
PRIMER ENCUENTRO
NARRA GINA
Me sentía realmente extraña, un mar de sensaciones y sentimientos se despertaban y disparaban al tener a Steve frente mío.
-Hasta mañana- dijo agitando su mano luego de besarnos.
Me giré y volví sobre mis pasos hasta la entrada de mi casa, me quedé sentada por unos minutos en las escaleras.
-¿Por qué dije eso?- volví a pasar las manos por mi cabello tratando de hilar mis ideas.
Gabriel, había llamado Gabriel a un completo extraño que resultó ser el nuevo maestro de música del instituto, pero algo me decía que debía llamarlo así, al igual que su nombre Sean, ambos me sonaban muy conocidos para mí.
-Ah, es una locura- bufé entrando a casa.
-Hija...- oí decir a mi padre.
-Papá... ¿qué haces allí?- lo vi sentando con muchos libros viejos y raros a su alrededor.
-Nada... simples investigaciones para el trabajo- dijo intentando ocultar los libros.
-De verdad que no sabes mentir papá- tomé uno de los libros de sus manos e intenté ojearlos -¿Brujas papá?- sonreí enarcando una ceja.
-En el museo quieren hacer una exhibición sobre mitos y leyendas urbanas de diferentes países- explicó.
-¿Hechizo de... memoria?- leí lo que aparecía en una página.
-Existen miles de hechizos Hana, memoria, edad... amor...- comentó quitando el libro de mis manos.
-Y cuál de ellos utilizas tú- balbuceé.
-¿Hana?- se volvió viéndome extrañado.
Sentía nuevamente como si mi cuerpo se separara de mi mente o mi alma o lo que fuera y me encontraba como una simple expectadora en este momento. Estaba mi padre viéndome con esos ojos raros, como si no e conociera, quería gritarle que era yo, pero nada salía de mi boca.
-Gina... Peter...- dijo quien o lo que fuera que poseía mi cuerpo en ese momento.
Gina, ese nombre nuevamente, quién demonios era, por qué aparecía en cualquier momento a atormentar mi existencia, mi padre estaba atónito, nada salía de sus labios que parecían formar una gran O.
-No debes estar aquí, aún no...- balbuceó mi padre.
-Ah, no... yo creo que sí, Marcus ha estado intentando contactarme Peter, están y estamos en peligro y no pienso dejar que nadie más muera a causa mía- dijo aquella voz.
-No ha sido culpa tuya Gina, es la locura de Marcus la que no tiene límites- bufó Peter.
-De todas formas, estando durmiendo en el interior de Hana no puedo hacer nada por cambiarlo Peter, ya basta, déjenme salir y volver con Gabriel, juntos podemos detener a Marcus- decía suplicante.
-No puedo, sólo un poco más Gina... por favor... aún no estamos completamente preparados y muchos inocentes pueden morir a causa de un descuido- intentó mi padre convencerla.
-Lo sé, Anat es una de ellas, Zion también está intentando protegerla de Marcus pero le es prácticamente imposible- masculló la voz sintiendo como mi cuerpo se tensaba.
-¿Anat?- preguntó mi padre confundido.
-Anat es la hija que dio Tania a Marcus a cambio de que pusiera a Zion bajo su cuidado, tiene la misma edad que Hana- explicó la voz.
-Pero Gina tú...- inquirió mi padre.
-No lo sé... al estar dormida dentro de Hana es como si tuviera sueños y en ellos los veo, a todos, como siguieron sus vidas y como la locura de Marcus aún sigue siendo una maldición para todos a pesar de los años, es por eso que me urge despertar Peter- sentí una punzada en mi cabeza y dolió más que un golpe.
-Gina... yo...- mi padre se acercó a mi cuerpo que caía sobre sus rodillas.
-El hechizo de memoria, ella lo sabe todo ahora Peter, si quieres esperar, hazlo cuando me vaya- dijo la voz. No... no quería olvidarlo todo, debía intentar permanecer lúcida cuando vuelva a ser Hana.
-Estaremos bien...- susurró mi padre.
-Lo sé... gracias Peter...- murmuró la voz al tiempo que mi cuerpo caía dormido en brazos de mi padre.
Me perdí en la oscuridad al segundo siguiente, intenté mantenerme fuerte y despierta pero me fue imposible, el cansancio y dolor en el cuerpo que sentía eran agotadores, de quienes hablaba la voz, Tania, Zion, Anat... Por el momento me dejé ir, no podía luchar más y me dejé llevar por la inconsciencia.
-Hana... vamos... hay un bello día esperando por nosotros- oí una voz aún somnolienta.
-No quiero, déjame dormir- contesté.
-Vamos Hana, tengo una sorpresa para ti- susurró en mi oído y besó mi mejilla.
-Steve... es fin de semana...- bufé.
-Pues por eso, fin de semana, iremos a la playa, es tu lugar favorito ¿no?- vi su sonrisa de par en par.
-Está bien, sólo espérame abajo, me cambiaré de ropa y bajo, ¿debo preparar algo?- pregunté.
-Ya lo hice mientras dormías- replicó señalando una mochila sobre el tocador -Te espero abajo- dijo antes de cerrar la puerta.
Me metí bajo la ducha caliente intentando despertar mi cuerpo y hacerlo reaccionar de todo lo que había pasado, me sentía vacía, como si hubiera olvidado algo que no debía, como si algo faltara en mi mente. Cepillé mis cabellos que al no ser tan largos rápidamente podía ordenarlo. Me puse unos jeans gastados y una cazadora junto con unas zapatillas bajas y me dispuse a bajar.
-Gina- oí una voz pequeña llamando.
-¿Quién eres?- pregunté al instante.
-¿La pregunta es...- me quedé petrificada sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo -...Quién eres tú?-
Me sobresalté al ver un hombre en mi habitación con una sonrisa macabra dibujándose en sus labios.
-Mi tesoro...- dijo acercándose a mí -Te encontré...- suspiró tocando mi mejilla para luego desaparecer.
Aquello había sido tan intenso que caía al instante de rodillas con la mano recorriendo la mejilla que aquel extraño había acariciado. Sus ojos, esos ojos rojos carmesí que tanto se parecían a los míos, quién era ese hombre, cómo apareció de la nada y por qué me llamo...
-Mi tesoro...- susurré.
-Hana... cariño, Steve está...- mi madre al verme se acercó a mí evaluando todo lo que había a mi alrededor -¿Estás bien cariño?-
-Sí mamá, fue sólo un mareo, no te preocupes, iré con Steve a la playa, quizás y el aire fresco me ayuda a recuperarme más rápido- intenté desviar el tema.
-Pero...- intentó argumentar.
-Mamá, estoy bien, me hará bien ir con Steve- afirmé.
-Hana, ¿Steve y tú?- preguntó.
-No lo sé mamá, me siento bien con él y él es tierno y protector y me hace bien sentir esto por él, aún no sé que es pero...- me detuve de pronto.
-Pero...- sostuvo mi mano haciendo que la viera a los ojos.
-Hay algo, que no me deja estar por completo con él por más que lo desee, y es realmente odioso- bufé poniendo la mochila en mi espalda.
-Cuídate mucho hija, disfruta tu día con él- dijo dándome un beso en la mejilla.
-Ya estoy lista- anuncié bajando con paso apurado por la escalera.
-Pues vamos- sonrió Steve tomando mi mano y colocando el casco sobre mi cabeza.
-Diviértanse- dijo mi madre.
-Gracias por el permiso Señora- sonrió complaciente Steve.
-A la playa- grité al tiempo que Steve encendía el motor.
La brisa que me daba de lleno poco a poco iba borrando todo lo que tanto me incomodaba y preocupaba, abrí los brazos y me elevé un poco en el asiento para poder sentir aún más el viento en mi rostro. La espalda de Steve se tensó frente mío y volví a mi lugar, con cuidado tomó una de mis manos haciendo que me agarrara de su cintura, dejó descansar su mano sobre la mía siguiendo con los ojos puestos en la carretera, a lo lejos pude divisar el mar con los rayos de sol reflejándose sobre la superficie, la playa y algunas familias disfrutando del clima que hacía en ella.
-Llegamos princesa- dijo galante steve haciendo que bajara de la motocicleta.
-Es hermoso- dije sosteniéndome de la baranda de protección.
-Igual que tú- susurró él colocándose a mi lado y tomando mi mano.
Aún no me acostumbraba a esas muestras de cariño, aunque me gustaban muchísimo, me encantaba que se interesara por mí y despertara todos esos sentimientos escondidos, aunque me sentía vacía, nuevamente esa sensación de estar olvidando algo importante.
-Vamos- sujetó mi mano y tomó su mochila.
Bajamos por las escaleras hasta llegar a la arena, nos quitamos nuestras zapatillas y caminamos hasta quedar más cerca del mar y su sonido encantador.
-Gracias- dije dando un beso en la mejilla a mi caballero andante.
-A ti- sonrió él.
Cada segundo sentía una pequeña opresión en mi pecho, una sensación de angustia, veía hacia atrás intentando hallar el motivo.
-¿Estás bien?- llamó mi atención tomando mi mano.
-Es sólo que siento como si alguien nos siguiera- confesé.
-¿Segura?- giró a ver hacia el lugar que yo veía -Espérame aquí, iré a ver- Se levantó y fue en dirección hacia donde le había señalado.
-Gina...- oí llamar.
-Déjame en paz- susurré.
-¿No quieres acaso saber quién realmente eres?- dijo la voz.
-Yo... no quiero... déjame en paz- dije tapando mis oídos con mis manos.
-Haciendo eso no te desharás de mí, estoy en tu mente, no en tus oídos- explicó.
-Pues vete de mi mente entonces- ordené.
-Lo haré cuando me escuches... hermanita...- susurró como si estuviera a mi lado -anda... vamos... abre tus ojos...- ordenó.
Al abrirlos me vi en un lugar completamente diferente, era un claro en un bosque, los bosques ocultaban prácticamente toda la luz solar alrededor nuestro.
-Por aquí...- llamaba y sin poder verla seguía el sonido de su voz.
-¿Dónde estás?- preguntaba tratando alcanzarla.
Se paró frente a mí, era estar viéndome en un espejo, era...
-Somos iguales...- sonrió -Eso piensas ¿no?-
-Tu cabello, tus ojos, tu piel- comencé a numerar las diferencias.
-Lo sé, mi padre realmente está obsesionado contigo- murmuró.
-¿Tu padre?- pregunté.
-Marcus, el rey de los vampiros, lo conociste hoy- explicó.
-Él es tu padre- balbuceé.
-Sí- dijo sonriendo.
-¿Por qué está obsesionado conmigo?, sólo lo conocí hoy- dije retrocediendo unos pasos.
-Porque eres la única que puede acabar con su locura- comentó tranquila mientras tomaba mi mano haciendo que la siguiera.
-¿De qué hablas? ¿Cómo es tu nombre?- pregunté.
-Mi nombre es Anat... encantada de conocerte Gina- dijo sonriente.
-¿Por qué me llamaste hermanita?- inquirí poniéndome más nerviosa.
-Por que tu padre y el mío son el mismo- dijo.
-No, no puede ser... Peter- comencé a decir.
-Peter y Marion son tus padres adoptivos, tú eres como yo, una híbrida más, mitad humano mitad vampiro, madre humana y padre vampiro- explicó.
-Eso quiere decir que...-
-Al nacer nos han enviado a mundos diferentes, a ti te llevaron para protegerte y poder crecer y luego despertar para poder enfrentar y acabar con nuestro padre- dijo apenas con un hilo de voz -Y a mi me han dejado aquí para poder mantener a Marcus a raya y que no avance más con su locura hasta que tu cuerpo despierte y vuelvas a salvarnos-
No entendía nada, aquella chica tan parecida a mí, qué diablos estaba pasando aquí. No entendía realmente nada, que yo debía despertar y salvarlos.
-Marcus me ha enviado por ti, en realidad debía torturarte haciéndote ver cosas peores que estas pero no puedo, no soy como él ni lo seré, sé que harás lo correcto y en su momento decidirás lo mejor para todos, cuídate mucho y cuida a los que te rodean, la retorcida mente de Marcus no te hará daño directamente, te torturará hasta dejarte sin nada de lo que ames- murmuró presionando mis manos entre las suyas.
-Steve...- susurré aterrada.
-Cuídalo... debo irme ya o lo que me espera no será bueno- se soltó de mis manos y caminó hacia el bosque.
-Espera...- susurré queriendo alcanzarla.
-Volveré a buscarte hermanita... por ahora descansa- sonrió agitando la mano.
-Espera...- volví a decir al tiempo que sentía unos brazos sostenerme.
-Hana, ¿qué haces? estás entrando al mar- la voz de Steve se oía realmente preocupada.
-¿QUE?- sentí mis piernas mojadas y mi cintura también.
-¿Qué fue lo que pasó contigo?¿Con quién hablabas?- preguntó nervioso cubriéndome con la toalla el cuerpo mojado.
-Anat... ella, el bosque- intenté explicar pero un fuerte dolor de cabeza hizo que cayera de rodillas.
-Está bien no te esfuerces, ya pasará Hana- me abrazó fuerte intentando darme calor -Creo que será mejor volver antes que te resfríes, otro día continuaremos con el día de playa- Recogió las cosas cargándolas en la mochila y me tomó de la mano ayudando a levantarme.
-Lo siento mucho Steve- murmuré con la vista puesta en la arena.
-Está bien, no te preocupes, ahora vamos a casa por un baño caliente y ropa seca- dijo sonriendo.
-Te quiero Steve- susurré apenas.
-No más que yo mi princesa- lo oí decir acercándose.
Sentí sus manos levantando mi rostro y acunarlo para luego dejar un dulce beso en mis labios.
-Ahora a casa... tu mamá sabrá que hacer cuando le cuentes lo que sucedió aquí- dijo encendiendo la motocicleta luego de colocarnos los cascos y hacer que tomara su cintura.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro