?- 

Desperté de mi letargo sintiendo un gusto metálico en correr por mi garganta, Abiel... su tortura diaria comenzaba en un abrir y cerrar de ojos, lo sentí sobre mí, su peso, su olor, sus labios presionando los míos con fiereza hasta abrirlos y hacerlos sangrar. Me tomó de los cabellos y sujetándome aún más hacia él haciendo que los grillos estirasen y rasgasen la piel de mis muñecas y tobillos, debía soportarlo, debía ser fuerte, no le daría el placer de verme llorar.

-Te has puesto un poco más valiente?- susurró mientras lamía mi oído.

-Suéltame perro de Marcus! Te aprovechas que estoy atada y con este maldito hechizo... me liberaré y no quedará nada vivo o muerto de tí!- espeté mientras escupía a su rostro.

Buena manera de mostrar valentía pero mala idea era hacerlo enojar.

-Maldita zorra! igual que tu...-

-No mejor que la tuya Abiel... o acaso la guardia de Marcus no la conocía b...- un golpe con la empuñadura de su espada por poco y me deja sin mandíbula pero no dejaría que hablara de mi madre de esa manera.

-Habla ahora si puedes maldita zorra! Zion!-

-Señor?-

-Suéltala!-

Zion me liberó los grillos y sabía que nada bueno eso traería, sería una posibilidad de escapar pero Abiel no me dejaría hacerlo tan fácil, tampoco mi cuerpo me lo permitiría, a pesar de haber bebido de Zion aún faltaba para recuperarme y enfrentarme a Abiel.

-Arriba! Mantente en pie y enfréntame! si tanto hablas! hazlo!- inquirió furioso levantándome del cabello y colocándome a la altura de sus ojos - LO HARÁS! O TE MATO AQUÍ Y AHORA?-

Su aliento en mi rostro ardía como si de un dragón se tratara, Zion no se había alejado de mí y con la mirada di a entender que estaba bien, no quería que se siguiera arriesgando por mí ni por nadie, necesitaba enfrentar esto sola, al menos si quería escapar de una buena vez.

Con lo poco de fuerza que tenía logré acertar un golpe en el estómago de Abiel con mi rodilla, el hecho de que me sostuviera del cabello fue una ayuda en cierta parte y cayó sorprendido y con cierto dolor, que no era mucho debido a mi estado. Logré llegar hasta uno de los muros del calabozo para poder estabilizarme y esperar la respuesta de Abiel. 

Un segundo más tarde sentí su puño contra mi estómago mientras con la otra mano me sujetaba del cuello.

-No eres más que una traicionera, atacas por lo bajo...-

-No nos diferenciamos mucho, eres un maldito perro rastrero de Marcus...-

-Te mataré!-

-Atrévete!- sentí como me elevaba en el aire para caer con fuerza en el suelo del calabozo.

Al instante lo sentí sobre mí, a horcajadas sobre mi abdomen y con la daga que traía en la mano comenzó a cortar la ropa que traía puesta, su mirada cargaba lujuria, ira.

-Serás mía!-

-Aprendiste del mejor no? Pero al igual que Marcus puedes poseer mi cuerpo pero mi alma y mi corazón jamás!-

Su ira creció aún más, su mandíbula tensa y la fuerza que imprimió a sus piernas eran el aviso que tenía de que lo que vendría no era nada bueno. Sentí sus puños uno tras otro sobre mi rostro, la sangre brotaba de cada herida que se abría. "Debo soportar!" me repetía en mi mente una y otra vez, no lo dejaría vencerme.

-Aún eres fuerte?- dijo lamiendo la sangre de mi rostro y subiendo su mano por mi muslo ahora desnudo.

-Es la única manera que puedes hacerlo maldito cobarde- 

-Pero lo haré y no lo olvidarás jamás!-

Intentó besarme y ladeé la cabeza y vi como Zion prepara su espada para atacar a Abiel, con la mirada intenté calmarlo para que no lo dañaran. Marcus lo mataría, no sin antes dejar que Abiel hiciese con él lo que viniese en gana.

Sin soltar mis manos sobre mi cabeza y con la mano que le quedaba libre se quitó lo poco de ropa que le quedaba, me miraba con tanta lujuria que daba asco.

-Mírame!-

-Eres un monstruo!-

-Pero te haré mía!- dijo mientras se hundía dentro mío sin piedad alguna.

Sentía quebrarme por completo, mi cuerpo, mi mente, todo, Atis, Sean... por qué? Por qué se tardaban, que había pasado? me habrán olvidado? seré capaz de soportarlo? Abiel seguía penetrándome con la brutalidad y crueldad que lo caracterizaba, soporté hasta donde pude pero más no podía hacer, débil, golpeada, sólo podía rogar que se detuviera con las lágrimas brotando cual cataratas de mis ojos amoratados.

-Me detendré cuando me satisfaga de ti princesa, no antes- decía continuando con su tortura.

Los segundos parecían eternos, creí que perdería el conocimiento cuando Zion entró al calabozo anunciando que Marcus se acercaba.

-Maldición- oí murmurar a Abiel.

Pidió a Zion que me sujetara nuevamente a los grilletes, la mirada de rabia y tristeza que Zion me daba era tal que sólo quería que me abrazara para poder calmarme, pero no podía, ni él ni yo, era imposible, ahora Marcus? qué más quería ese maldito engendro!

-Ay... pero hija, qué mal te ves?!- dijo irónicamente Marcus.

-No mejor que tu padre, ni siquiera con todo lo que tienes te contentas?-

Su mano dio vuelta mi rostro mientras escupía sangre que brotaba de mis labios heridos.

-Son valientes con mujeres hechizadas, pero creo que jamás se atreverían a enfrentarse a Atis y a tu hijo... no padre?-

-Abiel?-

-Señor?-

-El látigo-

-Aquí-

-Zion!-

-Señor?-

-Sostenla-

-Señor?-

-Me desobedeces?-

-No Señor...- Zion me tomó en brazos y sostuvo dando la espalda a Marcus, su respiración acelerada parecía que haría que su pecho explote o cometa una locura.

Me sostuve usándolo como apoyo, lo que haría Marcus sería tan doloroso que si no me mataba estaría muy cerca de hacerlo. 

-Tranquilo Zion... estás conmigo... podré hacerlo- susurré para intentar calmarlo.

Apenas terminé de decirlo y sentí el primer azote de Marcus, incluso logró desestabilizar a Zion con el golpe, no grité ni lloré, debía soportarlo. 

-Eres fuerte ahora, pues empieza a contar que aún quedan cuarenta y nueve como ese!- dicho eso sentí otro latigazo contra mi piel ahora desnuda.

-Gina...- habló Zion en mi mente- Gina detente, los enfrentaré!-

-No, te harán aún más daño que a mí...-

-No puedo verte así- dijo presionando con un poco más de fuerza mis brazos para darme apoyo haciendo su respiración aún más forzosa que antes.

-Me necesitan viva... Sólo sostenme fuerte y quédate a mi lado- apoyé la cabeza contra su pecho.

Debía soportar pues estaba segura que no me matarían. Me necesitaban para llegar a Sean. Algo que jamás sucedería.

-Aún no piensas suplicar por tu vida, todavía quedan treinta latigazos querida hija, cinco más de mi parte y veinticinco que Abiel está esperando su momento de diversión-

-Anda zorra! Grita y suplica! O te haré suplicar a la fuerza!- espetó Abiel enfurecido.

-Señor... está desmayada- dijo Zion tratando de lograr algo de tiempo.

-Mejor aún... coloca los grilletes en sus muñecas y tobillos, de espalda, cincuenta he dicho y cincuenta serán!-

-Perdón princesa...- susurró Zion antes de dejarme con Marcus y Abiel a solas.

Lo sucedido antes no era más que una práctica, la verdadera tortura y dolor recién comenzaban.

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